La Joroba
El nuevo minero se acercó al hoyo que descendía hasta las entrañas de la roca, sentía el viento helado el cual le provocaba un escalofrío tremendo, era como si su cuerpo le pidiera no bajar, el abismo negro se mostraba amenazador mientras más le mirase incomodando al portador del ave, escuchaba con atención a lo que hace poco era una caverna pareciéndole oír el llanto de varias personas, esos lamentos transmitían a la perfección el sufrimiento por el cual pasaban haciendo que Rosell retrocediera aterrado de los susurros cargados de dolor, topándose con algo detrás suyo.
-¡Oye fíjate novato! - replico una voz aguda.
Nervioso se volteo apenado por su torpeza dejando en el olvido aquellos sonidos como un método de autoprotección subconsciente. Al mirar detenidamente a la otra persona quedó sin palabras al tener delante a un semihombre maduro de densa barba negra con algunas canas, su cabeza había perdido el cabello lo cual realzaba sus dos cuernos su cuerpo robusto intimidaba a primera vista y teniendo el pico en su mano no mejoraba la impresión, su cara reflejaba años de trabajo pesado dando como resultado una poca tolerancia, una vena le saltaba a un lado de su cuerno derecho.
-Perdone, fui torpe - se disculpa ante el ser anormal.
-Sera mejor que no vuelva a ocurrir a no ser que desees una nariz chueca - le advirtió con un desagrado bastante marcado.
Rosell se quitó de su camino el sátiro ingreso sin problemas a la mina, detrás del semihumano le siguieron tres hombres con grandes bolas atadas a sus piernas para limitar su avance, dejándole en claro al hombre que no era un buen lugar para él y su única compañía parecía ser gente peligrosa, una mano áspera tocó su hombro avisando de su presencia era un hombre de ropas dañadas, inclusive raspaduras en su cuerpo sin excepción alguna.
-Pero que veo, al fin una persona normal - se contentaba el hombre extraño - podrás ver qué somos los únicos dos humanos o al menos lo más cercano a ello.
Esa afirmación inquieto a Rosell quien prefirió ignorar esas raras palabras notando como una larga fila de hombres maleados ingresaban con instrumentos para trabajar en la mina con solo verlos se sintió intimidado y fuera de lugar al sentir las miradas de desagrado por parte de estas figuras masculinas.
-Vamos a la fila, sino el capataz nos llamará la atención - le invito antes de ser vistos por el encargado.
Ambos acabaron en el final de la fila, el extraño parecía bastante tranquilo en comparación a Rosell quien no tenía mucho cuidado con el ave en su poder.
-¿Tu serás el vigía? Ja no creo que tendrás esa posición por mucho tiempo - le advertía conociendo el movimiento de la mina.
-¿Qué quieres decir? ¿Es malo tener está ave? - el miedo envolvía al hombre ante el enorme desconcierto.
-Lo sabrás en su momento, solo te puedo asegurar que nunca habrás visto algo igual en la vida, allá abajo es un mundo totalmente distinto, fíjate en cada detalle - señaló al hombre delante suyo, este portaba una hacha y un escudo en su espalda - la joroba no es un sitio para gente sin fuerza.
Sintiendo una ansiedad abrumadora Rosell ingreso a la mina donde el abrumante sonido del trabajo pesado predominaba junto los quejidos de los trabajadores, el ave se movía incesante al ser transportado con tan poco cuidado, mientras más avanzaba se veía rodeado de oscuridad siguieron rectamente poco a poco iban descendiendo, el estrecho pasillo se iba ampliando hasta llegar a un lugar profundo dentro de la gran montaña, esta zona estaba despejada y contaba varios túneles los cuales buscaban más del misterioso mineral, en ese punto pequeños soles pálidos dotaban de una iluminación rojiza al sitio de trabajo, hombres con látigos y mayor protección aguardaban para supervisar el avance de la producción a quienes veían flojeando le descargaban en sus espaldas un par de latigazos, la réplica del dolor era perfectamente audible para todos siendo una señal de seguir con lo suyo.
-No te queda ahí parado trabaja, si uno de los vigías te nota acabarás con una espalda abierta - le aconsejaba el otro hombre quien no paraba de usar su pico contra un muro de rocas.
Miro al canario para quedarse con dudas sobre si tendría un papel diferente al laborioso de sus compañeros pero nervioso del castigo arremetió contra el muro con su instrumento dejando a un lado al ave cantora, la roca era realmente dura le costaba bastante el poder romperla, pero los gritos de dolor de las víctimas del arma de largo alcance le motivaban a no parar, gritos, agotamiento, una respiración agitada y un cuerpo bañado en sudor todo se repetía sin señales de parar solo era un interminable ciclo de miedo y cansancio su cuerpo le pedía parar al haber hecho una innumerable cantidad de veces, sus piernas y brazos temblaban, apenas podía sostener su propio cuerpo al apoyarse con el instrumento, miro a su compañero quien llevaba un ritmo más lento pero sin parar, allí se percató que existían métodos para tener un mayor aguante y el había fallado en ello al llevar a su cuerpo al límite.
-Por favor dime que esto está por acabar - suplicaba Rosell quien no paraba de jadear.
-Lo lamento pero no, mejor apúrate en tomar ese pico - le aconsejo sin retirar la mirada de las rocas - no te das cuenta que el mineral que buscamos no es algo natural, si quieres conseguirlo debes llegar al límite, rendirte a la montaña que el dolor y el cansancio se vuelvan uno con ella para cristalizar la fuerza de vida.
Sus palabras parecían venir no de un hombre sino de algo más allá de este mundo, tal conocimiento o siquiera intuición atemorizaba al hombre que en su vida había trabajado de tal forma y menos conocido las bases del Axis Vitae o de los magos.
-¿Quién eres tú? ¿Hablas enserio? - la duda se volvió inmensa sofocándolo al dejarlo en la incertidumbre - ¿Cómo sabes tanto?
-Vamos Rosell yo sé muy bien que tú la oíste - el hombre se detuvo para verlo directamente a los ojos - oíste a la Joroba, su canto indico que tú eres apto para traer a este mundo algo nunca antes visto y para ello yo estoy para instruirte.
Más dudas que respuestas golpeaban su cabeza pero antes de poder formular alguna el ave se agitó intentando volar a otro sitio pero retenida por la jaula que la apresaba.
-¡Han aparecido! - vocifero el extraño su tono advertía una amenaza inminente.
-¿Quién? - pregunto asustado los demás trabajadores se percataron del revuelo del ave apurándose a escapar.
-Te lo dije, aquí dentro es un mundo completamente diferente está es una de sus amenazas - le contó tomando del brazo a Rosell y corriendo, este último tomo la jaula.
-No se trata de quien sino de algo, una entidad antinatural suele liberarse cuando varias piedras están por nacer en las entrañas de la Joroba, estas cosas buscan proteger esos minerales.
El desgarrador sonido de las piedras juntándose se repetía como si fuera una dentadura la cual práctica antes de consumir a placer, luego el suelo temblaba ante el avance de los heraldos.
-¿Esos son los protectores de esas cosas? - intuía al sentir como el suelo se sacudía con la marcha de los guardianes.
Un grito retumbaba por todo el área de trabajo el cual rasgaba los oídos de los presentes y aterraba al nuevo quien su cuerpo entumecido por el trabajo pesado se movía torpemente, sus piernas parecían volverse piedra al no poder continuar con su huida de forma inevitable cae al suelo y la jaula se abre liberando a su emplumado prisionero, su compañero se detuvo en seco al notar lo ocurrido, sin tardar jaloneo a Rosell a una grieta en el muro está era bastante estrecha pero ambos eran lo suficientemente delgados para ingresar en ella, las pisadas replicaban con bastante fuerza indicando su cercanía, ambos se apuraban para evitar ser vistos por los guardianes, a su vez pasos más ligeros llegaban por el otro extremo apareciendo hombres con protecciones ligeras, espadas cortas y pequeños escudos, ellos parecían dispuestos a librar una batalla contra la voluntad de la Joroba, finalmente aparecieron los guardianes seres de la verno entidades fuera de esta realidad pero manifestándose haciendo suyos los elementos disponibles eran de piedra, múltiples guijarros se asomaba por sus caras ennegrecidas, sus cuencas dónde deberían tener ojos eran faros incandescentes más relucientes que cualquier antorcha en la más oscura noche, placas de diamante hacían de protección y también como principal arma teniendo garras en lugar de dedos para estos seres mitad piedra, los tres guardianes avanzaban a toda marcha por estos humanos, el primer contacto de los hombres fue usar el escudo para resistir contra el que parecía ser su líder quien tenía una hilera sobresaliente de grandes diamantes en la espina dorsal, el escudo se rompió en breve junto al brazo del hombre, para terminar arrojado contra el muro opuesto dónde estaban Rosell y su compañero, el guerrero los vio un segundo después murió como resultado de recibir el golpe de lleno, abrumando al par escondidos.
-¡Eviten al de la espina dorsal! - indico un de los hombres quien atacó a uno de los guardianes en su rodilla una zona sin protección.
La herida conseguida fue profunda, así afectando su equilibrio y evitando que asestara un golpe contra uno de sus compañeros, con la adrenalina al máximo uno de los audaces guerreros aulló dirigiéndose al expuesto enemigos, subió por su enorme brazo desigual con dos espadas cortas, la pequeña cabeza de la voluntad de la montaña solo pudo ver cómo el saco de carne consiguió hacerle volar por los aires con el tajo de ambas espadas.
Tres guerreros flaquearon a los enemigos evitando que se le fueran encima a su compañero victorioso.
-¡Lerion! ¡Dale el golpe de gracia! ¡No le des oportunidad! - le reprochaba otro con aires de superioridad al ver cómo el otro parecía jugar estando sobre el cuerpo decapitado.
-Bien, bien - respondió con tono cansino descargando con toda su fuerza la zona donde antes estuvo la cabeza, liberando una pálida luz, las armas se agrietaban con el destello obligando al hombre a dejar sus espadas.
El cadáver se comprimía en si misma con cada grieta en el cuerpo más ases de luces salían, los compañeros del guardián retrocedieron sabiendo bien lo que ocurriría, los hombres se reagruparon para responder tras la implosión de su compañero, el ave volaba evitando la luz pálida sin embargo se mantenía cercas, en la espera de la implosión uno de los guardianes noto al par escondidos, aterrados retrocedieron aún mas al interior de aquella grieta.
-¡Dime que no puede dañarnos aquí! - le suplicaba le diera una noticia oportuna pero el hombre solo miraba con atención al ser de roca viva.
Lo único que quedó del ser de roca fue una roca repleta de largos cristales con tono violeta en las puntas, las espadas se quebraron la zona que tocó el interior del enemigo quedó fundida aún a rojo vivo.
-Dame lo que tengas, no seré muy exigente - le pidió Lerion a el hombre que le llamo la atención.
-No tengo nada para ti, toma un pico y prueba suerte - le contesto sin tener la voluntad para despojarse de sus herramientas para sobrevivir.
-¡Bien, pero necesitaré que me cubran! - les pidió luego de tomar un pico tirado para ir al ataque.
El grupo de humanos se dividió en dos volviendo a utilizar una estrategia en pinzas, sin embargo ellos no eran los únicos preparados, el guardián con cresta atacó golpeando con ambos brazos el suelo levantando picos, los cuales empaló a la mayoría de los hombres, hiriendo a otro par y solo dejando a tres quienes pudieron defenderse gracias a sus sentidos.
-Creo que los molestamos - señaló Lerion quien estaba rodeado de los picos de piedra.
El otro guardián atacó el hueco intentando llegar a los invasores ocultos, ambos profirieron un angustioso grito adentrándose aún más en la grieta, los guerreros restantes los ignoraron para así solo lidiar con uno de esos seres a la vez.
-¿Tu plan sigue en pie? - le pregunto a su subordinado dispuesto a usarlo como señuelo.
-Solo eviten que me vea - les pidió para luego avanzar entre los cadáveres empalados, algunos de ellos aún seguían vivos pero sufrían una larga agonía.
-¡Ya oíste Ordross! ¡Usa tu fuerza bruta en otra cosa además de herir humanos! - le ordenó su encargado marchar contra el enemigo.
-¡Ya le dije que solo les robe a unos mercaderes! - respondió para luego abalanzarse contra su oponente.
El hombre detrás suyo quedó sin habla al ver cómo el mastodonte que tenía por guerrero se detuvo a dos metros de distancia de su oponente.
-¡¿Pero que te pasa?! ¡Atácalo! - aún con la orden directa seguía sin mover un músculo.
-¡No puedo acercarme más! ¡Puedo sentir que si doy un paso estaré muerto! ¡Mi piel! ¡Mi piel siente un cosquilleo! ¡¿Esto es miedo?! - se cuestionaba Ordross quien poco a poco se iba empapando de miedo - ¡No vale la pena seguir con este trabajo! ¡Ni aunque eso saldará mi deuda con el señor Sebastián!
-¡Reacciona! ¡El va por ti! - le advirtió al ver que el hombre se ensimismo dejando a un lado la presencia del guardián.
El hombre retrocedió al último instante evitando el golpe directo pero su mano izquierda fue rozada por su oponente quedando gravemente lesionada, incluso perdiendo los dedos índice y corazón al tener contacto con la áspera piel, la distancia se había acortado tras el movimiento inesperado del pesado ser haciendo temblar al hombre quien perdió la esperanza de sobrevivir, nuevamente el ente de piedra atacó toda esperanza de vivir lo abandonó cerro los ojos deseando una muerte rápida para su sorpresa está no llego, al abrir sus ojos vio que enemigo se quedó estático, ambas miradas se encontraron siendo la llameante la que llevaría a un trance a Ordross escuchando cientos de réplicas abrumadoras su coro caótico llevaba un mensaje no entendible pero si grabado en el subconsciente en ello el hombre herido parecía ahogarse en las llamaradas que tenía por ojos siendo ajeno la presencia de Lerion quien hundió el pico en el pecho del titán. El tercer guerrero miraba como el último guardián seguía abriéndose camino tumbando la pared ignorando totalmente lo que le rodeaba, tras caminar atento al reaccionar del enorme ser de piedra el guerrero se propuso en matarlo.
-¡Ayuda! ¡Alguien por favor! - suplicaban el par al percatarse del guerrero.
Eso asustó al hombre retrocediendo, pero el ser seguía sin darle importancia.
-¿Es que no le parezco una amenaza? ¡¿Acaso se burla de mi?! - se planteaba el hombre quien sin pensárselo dos veces atacó yendo por el cuello.
Con un grito demencial el sujeto logro decapitarlo el cráneo rodo al interior de la grieta.
-¡Mira sus ojos! ¡Ellos son los embajadores de la montaña! ¡Son enviados para darnos un mensaje! ¡Tienes que escucharlo! - le invito el hombre a Rosell quien no deseaba ver la cabeza.
El cuerpo siguió su labor sin importarle su estado, esto mosqueo al hombre quien se lanzó a dar una estocada en el pecho para alcanzar su fuente de vida. Lerion estaba sin palabras al ver que aún se mantenía con vida pese hundir la mayor parte del pico, retiro el instrumento y volvió a enterarlo en el pecho, el ser seguía intacto lo cual lo obligó a repetir este proceso, poco a poco la luz comenzaría a salir pero el enemigo seguiría sin defenderse cosa que no se dio cuenta el guerrero, el cascarón se comenzó a caer mostrando una intensa luz, su brillo fue tan grande que cegó a todos los presentes incluso el ave quien parecía danzar en el aire como si pudiera tomar algo invisible a su alrededor y lo cual no paraba de salir.
-¡La voz en él es tan grande! - vocifero el compañero de Rosell ignorando el cráneo.
La implosión del otro guardián ocurrió cuando el resplandor devoró todo dejando indefenso a su atacante quien aún sostenía el arma que lo apuñalaba.
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