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El Ayer En Pelucio

—La muerte nunca me pareció un final, ya sea gracias a este don y maldición que cargo conmigo me di cuenta de un orden entre el propio caos — pensaba el felino humanoide mientras estaba entre las tinieblas — eso mismo me hizo probar las artes prohibidas de mi raza motivado primordialmente por saber que una vida antes fui un humano aquellos que no veían como un tabú tal acción de ponerse en contacto con dichos poderes, lamentable esa vida previa no la práctico pero siempre fue capaz de usarla de manera instintiva.

Un joven galganes de ropas largas estaba inmerso en su mismo en medio del bosque intentando evocar aquel linaje de anteriores vidas para dominar está impresionante habilidad suya.

“No deberías hacerlo, yo mismo hice un sello al final de mi vida para impedir la manifestación de estas almas, todas ellas están detrás de un manto que los incomunica.”

—Ya me lo haz dicho pero debes saber también que mi gente no permite el uso de magia, lo ven de mala forma incluso creen que condena el alma — le repetía ya con hartazgo tras varias explicaciones exhaustivas — nací en un clan bastante problemático dónde no dejan partir a nadie salvó si quiere morir solo para guardar sus secretos.

“¿Sabes de qué tratan estos secretos? ¿La importancia de tanta discreción? Tal vez nuestro ciclo de reencarnaciones lleva un propósito y tú eres la clave, así como yo fui el que otorgue la claridad para llegar aquí.”

—Tu excusa para cortar el vínculo suena legítima pero es solo eso una excusa — señalaba sin quitar el dedo de la llaga.

“Quizás tengas razón pero una vez tengas sobre ti el azote de los interminables arrepentimientos podrás entenderme.”

—Regulus dame un poco de silencio para concentrarme, siguiendo tus palabras si me dejo llevar por mis emociones debería poder romper el manto — seguía el joven felino mientras mantenía los ojos cerrados para conseguir su meta.

Entre el silencio sostenido el alrededor de este comenzó a mutar, el espacio donde se encontraba parecía moverse como si algo debajo de toda imagen percibida intentará salir de ese otro lado, pero apenas un movimiento se vio múltiples más emergieron como si fueran avisados que tal pared está por venirse abajo.

“Oye deberías parar.”

La sugerencia de su vida pasada fue pasada por alto al sentir dicho muro y si fragilidad, no solo ignorando está voz sino también todo su entorno.

“¡Pará! ¡Detente ahora mismo!”

—¡Calla! ¡Calla! ¡Lo tengo estoy por tumbarlo! — indico un exaltado felino quien pudo ver como el muro vari color se desquebrajaba y mostraba a un par de galganeses con una muy fuerte impresión de lo sucedido torpemente este hablo nervioso  — esto. Yo verán. No es lo que parece.

—¡Eres un hereje! — vocifero la hembra señalándolo despectivamente, eso le hizo caer de espaldas sintiendo el fuerte palpitar de su corazón.

—¡No! ¡Esto tiene una explicación sensata! — repetía mientras levantaba los brazos mostrando sus garras desnudas como señal de buena fe.

—Explícaselo al Altiorem sin vergüenza — el macho le tomo de los brazos para arrastrarlo de vuelta a la ciudad.

Las calles tenían varios cadáveres de diferentes especies, humanos, elfos, uno que otro semi-humano estos tenían arañazos por todo el cuerpo, a alguno le faltaban extremidades o pequeñas partes de ellos seguramente dado al perverso juego que los galganeces hacían con sus presas, un gusto que incluso el conocía y gustaba llevar acabo. La ciudad se llamaba Pelucio tras su conquista al arrebatarsela a los enanos que la levantaron originalmente al principio de la existencia, los felinos poco a poco fueron arribando hasta que una noche llevaron el golpe previamente anticipado, la sociedad de enanos era avanzada pero sus egos los cegaron lo suficiente para exponerse de sobremanera los galganeces que en un inicio parecieron bondadoso y amables les hicieron pagar su ingenuidad a base de sangre, solo un puñado lograron escapar de Loranel refugiándose en otras de sus ciudades pero antes de poder formar un ejército para volver a tomar sus tierras el líder de los galganeces, el Altiorem de se entonces hizo un tratado con la raza dominante uno con el que se les daba la libertad de hacer casi cualquier cosa mientras no dañaran a los nobles de las razas aliadas a cambio tendrían su apoyo con todo y su místico don. Ahora las calles rebosaban de cadáveres y bolas de pelo, una carretilla hacía el intento de mantener limpias las calles llevándose consigo a los muertos pero más pronto que tarde se llenaba su transporte teniendo que hacer más de cinco vueltas antes de lograr una diferencia notable, en el centro tenían una plaza con una enorme hoguera para incinerar a los juguetes rotos, muchos galganeces bailaban alrededor del fuego al ritmo de los flautistas, otros tantos se limitaban a beber vino mientras observaban a sus congéneres pelear por meros absurdismos, a la par estos veían como llevaban a Tormel al palacio donde estaba Altiorem, el señor de los gatos al menos los este clan proclamado como los J’ornal.

Huesos que en algún momento fueron enemigos del clan estaban pegados al muro que separaba el castillo de la ciudad siendo los trofeos de los Altiorems pasados hasta la actualidad, entre este mural de muertos sobresalía el de un dragón que en algún momento congenio con los habitantes originarios del lugar, su esqueleto fácilmente lograba abarcar más de la mitad de la totalidad del muro y su cráneo fue colocado arriba de las puertas para demostrar el poderío del clan.

“Aun podemos salir de esta solo deja esa fantasía tuya de aprender magia de nuestros fantasmas y averigua los secretos de tu clan.”

Le pidió como última oportunidad a su yo actual yo quién parecía listo para darlo todo, siguió callado el resto del trayecto limitándose únicamente a contemplar el palacio de Pelucio rebosante de pieles muchos de ellos arañados con bastante énfasis, varias hembras se encargaban de la limpieza pero estás tenían apenas las suficientes prendas para no andar desnudas, seguramente a petición de su líder. Guardias con bastante protección aparecieron de repente para sorpresa de los tres individuos con una intención nada amigable.

—¡¿Qué hacen en los aposentos de su señor el Altiorem?! — exclamó uno de los más osados mientras cinco guardias más bufian a los extraños.

—¡Encontramos a un hereje! Lo trajimos para que sea castigado por nuestro señor de la manera más apropiada — contesto la fémina inclinando su cabeza para demostrar sumisión ante los guerreros de elite.

—¡El Altiorem no está a sus servicios! ¡El Amo nos tiene para servirle! — declaró uno de ellos sacando sus garras para castigarlos.

—No lo hagas, tengo interés en el hereje, al par déjalos marcharse — insistió una voz rasposa a la cual le hicieron caso dejando al hereje en la sala.

La incertidumbre rápidamente se apoderó de él temiendo la aparición del Altiorem a la cual asoció con su muerte, la idea de yacer en el suelo sin vida aceleraba brutalmente su ritmo cardíaco, su nerviosismo le obligaba a mantenerse en guardia en la espera de la aparición de su verdugo.

—Mantén la compostura, demuestra tu valía como habitante de nuestra gloriosa ciudad — escucho la voz rasposa detrás suyo haciéndole sudar frío.

Rendido a la desesperanza y forzándose a si mismo a tener el valor suficiente hablo con un gran pesar.

—Si vas a matarme hazlo de una buena vez, no te daré la satisfacción de verme suplicar — dijo esto abnegado a la esperanza sabiendo perfectamente bien la naturaleza de su gente.

—¡¿Pero de que hablas?! Aún tienes una forma de salir de aquí con vida — le dejo en claro posando sus garras en sus hombros — Destiny le hizo de su conocimiento que un día se levantaría entre nosotros uno quien se negaría a acatar nuestras formas, un ser de nueva cabeza pero un solo corazón, este ser es clasificado como un holocausto si llega a la madurez.

—¿Y que harás al encontrarlo? ¿Matarlo?

“Creo que ese eres tu. ¿O mejor dicho nosotros?”

—Usarlo como todo ciudadano de nuestro clan, este ser anormal está destinado al caos o mejor dicho sería el heraldo del cambio. Alguien que cambiaría las reglas del juego — su voz demostraba un deseo por poseer a aquella mística figura.

Tormel sintió como dos garras le sujetaron la cintura y a la vez otro par en sus hombros hecho que lo aterrorizó.

“¡¿Qué demonios?! ¡¡El Altiorem no es igual a ti!!.”

La advertencia no hacía más que infundirle el terror a su actual yo, un nudo en su garganta a raíz del presentimiento del final de su vida.

—Si muriera aquí posiblemente mi próxima vida tendría el anhelo de vivir, evitando a toda costa un escenario tan fatal como este — se decía agobiado ante la presión ejercida por el dictador, su visión se oscurecía, el cuerpo comenzó a flaquear temblando al estar completamente indefenso a la inminente amenaza, la respiración se volvió mayormente prolongada esperando el instante en que fuera herido.

—Ni se te ocurra desmayarte, apenas note su ausencia te haré volver solo para que notes la ausencia de tus extremidades — le amenazó teniendo sus garras bien aferradas al pelaje de Tormel.

Todo esto le hacía notar a Tormel la fragilidad de su vida, vino a él su primer encuentro de forma consciente con Regulus siendo el único ser grisáceo al que percibió, su mente se llenó de las vivencias de este ser tan diferente al resto de su raza, asombrándose de un compañerismo y relaciones estrechas entre otros formadas por afecto en lugar de miedo y respeto, sin embargo esto al llevarlo a la práctica en su vida diaria solo lo llevo a ser la burla de su gente, aún con ello estaba más que dispuesto a saber más de las diferentes clases de vidas más allá de Pelucio.

El coraje regreso a su ser comprendiendo la situación era puesto a prueba para demostrar quién era ya que no bastarían palabras, necesitaba derribar ese muro para vivir otro día. Tormel dejo de mirar el marfil de las paredes y sus exquisitos relieves tallados exhaustivamente por algún talentoso artesano, su visión no estaba en nada de ese plano terrenal traía nuevamente aquella barricada donde las manos parecían ayudar a tirar dicho obstáculo, su voluntad conseguía dañarla estando a segundos de hacerla caer.

“Esto que haces no es salvarte únicamente cambiaste tu perdición.”

Le aseguro su eterno acompañante siendo testigo de la caída de ese muro hecho con la esperanza de darle una vida decente a su siguiente yo. Sus ojeras se alzaron en respuesta a la dicha ahora sentida pero está duro poco ya que la calma que siempre había conocido terminó al ser asediado por cientos de voces sonando todas a destiempo luchando entre ellas para sobresalir y dar a conocer su mensaje lo cual no ocurría, notaba a tantos extraños quienes imploraban por ser escuchados, sus manos traslúcidas le tomaban suplicando su atención, por inercia retrocedió empujando al Altiorem llevándose sus peludas garras a la cabeza la cual apretaba con fuerza para evitar que estallara al ser más susceptible que el humano promedio.

—Déjame verlo, déjame ver a la bestia albergadas en tu interior nacer — usando su fuerza bruta tumbo a su prisionero contra el suelo admirando como sus ojos cambiaban a la vez que la percepción del mundo.

 Altiorem era un ser de mayor medida que el resto de galganeces, su pelaje grisáceo estaba erizado, contaba con cuatro brazos, de la misma manera tenía dos pares de ojos en su cráneo unos más pequeños a un costado estos cuatro ojos parecían arder como si fueran pequeñas fogatas, su fauces estaba entreabierta dejando notar una inmensidad de pequeños dientes, su espíritu era aplastado totalmente por la imponente presencia del señor de su clan y empeorando esto una marejada de fantasmagóricas extremidades se estiraban para sujetarlo todo esto lo llevo al colapso.

“Lo lamento pero te advertí del terrible error que estabas haciendo, solo espero puedas sobreponerte.”

Musito Regulus entre el ajetreo de los muertos con la esperanza de que sus palabras se volvieran en una plegaria capaz de traerle alguna chance de paz.

—Desde entonces no volví a saber de Regulus pero me es imposible saber si se libero al dejar caer el muro hecho por él o si solo me ignora, estuve unos días en el palacio siendo observado meticulosamente por Altiorem hasta que un día me dejó marchar, entregándome está armadura ligera rayada, intenté aprender de mis vidas previas pero ellas solo estaban interesadas en que cumpliera con sus voluntades dejándome a mi de último, busque una cooperación de ellos pero fue inútil con la mayoría, estos solo gustan de torturarme aprovechándose de mis sentidos amplificados — se decía Tormel afligido pero en su mayoría cansado al no conocer el sueño profundo — ahora me dedico a buscar una forma de levantar el muro sin costarme la vida.

Tormel estaba enterrado entre las raíces de un árbol cubierto en su totalidad de lodo, frente a él estaba el mago enclenque quien se retiraba el lodo seco de su piel frente a una fogata.

—Parece que tú mismo te condenaste — exclamó poco empático por el galganes — ¿Pero dices que Altiorem no te dio alguna indicación? ¿Solo te soltó al mundo?

—Si, me cuesta mucho creerlo aún cuando lo viví — respondió pensativo — creo que me oculto bastante información.

—Siendo honestos me interesa esa conexión de tu gente con Destiny, ese ente solo ayuda a los que le sirven — el mago pensaba en voz alta llevándose su mano al mentón.

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