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Los niños del lago

La situación en la que los gemelos Pines estaban metidos no era la más favorable cuando te encontrabas cayendo desde el gran precipicio del pueblo de Gravity Falls seguido por un enorme robot con forma de Gideon.

-¡¡¡AAAAAHHHHHHH!!! – El miedo era palpable en los gritos de los gemelos cuando estaban cayendo a cientos y cientos de metros directos contra el duro suelo.

Mabel logro acercarse en el aire a su gemelo, este la abrazo con todas sus fuerzas. La chica pensó rápido y antes de que cayeran al suelo y los alcanzara la gran explosión causada por el gran robot cuando se estrelló, sacó su gancho volador y apuntando a uno de los grandes pinos del bosque logro engancharse justo a tiempo a una de las ramas deteniendo su caída en seco.

-¡El gancho volador! – Exclamo eufórica, feliz de haberse salvado de esa inevitable muerte.

-¡Lo hicimos, Mabel! – Dipper compartía el sentimiento de su hermana a la perfección.

Ambos fueron bajando unos pocos metros, antes de que ocurriera el gran suceso que lo cambiaría todo en la historia de Gravity Falls y el mundo entero.

La rama a la cual se habían enganchado comenzó a romperse.

Ambos gemelos sintieron el desbalance, aun se encontraban a una gran altura y solo miraron horrorizados como la rama terminaba de romperse.

-Oh no – Fue lo que ambos mencionaron antes de que la rama se rompiera.

Volvieron a caer en picada, soltándose por error, mirando todo como si ocurriera en cámara lenta, todo antes de lo inevitable.

El sonido inquietante de sus cuerpos chocando contra el suelo fue fugaz y escalofriante.

Se hizo un sepulcral silencio antes de que llegara la multitud a ver lo que estaba ocurriendo.

~0~0~0~

Stan sonreía de oreja a oreja viendo como el pequeño Gideon era llevado preso, gritándole quien sabe que tantas cosas, cosas las cuales Stan no iba a tener que preocuparse en un largo rato.

¡Por fin se pudo librar de ese pequeño mocoso del demonio!

No solo eso, pudo obtener de vuelta las escrituras de la casa de su hermano y de paso, consiguió el diario número dos, era sencillamente maravilloso.

-Ojalá los niños estuvieran aquí para ver esto – Se dijo Stan para sí mismo. Quizá y solo quizá, podría convencer a sus padres para que los dejaran volver al pueblo, seguro eso les pondría muy contentos.

De repente, unos quejidos de dolor llamaron su atención y no fue solo a él.

-¿Dipper? – Pese a que necesitaba de sus audífonos para poder escuchar mejor, jamás olvidaría a quien pertenecía esa voz chillona y nada varonil.

Se apresuro a ir donde escuchaba esos quejidos, un fuerte escalofrío recorrió su vieja espina dorsal. – ¡¿Dipper?! ¡¿Mabel?! ¡Están...! – Las palabras murieron en su garganta al ver la escena.

En ese instante y con toda seguridad, el corazón de Stanley Pines se detuvo por un segundo. Un sudor frío lo azoto de golpe, sus ojos abiertos de par en par con el más puro horror.

-¡Niños! – Se acerco corriendo al par de niños que se encontraban agonizando en el suelo.

Dipper estaba en un pésimo estado, y lo único que salía de su boca eran incoherentes palabras y gemidos llenos de dolor. Su gorra se encontraba manchada de sangre, y se podía notar con facilidad el mal estado en el que se encontraba. Para rematar un gran escombro del robot le había caído en su brazo derecho cuando cayeron con los restos del robot.

Mabel por su parte no estaba en una mejor condición que Dipper, en realidad, ni siquiera estaba consciente, pese a tener los ojos semiabiertos, no había rastro de consciencia en aquellos ojos, su boca y nariz se encontraban bañadas en sangre, los dientes de la chica no habían hecho más que romperse y llevándose más de la mitad de los dientes de la chica. Para rematar estaba mortalmente pálido y se le podía notar que se encontraba desangrándose internamente. El único lado bueno, es que seguía respirando.

-¡¡Traigan una maldita ambulancia!! – Grito Stan, completamente desesperado, se acerco y levanto el pesado trozo de metal que aplastaba el brazo de Dipper. Al verlo, Stan se llevo una mano a la boca tratando de aguantar la bilis subiendo por su garganta.

-¡Niños, ¿Me escuchan?! ¡Por favor respóndanme! – Stan seguía y seguía llamándolos. Se rehusaba a querer dejarlos, todo ante la horrorizada y temerosa mirada del resto de personas que observaban todo petrificados.

-¡¿Por qué se quedan ahí?! ¡Hagan algo, maldita sea! – Exclamo con furia mirando a esas personas que por fin reaccionaron. Algunos se acercaron a revisar el estado de los gemelos mientras que otros llamaban desesperadamente a una ambulancia.

Finalmente, llego la susodicha ambulancia con bastante rapidez.

-¡Abran paso! – Dijo uno de los transeúntes. Obligando a las personas a que dejaran pasar a los paramédicos con sus dos camillas.

-¡Con cuidado! – Advirtió Stan a los médicos, muy temeroso con el estado de los niños.

-Déjenoslo a nosotros, señor – Dijo uno de los paramédicos moviendo con mucho cuidado el cuerpo de Mabel.

-S...ta...n... – Balbuceo Dipper mirando a su tío abuelo.

-¡Oh, gracias al cielo! ¡Tú resiste muchacho, lo estás haciendo bien! – Dijo forzándose a sí mismo a darle una sonrisa al adolescente antes de que los paramédicos también lo subieran a una camilla.

Así fue como el grupo de paramédicos fueron con apresurados llevando a los gemelos dentro de la ambulancia. Siendo seguidos por Stan.

Cuando Stan los siguió no se percato de un gran escombro abajo, por lo que inevitablemente se tropezó con el.

Al caerse al suelo solo miro como metían a los niños a la ambulancia para luego cerrar las puertas traseras y marcharse a toda velocidad al hospital del pueblo.

Un gran sentimiento de impotencia e irá se gesto dentro de hombre, cuando se levanto furioso mirando el escombro con el que tropezó.

-¡Estúpido escombro! – Lo pateo con fuerza, haciéndose daño, pero cuando noto lo que había debajo del escombro no pudo más que darle otro gran escalofrío.

Ese grueso diario de tapa color vino, ya desgastada con el pasar de los años, con ese símbolo en oro de la mano con seis dedos y el número tres dentro.

Algo en lo más profundo de su ser no pudo evitar sentir que algo muy grande iba a suceder.

~0~0~0~

-¿Eso sería todo, Señor? – Dijo el joven detrás del cajero.

-Sí, ten quédate con el cambio – Stan pago, tomo las bolsas y se marcho dejando a un muy feliz joven de recibir tan grande propina.

Stanley Pines se encontraba caminando por las tranquilas calles de la ciudad de Salem, capital de Oregón. Camino unos cuantos metros más hasta que pudo ver su auto, sin más entro en el y dejo las bolsas en el asiento trasero.

Encendió el motor y condujo rumbo a un motel para pasar la noche.

Al cabo de una hora encontró uno lo suficientemente barato como para pasar la noche y le dieran un desayuno que estaría del asco, pero así mínimo no tendría que ir a una cafetería.

Ya dentro de la habitación del motel solo dejo las bolsas al lado de su cama y se quito su traje. Se encontraba muy cansando, demasiado cansado.

Había pasado una semana desde el incidente con Gideon y Stan no podía sentirse más acabado.

Se acerco a su pequeña maleta y saco unos papeles y se sentó al borde de la cama para leerlos.

Nombre: Dipper Pines

Edad: 12 años

Fecha de nacimiento: 31 de agosto de 1999

Estado: Vivo

Heridas: El joven chico presenta múltiples heridas a causa de caer de una gran altura, al llegar al hospital el chico presento: Contusión, fractura, luxación y un desgarre tanto en los tejidos de su brazo derecho como múltiples fracturas en ese mismo brazo, lo cual hizo que se infectara y se tuviera que amputar para no poner en riesgo su vida con futuras secuelas. Se necesitará que este en terapía intensiva por años para poder acostumbrarse a su operación y de todas las heridas presentes.

Nombre: Mabel Pines

Edad: 12 años

Fecha de nacimiento: 31 de agosto de 1999

Estado: Viva

Heridas: La joven chica presenta múltiples fracturas a lo largo de todo su cuerpo, destacando especialmente su fractura en el antebrazo izquierdo y en su rodilla derecha, estas dos están en estado espiral, por lo que sí no se le da un tratamiento especial podría llegar a estar en silla de ruedas. La chica también presento un desangramiento por desgarro de los tejidos, afortunadamente, se pudo mantener estable gracias a los tratamientos, pero al igual que con los huesos estará por años en rehabilitación intensiva para poder recuperar parcialmente la movilidad de su cuerpo.

Al leer eso, Stan no pudo volver a entrar en lágrimas. Esta fue la peor situación que se pudo haber imaginado. Stan nunca pensó que algo como esto pudiera ocurrirles, esos niños siempre se metían en problemas y casi siempre salían ilesos, ¿Por qué ahora no fue la excepción?

Stan se pregunto eso durante toda la noche dentro del hospital de Gravity Falls.

No fue cuando el doctor le dio ese diagnostico que se respondió a sí mismo.

Gravity Falls era en extremo peligroso.

Tantos años ahí lo hicieron acostumbrarse a todas sus rarezas, monstruos y personas con un tornillo flojo. Y sus sobrinos eran fuertes por aguantar todo, pero era evidente que esto iba a pasar. Con toda la libertad que les dio sabiendo como era el pueblo y sus alrededores, confió en que ellos pudieran manejarlo.

Y con todo lo que desconocía dentro de ese pueblo lo hicieron ver su realidad.

Él había sido muy crédulo. El rostro lleno de estrés, miedo y paranoia que vio en su hermano cuando se reencontraron hace décadas hicieron que por fin empezara a entender su gran temor por todo lo que podía suceder dentro del pueblo. Había sido muy inocente de pensar que nada malo podría sucederle a Dipper y Mabel.

Ese diagnostico pese a que lo alivio hasta cierto punto, pues era un milagro que los gemelos sobrevivieran. No obstante, eso no evitaría que tuvieran grandes secuelas que afectarían de forma permanente sus vidas.

Stan no podía imaginar por todo lo que tendría que pasar esos niños para salir adelante. Ellos estaban tan llenos de vida, y ahora... no lo sabía.

Solo pudo volverlos a ver postrados en camas, llenos de vendas y enchufados a una máquina de oxígeno. Fue la última vez que los vio antes de que se los llevaran para ser trasladados a un hospital en California.

Cosa la cual los padres de los niños eran responsables. Stan no iba a evadir lo inevitable, mucho menos postergarlo, luego de que le dieran el diagnostico, fue a llamar a los padres de los niños para contarle todo lo ocurrido.

Como fue de esperarse, le echaron la culpa de todo y juraron por su familia que nunca más volvería a ver a los niños. Stan lo acepto, lo sabía desde que presionaba los números para llamarlos, pero, aunque ya conocía el resultado, eso no lo hizo menos doloroso.

Lloró como no había llorado en muchos años. De nuevo, por su gran estupidez había vuelto a perder a su familia, cuando pensó que por fin podría hacer las cosas bien su mala suerte arruinaba todo.

Lo único "bueno" de todo el asunto fue que por fin logro reunir los tres diarios de su hermano. Luego de tantos años buscándolos, por fin los tenía en su poder, por fin podría volver a traer a su hermano. Era lo mínimo que podía hacer.

Por eso vino hasta Salem para poder comprar piezas muy especificas para reparar la gran maquina de su hermano. Pese a que ya se encontraba activa, aun necesitaba unos arreglos para que pudiera funcionar adecuadamente. Iría con lo más fácil, ya luego se encargaría de conseguir esos malditos desechos radioactivos.

Dio un suspiro y se limpio las lagrimas del rostro. Pese a todas las veces que lo había arruinado, esta vez no lo había perdido todo, aún tenía la misión de recuperar a su hermano. Era el único confort que Stanley Pines podía decirse a sí mismo.

Se metió dentro de las incomodas cobijas de la rechinante cama dispuesto a dormir, aun le quedaba un viaje considerablemente largo hasta Gravity Falls y quería irse temprano.

Con esa idea en mente, Stanley durmió por unas tres horas antes de despertar por las pesadillas.

Tal cual, como planeo, Stanley se marcho de aquel motel temprano y tardo cerca de media hora en salir de Salem y adentrarse a la carretera.

Iba en silencio y se podían notar las grandes ojeras que Stan mantenía en su ya de por sí, demacrado rostro. Condujo por una hora y media antes de detenerse en una gasolinera para recargar combustible y de paso, comprarse un café muy cargado para mantenerlo despierto por el resto del viaje.

Al entrar en el pequeño Seven que se encontraba ahí, noto un cartel que llamo su atención. Era el cartel de un hermoso lago llamado "Lago Sparks", Stan se quedo mirando ese cartel por un minuto entero.

Muchos recuerdos vinieron a su mente de golpe, ya había estado en ese lago varias veces con el pasar del tiempo, era probablemente uno de los lugares más bellos en el que pudo estar.

Y donde curiosamente había tenido una que otra historia por ahí, una gran sensación de nostalgia y melancolía lo inundo.

-Me pregunto sí ese lago seguirá siendo tan tranquilo desde la última vez que fui ahí – Se pregunto para sí mismo el hombre. Habían pasado cerca de tres años desde su última visita a ese lugar.

Sacudiendo su cabeza, fue por su dichoso café y agarro de paso unas rosquillas. Ese sería su desayuno. Fue al cajero y noto como el chico le miraba un tanto incómodo.

-¿Tengo algo en la cara? – Pregunto al chico que de inmediato se puso nervioso.

-N-No Señor... per-perdón es... es solo que... – El chico no podía terminar su oración, pues sentía la fija mirada que Stan le propinaba.

-¿Qué cosa? – Stan pregunto carraspeando la pregunta. No se encontraba de humor como para lidiar con adolescentes bobos.

-¡Lo-Lo siento! – Se disculpo el chico. – Es solo que no pude evitar escuchar lo que dijo del Lago Sparks – Stan alzo una ceja, curioso.

-Sí, ¿Y qué tiene?

-¡No, nada malo señor! Solo que... bueno... mi papá trabaja ahí hasta hace un mes que lo despidieron y pues... he oído muchas veces en mi vida. Yo lo acompañe cuando fue a recoger sus cosas y bueno... creo que el lago esta más tranquilo que nunca, ya no hay tanta gente que lo visite, solo están los guardabosques, perdón, es que venía aguantándome las ganas de decírselo – Confeso avergonzado.

-Sí, ¿pero, ¿quién?

-Pues yo – Respondió extrañado.

-¿Quién te pregunto, niño? – Dijo tomando sus cosas y poniéndole el dinero en la mesa antes de marcharse.

El chico se sintió decepcionado y solo guardo el dinero. Sin que el joven se diera cuenta, Stan se le quedo mirando un par de segundos antes de salir de la tienda. Se metió dentro de su coche y destapo las donas.

-Con que más tranquilo que nunca, eh – Dijo antes de comer la dona de chocolate.

Puso la radio para tener algo de ruido que no fueran los camiones o los autos de la gasolinera. Pero ni, aunque estuvieran pasando su grupo favorito de música o que interrumpieran todas las estaciones para decir que los alienígenas habían llegado a la tierra podría quitarle de la mente ese hermoso lago, el Lago Sparks.

Tras tirar su basura se quedo sentado en su auto por unos diez minutos. La idea de ir al Lago Sparks le estaba tentando demasiado. Hacía muchos años que no iba y realmente sentía un inexplicable remolino de emociones que le decía que debía ir a ese lago.

Miro la hora y eran apenas las once y media de la mañana. El lago Sparks no estaba para nada cerca, pero tampoco se encontraba muy lejos, así que dando un suspiro encendió el auto y se marchó.

Solo que esta vez no pensó en dirigirse al pueblo, no, esta vez se desviaría un poco para ir una vez más al Lago Sparks.

Condujo por unas horas hasta que por fin llego a la entrada del Lago Sparks. La cual se encontraba cerrada. Uno de los guardabosques se acercó.

-¿Esta perdido, Señor? – Pregunto.

-No, solo quiero entrar a ver el Lago Sparks – Respondió Stan.

-Lo siento señor, pero por ahora no estamos admitiendo visitas a ninguna persona – Negó el guardia.

-¿Qué? ¿Por qué? – Pregunto Stan sin entender.

-Verá hace unos días se han reportado pequeños incendios en el perímetro y se sospecha que es obra de algún grupo de malhechores, así que se ha decidido cerrar la entrada al público para poder captura a ese grupo o individuo responsables – Explico.

Stan se mantuvo en silencio y con un chasquido de lengua asintió.

-Esta bien, ya me marcho – Dijo Stan poniendo reversa.

-Que tenga un buen día señor – Dijo el guarda, pero Stan no le respondió y solo se marchó.

El hombre regreso a su puesto, pero lo que él desconocía, era que Stanley Pines iba a ver ese lago, le permitieran la entrada o no.

-¡No conduje por tres horas y media para que me dijeran que no puedo ver ese tonto lago! – Stan carraspeo enfadado. Él iba a ver ese lago costara lo que costara, se había empeñado en ello.

Stan exploro el perímetro y noto que no había tantos guardabosques como se esperaban, pero sí que venían con perros, por lo que decidió esperar a que fuera de noche. A Stan le daba igual tener que pasar la noche en otro motel de mala muerte, solo quería ver el lago. Podía darse ese lujo, no por nada el pueblo entero le estuvo comprando desde que se enteraron de lo de los gemelos, así que tenía el suficiente dinero como para permitirse este capricho.

Posicionando su auto en la parte más alejada de los guardabosques y se dedico a esperar, tendría que caminar por el bosque por un rato para poder ver el lago. Sin embargo, no traía consigo una linterna para ver en el bosque, por lo que eso sería un problema, problema que ni siquiera tuvo que resolver cuando recordó que hoy era noche de luna llena, por lo que no tendría problema, solo tendría que evitar a los animales salvajes.

Y Stan prefería enfrentarse a un animal del bosque que uno de los malditos monstruos que había en Gravity Falls, las cosas como son. 

~0~0~0~

Stanley abrió los ojos de golpe, el sudor frío bajando de su cien y sus fuertes respiraciones hicieron que Stan volviera a su realidad.

Tragando saliva miro a su alrededor, estaba en su auto.

-Me quede dormido... – Dijo el señor misterio dando un suspiro. Su corazón estaba a mil por hora, y eso para una persona de su edad no era muy bueno. Así que trato de calmarse, inhalo y expiro constantemente hasta que pudo normalizar su pulso.

Se limpio el sudor de su frente mientras miraba consternado el volante. – Ya estoy harto de estas pesadillas – Nunca en toda su vida había tenido esta clase de pesadillas. Stanley nunca tuvo una vida sencilla, no desde que su padre lo corrió de la casa y en muchas ocasiones se había encontrado en situaciones similares, esas pesadillas cuando desapareció su hermano o cuando se entero que sus padres fallecieron no se comparan a lo que estaba sufriendo ahora.

Ese sentimiento de culpa y remordimiento hacía sí mismo lo estaba carcomiendo a una velocidad impresionante.

Dio otro suspiro. Miro fuera y noto que ya era de noche, no sabía con exactitud que hora era, pero con ver la luna llena en todo su esplendor hizo que por fin pudiera poner en marcha su plan.

Saliendo del auto y estirándose para tronar sus huesos luego de estar sentado tanto tiempo, miro a su alrededor. No vio a nadie cerca, ni a un guardabosques ni a un animal salvaje. Por lo que asumió que tenía vía libre.

Camino y se adentro en el bosque. No tenía prisa, a decir verdad, pues por primera vez en todo lo que llevaba de semana se sentía tranquilo, verdaderamente tranquilo.

Sentía que no había peligro alguno, luego de sufrir otra pesadilla, esto le resultaba muy placentero.

Podía escuchar como uno que otro animal se alejaba de él, lo cual le resulto mejor, el viento sopló con fuerza, Stan tembló ligeramente por el frío, pero continuo su recorrido.

Camino cerca de veinte minutos hasta que por fin pudo ver las hermosas vistas del lago Sparks con esa agua que reflejaba de manera magistral la luz de la luna. Al ver esa gran escena lo hizo sentir una gran calma.

Le recordó aquella vez cuando era mucho más joven que se encontró con una peculiar mujer de orejas puntiagudas, una peculiar melena naranja y unos ojos anaranjados, esa vez la encontró robando unas cosas de la basura. Y cuando paso cerca de ella, noto que intento robarle su cinturón. Claro que la atrapo y ahí fue donde encontraron su primera cosa en común... ser unos buenos estafadores.

Las conversaciones y los encuentros en ese lugar fueron volviéndose más y más habituales hasta que le robo un beso. Ella solo le dio un golpe y le dio un beso.

Los besos pronto pasaron a caricias y de las caricias a mordiscos. Todo hasta culminar con noches llenas de pura pasión.

Fueron los seis mejores meses de que había tenido en un muy largo tiempo, todo hasta que ella lo dejo y nunca más la volvió a ver.

Stanley podía reconocer que de entre todas las relaciones que había tenido hasta ahora, ninguna fue tan intensa y embriagadora como con esa mujer. Curiosamente nunca le dijo su nombre, así que la apellido como la "Dama Búho".

Ni siquiera con Carla McCorkle tuvo tantos momentos que a día de hoy es casi imposible que olvide.

Tantos recuerdos pasaron por su mente que hicieron que su corazón afligido tras el incidente con los gemelos se relajara y recordara la que probablemente fueron sus momentos más felices.

Nada podía arruinarle ese momento... o eso era lo que Stanley creía...

Justo cuando pensó en acercarse a la orilla del lago sus ojos deslumbraron algo que arruinaría por completo su momento feliz.

Si la vida tuviera una forma física de representarse, Stan la hubiera machacado a golpes por la mala broma que sentía le estaban haciendo en su cara.

Ahí, en la orilla del lago se encontraban el cuerpo de dos niños.

Fue gracias a la luna que pudo distinguirlos y sin lugar a duda estaba seguro que se trataba de niños. Estaban completamente empapados y se les podía ver llenos de heridas, con sus ropas rotas y sucias. Por lo que podía apreciar era un peliblanco y una peli azul.

De no ser porque la complexión y la piel del peliblanco fueran las de un niño, lo habría confundido con un anciano, pero estaba seguro de que no se trataba de un viejo como él. Por otro lado, pudo distinguir que la otra era una chica, no estaba seguro si ese cabello era natural o teñido con eso de que los chicos de ahora les gustaba tener el cabello de arcoíris o algo así.

Una sensación de disgusto se formo en el rostro de Stan. En serio que ver eso no le había hecho nada de bien. No ayudaba que fueran un niño y una niña, no ayudaba el puto hecho de que esta no se acercaba a ser la primera vez que veía una escena similar, no ayudaba ni un poco el hecho de que su corazón se acelerara al punto de no estar seguro sí le daría un maldito paro cardiaco.

Tantos eran los factores que no ayudaban a Stan a sentirse bien, pero aun así... una inexplicable emoción lo invadió. No sabía porque camino hasta el cuerpo de los dos niños si estaba seguro de que no estaban con vida. No sabía porque no solo daba la media vuelta y se olvidaba del asunto regresando al maldito pueblo para terminar de arreglar la máquina de Stanford. No sabía porque no solamente se marchaba del lugar, ya que su pequeño capricho hizo que nada de esto hubiera valido la pena.

Pese a no saber la razón, Stanley Pines aun así se acercó a los dos niños.

Cuando los movió ligeramente, su corazón dio un vuelco.

-Están vivos... están... respirando... – Hasta a él le costó mucho trabajo no romper a llorar en ese instante. Stan en serio que odiaba mucho sentirse así de vulnerable, el lado bueno, es que no había nadie cerca que lo viera de esa forma.

Stan llevo su mano a la frente de esos dos niños. Se encontraban helados, su respiración era muy leve y se podía notar el cansancio en sus inconscientes rostros.

No era difícil deducir que ambos habían pasado por una muy difícil situación como para estar en ese estado tan deplorable.

Stan se abofeteo al darse cuenta.

-¡Idiota, no es momento para quedarse de brazos cruzados! – Esos niños necesitaban atención, él no sabía cuanto tiempo habían estado así, les podría dar una pulmonía, los podría atacar un animal salvaje que piense que están muertos, ya que en el camino vio a uno que otro lobo u zorro. Incluso puede que hubiera un oso en algún lugar.

Tantos eran los factores que ponían en riesgo la vida de esos dos niños desconocidos, y Stanley no iba a tolerar que estos niños murieran cuando el podía hacer algo para evitarlo.

Con cuidado de no lastimarlos cargo a ambos niños con dificultad, no es que pesaran demasiado, pero, aun así, sabía que el camino de vuelta a su auto se le haría un tanto más largo.

-¡Mueve el maldito culo, Stanley Pines, que estos niños no tienen toda la noche! – Se dijo a sí mismo, empezando a correr de vuelta al bosque.

Finalmente, luego de mucho correr por fin llego de regreso a su auto.

-Por fin... – Se dijo aliviado, ya no aguantaba sus brazos.

Abrió la puerta trasera del auto y con cuidado metió al peliblanco, haciendo a un lado las bolsas que había comprado para que no le estorbaran. Una vez que empezó a meter dentro a la chica escucho pisadas y de repente una luz lo ilumino.

Cuando miro al origen vio un guardabosques, se le veía muy joven y no traía ningún perro. No obstante, en cuanto Stan vio la escopeta en sus manos y noto la mirada impactada que el chico le estaba dando, alterno su mirada entre el joven y los dos niños inconscientes y magullados que estaba metiendo en la parte trasera de su auto.

No había que ser muy listo para atar los clavos.

-¡Espera! ¡Espera! ¡Espera! ¡No es lo que parece, lo juro! – Grito Stan tratando de que el guardabosques lo entendiera.

Grave error.

-¡No te muevas de ahí y aléjate de ese auto! – Dijo el chico mientras le apuntaba con la escopeta. Lo cual sería más intimidante si sus brazos no temblaran como gelatina y se le podía ver claramente el nerviosismo en su rostro, lo suficiente como para contradecirse a sí mismo mientras hablaba.

-¡Espera! ¡Sé que no parece nada bueno, pero en serio que todo esto es un gran malentendido! – Juro Stan, pero el chico no dejo de apuntar.

-¡Guarda silencio! ¡Pronto llamare a mis colegas! – Dijo tomando su radio, pero para su mala suerte del chico y buena de Stan, el joven tenía dedos de mantequilla por lo que se le resbalo la radio, asustando a una pequeña liebre que estaba cerca, moviendo un arbusto, cosa que asusto en extremo al chico quien disparo al arbusto, pero con el retroceso de la escopeta se golpeo a sí mismo con el arma haciendo que cayera al suelo.

Stan no desaprovecho y cerro la puerta trasera, se metió al auto y lo encendió a una velocidad genuinamente envidiable si eres ladro de coches y sin miramientos piso hasta el fondo el acelerador.

Dejando atrás al guardabosques aturdido.

-Me jodí... – Se dijo a sí mismo y aprovechando que los niños estaban inconscientes para soltar una mala palabra. Dio otro suspiro. ¿Cuántas veces había suspirado en un solo día?

Sin lugar a dudas, Stanley necesitaba una cerveza muy fría.

Relajándose un poco, supo que ese chico pronto llamaría al resto de guardabosques y probablemente cuando les diga su apariencia lo estarán buscando por los alrededores, así que no le quedaba de otra, no podía detenerse en un motel ahora que probablemente alertarían a la policía, así que era mejor conducir directamente a Gravity Falls.

Una de las pocas cosas que realmente amaba de ese pueblo era el hecho de no aparecer en ningún mapa del estado. Así se ocultó durante décadas de enemigos de otros estados que lo querían muerto, y ahora con lo sucedido era seguro que no saldría del pueblo lo que restara del año a no ser que fuera una situación de vida o muerte.

Genuinamente, Stan quería que ese dicho caso no sucediese nunca.

Mirando por el espejo retrovisor a los niños, pudo ver cierta... tranquilidad en sus rostros, ya no se veían tan mal como cuando los había encontrado, inclusive la niña recargo su cabeza en el hombro del niño y el niño recargo su cabeza con la de ella.

Esa linda escena le habría hecho sonreír tiernamente de no ser que estaban llenos de heridas y sucios a más no poder. Miro el marcador de la gasolina, cruzando los dedos a que le durara lo suficiente hasta llegar a Gravity Falls.

~0~0~0~

Lo bueno fue que la gasolina sí que duro hasta llegar a Gravity Falls, la mala noticia fue que solo fue entrar al pueblo y el auto dejo de funcionar.

Por lo que tuvo que empujar el auto hasta la cabaña del misterio. En serio sí que maldijo no tener la ayuda de Soos o de Wendy en este instante, ya que su espalda se lo agradecería con creces. Otro punto positivo fue que llego al amanecer, por lo que las calles estaban libres y no había nadie que molestara o malentendiera la situación.

Tras un largo rato y tras muchos dolores de espalda fue que pudo llegar a su tan amada cabaña del misterio.

Para cuando llego, Stanley estaba muerto del agotamiento. En serio que ya no aguantaba la espalda ni las piernas, pero, aunque quería irse directamente a su recamara y ponerse a dormir, no podía hacerlo, no sin atender primero a los niños.

Los subió y les quito esa ropa toda desecha, les limpio la cara, les vendo todas las heridas y les puso un par de pijamas que Mabel y Dipper dejaron aun en la cabaña, para acostarlos en las camas de los susodichos.

Todo eso despertó en Stan aun más sentimientos encontrados, no podía evitar pensar en sus sobrinos, pero por el momento debía concentrarse en los niños que tenía durmiendo.

Reviso las ropas de ambos, estaban realmente sucias y en muchos lados rotas, inclusive parecían quemadas, y dentro de lo poco que no estaba en negro, noto que lo que la ropa interior de ambos niños ponía sus nombres (Cosa que cuando Stan lo pensó y se dio cuenta, en serio que entendía porque se malentendía tan fácilmente la situación en la que estaba metido)

-Hilda y Lincoln, eh – Dijo al revisarlo. Pudo notar que había más escrito a parte de sus nombres, pero estaba sumamente indistinguible, por lo que solo sabía el nombre de esos niños.

Stan se puso a pensar en la situación de esos dos niños. Ahora que estaba en su hogar, sentado en su sofá y con una cerveza fría, no se podía ni imaginar en que clase de situación habían estado o se encontraban esos niños.

¿Cómo era posible que se encontraran a la orilla del Lago Sparks y con todas esas heridas?

Varias ideas se le venían a la cabeza, pero ninguna acababa de convencerlo, y seguramente solo esos niños lo sabrían, así que tendría que esperar a que despertaran para tener una explicación.

Por ahora, solo le quedaba llamar al Doctor Giménez, ese hombre fue el primero en atender a Dipper y Mabel cuando llegaron al hospital, y fue el que le dio el diagnostico de los gemelos. Fue un hombre genuinamente amable y considerado con él. Incluso le había dado su numero para que lo llamase si necesitaba cualquier cosa relacionada con su salud, no le cobraría nada, así que podría usar esa llamada para los niños.

Justo cuando termino de hablarle al hombre, fue que subió a revisar como se encontraban ambos niños. Y cuando abrió la puerta para verlos se encontró conque ambos ya se encontraban despiertos, mirando todo atentamente.

Hubo un silencio muy incomodo para Stan, quien no pensó en lo primero que les diría cuando despertaran, así que tocaba improvisar.

-Este... que bueno que ya están despiertos – Se acercó un poco a ambos esperando que no se asustasen. Los niños solo lo miraron atentamente. – En serio que me preocuparon, no tienen idea lo que fue encontrarlos en las orillas de un lago – No dijeron nada.

Stan no supo si esas miradas atentas implicaban algo bueno o algo malo.

-¿Quién eres? – Pregunto la peli azul.

-Ah, yo soy Stanford Pines o también llamado: ¡El señor misterio! – Lo único malo fue que no tenía su bastón ni sus bombas de humo para causar impacto.

-¿El... señor... misterio? – Esta vez dijo el albino.

Stan se apresuró a contestar.

-Pueden decirme Tío Stan o solo Stan, como más cómodos se sientan – Dijo con una sonrisa, esperando que fueran una que transmitiera confianza.

La peli azul se miró sus manos envueltas en vendas.

El albino se llevo una mano a la frente que tenía envuelta en vendas.

Stan solo los observo un tanto intranquilo.

Luego ambos niños se miraron entre sí.

-Entonces... ¿Quiénes somos nosotros? – Dijeron al unisonó, mirando intrigados a Stan.

Tras escuchar esas palabras, Stan supo que las cosas serían mucho más complicadas de lo que esperaba.

~0~

Luego de muchas vueltas, postergaciones y de más cosas que me sucedieron que de alguna forma postergaron la publicación de este fic. Finalmente, está listo.

Créanme que me siento mucho mejor al terminar esto y la verdad es que me gusto este inicio. Y espero que a ustedes también.

Para los nuevos que no me conozcan (Ya que con esto en teoría entro a dos fandoms más) que sepan que suelo escribir cosillas relacionadas con TLH y ahora trato de hacer crossover (este fic es un ejemplo) con alguna que otra serie.

Aprovecho a decir que para cualquiera que por algún motivo no haya visto, Gravity Falls, The Loud House o Hilda, le recomiendo encarecidamente que se las vea, las tres son grandes series que estoy seguro van a disfrutar bastante y no solo les ayudaran a entender mejor a los protagonistas.

No comentare demasiado, ya que quiero que ustedes me digan su opinión sobre lo que les pareció este fic que puedo decir que va a ser bastante buenardo pues le voy a meter mucho empeño.

Concluyo para decir que dentro de poco empezare a escribir el próximo capítulo para ir avanzando con esta historia aprovechando que estoy de vacaciones.

Se despide Dark-Mask-Uzumaki.

Bye~

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