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PREPARADOS PARA LO QUE SEA

Isabelle y Niels entraron a su carpa detrás de Kol cerrándola tras ellos rápidamente.

Los demás en confusión hicieron lo mismo. Debido al incendio solo habían quedado dos carpas, la más pequeña había sido dada a Niels, Kol e Isabelle y Klaus había decidido que la más espaciosa sería dada a ellos. Aunque la carpa era bastante grande aún podían sentirse un poco incómodos, había pensado que si Kol se ponía mejor alguno de ellos podría ir hacia la otra carpa pero Klaus no quería molestarlo, la situación se veía bastante comprometedora a lo que él respectaba.

—¿Qué fue lo que acaba de pasar?— Preguntó Andros, su petaca fuera de sus ropajes, sus manos y voz temblorosas. Klaus lo miró con ojos entrecerrados, había sospechado durante mucho tiempo que su querido amigo sufría de una adicción al alcohol pero él nunca había preguntado y nadie le había hablado sobre esto probablemente porque solo era un niño. Pero si sus sospechas eran ciertas Andros iba a convertirse en un problema cuando se quedara sin su líquido ámbar.

—No lo sé— Respondió Nyden abriendo sus ojos y levantando sus cejas— Pero se nota que ese tal Kol está como una cabra, propongo que uno de nosotros se quede despierto. Solo por si decide que en realidad sí quiere matarnos.

Katerina se irguió, su rostro helado. Parecía fuera de lugar en esa carpa sentada en el piso rodeada de insectos, ella se veía solemne con su perfecta postura y ojos retadores. Como si su lugar fuese en realidad en un campo de batalla o en una pelea. Klaus estaba sorprendido la frialdad que demostró cuando tuvieron que racionalizar la comida. —Claramente—Dijo clavando sus fieros ojos en los de Nyden— había algo muy malo en ese fuego y Kol corrió hacia él para salvarnos, así que cierra la boca o te la cerraré yo.

—Me encantaría saber como vas a hacer eso preciosa— Respondió Nyden inmune a la fiereza de Katerina mientras se acercaba dando besitos burlones al aire. Katerina se limitó a poner un dedo en su frente empujándolo poniendo los ojos en blanco.

—Nyden— Advirtió Klaus poniéndole cara de pocos amigos— No hagas tonterías.

Aarón miró la situación pensativamente, le había quedado clarísimo que a Nyden le gustaban las chicas. No paraba de demostrarlo, no le importaba demasiado, recién conocía al chico; pero Nyden siempre había sido del tipo amor a primera vista y cuando alguien se le ponía en la cabeza no había vuelta atrás. Así que una pequeña sensación de molestia creció en su pecho. Simplemente no podía evitarlo, se veía hermoso a sus ojos. Antes de que Kol se volviera loco había estado mirándolo mientras dormía, era majestuoso ver como sus rudos rasgos se relajaban. Su quijada no se veía tensa como lo estaba siempre que estaba despierto, sus finos labios no estaban apretados y su cara no estaba retorcida con resentimiento. Sus largas pestañas tocaban sus pómulos y Aarón tuvo la necesidad de tocar su incipiente barba.

—... ¿Estás escuchándome Aarón?— Exclamó Katerina.

Aarón sacudió su cabeza espantando esos pensamientos—Lo lamento hermanita— Dijo para molestarla— ¿Qué decías?

—Dije—Comenzó Katerina con exasperación— Que qué piensas sobre Kol.

Nyden sopesó sus palabras.

—Creo... que había algo muy malo en ese fuego. Tal vez era algún tipo de fuego venenoso o algo así.

Una mirada de preocupación cruzó por el rostro de Katerina. Pero lo controló rápidamente. Volviendo a su semblante frío de costumbre. A Aarón muchas veces le hubiese gustado que su hermana no se encerrara en el fondo de su mente y que compartiera con él sus sentimientos como él hacía con ella.

—¿Tu crees?— Dijo una voz susurrante en un costado de la carpa, era esa Ana. Aarón no sabía qué pensar de ella. Desde que entraron a esa carpa lo único que hizo fue hacerse un bollo en el rincón y quedarse en perfecto silencio. Cuando Kol enloqueció le pareció oírla lloriquear.

—Eso me temo— Le respondió Aarón amablemente, con una sonrisita tranquilizadora.

Ana escondió su cara en sus piernas y Nyden se acercó a ella para abrazarla.

—Debo estar de acuerdo con Aarón—Dijo el niño con la mirada perdida— Nunca había visto nada parecido a esto, pero había algo oscuro en la atmósfera cuando esa cosa apareció.

Todos se quedaron en silencio sintiendo el peso de esas palabras.

—¿Cómo pudo suceder algo así?— Preguntó Katerina seriamente.

—Creo que la pregunta no es cómo, sino cuando volverá a ocurrir.— Respondió Klaus con cara de circunstancias.

El silencio volvió a reinar y sin nada más que decir se durmieron.

La mañana era cálida mientras Kol estaba sentado en su cama improvisada dentro de la carpa, a su lado se encontraban Niels e Isabelle profundamente dormidos. Luego de su escenita de anoche los tres entraron y Kol automáticamente se acurrucó para dormirse pero no lo había logrado en toda la noche. Tenía claro que estaba en el mundo real, Isabelle, Niels y Katerina parecían estar bien. Pero un sabor amargo había quedado en su boca, todo se había visto tan real...

Sacudió esos pensamientos de su mente y escuchó que alguien a su lado comenzó a moverse. Era Isabelle, estaba despierta y sus ojos grises como el cielo tormentoso lo estaban mirando con curiosidad y desconfianza.

—¿Te sientes mejor?— Preguntó con su voz ronca, incorporándose un poco.

—Si, me siento muy bien de hecho— Respondió Kol con una sonrisa forzada, tratando de tranquilizarla.

Isabelle lo miró detenidamente, su intento de sonrisa se veía como una mueca y había bolsas bajo sus ojos se dio cuenta que probablemente no había dormido en toda la noche— Muy bien, vamos a ver si tienes fiebre— Llevó su mano a su frente e Isabelle se encontró satisfecha al darse cuenta que su temperatura parecía normal.

—Parece haber bajado— Comentó— ¿Te duele algo? En un momento tu nariz, ojos, boca y oídos comenzaron a sangrar, de hecho aún tienes sangre seca en tu cara.

Kol llevó su mano a su cara para corroborar lo que Isabelle le dijo solo para darse cuenta que tenía razón, ahora que lo decía se sentía bastante sucio. Estaba mojado en sudor y su cara llena de sangre, daría lo que fuera por una ducha fresca.

—Entonces... ¿Nada te duele?— Preguntó Isabelle dudosa, le parecía extraño que se recuperase de un día para el otro.

—No te preocupes Belle, estoy perfectamente bien.

Isabelle se seguía estremeciendo por su lindo apodo, aunque todo sería más fácil sin sus cambios de humor constantes. En un momento era Belle y en otro era la sarnosa humana que había llegado para arruinar su existencia. Isabelle suspiró interiormente. Creo que jamás entenderé a este chico, pensó.

—Ahora hay que despertar a mi hermanito.— Agregó él.

Se levantó energéticamente para demostrar su punto aunque se mareó al hacerlo, sin hacerle caso a su repentino momento de debilidad despertó a Niels con un par de sacudidas solo para que él le hiciera un nuevo interrogatorio.

Kol escuchó y contestó con paciencia a la nueva tanda de preguntas pero no quería que se preocuparan por él, necesitaban seguir avanzando... a este ritmo perderían a la ladrona para siempre y serían repudiados sin honor.

—Debemos comer algo y levantar el campamento— Dijo Kol decidido, separándose de su hermano e Isabelle para empezar a abrir la carpa— A este paso nunca conseguiremos nuestro objetivo.

Niels e Isabelle estuvieron de acuerdo.

Salieron de la carpa a tropicones. El resto de sus compañeros ya estaban sentados en el suelo en pequeños grupitos comiendo un poco de la comida enlatada que sus padres habían comprado para ellos. Todas las miradas volaron hacia Kol y él se dio cuenta, suspiró; sabía que esto pasaría y no era para menos, así que ya había pensado en que iba a decirles.

—Entiendo que estén nerviosos por mi presencia ahora, pero quiero disculparme por mi comportamiento de anoche.—Dijo pasando el peso de su cuerpo de una pierna a otra de forma nerviosa, aunque su mirada se clavó en los ojos del resto con firmeza contradiciendo su lenguaje corporal— Mientras estuve inconsciente tuve pesadillas muy vívidas de cosas espantosas que no querría recordar ni repetir. Anoche no sabía si estaba en una pesadilla o en el mundo real.

Todos lo miraron estupefactos, ya estaban nerviosos de por sí sobre ese extraño fuego pero escuchar de sus efectos los había puesto peor. Murmullos de "entendemos" se levantaron entre sus compañeros.

—Está bien— Dijo Klaus rompiendo el murmullo, hablando por todos.— Debe haber sido un espantoso momento y tu reacción de anoche fue completamente lógica. Esto debe servirnos de lección. Éste ya no es el bosque que conocíamos— Dijo mirando a sus amigos del Gueto— Debemos estar preparados para lo que sea.

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