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EL PLAN

Las familias volvieron al gran salón. El silencio era de ultratumba, Erik caminó hacia donde estaba el micrófono, sus pasos eran lo única que se oía, anunció a sus invitados con un tono ameno que había sido una falsa alarma. La música volvió en todo su esplendor.

Todos en la fiesta olvidaron el incidente del principio y tuvieron una gran noche, podría decirse que hasta los Aptedson y los Tryggvasen se olvidaron de sus grandes problemas. Isabelle y Kol tuvieron que seguir pretendiendo durante toda la noche que estaban perdidamente enamorados. Lo cual fue algo incómodo para ella ya que no podía olvidar lo que era tener los labios de Kol sobre los suyos. Solo quería alejarse de él y analizar tranquilamente lo que había pasado. Pero no estaba teniendo mucha suerte. Los invitados incluso les hicieron cerrar la pista de baile. Isabelle manejaba el Vals pero no contaba con las ráfagas de viento, la tierra que la elevaba por cada crescendo de la canción y el cuerpo de Kol peligrosamente cerca del suyo. Los ojos de Kol iban alternando entre sus ojos y su cuerpo perfectamente pegado al suyo, su sonrisa de suficiencia era notoria. Cuando el baile terminó Isabelle tuvo que sentarse porque estaba segura de que iba a vomitar.

La sensación de paz se rompió cuando la fiesta acabó y los invitados tuvieron que irse. Quedaron los ocho solos en el gran salon, y el brillo en sus ojos se apagó volviendo a la realidad. La desesperación de nuevo presente.

—Síganme— Dijo Amara con cara de circunstancias. Y los ocho volvieron al living otra vez en un silencio incómodo.

La habitación contaba con una hermosa araña de oro y cristales, las paredes estaban pinatadas de un amarillo pastel, el suelo era como el del salón de baile, de madera encerada; tres sillones Isabelinos blancos, dos de una plaza y otro de una, estaban en el medio de la sala junto a una pequeña mesita del mismo color de los sillones con sus patas de oro, bajo ésta había una hermosa alfombra persa. Katerina se apoyó en una de las paredes con aire aburrido. Su hermano y Astrid se quedaron de pie para que el resto pudiera tomar asiento.

—Nuestras piedras fueron robadas hace un mes, y estuvimos conservando toda la fuerza de los cuatro elementos que pudimos en nuestras pulseras desde entonces—Recordó Amara— y no quería enviar a mis hijos al bosque porque me parece muy peligroso, pero los vi muy dispuestos a dejar ir a los suyos ¿Cuál es su brillante plan? Erik, la pregunta es también para tí.

Los padres Aptedson y Erik se removieron incómodos.

—Porque las palabras de los maestros podrán ser sagradas— continuó Amara, su semblante desafiante— Pero nuestros hijos son primero.

—Amor, debemos prevalecer con nuestra honra, no podemos tirar el apellido de nuestras familias por la basura— Dijo Erik con aire conciliador acariciando el brazo de su esposa.

Amara lo ignoró, mirando a Harald. Esperando una respuesta.

—No hay plan— Explicó Harald avergonzado sin poder mirarla a los ojos—Solo creímos... que ustedes la tenían.

Silencio.

Erik respiró profundamente— Entonces debemos hacer un plan— Exclamó.

—Estoy de acuerdo, y si me permiten yo podría ir sin complicaciones,—Dijo Niels feliz de sentirse útil— sé que todos somos entrenados para cuidar la frontera del bosque pero yo soy un muy buen guerrero, ya me han dicho que seré titular en las primeras filas.

—Y es maravilloso amor— dijo Astrid con su dulce voz mirando cariñosamente a su hijo— Pero nunca has estado dentro del bosque. Tampoco estoy muy convencida de hacer ir a nuestros hijos hacia una muerte segura.

Niels bajó la mirada desanimado.

—Yo iré— Dijo Katerina desde el otro extremo del salón— Nosotros fuimos los irresponsables que no detuvimos a los ladrones a tiempo. Además no viviré junto la gente mugrienta del Gueto.

—También yo— Agregó Kol quien estaba sentado junto a Isabelle en el gran sillón— Todos de hecho. Ésta no es una decisión, es una orden. Y si fuese una decisión, no deben tomarla ustedes sino nosotros.

Los adultos se quedaron en silencio.

—Pueden ayudarnos con el plan si quieren, pero las decisiones las tomaremos nosotros.

Asintieron a regañadientes, no muy convencidos.

—Entonces— Dijo Kol, la seguridad reflejada en su rostro— hagamos un plan juntos.

—Yo mañana a primera hora comenzaré el entrenamiento con Isabelle— Dijo Niels mirando a su hermano con la misma decisión.

—Perfecto— Dijo Kol satisfecho— Papá, Amara. Rastreen la piedra lo más lejos que puedan. Mamá, Erik vayan al mercado y compren todas las provisiones que puedan, comida, abrigo, agua y todo lo que crean que podemos necesitar. Aarón, Katerina y yo iremos a la armería para conseguir armas. ¿Está entendido? ¿Sugerencias?

—Yo— Dijo Harald, manifestando la idea que había creído imposible— ¿Y si en vez de rastrear la piedra rastreamos a la ladrona?

—¿Quieres decir?— Preguntó Amara frunciendo el seño.

—Con el elemento tierra, lo descarté enseguida cuando estábamos solos. Se necesita demasiado poder pero ahora que estamos todos juntos...

—¿Estás loco?— Exclamó con los ojos desorbitados— Rastrear mediante el elemento tierra te drena. Aunque estemos juntos sin nuestras piedras es imposible. Tal vez tengamos el suficiente poder para hacerlo pero nos quedaríamos sin nada.

—Está bien— Dijo Harald levantando sus manos a modo de renuncia —Pero no pretendan que podamos decirles dónde está la piedra exactamente. Esta ladrona ha escapado hace ya un tiempo y la piedra a estas alturas debe estar lejos.

—Haremos lo mejor que podamos— Dijo Amara— pero es preferible un rastro corto a ir al bosque sin poderes. ¿No es cierto?

Todos asintieron de acuerdo.

—Excelente— Dijo Kol— En ese caso, hasta mañana.

Los ocho se levantaron, los Tryggvasen despidieron a los Aptedson. Niels creó otra vez su alfombra de agua y partieron hacia su casa en silencio.

A la mañana siguiente Niels e Isabelle ya estaban desayunados y listos para entrenar. Niels dirigió a Isabelle a una gran habitación.

—Este es nuestro cuarto de entrenamiento— Explicó Niels.

Isabelle entró a una habitación llena de distintos cuchillos sobre las paredes de los que ella no tenía idea de sus nombres, algunos eran más cortos que otros con empuñaduras de oro o de plata, algunos tenían diseños con motivos de flores otros de serpientes, pero la mayoría tenían joyas preciosas como rubíes y esmeraldas, y otros joyas semipreciosas como el lapislázuli; a su costado había una pared de escalar, a su otro costado vigas de distintas anchuras y colgando del techo bolsas de boxeo.

—Comenzaremos el entrenamiento con algunos golpes a la bolsa— Anunció Niels llegando hacia la bolsa de boxeo.— Ponte frente a ella.

Isabelle se paro en frente con los puños arriba.

—Bueno— Dijo Niels— Dime Isa ¿Eres diestra o zurda?

—Diestra— contestó algo confundida.

—Bien— Dijo Niels— Lo primero que debes hacer es poner tu mano derecha delante de la Izquierda y a su vez una de tus piernas delante de la otra, para mayor estabilidad.—Isabelle siguió sus instrucciones— La segunda es que debes subir tus puños para proteger tu cara y bajar la cabeza. ¿Entendido?

—Si— Respondió Isabelle con decisión— ¿Pero no debería estar usando guantes?

—En el bosque no hay guantes— Explicó Niels taciturno— Dale un golpe.

Isabelle le hizo caso, pero el saco no se movió.

La cara de Isabelle cayó.

—No te desanimes, es normal. Dale con más fuerza.

Isabelle le hizo caso y esta vez el saco se movió un poco.

Y así estuvieron toda la mañana, al terminar el entrenamiento Isabelle había logrado que el saco se moviera bastante pero sus nudillos estaban a carne viva, las manos le dolían como el infierno, estaba jadeante y toda sudada.

—Lo hiciste muy bien Isa— La alentó Niels— Verás que cada vez es más fácil.

Isabelle le agradeció con una sonrisa en su rostro. —Niels, quería hacerte una pregunta.

—Dispara— Dijo él mirándola con curiosidad.

—¿A qué se refería tu padre con el elemento tierra anoche?

— Verás el suelo tiene memoria y los elementales tierra pueden rastrear a quienes quieran en cuestión de segundos. Pero lamentablemente son muy raros, no sentimos su falta cuando tenemos la piedra pero sin ella no podemos hacerlo porque rastrear a alguien drena todo el poder en nuestras pulseras y no conocemos a ningún elemental tierra de confianza. Mi padre pensó que juntos podríamos rastrear a la ladrona pero es mejor no arriesgarnos.

Isabelle asintió en comprensión.

—Quería darte esto— Dijo Niels extendiéndole a Isabelle lo que parecía ser gas pimienta.—Es de una planta de esta dimensión se llama Cyanophylla, si rocías a alguien con esto quedará inconsciente en segundos.

—Wow, es genial— Dijo Isabelle observando el tarro con fascinación— Gracias Niels.

—De nada. Vamos, has trabajado muy duro, te mereces un descanso.

Salieron de la sala de entrenamiento y Niels dirigió a Isabelle a lo que parecía un living, dos grandes sofás con una pequeña mesa en el medio. Debajo una alfombra rayada y grandes ventanales con cortina dejando entrar la luz natural del mediodía. A diferencia del living de los Tryggvansen éste se veía mucho más hogareño, había una manta sobre uno de los sillones, en la mesa había una tasa de café usada y había grandes cuadros poniéndole personalidad a la habitación. Todos los chicos estaban allí.

Una sonrisa socarrona se extendió por el rostro de Kol— Parece que les ha ido bien.

Isabelle sintió un pequeño pinchazo en su estómago, había pensado lo sucedido la noche anterior antes de acostarse y decidió que tenía que hablar con él sobre ese beso y sobre su nuevo sobrenombre "Belle" . De momento solo se tiró sobre el sofá sin prestarle atención.

—Así fue hermano— Le respondió Niels serio, sentándose junto a Isabelle.

—¿Para cuando estará lista?— Preguntó Aarón poniendo su mano debajo del mentón.

—Una semana, mínimo.— respondió Niels apoyando su espalda contra el respaldar del sofá.

—¿Una semana?— Exclamó fríamente Katerina levantando una ceja.—Bueno, ya podemos buscarnos un lugar en el Gueto. — Katerina no podía creer esta situación, el shock que significó perder esa piedra fue enorme, y para colmo traían a una humana para que vaya al bosque con ellos retrasándolo todo. Y aunque ella no quisiese admitirlo lo que más le molestaba de esta situación era que a Kol le gustaba, no importaba cuanto él quisiera negárselo a si mismo. Lo conocía desde que eran niños no podía engañarla. Ellos siempre habían sido muy cercanos y eventualmente ella se había enamorado de él. Nunca se lo dijo, claro, sabía que era imposible. Kol nunca se tomaba en serio a nadie, además los dos eran primogénitos, no podían estar juntos a no ser que quisieran terminar en el Gueto y ninguno de los dos estaba listo para eso. Pero cuando él le propuso que se acostaran toda racionalidad en ella se anuló y accedió. No se arrepentía de nada, fue increíble y no fue la única vez. Y aunque lo habían dejado de hacer hace un año ella no lo había olvidado, se le hacía cada vez más difícil ignorar sus sentimientos cada vez que lo veía; estaba preparándose para el día en que a  Kol le gustara una poderosa Hija del Vacío que lo hiciera feliz. Pero que en vez de eso que le gustara una humana era como si el destino le estuviese escupiendo en la cara. Katerina quería matarlo a él por ser tan idiota y a ella por siquiera aparecer.

Aarón puso los ojos en blanco.

—Así son las cosas Katerina, ella no tuvo la educación de guerrera que tu tuviste—Explicó Niels molesto mirándola penetrantemente— ¿Qué estás haciendo aquí de todos modos?

—Nosotros terminamos con nuestro trabajo a diferencia de ustedes— Dijo mostrando un bolsón negro lleno de armas que estaba junto a ella. Estaba bastante consternada, no podía creerlo. Le gustaba a Kol y Niels la defendía. ¿Será que Niels había caído también en sus garras? ¿Qué hacía a esa humana tan especial?

—Y creo que mamá y Erik ya han vuelto del mercado—Agregó Kol poniendo sus pies en la mesita frente a él.

—Solo falta ella— Dijo Katerina señalando a Isabelle con desprecio.

Isabelle se hubiese defendido, pero no tenía la energía necesaria para pelear con inútiles.

—En realidad— Aclaró Kol mirando a nadie en particular— A nuestros padres les está costando más de lo esperado rastrear las piedras. Así que no podemos hacer mucho.

—Como sea.— Dijo Katerina apretando su mandíbula.

—¿Tienen hambre?— Preguntó Aarón levantándose y juntando sus manos— Hice el almuerzo.

—Eso es muy dulce Aarón, gracias.— Dijo feliz Niels mirando a su amigo con cariño— ¿Isabelle?

—Estoy muerta de hambre.

—Entonces vamos.

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