Capitulo 45. Desencadenante
El día de la joven líder tan solo se encontraba a medias, pero afortunadamente lo peor ya había sucedido: una larga mañana llena de proyectos que gestionar, experimentos que comprobar y sujetos que asignar la habían hecho recorrer las diferentes áreas de su sector. Por suerte se avecinaban unas horas algo más calmadas junto a su tutor, quien debía de estar al llegar al punto de encuentro.
Desde el incidente de sus hijos, Alpha se encontraba mucho más decaído de lo normal. No parecía prestar tanta atención a los actos de Omega y su cercana relación con Delta parecía haberse aflojado un poco, mostrándose indiferente ante la preocupación de su compañero, y aquello afectaba a Alpha. Si Sigma le ponía las manos encima a sus hijos, estaba claro que no habría nada que hacer por ellos. Tanto Beta como Gamma estaban trabajando en una segunda parte del experimento de aquella extraña telepatía que querían hallar en los mellizos pero, por lo que sabía, ninguno de ellos estaba dispuesto a volver a encontrarse en aquella situación, sobretodo el dañado joven de pelo castaño, quien en el par de ocasiones que le había visto hizo todo lo posible por ocultar su rostro. Estaba avergonzado. Omega no iba a negarlo: era una herida horrible, y aunque probablemente se pudiese quitar con alguna operación, el valor psicológico quedaría en él de por vida.
Pudo ver al corpulento hombre al que esperaba moverse entre los agitados pero veloces científicos que merodeaban los pasillos del sector Omega. Desde la distancia levantó la mano para llamar su atención hasta que este logró verla.
—Buenas tardes, Omega —dijo con un apagado tono que ya le llevaba oyendo un par de días.
—Buenas. ¿Qué tal los niños?
—Mejorando. 072 ha despertado ya del coma, pero 030 sigue sin querer siquiera mirarme a la cara.
—Lo que pasó es muy fuerte, dales tiempo.
—Sigue siendo mi culpa.
—Es Sigma quien te encargó el experimento, ¿no?
—Sí, pero yo lo acepté encantado. No esperaba que... sucediese esto.
—¿Esto?
—Desarrollar instinto paternal, supongo. Después de tantos años sin sentir la más mínima lástima por las víctimas de Apeiro...
Omega arqueó una ceja, consternada por la palabra "víctima".
—¿A qué te refieres con eso?
Alpha cayó entonces en que se había ido de la lengua con Omega. Ella no debía saber, por el momento, nada de las cosas que Apeiro hacía por conseguir sujetos.
—Nada, da igual...
—No da igual, no ayudas a que trabaje en calma, ¿sabes?
—No tengo permitido hablar.
—Por lo que sé tampoco tienes permitido sentir pena por tus hijos y mira lo que ha pasado.
Sobresaltado por el tono tan alto que había empleado Omega, le puso una mano en la boca y la agarró levemente del brazo para conducirla a otro lado.
—Mira, cállate y vamos ya a tu oficina —respondió con inquietud.
Irritada, Omega siguió a su tutor en dirección al último piso del sector. Allí, sin científicos poniendo el oído, quizá le sería más fácil a la joven sacarle información a Alpha. No, no iba a rendirse hasta obtener las respuestas que buscaba.
Una vez en la humilde morada de la líder, unos pisos por encima de los laboratorios del sector, esta invitó a Alpha a tomar asiento en su pequeño pero cómodo sofá, frente a una mesa sobre la que yacía una vela aromática de color dorado.
—¿Ahora podemos hablar? Estamos a solas.
Alpha se desplomó en el sofá de su compañera, dejando salir un largo suspiro de cansancio.
—¿Por qué eres así?
—No voy a dejarte en paz hasta que me digas lo que quiero oír. En las oficinas no hay cámaras ni altavoces, ¿verdad?
—No, no las hay...
—Genial.
Con alegría, la joven se dirigió a la cocina.
—¿Tienes hambre? —preguntó.
—No mucha...
—Bueno —Omega abrió la despensa—, yo saco igualmente unas galletas, que sé que la ansiedad puede dar hambre.
—¿Das por hecho que me voy a estresar?
—Con la conversación que vamos a tener, sí —admitió con una sonrisa pícara—. Deja que te prepare un café. Más te vale ir hablando de mientras, soy toda oídos.
Omega se dirigió a la barra que usaba de cocina mientras Alpha se frotaba la cara con nervios, sin saber muy bien qué decir. La física decidió tirar del cabo suelto que quedó en la conversación que tuvieron poco antes, en el pasillo.
—Explícate. ¿Cómo que víctimas de Apeiro?
Con cautela, Alpha revisó con la mirada las paredes y techo de la vivienda, llamando la atención de Omega.
—¡Que no hay cámaras, coño!
—Ya no me fío de nadie —contestó, algo avergonzado—. Vamos a ver... Digamos que Apeiro no usa los métodos más ortodoxos para reunir sujetos. Suele recurrir a violencia y estafas, ¿sabes? Todos llegamos así.
—Incluso yo, ¿verdad?
—Sí, incluso tú. Por eso no queríamos que supieses nada.
Omega terminó de preparar la bebida y se la pasó a su compañero mientras tomaba asiento a su lado.
—Pero... —la joven se paró a pensar por unos instantes, mientras mordisqueaba una galleta— ¿A todos les borráis la memoria?
—No. Hay pocos como tú en ese aspecto. Si bien es cierto que el borrado de memorias es algo común aquí, la mayoría de veces se revierte en los sujetos cuando cumplen ciertos objetivos.
—Es decir, me estáis ocultando mi identidad por algo.
—Supongo.
—¿Sabes quién soy?
—No.
Omega no pareció fiarse.
—¿Seguro?
—Que no, joder, de tu selección se encargó Delta... Yo estuve todo este tiempo pendiente a otros proyectos más importantes que el reemplazo de la anterior Omega.
—¿El Proyecto Theos que mencionaste hace unos días, por ejemplo?
—Ese mismo.
La sala quedó en silencio momentáneamente.
—Es que... —prosiguió Omega— A veces siento que estoy olvidando algo muy importante.
—A ver, has olvidado todo, importante o no.
—No me refiero a eso —aclaró, rodando los ojos—. Es como un estímulo, un impulso en mi interior, que quiere salir. Un impulso que me dice que si sale a luz, recordaría muchas cosas.
Extrañado por los comentarios, Alpha comenzó a prestar más atención.
—Sé más específica.
—Es como si mi verdadero yo estuviese intentando salir.
—¿Tu verdadero yo?
—No te hagas el tonto. Con mi memoria se ha ido parte de mi personalidad, por no decir toda. Me arriesgaría a decir que la habéis intentado sustituir por una más digna de un líder de Apeiro. Si me decís que hasta hace dos semanas era una niñata sin objetivo alguno en la vida, me lo creería.
—Tenías, créeme.
—Anda —Omega arqueó una ceja. Alpha había sido pillado—, así que sí sabes quién soy.
—N... No lo decía por eso —replicó el matemático tras apartar la mirada de su compañera—. Oye, solo por curiosidad... ¿Sientes algo?
—¿Cómo que algo?
—Sentimientos.
—No me cambies de tema.
—Ya has hecho suficientes preguntas. ¿Sientes algo o no? Me ha sorprendido tu calma al enterarte de la cara oscura de Apeiro. Maltratan, matan, secuestran y mucho más. ¿Te da igual o qué?
—Solo quiero saber quién soy, Alpha, lo demás ahora mismo... Sí, me da igual. Aunque me dio cosa ver a tus hijos pasarlo mal.
El matemático puso una cara de desagrado en cuanto las imágenes de aquel día volvieron a aparecer en su mente.
—Algo es algo. Entonces sí, es cosa mía.
—¿El qué?
—Este comportamiento.
—Vamos a ver —replicó Omega—, ¿tan grave es sentir pena por alguien en Apeiro? ¿Sentir pena... por tu propio hijo?
—Pues ya has visto que sí.
Omega no parecía pillarlo.
—Mira... —prosiguió Alpha— El sector Beta se encarga de que todos y cada uno de los trabajadores estemos sometidos a un proceso psicológico que nos arrebata la capacidad de empatizar con el fin de no entorpecer los proyectos en los que alguien que nos importa salga perjudicado. Si no hay empatía, no habrá rebeldes que quieran acabar dándole una mejor vida a los sujetos, ¿sabes? Intentan que simplemente nos preocupemos por nosotros y el futuro. Quiero decir, imagina qué pasaría si obligan a un vegano a trabajar en un matadero.
El muchacho paró para sorber el café.
—El caso es que este proceso siempre ha funcionado, incluso conmigo. Hasta que tuve a mis hijos. Ahí todo se torció para mí.
— —— —
—¿Que qué?
Sigma ni se inmutó ante la sorpresa del joven Alpha.
—Eres objetivamente el miembro de Apeiro con los mejores genes —reveló con su característica voz despreocupada—. Sumados a los que puede aportar un óvulo de Γ-BEP, podríamos tratar de fecundar un par de gemelos con las mejores capacidades que hemos tenido hasta ahora.
—¿No crees que Γ-ZDP está lo suficientemente explotada?
—Sus genes aún no muestran deterioro, así que sigue siendo una donante adecuada. Alpha, si aceptas podríamos aumentar en una gran medida la tasa de éxito del proyecto de conexión neurocular. Aunque haya que esperar algunos de años no nos queda otra. Si consiguiésemos unos decentes, no tendríamos que hacerlos nosotros, pero ya has visto lo inservibles que son los pares de gemelos de los que disponemos ahora mismo.
—A ver, a mí me da igual, pero creo que será más sencillo buscar más detenidamente unos de fuera y traerlos aquí.
—Esos gemelos tendrían ADN mucho más defectuoso que el tuyo y el de Γ-BEP, nos valdrán tan poco como los demás.
Alpha le dio un par de vueltas más en su cabeza, indeciso.
—¿Y bien? ¿Qué te echa para atrás?
—Me incomoda bastante tener que embarazar a la pobre mujer, Sigma...
—Es el único trabajo de los vientres de alquiler. Sé que el concepto de embarazo más allá de Apeiro simboliza otras cosas, pero recuerda donde estamos. Aquí un embarazo, solo indica que un nuevo sujeto nacerá y nos ayudará.
—Creo que podrían tener utilidad más allá de darnos sujetos, ya lo sabes.
—Ellos mismos se ofrecieron a ese trabajo, es de los pocos que no son realizados por obligación aquí. Hazme el favor, Alpha, necesitamos a esos dos gemelos.
El matemático tragó saliva, tratando de no darle demasiadas vueltas a la poca eticidad de lo que Sigma le estaba contando. Si era cierto que su ADN podía ayudar a completar uno de los experimentos más importantes del sector Beta... pues no le quedaba otra. Tampoco iba a interactuar con la sujeto que tendría a los gemelos, no era su problema, así que, ¿qué más daba?
—Es la última vez que hago esto.
La sonrisa que Sigma le dedicó reflejaba a la perfección toda la maldad de sus actos.
—Eso quería oír.
— —— —
—La pobre mujer que tuvo a mis hijos murió tras el parto, después de siete embarazos prácticamente seguidos —confesó, con una muy mala cara. Parecía que le estaban entrando náuseas—. Aquella fue la primera vez que me di cuenta de lo cruel que Apeiro podía ser. Y luego, por si no fuese poco, conocí a mis hijos... y eso fue mi punto de quiebre. Ellos actuaron en mí como un antídoto al veneno que el sector Beta había introducido en mí. No puedo hacer otra cosa que admitirlo: vuelvo a sentir empatía, y tras tantos años de frialdad la siento más viva que nunca. No seguir siendo cómplice de esta maldita granja humana.
—Dios Santo, Alpha... —la joven tragó saliva, aterrorizada por la historia— ¿Todo esto es verdad?
—No es ni un 1% de la verdad de la organización para la que trabajas.
—¿Y todos están de acuerdo con esto?
—Parece que sí.
Omega se pensó sus siguientes palabras. Si Sigma se enteraba de aquello, Alpha no tendría dónde esconderse.
—¿Y qué quieres hacer?
—No puedo hacer nada.
—No te he preguntado lo que puedas o no hacer, te he preguntado qué quieres hacer.
Alpha alzó la mirada para poder mantener contacto visual con ella.
—Quiero desmantelar Apeiro, quiero salir de aquí, quiero salvar a cada sujeto atrapado en esta prisión... Quiero hacer muchas cosas pero, sobretodo, sacar a mis hijos de aquí antes de que... Bueno, ya sabes.
Omega asintió, tratando de reflejar una lástima que no podía llegar sentir por más que lo intentase. Alpha no había mentido con respecto a ese tema.
—Delta parece que siempre te comprende... —respondió, tratando de buscar alguna solución, aunque sabía que sería prácticamente imposible burlar la seguridad de Sigma— A veces parece tener la misma expresión de tristeza que tú. ¿Por qué no hablas con ella?
—No, imposible. No puedo...
—¿Por qué?
Alpha agachó la mirada con lástima. Había ocurrido algo entre ellos, era obvio.
—Ella piensa como yo. O... al menos lo hacía.
—¿A qué te refieres?
—Lo que quiero decir es que, aunque no lo creas, ella ha estado más cerca del límite que yo. Si la arrastro a este percal y le pasa algo por mi culpa no me lo voy a perdonar jamás.
La joven asintió.
—Respetable. Entonces... —Omega levantó la barbilla— Entonces te ayudaré yo.
—¿Cómo?
—Soy una líder en prácticas, creo que Sigma será más benévolo conmigo ya que "me queda mucho por aprender". Y tú eres mi tutor, por lo que es normal que estés siempre cerca de mí. ¿Crees que un dúo como este llamaría la atención?
—Créeme que acabaremos haciéndolo.
—De poco importará si ya tenemos el camino hecho al exterior. Yo también quiero salir de aquí, Alpha, y estoy dispuesta a asumir el riesgo. No me pienso quedar en un lugar como este.
Hubo una corta e incómoda pausa. Omega no parecía haber terminado su discurso.
—Solo tendrás que decirme quién soy.
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