Capítulo 18 "Fin De La Calma"
Todavía hay quienes creen en el amor eterno que se juran en el altar. En las frases vacías cantadas por los enamorados . En las promesas sosas y en el hecho de decirle a alguien que es muy importante para ti. Cuando en verdad, es en una situación verdaderamente extrema en la que tu mente y tu corazón a la perfección para poder en el centro de tus pensamientos a la persona que verdaderamente has querido en la vida. En el caso de Samael esa era su mama.
"Todo es relativo'' había escuchado aquella expresión, por primeras vez, de boca de ella. Tendría el chico unos siete años. Observaba a su madre preparar un improvisado desayuno con los pocos ingredientes existentes en la nevera.
Antes los ojos expuestos, la mirada confunda y el ceño fruncido de su pequeño ella le explicó:
—Pues sí. Lo relativo depende mucho del punto de vista. Por ello, nada es completamente absoluto.
—Sigo sin comprender.
—Por ejemplo querido: este desayuno que para nosotros pudiera ser escaso y desagradable, otras personas en peores condiciones de vida lo comerían como la mayor de las bendiciones.
El pequeño observó los trozos de pan duro que reposaban junto al tazón dónde su mamá revolvía el último huevo que quedaba en el refrigerador.
Su madre, como siempre, poseía razón. La percepción rige la relatividad y así en viceversa. Nada es de una manera exacta y nadie tiene un modo absolutamente lindo o limpio de hacer las cosas.
Samael recordó ese pasaje de su vida justo cuando pensó que iba a ser asesinados a manos de su mejor amigo. Hubiese sido muy irónico, casi digno de una media sonrisa macabra.
Varias balas salieron a gran velocidad del cañón y para él fue como si se hubiesen detenido en plena trayectoria para darle tiempo a pensar en la única mujer que ha amado.
***
Revisa su pecho con seña significativa de desesperación. A forma de instinto busca los agujeros pero nota que está carente de heridas, de sangre y marcas de balazos. Alza una mirada que quema y corta como navaja al rojo vivo. La hace coincidir con la de Carlos. Su amigo tiene un brillo siniestro y a la vez lastimero en su pálido rostro. El del arma vuelve a sonreír mientras la baja para dejarla colgando junto a su silueta.
Dominado por la curiosidad, Samael busca el lugar de los impactos. El tronco de lo que fue un majestuoso pino, se vio seriamente afectado por la puntería de Carlos.
-¡Maldito loco de mierda!-son las primeras palabras que logra articular Samael, luego de esos pocos segundos de presente tensión.
-Maldito quizás. Loco...mmm... no sé si brindo esa imagen tan tétrica.
-¿Cómo puedes fingir que me vas a matar?
-Todo fue teatro.
-¡Pudiste haberme herido!
-Yo no tengo motivos para matarte, ni para herirte. Por eso no lo hice .
-¡Suelta esa arma!
Carlos no opone resistencia. Lanza a "su niña" al suelo harto en hojarasca, como quien suelta a la acera un pañuelo recién usado.
-Ahí la tienes. Ya yo no quiero esta mierda. Si al menos resolviera algo con ella fuera ideal, pero el dolor estará siempre aquí -presiona su pecho con fuerza.
Samael se acerca lentamente. Sus pasos seguros hacen tronar las ramas bajo su peso. Recoge el arma del suelo con un ágil movimiento. La manipula entonces para ponerle el seguro antes de introducirla en su bolsillo.
-Es bueno andar armado por defensa pero ahora mismo estás delicado emocionalmente. No quiero que cometas una locura.
-Está bien, pero solo te pido que no uses esas dos balas restantes. Bajo ningún concepto.
-Es extraño que me pidas precisamente eso.
-¡Júralo!
-Está bien. Además sabes que no soy mucho de armas.
-Sí, tú eres más de amenazar con tu navaja jajaja y me parece bien. Acción cuerpo a cuerpo. Disparar no es divertido. Das la orden con el gatillo y la bala ejecuta el trabajo. Con lo genial que sería desmembrar a tu oponente o arrancarle el corazón hasta verlo morir.
-¿Qué demonios?-Esa imagen tan tétrica le trajo recuerdos al castaño.
-No lo sé, amigo. No me siento del todo bien.
-Es que nunca lo has estado. Por eso temo a dejarte solo en esas condiciones.
-Entonces acompáñame a la casa y saquemos todo lo del rubio. Odio guardar pertenencias de fallecidos.
-Está bien. Y esto-Samael palpa el bolsillo donde va el arma-se queda conmigo hasta nuevo aviso.
Carlos alza ambos brazos en señal de absoluta rendición. Su rostro luce sereno y con una media sonrisa bastante fingida.
***
Junior nunca fue de acular baratijas. En su parte del closet que compartía con su amigo. Solo hay tres pares de zapatos, cuatros conjuntos de abrigos y jeans, una que otra gorra y cajas pequeñas con restos de lo que fueron canutillos de marihuana.
Los chicos meten todos los artilugios en cajas grandes de cartón y las conducen al contenedor de basura más cercano. Cuando Carlos alza la mirada divisa en el cielo nubes grises que anuncian una posible jovizna.
–Necesito fumar –Dice en un suspiro lastimero.
—En la casa tengo cigarrillos.-Responde Samael sin mirarlo.
—Creo que no entendiste lo que quiero decir.
El castaño se exalta.
—Si te atreves a poner la boca en un porro juro por lo más sagrado que he tenido que voy a reventarte la cabeza.
—Bueno tienes mi arma. Así que cuando quieras...
—Mejor cállate y vámonos que este lugar apesta.
Llegan a Los Sollozos bajo el torrencial aguacero que lo sorprendió mientras esperaban el autobús. El primero en entrar es Samael. Deja las chaqueta y la polera mojadas sobre el suelo cerca de la entrada y entra al baño darse una ducha. Carlos por su lado se lanza con todo y ropa sobre el sillón. Prende un cigarro y comienza fumar como si nada.
Samael sale a la sala vistiendo solamente una toalla de felpa azul alrededor de su cintura. Se encuentra a Carlos, que duerme entre su propia humedad y con el cigarro a medio fumar apagado sobre el suelo.
Está a punto de hacerle una escena desagradable por el hecho de que durmió mojado y ha humedecido el forro del asiento. Sumado el hecho de que se puede enfermar, pero prefiere dejarlo tranquilo. Entiende que su compadre ha pasado por mucho estrés durante las últimas horas.
***
Amaneció ara ellos a la una de la tarde. Ya el sol y el calor se habían encargado de secar el exceso de líquido atmosférico de las aceras. Una delgada línea de rayos decidió colarse por los defectos de ventanas para despertar a Carlos.
Restriega sus ojos y se levanta con dificultad luego de un largo bostezo. Como primera acción se dirige a la cocina y se prepara el desayuno con huevos y pan fresco. Intenta hacer el menor ruido posible, pero le fue imposible. Mientras trajinaba su codo colisionó con un plato de cerámica. El ruido del fin de su inmaculación despierta a Samael.
-¿Se puede saber qué cojones hiciste?
-Lo siento, fue un accidente.
-Si te vas a quedar aquí, tienes que tener más cuidado.
-¡Ay ya! No armes un drama por eso.
Carlos se hinca para recoger los trozos de vajilla rota y los lanza la basura.
Samanda es un vistazo a la acción
Oye, por cierto Shazam, creo que tienes que comprar algo de comer con un poco de esfuerzo pude comer algo para poder desayunar nosotros pero aún tengo hambre y no hay mucho en la en la nevera para la cena.
Sí, tienes razón, han sido unos días duros, y no he pensado ni siquiera en comer, mucho menos en comprar algo comida.
-Yo creo que será mejor que salgas de compras para que comamos algo decente esta noche. Yo me quedaré aquí limpiando los restos de plato que hay aún en el suelo y de paso acomodo un poco porque esto es una pocilga.
-¿Tú? ¿Acomodar? Lo dudo mucho. Si eres la viva imagen y el significado de la palabra "desastre".
-Desastre o no, vas a ir porque yo no tengo dinero, ni ganas, ni paciencia para ir a un supermercado ahora mismo.
-Ya veo que el luto para ti, es la excusa perfecta para ser un holgazán.
-Ja ja ja, puede que sí, o puede que quiera que salgas de la casa para prenderle fuego conmigo dentro.
-No me jodas Carlos.
-Ja ja ja, te lo crees todo cariño.
-Es que yo...
-Prepárate, desayuna y ve a comprar algo de comer que a mí no va pasarme nada. Además no soy de las personas que se quitan la vida. Sí es verdad que estoy muy triste. Me jode mucho que el hijo de puta de Junior haya terminado así, pero por desgracia tú y yo sabemos que tanto como en el pasado, como en el presente hemos vivido situaciones horribles y a saber lo que nos depara el futuro. Yo quería a ese chico con cada hueso de mi cuerpo, pero su muerte no es motivo para que me muera yo. Y llegué a esa conclusión, justo antes de quedarme dormido en tu sillón rompe-espaldas.
-Me quedo más tranquilo entonces.
Luego de tragarse el desayuno a prisa se hace elegir su atuendo. Algo casual y cómodo: polera, jeans negros y zapatos cerrados para andar rápido. Se asegura de llevarse a la niña con él para evitar que Carlos decida buscarla y recuperarla en su ausencia.
Tiene pensado ir unas tres o cuatro calles más abajo de donde vive a comprar una bolsa de pan, algunos huevos, mantequilla, leche, jamón, algo de carne de cerdo y pasta.
Llega el mercado. Se impresiona de lo rápido que encuentra todo lo que busca. Es mejor, para no hacer esperar a a su nuevo inquilino. En la fila come una manzana para aniquilar el tedio de la espera. Y de paso para ignorar las miradas de adolescentes que están babeándose por él con nada de discreción.
Pasa todos los productos por la caja registradora y sale con las bolsas a la calle. Le llama la atención dos personas que les parecen un poco sospechosos. Tipos alto, musculosos, tatuados hasta las cejas con todas las pintas de pandilleros que están parados a unos veinte metros frente al local.
Su instinto le grita que no estaban ahí parados en vano. Samael finge que no los ha visto continua su camino pero a los pocos minutos nota que los sujetos sospechosos lo están persiguiendo. Decide tomar otro camino para llegar a casa, porque si son asaltantes no les va a mostrar de primera instancia, exactamente el lugar donde él vive. Toma una calle muy cerca de la Dichosa. El par de personas que le están siguiendo las pisadas no hacen un mínimo esfuerzo por parecer discreto. No hay lugar a dudas de que lo están persiguiendo. El chico de las compras apura el paso. Sus perseguidores también lo hacen.
Samael gira a la derecha en una esquina, ellos lo hacen también en un momento que pasan cerca de una boutique que tiene vitrinas de cristal. Mira de reojo solo para darse cuenta de que están armados. Tuerce una vez más a la derecha para que lo pierdan devista al menos por un momento.
Samael suelta las bolsas y empieza a correr. Algo le decía que esos sujetos estaban dispuestos a cualquier cosa. Los tipos ven las compras en el suelo. Se dan cuenta de que el chico empezó a correr detrás de él a paso muy apresurado.
Samael toma cada atajo que conoce, cada callejón maloliente, salta por encima de paredes. Corre como un loco. Su respiración está agitada. A sus espaldas escucha los disparos.
-¡Párate ahí maldito!-Escucha que le gritan una y otra vez.
Reconoce ese acento y eso le suma a su instinto de supervivencia otro motivo para hacerlo correr. Sabe que si lo atrapan lo van a asesinar al momento.
"Ese hijo de perra me encontró".
Cruza techo con techo. Brinca un par de muros. Cuando aterriza da un par de vueltas por el suelo. Cruza calles sin mirar todo para perder a los sujetos. Salta sobre un Mercedes de lujo. Deja atrás un sujeto que le grita mil y una groserías por abollarle el auto. Él está más ocupado por sobrevivir ya luego llamará al seguro.
Les respondería en los disparos pero no quiere usar el alarma. Y a su navaja tampoco la trae consigo. En la mañana no lo encontró donde siempre la pone y decidió no buscarla mucho más para no perder tiempo.
En mitad de la persecución Samael llega a una zona de la ciudad donde hay pocos edificios y lugares por donde escabullirse. Tiene dos posibles opciones: seguir corriendo y arriesgarse a ser atrapado por esos sujetos que a saber qué intenciones tiene o meterse a la iglesia católica de la ciudad que le estaba quedando justo enfrente.
El castaño no lo piensa dos veces y se mete en la casa del Señor. Se asoma por una ventana. Esos sujetos están desorientados buscándole. A los pocos segundos uno de ellos toma un celular y hace una llamada. Del otro lado del aparato le dicen algo a lo que responde afirmativamente antes de retirarse de la escena.
Samael suelta un ligero suspiro de alivio y palpa sus bolsillos. Nota que el arma de Carlos no está.
-Mierda. Debí haberla dejado caer cuando me perseguían.
A sus espaldas se encuentra la mirada de curiosidad de una chica baja, y de pelo castaño corto. Ella lo observa una vez más con una vibra de "¿y tú qué haces aquí ?", pero su profunda educación solo le permite decirle:
-Hola ¿necesita algo?
-¿Yo?-Pregunta Samuel si establecer contacto visual con ella. Aún observaba por detrás del los cristales de la iglesia.
-Sí, usted mismo-entrecierra los ojos y guarda silencio por un momento. Analiza muy bien al chico tatuado de adelante-¿No es la primera vez que nos vemos verdad?
Samael todavía se encuentra tenso porque ha reconocido a las personas que lo estaban siguiendo. Hacía años que no veía sus rostros. Todas sus vísceras se remueven dentro de él. Alto le dice que sus días de aparente tranquilidad se habían terminado por completo y que es el momento de volver a sacar su lado de estratega sanguinario.
Aún así disimula con cinismo. Sonríe de manera amplia y voltea a ver a la chica. La observa de arriba abajo sin nada de discreción. Piensa por un momento en lo que ya había analizado desde antes: es extremadamente hermosa.
Ha visto muchas mujeres a lo largo de su vida pero los rasgos de ella lo dejaron impresionado desde aquel día en que la hizo caer accidentalmente. Siempre se queda impresionado porque es una mezcla perfecta de carácter fuerte, cara angelical, detalles femeninos, cuerpo delicado bien proporcionado, sencillez extrema en el vestir sin dejar de verse elegante.
-Nos hemos cruzado más de una vez. Aunque si mal no recuerdo de haberme visto cuando andabas con tus...¿amigos?
-Son como mis hermanos. Y sí, fui un poco grosera y maleducada. Me disculpo por eso. Pero es que yo soy una chica que...
-No te excuses. No estoy enojado para nada. Lo menciono para que tengas la clara certeza de que verdaderamente sí la reconocí.
-Créame, no es fácil olvidarse de usted.
-¿Acaso me estás coqueteando?
Las chicas abre los ojos sorprendida por la pregunta.
-O no no no es eso no es lo que...yo...Me da mucha pena con usted pero es que no estoy muy acostumbrada a lidiar con personas de su aspecto.
-Pensé que la religión enseñaba la tolerancia y a no a juzgar.
-Exactamente. Solo es la falta de costumbre. Al menos yo no lo considero del todo malo.
-Creo que lo puedo notar, además sabía de antemano que a los religiosos no les gusta mucho la idea de qué una persona modifique el cuerpo que Dios le brindó ¿o me equivoco?
-Son decisiones que las personas toman a veces, llevados por la ignorancia y los impulsos, pero supongo que así son los gustos y las formas de expresar que algo es importante para nosotros. Pero no venimos aquí a hablar sobre su apariencia señor.
-No me digas señor, tampoco me llames de usted, mi nombre es Samael.-Extiende su mano-es un gusto conocerla por tercera vez.
Ella brinda una sonrisa sincera y permite el apretón de manos.
-Eva.
-¿Cómo la que pecó?
-No. Como mi difunta abuela materna.
-Pues déjame decirte que tu abuela te heredó un nombre muy controversial.
-La iglesia no tiene problemas con ese nombre, solo con el acto de su primera dueña. Por eso yo me alejo de las tentaciones lo más que puedo y soy fiel a las sagradas escrituras.
-Entiendo. Yo como le dije aquella vez me guío más por las Leyes Sagradas del Barrio.
-¿Y qué lo trajo a la Iglesia?
-A decir verdad tuve problemas con mi casa y necesito quedarme aquí a pasar una o dos noches. No tengo a donde ir.
-Pues ha venido al sitio correcto. La casa de Dios es el sitio ideal para reparar los daños del alma y para tener la mente más clara para enfrentar los problemas. Yo soy la encargada de atender a personas que pasan por situaciones desagradables y necesitan un techo. También doy charla a alcohólicos y drogadictos que necesitan encontrar el camino para su recuperación.
-Ah, pues estoy de suerte.
-Acompáñame Samael. Debe ir conmigo para que hable con las otras personas que estarán encargados de ayudarlo a ponerse cómodo en las habitaciones de los damnificados.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro