Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 9: Hasta el fin

HIJOS DE LA NOCHE

HIJO DE UN SUEÑO

CAPÍTULO 9: HASTA EL FIN

Scorpius y el resto de los muchachos nos habían dado su voto de confianza, dejándonos a Mareritt y a mí como protectores de la residencia en lo que ellos salían a investigar por su cuenta el posible paradero de Cepheus y las quimeras, a vigilar las calles de la ciudad junto al señor Aldo y a informarnos si había movimiento en las afueras del territorio.

Quedarme en la casa era una tarea importante y significaba mucho para mí, al ser considerado una persona muy descuidada a veces. Ser tomado en cuenta como futuro líder del clan siempre me halagó y era una tarea a la que nunca fui capaz de negarme, no cuando el actual fundador y el príncipe me veían con tanto orgullo y cariño cada que salía ese tema.

Al despedir el último auto y perderlo de vista cuando giró al final del camino, Mar y yo nos quedamos a solas. Al voltearme a verlo, tenía una sonrisa tranquilizante en su rostro y me dio un suave apretón en mi mano, antes de entrar y ser seguido por mí.

—Me hubiera gustado acompañarlos —comentó con lástima al cerrar la puerta con llave—. He sido yo quien los alentó a ser los primeros en hacer el primer movimiento y estoy aquí, haciendo nada. Me siento un poco hipócrita.

Me causó ternura.

Él era un vampiro muy joven para comprender en realidad el peso de ser el sucesor de un fundador, aunque uno muy inteligente y sensible. Sabía que más temprano que tarde se daría cuenta de toda la fe que tenían en nosotros Scorps y James.

A lo mejor era yo quien exageraba y teníamos diferentes conceptos de "hacer lo que le toca a cada uno". Yo era práctico y muchas veces veía las cosas desde una perspectiva de "blanco o negro"; él era más observador y sensible a temas que yo no lograba comprender.

—Estás haciendo nada conmigo, si lo quieres ver así —dije y conecté mi celular al sistema de cámaras exteriores—. Somos los perros guardianes. Si pasa algo malo en los alrededores, seremos los primeros en llegar.

Mentiría al decir que supe cuándo instalaron el sistema de vigilancia a lo largo de nuestro terreno y el de los Lynx; tuvo que ser una idea de los cazadores Maine. Gracias a eso, nos ahorramos ir de un lado a otro por el bosque; además, la aplicación notificaba si percibía movimientos sospechosos cerca del lente.

—Y seremos los últimos en llegar, si pasa en otra parte —me recordó.

—Son productos que usa tu familia —le recordé, al confirmar que las cámaras fueron nombradas en relación con sus nombres—. ¿Alguna vez han fallado en sus cacerías?

Al reconocer que no podría darme la contraria tan fácil, Mareritt suspiró y se sentó en el sofá más grande de la sala, donde hice lo mismo y le mostré la pantalla de mi celular para que se sintiera más seguro.

El primer escenario era nuestro patio trasero, mostrado por Amapola desde un ángulo alto; el segundo era el de los Lynx, vigilado desde un árbol cercano por Woodhouse; Daydream se encontraba en un punto medio, la cual nos dejaba ver huellas de mi zorro; Adelina estaba a unos metros de nuestra casa, no tenía nada sobresaliente; Doyle (en honor al padre de Aira, Arthur) daba al comienzo de la calle; por último, Nightmare estaba cerca al lago y dejaba ver a un samoyedo haciendo guardia.

—¿Tu nombre significa "pesadilla"? —Pregunté, al haber deducido las razones detrás de los nombres del resto.

Mar, que me había quitado el teléfono de las manos para ver más de cerca las proyecciones antes de permitirse relajarse, se giró a verme con una sonrisa engreída.

—Soy la "Pesadilla del Hielo" para los patinadores —me recordó y dejó mi celular en la mesa central—. Mamá me puso así porque fue horrible la época de embarazo, era muy joven cuando pasó. Todo estaba planeado por el destino, al parecer.

—El mío es por mi papá.

Él carcajeó, encantado por mi ignorancia.

—Al menos en el mundo humano —explicó—, proviene de un significado relacionado a la cacería. En la antigüedad, era un apellido típico de un hombre dedicado a cazar.

—¿Buscaste el significado de mi nombre? —Cuestioné, entre enternecido y divertido—. Dudo mucho que sea simple coincidencia que lo sepas.

—Creo mucho en el peso de las decisiones de nuestros antepasados y padres —confesó al encogerse en su lugar—. También en que, uno como progenitor, pasa sus cargas a su hijo si le pone su nombre. Le dan una vida que no les corresponde.

Me detuve a pensar en si eso tenía sentido para mí o no (como YoungSoo y Crystal con los signos zodiacales).

Suponiendo que Dalila no hubiera existido y que la rebelión de James contra el rey Dirk hubiera sucedido de todas formas (incluso sin el shock que le generó a él la muerte de mi destinada), lo más seguro era que yo hubiera seguido el camino de mis padres para ser el virrey de Septentrión y no mi hermana.

—Agradezcamos al efecto mariposa y a tu alma por no haber permitido eso, en ese caso —celebré—. No me veo siendo un gobernante.

Una cosa era ser el líder de un clan que giraba entorno a mis ideales, principios y valores; otra muy diferente representar a tanta gente bajo un orden político.

Mi alma gemela me dirigió una mirada que reflejaba la diversión de haberme imaginado en un escenario mínimamente parecido al de un virrey que debía seguir un montón de reglas y normas, cosa que se me dificultaría hacer desde la forma en la cual visto todos los días. Mi paciencia no era la más grande y yo no estaba hecho para lidiar con el estrés.

Mareritt habría sido un mejor sucesor para ese título. La elegancia de sus movimientos en la pista también lo acompañaba en cada paso que daba, su expresión neutra era atractiva, sus decisiones serían bien pensadas y comprendería mucho más fácil las dificultades por las que se le acercarían sus ciudadanos a pedirle ayuda.

Si el destino fuera justo, no le habría dado un destinado que rompiera tanto la paz que daba apenas verlo ni el gallardo porte que tenía. Como si no fuera suficiente, tenía un poder que dependía de sus emociones y yo era un poco inconsciente al hablar.

Era cuestión de tiempo para que estallara por mi culpa.

—Ya que no me dejarás ir con los demás, ¿por qué no me enseñas a cocinar algo para matar el tiempo? —Invitó, poniéndose de pie—. Sirve que, cuando estemos todos reunidos, tengamos ya algo preparado para reconfortarnos.

Accedí al pensar que era buena idea.

No teníamos forma de saber que, cuando acabara el enfrentamiento con las quimeras, ni siquiera tendríamos hambre por el pánico que tendríamos al ver a nuestro líder herido al grado de casi creerlo perdido y la muerte de su padre.

Al no tener un plan fijo, Mar y yo buscamos ideas en Internet con toda la seguridad de encontrar los ingredientes necesarios en nuestro inventario, al haber estado comprando más de lo usual los últimos días.

—Hagamos un tiramisú de café —pidió, al hallar una foto del platillo en Pinterest.

Ambos consideramos que sería buena idea. El clima se prestaba a comer algo fresco y no había nada mejor que un postre para relajar y confortar a una persona, después de tanta adrenalina, más aún si se preparaba de forma casera.

Así fue cómo nos pusimos manos a la obra tras haber acercado todo lo necesario y de poner un poco de música para escuchar de fondo. Nuestros estados de ánimo dependían mucho de la música y los resultados en la cocina dependían de los sentimientos del cocinero.

Pasamos desde canciones en inglés a coreano, de español a chino. Me parecía divertido conocer a Mareritt desde una perspectiva musical, descubrir lo que le gustaba, escucharlo tararear las frases que no sabía cómo pronunciar (o decirlas mal, en especial las de rap) y sorprenderme cada que compartíamos una o varias canciones entre nuestros gustos.

En ese momento, no existía el exterior.

En ese momento, solo éramos él y yo.

Podía pasarme horas lavando el mismo plato, percibiendo un innecesario olor a quemado en la cocina o dejándolo experimentar con los ingredientes y tener que comerme el resultado, si me permitía perderme viéndolo cada que se encerraba en su burbuja.

Ese día, por muy lejano que debía de parecerme por la amenaza gubernamental que estaba experimentando Abaddón, me di cuenta de lo mucho que había esperado por él y de lo mucho que quería darle para recuperar el tiempo perdido.

Fui consciente de cómo mi corazón se sentía pleno por lo mínimo que hiciera, como la sonrisa que me dirigía al acabar la tarea que le pedí o los roces de nuestros dedos cada que terminábamos lavándonos juntos las manos.

Me descubrí imaginando un futuro a su lado, cuando mis sueños y metas anteriores no iban más allá que apoyar a la familia y seguir adelante con el gran proyecto de Midnight Pleasure. Lo quería viviendo conmigo en la residencia Sallow o compartiendo una casita cercana a ella en donde pudiéramos tener nuestro espacio.

Estando juntos, deseaba acompañarlo con un buen arquitecto para que pudiera construir todos los centros de patinaje que quisiera, escucharlo durante horas sobre sus nuevas presentaciones, contarle mis ideas para mis nuevas canciones, confesarle cuánto deseé encontrarlo, dormir juntos y saber que estaría a mi lado por la mañana siguiente.

—Ojalá que estos bizcochos sirvan como compensación de no tener las galletas que pedía las recetas —dijo, ajeno a todo el escenario que estaba formando—. En cualquier caso, no dudo de tus habilidades. Has cocinado cosas más complicadas para nosotros.

Mis ojos recorrieron su cuerpo en silencio, tras haber sonreído por su cumplido. Quería tener más de esas pláticas triviales donde no hacíamos más que crear un sentimiento hogareño que nos calentaba y arrullaba hasta que era difícil salir de la ensoñación.

A diferencia de la ropa que solía usar, esa tarde llevaba unos simples pantalones deportivos oscuros y un simple crop top blanco que dejaba su abdomen a la vista. Su cabello estaba atado en una coleta y no tenía ni una pizca de maquillaje que cubriera sus casi invisibles pecas.

Mis mejillas se tiñeron de rojo cuando se giró a verme por sentir cómo nuestro hilo vibró, estimulado por mi deseo. Su expresión demostraba su diversión y la típica adoración con la cual me solía contemplar.

Recorrió la cocina hasta donde yo me encontraba intentando terminar de lavar los trastes sucios para que no se nos juntara el trabajo. Su caminar se combinó con los rasgueos de la guitarra de una nueva canción.

—¿En qué tanto piensas? —Preguntó, por fin—. Espero que no te estés poniendo sentimental por miedo a que pase algo malo. Eso atrae malas vibras.

Su mano más limpia acunó una de mis mejillas al no verme reír como de costumbre y limpió los restos de burbujas que me generó el jabón en algún momento que me tallé el rostro.

—¿Qué pasó? —Insistió.

Y es que no podía hablar.

No hallaba las palabras con las cuales expresarle que, si todavía no lo amaba, no tardaría en hacerlo porque mi alma había caído rendida a sus pies desde el instante en que bailamos juntos.

I'm telling you, I softly whisper... Tonight, tonight —cantó la voz que reproducía su celular—. You are my angel.

Me gustaba la canción. La había oído antes, gracias a que Matthew la puso en el aniversario de bodas con HyunSeok y porque Elizabeth solía tararearla cada que trabajaba, entre muchas otras melodías.

Tomé de los hombros a Mareritt cuando supo interpretar el estímulo del lazo y sus mejillas también acabaron sonrojándose, todavía sin escuchar una palabra de mi parte.

Podía dejarlo así, besarlo y olvidarme del esfuerzo de hacerle saber con claridad mis sentimientos porque él los sabría comprender a través de nuestra unión; sin embargo, no parecía justo. No era justo para él, no cuando se privó de tantas cosas por su primera relación y siempre había dado sin recibir nada a cambio.

Sí, necesitaba transmitirle que, donde sea que estuviera, quería hacerlo sonreír; donde sea que estuviera, yo siempre estaría a su lado. Que no importaba lo mínimo que dijera, todo siempre lo guardaría en mi mente y corazón.

—El día que te conocí —comencé con torpeza—, ha sido el día más importante de mi vida. Y no hablo de haberme reencontrado con tu alma, si no de haberte conocido a ti.

Porque era más que un recipiente y las almas no eran más que una mínima parte de nosotros. Él por sí mismo era maravilloso y no había nada que me impidiera negarlo.

—Y me gustaría vivir el día a día tu lado para que todos sean iguales al primero —lo necesitaba. Necesitaba darle esa paz que él me daba—. Así que, por favor, quédate conmigo hasta el fin.

Era a quien podía querer con el corazón, a quien quería con mi corazón y con quien me imaginaba en el centro de todo mi amor.

Sus ojos se entrecerraron cuando una gran sonrisa se le escapó, un gesto que casi nunca pasaba porque solía cuidar hasta la mínima facción ante sus reacciones. Amaba cuando su elegancia era arrumbada y mostraba su lado salvaje, cuando no podía medir sus emociones y no le importaba demostrarlas en su totalidad.

—Hasta el fin es mucho tiempo —susurró, juntando nuestras frentes.

—¿No puedes hacerlo?

—Lo haré en esta vida y en las siguientes —prometió.

Todo pasó muy rápido después de haber juntado nuestros labios, o al menos se sintió así por haber sucumbido a nuestros deseos y hundir nuestros sentidos en el otro.

Nuestro hilo rojo tiró y nos unió, nos impidió separarnos e imploró ser escuchado.

Todo era Mareritt. Mareritt. Mareritt.

Sentí cómo su piel ardía bajo mis manos cuando nos deshicimos de la pequeña prenda que apenas cubría la parte superior de su cuerpo y cómo se estremeció con lo frío de la mesa cuando terminamos sobre ella.

Todavía en la actualidad, podía recordar sus jadeos contra mi oreja y los torpes murmullos en donde me llamaba por mi nombre, sus uñas hundiéndose en mi espalda, el vibrar de su garganta cuando me acerqué a sus clavículas para morderlo y el placentero dolor cuando hizo lo mismo.

...

¿Dónde estoy?

¿Qué habitación es?

¿De quién es este lugar?

¿Quién soy yo?

Yo soy...

Soy...

Mareritt.

—No puedes dejarme —dijo Lucas Davis—. Aren, ¿es que no lo ves? Tú y yo estamos destinados a hacer cosas grandes juntos. El patinaje es una mínima parte.

—El patinaje no es una mínima parte de mi vida —exclamé, molesto—. ¿No lo entiendes? eres esa mínima parte.

—¿Quieres dejarme, es eso? —Preguntó. Su tono se oía frustrado—. ¿Estás dándote por vencido, justo cuando vamos tan bien en el plan? ¿Acaso estás asustado de tener otra caída?

—No es que quiera dejarte —pronuncié con lentitud, por si su pequeño cerebro no daba para más—. Te estoy dejando, Lucas. Te tuve muchísima paciencia, esperé que cambiaras e intenté hacerte sufrir de la misma forma que tú lo hiciste conmigo.

—Aren...

—Pero no soy así y estoy harto de esta mierda —incluso despertar era difícil—. No puedo imaginarme un futuro a tu lado, no cuando no haces más que burlarte de mis decisiones y mis emociones. Crees saberlo todo y no haces más que pensar en ti mismo.

—Estás cansado, es eso —intentó hacerme cambiar de opinión.

Su cabello estaba bien peinado hacia atrás y usaba el uniforme del centro de patinaje con una pequeña mancha de aderezo en el pecho.

—Sí —respondí, asintiendo—. Cansado de ti. Me hiciste creer que estaba en una relación contigo y andabas con mi prima, me sometiste a entrenamientos que no eran aptos para mi cuerpo, nunca entendiste lo que era el espacio personal, no respetabas un "no" de mi parte y creías que todo giraba alrededor de ti durante mis entrevistas.

—No puedes dejarme —repitió, su voz tembló y los labios se le fruncieron en una mueca. Me sujetó del brazo con fuerza—. Eres mío, Aren. Yo te reconstruí y reformé para los escenarios. Te hice para las cámaras. No puedes vivir sin patinar.

—Puedo vivir sin ti y eso es lo importante —me solté con un movimiento brusco—. He venido a verte para hacer esto cara a cara. Estoy cansado de huir —huir, esconder y evadir—. Entenderás que esto también es una ruptura, así que te pido que no vuelvas a tocarme.

Fue la gota que derramó su vaso.

—"No" —citó Lucas y caminó hacia mí—. Todo es un "no" para ti. "No quiero hacer esta coreografía, es muy comprometedora", "no quiero que beses a Aira frente a cámaras, me lastimas", "no quiero que tengamos sexo, no estoy listo", "no estoy seguro de seguir con esta rutina, me exige más de lo necesario y me duele el cuerpo..."

Su ira nubló mi alrededor.

El dolor inundó mi cuerpo cuando me lanzó al sofá de la sala entre gritos.

El llanto humedeció mi rostro al intentar librarme de él.

La desesperación y la impotencia me hicieron sudar.

—¿No te das cuenta, Aren? —Susurró. Su aliento chocó con mi oreja—. ¿No te das cuenta de lo caliente que está tu cuerpo con esto? ¿Acaso piensas ignorarlo? ¿Por qué no lo haces más fácil?

Estaba ahogándome.

Estaba muriendo y seguía vivo.

Todo era borroso.

Papá.

Papá gritando afuera.

Papá abriendo la puerta de golpe.

Papá golpeando a Lucas.

Papá soportando las lágrimas frente a su hijo.

...

Yo soy...

Yo soy Chase.

Soy joven y tonto.

Él es...

Él es Dalila.

Es delicadeza y extravagancia.

—Aconséjame algo, lo que sea —rogué.

—¡Música! —Le faltó un poco más para que su grito llegara hasta Anemoi—. O cocina, Chefcito.

La miré mal apenas pronunció ese tonto apodo que me comenzó a seguir desde entonces.

Ella carcajeó. Su risa siempre estuvo cargada de vida y luz

—Bueno, cocina no, ¡aunque sí tendrás que cocinarme seguido porque soy una mujer ocupada! —Ambos reímos. Era una chica de negocios—. Acerca de la música, lo digo por lógica. Demian y Matty lo harán, ¿por qué tú no? Además, tienes un poder que puede ser de mucha ayuda.

...

Yo era azul y gris.

Yo era frustración.

Yo era negación.

Yo era enojo.

Él era...

Él era yo.

Oía las voces distorsionadas de Scorpius y los demás discutiendo sobre algún tema que el recuerdo no enfocaba del todo. Eran palabras borrosas que no parecían tener importancia, cosas que no debían de por qué estar en la lista de experiencias importantes.

—No diga ridiculeces —exclamó él—. Yo no tengo, ni necesito, una pareja... Y mucho menos una con tan mala suerte. Soy heterosexual, aparte.

No.

Eso no.

Mareritt.

—Han pasado siglos desde el asesinato de Dalila, ¿en verdad piensas que su alma no volvió del Paraíso Perdido? ¿Y si no lo hizo como una mujer? —El príncipe recalcó—. Tal vez esté allá, en el mundo humano, tratando de contactar contigo.

—James —Scorpius intervino—, no lo presiones. Si así fuera, si en realidad el alma de Dalila volvió, yo lo habría sentido, ¿no? Es la dinámica que hemos mantenido desde hace años.

—Gracias...

—No, Chase —continuó mi líder—. Sea o no tu alma gemela, sea o no una mujer, ten cuidado con tu forma de expresarte.

» Ese muchacho acude a ti por alguna u otra razón, las estrellas los están conectando y él te está confiando sus problemas. ¿No has pensado en lo difícil que debe de ser su vida, como para que le confíe estas cosas a alguien que se le aparece en sueños?

» Hablas de él como si fuera una carga. ¿Qué tal si no tiene con quien hablar?

No. No. No.

Mareritt.

Despierta.

Por favor.

—¿Y yo por qué tengo que hacerme cargo de los problemas de alguien que no conozco? —Preguntó, incrédulo—. Suficiente tengo con los míos, con los del clan. Tenemos a un grupo de quimeras dirigidas por quién sabe quién en el mundo humano, han muerto seres queridos, tenemos a una vampira sin clan y a medio desarrollar, ¿y yo tengo que oírlo a él?

—Oh, con una chingada —la voz de un hombre que no conocía llamó su atención—, entonces también cuéntale de ti, deja que te conozca. No pierdes nada. Él hablará de sí mismo, si tú no tomas la palabra.

—Es una pérdida de tiempo hablar de esto. ¿Por qué están de su lado? ¡Ni siquiera lo conocen! Ustedes no tienen que oírlo casi todos los días, ustedes no tienen que soportarlo.

...

Volvimos a ser nosotros.

Veía sus ojos derramando más lágrimas de las que imaginé y su hilo negro estaba tenso alrededor de mi cuello, ahogándome en el mar de la culpa por no ser consciente de mis palabras hasta que fue demasiado tarde.

—Déjame explicarte —susurré.

—Soy una carga —dijo, en cambio.

El hombre de mis sueños.

Tú eras el hombre de mis sueños.

No estuve solo todo este tiempo.

Confié en ti desde antes de conocerte.

Y yo soy...

Soy...

Soy una carga para ti.

¿Por qué no lo dijiste?

¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

Me desperté de pronto.

Tenía el corazón acelerado y sudaba más de lo que me gustaría admitir.

Afuera seguía oscuro y Mareritt estaba a un lado mío, ya despierto y con una expresión preocupada en el rostro. Habíamos dormido juntos porque él me pidió hacerlo, después de no haberlo hecho desde antes de nuestro problema.

—Extraño dormir en tu pecho y que me cantes —había confesado cuando vino a visitarme en medio de la noche, una hora después de habernos separado—. Si no estás ocupado, ¿crees que podamos hacerlo hoy?

Y ahora estaba conmigo, sin saber qué hacer cuando se dio cuenta antes que yo de lo cristalizado de mis ojos.

—¿Fue una pesadilla? —Pregunta.

Desearía que lo hubiera sido.

—Un recuerdo —respondo.

Él entendió y me regaló una sonrisita que iluminó un poco la habitación.

—Es bueno que los recuerdos vivan en el pasado después de aprender de ellos —frotó mi espalda al haberme lanzado a abrazarlo—. Estoy aquí. Estamos sanando.

—Lo siento —no recordaba si lo había dicho.

—Lo sé —quizá sí lo hice—. Si planeas que estemos juntos hasta el fin, también permítete perdonarte a ti mismo.

En verdad amaba a ese hombre.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro