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Capítulo 28: Nueva era

HIJOS DE LA NOCHE

HIJO DE UN SUEÑO

CAPÍTULO 28: NUEVA ERA

De un instante a otro, nuestro proceso se vio irrumpido.

Los animales nos atacaron con colmillos, garras, cuernos e incluso tenazas.

Scorpius fue rodeado por una manada de coyotes acelerados que mordieron y rasgaron su ropa y su piel. YoungSoo perdió el equilibrio por unos murciélagos y cayó al suelo, golpeándose con unas piedras apiladas custodiadas por unas serpientes cascabel. James se alzó para evitar que Clyde fuera demasiado lejos, peleando con unas aves de plumas coloridas que intentaban llegar a sus ojos. Mareritt gritó de espanto cuando cangrejos, grandes y pequeños, atacaron a su samoyedo. Hikaru, si bien no fue atacado más allá de Lily, estaba agotado por su poder, que estaba en su punto máximo.

As y yo estábamos lo suficiente lejos para preocuparnos nada más por unos cuantos perros. Niru se encargó de morder y atacar a otros zorros que intentaron acercarse.

Todo era un caos.

Las criaturas que planeamos proteger nos embestían con todo y eran tantas que era imposible acudir a ellas, rescatarlas con el hechizo, sin ser interrumpidos por otro grupo nuevo. Necesitábamos a los demás.

Los recién liberados lograron huir.

Retraje mi transformación, evitando que un gato montés saltara a mis alas y haciendo que sus uñas se clavaran y arañaran mi espalda.

Grité por la exasperación y el ardor.

Nuestros ciervos peleaban con unos borregos cimarrones que salieron de entre los matorrales.

Era como si las quimeras tuvieran sus propios espíritus protectores, cada una rodeada con poco más o menos de diez integrantes que respondían a sus llamados.

Menos Asher.

Siempre Asher.

Ambos corrimos hacia la misma persona, Mar, quien comenzaba a tornar fría la noche con su desesperación y dolor.

El aire se volvió bochornoso y asfixiante, tan intenso que los ojos nos picaban por la arena y la tierra que volaban a nuestro alrededor.

Fue un destello entonces.

Algo parecido a una sombra pasó por nuestro lado.

Vi rastros de sangre antes de escuchar el grito de Mareritt, todavía a metros de distancia.

El lagarto, Lucas Davis, se arrojó sobre él y su samoyedo no podía acudir a ayudarlo en medio del ataque de cangrejos. Pedazos de piel colgaban de sus extremidades, sus irises eran violetas y no se le veía tan entusiasmado como hacía un rato. Estaba enojado y sediento de venganza y victoria.

Se veía horrible. Sus heridas abiertas se negaban a cerrarse, infectadas por la posible sangre demoniaca. James hizo un buen trabajo dejándolo casi fuera de combate.

Asher y yo llegamos para ver cómo Mar le incrustaba un carámbano en el cuello y lograba quitárselo de encima. Ambos estaban lastimados, cubiertos de tierra y con las respiraciones aceleradas.

Intercambiamos miradas.

Sus ojos brillaron al verme, todavía de pie y con el arma colgando en una de mis manos. Apestaba a uva y miel combinado a metálico y, muy en el fondo, a las flores que usaba YoungSoo para su veneno.

Aquí estás. Aquí estás. Aquí estás.

—¡Dámela!

Un latido, una dosis más de fuerza y una orden.

Hice lo que me pidió y él la atrapó con facilidad. No esperábamos que Lucas fuera a sacarse el pico de hielo del cuello para enterrarlo en su tobillo, haciéndolo caer del dolor y a mí enfurecer.

As aulló, también molesto.

No sabía si estaba de nuestro lado.

La barra había rodado hasta un lugar lejano, casi cayendo de una curva.

—¿Piensas desaparecer de nuevo después de destruir mi vida por segunda vez? —Preguntó. Yo peleé contra sus lobos, ya no me importaba si salían heridos—. ¿No te cansas de huir? Lo hiciste al no soportar un régimen de entrenamiento, dejaste que los sentimientos de dominaran e hiciste que Aira rompiera el trato de nuestra relación, te avergonzaste de tu caída y...

Por una fracción de segundo, Mareritt logró poner una mano en su nuca, sujetándolo del cabello, y el frío congeló su expresión. La escarcha lo recorrió y quemó con su helada sensación, similar a cuando Scorpius lo mordió y se sujetó a diferentes plantas cercanas para calmar la saturación de sus sentidos.

—¿Piensas que tú eres la víctima aquí? ¿Crees que tú eres quien más ha perdido en estos años, después de haberme arrebatado mi adolescencia y adultez temprana? —Le dio un puñetazo. Más hielo terminó incrustado en él—. Estoy harto de ti. De tu cobardía. De tus mentiras.

Lucas le mostró los colmillos, esos infectados con su veneno, atrapando su puño en el aire el verlo intentar darle otro golpe.

Las estrellas decían aquí, aquí, aquí.

La luna decía ahora, ahora, ahora.

Y mi lazo Chase Spinster, Chase, Chase.

La primera vez que dijo mi nombre en ese sueño, esa en donde no supe si viví o renací, si me quebré o reparé cada parte que estuvo fuera de su lugar durante siglos.

Me arrojé a él, Asher llorando a mis espaldas por la mordida de los canes, cuando logró acorralarlo e impedir que siguiera moviéndose. El corazón de Mareritt tartamudeó, aterrado por primera vez en el enfrentamiento, al tenerlo tan cerca después de todo el daño que le hizo.

Chase. Chase. Chase.

Mi destinado estaba asustado. Yo no podía entender cómo Lucas podía ser tan estúpido como para intentar tocarlo de nuevo, de amenazarlo con morderlo contra su voluntad y dañarlo otra vez. Con su alma gemela a unos pasos.

Cuidar. Mareritt. Aquí estoy.

Proteger. Mareritt. Aquí estoy.

Defender. Mareritt. Aquí estoy.

Impactamos contra el suelo, forcejeamos hasta que conseguí retenerlo y, a pesar de no ser una persona violenta la mayor parte del tiempo, no pude contenerme.

Había una piedra cerca.

La tomé.

El chasquido de huesos rompiéndose.

Ahora él tenía sangre en la cabeza.

Sangre y una piedra enterrada.

No estaba muerto, respiraba (agonizaba).

Lo mataría cuando nos encargáramos de los animales. No iba a permitir que se le acercara de nuevo o que otra vez me apartaran del alma a la que el destino me unió.

Cuando me puse de pie, trastabillé un poco en el instante en que Mareritt se lanzó a abrazarme. Estaba temblando, furioso y asustado.

Besé su coronilla.

Asher estornudó y pareció entornar los ojos con la escena.

—¿La mamba? —Pregunté.

—Logré congelar una parte de ella antes de la estampida —respondió—. No creo que tarde en liberarse, debemos hacer algo o...

El sonido de un motor acercándose lo interrumpió.

Era el auto en donde iban el señor Colom y tía Emma.

La fuerte presencia de ambos nos hizo estremecer.

Un rey (un padre) y una madre enojada.

—Ay, Dios —susurró—. ¿Por qué no se quedó en otra parte esta mujer?

No ocultó muy bien la esperanza que le dio verlos.

En lo que el rey acudió a la ayuda de Scorpius, corriendo y esquivando con gracia los ataques de los animales, la señora Maine paralizó con el veneno Hwang a la camada de gatos monteses que intentó acercársele. Hizo lo mismo con un borrego cimarrón que quiso arrasar con ella.

Pasaba de los cuarenta y se movía mejor que yo.

—Haz pequeñas barreras con el hielo para evitar que se muevan —le pedí a Mar. El lobo y Niru lograron salvar a su samoyedo—. Ahorraremos tiempo de esa manera y podremos detenerlos un rato.

—Espera —sostuvo mi brazo.

—¿Qué pasa?

Debía de ir por la barra.

—Te amo.

La barra podía esperar.

—Yo también te amo.

Con su rostro manchado de sangre y tierra y sus heridas sanándole poco a poco, sonrió y me dio un último apretón en el brazo antes de soltarlo y hacer lo que le pedí.

Nuestros espíritus protectores me ayudaron a atraer a otros zorros, juntarlos y acercarlos para que hiciera a su alrededor barreras improvisadas.

Pensaba que nunca acabaríamos.

—Al fin tengo el placer de conocer al gran Karlav Colom —Clyde era sujetado por el cuello por James. Tenía sus manos sobre la suya, intentando quitárselo—. ¿Papá quiere salvar a sus polluelos? ¿No le preocupa en lo más mínimo el resto de todos los fundadores? Porque siempre son ellos tres, ¿no? Son su debilidad. El hijo de la reina y los primos Ainsworth.

—No malgastes tus últimos minutos hablándome —respondió. La camada de coyotes había sido liberada del virus—. Deberías aprender a escoger tus guerras y esta era la del hombre al que estabas unido. No la tuya.

—Lo aceptas —el príncipe y él parecían luchar para saber quién le rompía los huesos al otro—. Aceptas que era su guerra. Lo aceptas como si nada, como si no importara.

—Acepto que tuve que haber insistido más, acercarme a él —Scorpius ahora ayudaba a YoungSoo con la araña—. ¿Pude evitarlo? No, quizá no. Pero lo habría intentado y no estaría cargando con este peso que tengo ahora.

—Trajiste a una humana.

—Y tú a animales.

—Será tan fácil romperla. Lo sabe, ¿verdad, su alteza? Es frágil. Ella y su intento de gran hazaña morirán como su esposo.

James arrojó su cuerpo al suelo, haciéndolo impactar entre árboles y arbustos.

Sköll y Hati mordieron y arrancaron plumas y piel.

No sabíamos que su charlatanería impulsaría a Amelia a salirse de su congelación, arrastrándose a gran velocidad por el medio de la carretera.

—¡Mamá!

El grito de Mareritt no fue lo suficiente rápido para hacerla reaccionar a tiempo; sin embargo, el rey sí pudo empujarla lejos del camino y recibir en su lugar el ataque, la asfixia de la mamba.

—¡No! —Ambos príncipes protestaron, incapaces de ir a él.

Bellemore soltó una risa que pronto se volvió un tosido doloroso y agonizante.

—¿Te sacrificarás por ella? —Preguntó—. ¿Por una humana que no vale nada, a comparación de los millones súbditos de tu reino?

—¿Una mujer que no vale nada? —La voz de un líder siempre era escuchada. Nos hizo temblar—. ¿Eso pensaste de Molly Clark cuando la obligaste a seguirte y la mataste por estar cegado con esto?

Lily se desconcentró ante esa mención y cayó por una curva gracias a Hikaru.

Emma no fue lo suficiente veloz para disparar como hubiéramos querido.

Amelia mordió e inyectó su veneno en el rey.

Su cuerpo cayó paralizado en la carretera.

Un quejido, un desconecte grupal, nos invadió.

Caímos. Los lazos siendo intoxicados poco a poco.

Fue como flotar en el aire, estar perdido en medio del espacio y sentir a las estrellas susurrando nuestros nombres, cantando para nosotros que debíamos permanecer de pie y luchar en nombre de los antepasados de la Tierra y por Abaddón.

Saturado y desorientado, Mareritt golpeó el piso con sus puños, una fuerza helada que congeló a todo y todos, perdiendo el sonido de las respiraciones adoloridas de unos y el intento de risas victoriosas de otros.

Hubo silencio.

Los animales se callaron.

Las quimeras se detuvieron.

Los corazones poco a poco pararon y no hubo más que frío.

Aquí.

Es hora.

No hay tiempo.

Escucha las voces.

Nunca más, ¿lo olvidas?

Nunca más. Nunca más. Nunca más.

La corona debía de ser tomada. La tierra les hablaba.

Dos figuras silenciosas atravesaron la penumbra, a nada de amanecer, esquivando cuerpos de amigos y enemigos, susurros perdidos en el aire y lamentos por las malas decisiones.

Scorpius Sallow y James Miracle, príncipe de las estrellas y príncipe de Abaddón, hicieron lo que tenían que hacer antes de ser demasiado tarde. Uno, hundió las garras en los ojos cristalizados y brillantes de Karlav Colom; el otro, los colmillos en su blanda y pálida piel.

Y ahí, un 03 de noviembre en plena madrugada, rodeados de monte y agua salada, una nueva magia nos envolvió.

Un estallido de poder que trascendió y nos recorrió, envolvió y derritió en calor y hogar, paz y amor.

Nos curó.

El inicio de una nueva era.

Dos pares de pasos rompieron el silencio con el frío despejándose poco a poco por los primeros rayos mañaneros.

Dos flautas, tres graznidos y el ladrido de un labrador.

Los animales fueron los primeros en poder moverse, escapando de donde vinieron y siendo libres del terror que vivieron esos últimos días.

Dean y TaeYang irrumpieron justo en el instante en el que las fuerzas volvían a nuestros cuerpos.

Sus ojos viajaron de Scorps y James a Mareritt y a mí.

Rieron.

La cabeza me dolía.

Estaban encantados y yo nada más quería hacerlos callar.

¿Nos oyes?

Está sintiéndonos.

Yo creo que nos golpeará.

No seas ridículo. Lo venceré.

Y ahí, más presente que nunca, el hilo rojo vibró y decía:

Líder.

Amor.

Cheese.

Destino.

No había procesado lo que ese cambio implicaba, la saturación de colores y olores que se maximizó. Jamás pensé que sufriría de un ataque de todo aquello que creía conocer ya y, pese a ello, ahí estaba y me era casi imposible moverme.

Dos personas se pararon enfrente de mí.

Los oídos me zumbaban cuando alcé la mirada.

Los ahora reyes me miraban con una sonrisa y sus irises guindos.

Karlav Colom descansaba la espalda en un viejo tronco, tía Emma cuidándolo de cualquier ataque en lo que terminaba de sanar. Hikaru y YoungSoo tenían ahora una de las barras y las flechas nuevas entre sus manos, listos para retomar donde se quedaron sin limitaciones. Cabeza de Mandarina y Arcoíris marcaban distancia, seguiríamos el plan inicial. Y Mareritt, mi Mareritt, estaba recostado bocabajo, protegido por Asher, y se estiraba para tomar mi muñeca.

Mi mano derecha.

Mora azul y arándano, frambuesas y zarzamoras, salvaje y valiente impregnándose en menta y jengibre, mora y limón, picante y explosivo con su mínimo roce.

—Estamos juntos en esto —dijo.

—Estamos juntos en esto —repitió.

Estábamos juntos y teníamos que luchar por nuestro territorio.

Rey y rey, líder y sublíder, sucesores y antecesores.

Clyde olió a miedo al vernos de pie.

...

Fue así:

YoungSoo continuó su guerra con Emilia, lanzando flechas y esquivando sus telarañas lo mejor que podía. El gato savannah pasaba entre las patas de la araña, rasguñándolas y mordiéndolas cada cierto tiempo.

El señor Colom quedó ciego y su espíritu, un animal mitológico del agua, tuvo que saltar en su protección apenas la nueva guerra dio inicio. Peleó a un lado de Mar, ya que nuestros espíritus protectores se desvanecieron por la repentina evolución, y porque sus poderes eran compatibles: agua y hielo. Lucas había despertado de su ensoñación y era contra él con quien luchaban.

Me uní a ellos al darme cuenta de cuánto prefería a ese hombre inválido o, mejor, muerto.

Emma no tuvo piedad con la mamba negra, disparaba o golpeaba con la barra a su disposición, trabajando en compañía de Dean, quien la guiaba con su flauta a uno los desniveles de la carretera. Su melodía decía:

Ven. Sígueme. Atrápame. Cázame. Inténtalo.

Scorpius y James trabajaron juntos para acabar con Clyde, uno desde el cielo y el otro abajo. Él no se daba por vencido, de todos modos. Gritaba, lloriqueaba y jadeaba, peleando con garras y aleteos forzados, sin importar cuántas veces su cuerpo golpeara el suelo o cuántos huesos fueran rotos.

Sentía su desesperación y tristeza al aceptar que, por mucho que estuviera resistiendo, no habría manera de cómo siquiera decirle a Cepheus Miracle, aquel hombre que lo amó tan mal que lo envenenó y ahogó, que hizo todo lo que estaba a su alcance. Que podía arrepentirse de muchas cosas, de sus elecciones por cómo terminó fallándole, por cómo dejó que lo usara... Y, no obstante, jamás se arrepentiría de haberlo amado.

Tosió pétalos y sangre.

Eran narcisos, símbolo de su corazón roto y el de nuestra nueva era.

TaeYang se ocultó entre la maleza en lo que Hikaru hacía tiempo agotando a Lily y, una vez seguro, su canción resonó en medio de todo. Era triste, corta y azul y gris.

Una mujer se materializó.

Tenía la piel morena, ojos oscuros y cabello rizado; un porte fino, casi elegante, y una sonrisa pacífica y silenciosa que podía transmitir ese amor y devoción que sintió a la vida, incluso después de la huida de su hijo adoptivo.

Molly Clark estaba parada en medio de la carretera. El sol iluminaba su cara y la balada del viento susurraba para que esto terminara de una vez por todas.

Lily cayó de rodillas, un gimoteo quedó atrapado en su garganta y el escozor de su llanto no tardó en arrastrarnos a su océano de tristeza, corazón roto y ahí estás, amor, ¿dónde habías estado?

Asher resopló contra el piso, quebrado. Algo brillaba como un diamante entre ellos.

Era un plan sucio, nuestra única opción

—¿Valió la pena? —Preguntó la humana. Caminaba, casi flotaba, hacia su esposa—. ¿Toda esta pelea, esta sangre de inocentes derramada, era lo correcto? ¿Eres feliz ahora a su lado? ¿Pudiste evitar que la bestia dentro de él creciera?

—No. No —susurró. Sus mejillas quedaron atrapadas entre las manos del fantasma—. No pude. No soy feliz. No quiero... No quiero esto. No quiero guerra. Te quiero a ti, Molly. Vivo por ti. Respiro por ti.

—Regresa a mí. Quédate a mi lado. Canta conmigo en la luna, bailemos en las estrellas y ardamos en el sol.

—No puedo —lo que dijo a continuación no lo contemplamos—. No eres real. Este roce no es el tuyo. Este calor no es el de tus manos. Esas palabras no son tuyas, aunque funcionan. Casi te creo. Lo amas, ¿no? Amas a Clyde.

Molly asintió.

TaeYang parecía confundido. Nadie se había rehusado a su poder antes.

—Es nuestro hijo. No de sangre, si no de corazón.

—¿Recuerdas cuando conoció a Cepheus? —Soltó una risa ahogada en medio de su llanto—. Lo odié en el momento en que puso un pie en nuestro porche. Tenía... Algo. No sabía qué. De lo único que estaba segura era que, después de él, el brillo de nuestro pequeño se apagó. Y dolía. Una como madre no quiere que sus hijos sufran de esa forma, una silenciosa porque no confía en ti.

—¡Mamá...!

—Ah, ah. ¿Lo oyes? —Lily se puso de pie. Bellemore había logrado arrastrarse hasta ella—. Hace años que no me llamaba así. Ahora sé que esa calidez en mi pecho desapareció, que ese amor es repulsión y miedo por no reconocer al hombre que dice ser nuestro hijo. No lo educamos así.

—Hirió. Mató. Forzó. Utilizó.

—Sí —asintió. Era un trance en el que a duras penas era consciente de su alrededor—. No querías hacerlo, ¿recuerdas eso también? No querías beber esa infusión y él te obligó, te chantajeó diciendo que nunca te había pedido nada.

—Accedí.

—Lo hiciste. Y eso te mató. El fuego de su indiferencia te quemó viva. Fue demasiado para tu puro corazón.

—Ma...

Más tos.

Más pétalos.

Él no veía a Molly.

O, quizá, veía un fantasma en medio de su agonía y delirios.

Lily se arrodilló frente a su hijo, con la mucosidad escurriendo de sus dedos.

—¿Lo ves, cariño? Es él. Nuestro niño —el espectro se detuvo a su lado—. El día en que nos casamos, prometiste ser mi cielo y que yo sería el ser al que protegerías día y noche. Ahora, cada que lo veo, sé que también me estás viendo. Y sonríes y me abrazas, besas mis mejillas y ríes de mis chistes.

Scorpius y James no se movieron, sabían que no debían interferir.

—Es una lástima que el muchachito que vimos crecer todo este tiempo se convirtiera en esta bestia que se llevó tu vida.

Ella lo hizo por sí misma, Clyde no opuso resistencia.

Presionó sus palmas alrededor de la cara del hombre, su veneno paralizándolo y deteniendo las funciones de sus órganos en segundos.

Ambos lloraban porque sería su adiós.

—"Retira el pico de mi corazón y aleja tu forma de mi puerta. El cuervo dijo, nunca más".

Molly ya no estaba cuando se giró a buscarla.

TaeYang era quien estaba de pie y lloraba, en verdad, lloraba y temblaba.

No vi su abrazo por acabar siendo lanzado por el lagarto (la lagartija, Lucas Davis).

Golpeé mi espalda y gemí de dolor. La cabeza me daba vueltas y creía que todo era demasiado.

Demasiado color, demasiado ruido, demasiados aromas, demasiadas sensaciones.

Aquí. Aquí. Aquí.

—¡Mareritt! —Grité.

Su bastón de hielo se quebró al ser tumbado por la quimera.

Tenía heridas por todo el cuerpo.

—¿Por fin te dejarás domar, pequeña fiera?

Otra vez, sus colmillos.

Otra vez, su amenaza.

Esa vez, no podía moverme.

Esa vez, Mar confiaba ciegamente.

Confiaba en un lazo que resplandecía mucho más que antes.

—¿Por qué no me dejas acabar con tu dolor? Te sentirás muy bien.

Chasquido de huesos y músculos volvieron a oírse y el lobo (no, As) no fue más que una mancha por la rapidez en que corrió al aventarse sobre él con una de las flechas de YoungSoo entre sus manos.

Asher tomó una decisión y lo eligió a él, a nosotros.

—Estoy cansado de los cobardes —la punta se hundió en su pecho, desgarrando piel y órganos—. De ti. De mí. Y quiero un cambio, quiero ser más. Ojalá te ahogues en tus tristezas, en los abusos que ejerciste y que, por la eternidad, revivas una y otra vez lo que hiciste.

Emilia gritó cuando Amelia logró ser paralizada, igual que ella.

—¡No pueden...! —Hablar le costaba—. ¡No pueden separarla de mí! ¡No quiso hacerlo, no quiso hacerlo! Fue un accidente. Ella no...

Su voz se apagó, sus balbuceos adoloridos y entrecortados fueron lo único que se escuchó mientras intentaba llegar hasta su hermana.

Se arrastraba. El veneno no tardaría en acelerar su corazón y contraer sus músculos, inmovilizándola y asfixiándola.

Dean no dijo nada cuando su cuerpo se sumó al de la mamba y las vio en silencio.

Pasaban de las seis de la mañana. Nos dimos cuenta hasta que todos estuvimos de pie, acelerados y con las extremidades temblorosas.

Mareritt se asustó al ver a su amigo (y a su amiguito) desnudo.

—De todo lo que podía pasar, no esperaba eso —confesó.

Algunos reímos, cansados; otros, todavía procesaban.

TaeYang cubrió la desnudez de Asher con el suéter que se puso antes de salir.

Lily y As se reunieron.

No eran amenazas.

Todo había terminado.

...

En lo que Emma auxiliaba al señor Colom, Dean y Tae se hicieron cargo de los vehículos que dejamos en medio del camino para evitar accidentes. La gente no tardaría en pasar para dirigirse a sus trabajos.

Mar y yo nos centramos en hacer el ritual al alma de Lucas para que los espíritus de Amadahy se la llevaran y lo castigaran. Scorpius y James, hicieron lo mismo con la de Clyde; YoungSoo y Hikaru, con las gemelas.

Mareritt besó mis labios sin importarle el sabor metálico.

Tenía hambre.

El primer día de una nueva era. 

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