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Capítulo 20: Mandarina y jazmín

HIJOS DE LA NOCHE

HIJO DE UN SUEÑO

CAPÍTULO 20: MANDARINA Y JAZMÍN

Para finales de la segunda semana, ya nos habíamos acostumbrado al ritmo que decidimos mantener durante nuestra estadía. Incluso intercambiamos un par de palabras con los vecinos, padres de familia muy "agradables" y detallistas a los que veíamos llevar a sus hijos al colegio antes de dirigirse al trabajo cada que llegábamos de correr; los niños variaban entre los ocho y quince años.

—Qué curioso —dijo uno esta mañana, viendo a Mareritt con atención. Era el mayor de todos, iba a tercero de secundaria y olía a hormonas juveniles—. ¿Nunca habías estado por aquí antes? Tengo la sensación de haberte visto en el pasado. Siento que tengo la respuesta en la punta de la lengua.

Por su acento, no parecían originarios del estado.

Su mamá le dio un último aviso para que se subiera a la camioneta o lo dejaría y tendría que irse a pie a la escuela. Ella se despidió con una risa vibrante apenas su hijo le hizo caso y su marido comenzó a conducir.

—Yo creo que quería otra cosa en la punta de su lengua —todos hicimos una mueca de asco con el comentario de YoungSoo—. ¿Qué? Está en secundaria, de seguro es en lo único que piensa.

Gruñí, un quejido natural que no pude controlar. ¿Cómo un adolescente desgarbado quería coquetear con mi pareja?

—¿Eso no cuenta como chiste sexual? —Pregunté.

—No fue un chiste. Lo decía en serio —respondió con una sonrisa, cerrando la puerta detrás de él. Nos estábamos muriendo de calor—. Creo conocer bien la mirada de alguien que quiere experimentar con su sexualidad... O está teniendo su primer crush con alguien del mismo sexo, en cualquier caso.

—No es algo de lo que debes estar orgulloso.

—No lo molestes —Hikaru me advirtió desde el otro lado de la sala—. Todos tenemos algo de lo cual nos arrepentimos en el pasado.

Su esposo pareció ofenderse un poco.

—No es algo vergonzoso —los más cercanos a él nos le quedamos viendo. No le creíamos nada. Se sonrojó e intentó disimularlo entornando los ojos—. Bueno, a lo mejor sí lo hago con algunos demonios. No con todos. Conocí a personas interesantes gracias a eso.

—No es la mejor forma de hacerlo.

James pasó directo a hacerse cargo del almuerzo. Era su turno, después de haberme explotado los últimos tres días.

—Scorpius —pronunció su nombre de manera acusadora. Se sentía atacado—, se supone que eres mi mejor amigo y que debes de apoyarme en todo, por muy mal que esté. Soy tu nalga derecha, es lo mínimo que espero.

Su mejor amigo rio, sentado en un banco de la barra de la cocina. Su amistad no era de ese tipo, él siempre le decía los errores que creía que cometió para que aprendiera de ellos y fuera a disculparse.

—Lo más seguro es que lo estuviera diciendo porque me tuvo que reconocer por las noticias o los vídeos de Internet —Mar comentó cuando se dio cuenta de mi (inmaduro e inconsciente) ceño fruncido. Se le oía divertido por la situación—. Todo el revuelo con Lucas y Asher está haciendo que salgan pruebas de lo que vivimos Aira y yo, cosas que han hallado nuestros seguidores y que nosotros nunca habíamos visto.

Tenía razón.

La mayoría de ellos eran cortos y con un mensaje explicando la situación que se mostraba. La posible razón de por qué él lucía deprimido después de un ensayo en la pista, cómo su prima parecía incómoda con que Lucas la tomara de la cintura frente a las cámaras o las sonrisas fingidas que le dirigían a la prensa cuando éste los veía con los brazos cruzados.

—Me veía patético. No sé por qué no salí antes de ahí —confesó—. Una cosa es tener una relación tóxica fuera del alcance de los medios y otra muy diferente que todos puedan capturar tus momentos más desafortunados sin que te des cuenta.

Suavicé mi expresión cuando acudió a mis brazos.

Apoyé la frente entre su cabello.

Si la plática hubiera sido de otro tema, le habría pedido que no se me pegara demasiado porque me daba asco que la gente se me acercara cuando yo sudaba. En ese caso, estaba bien. Yo también quería abrazarlo y tenerlo cerca, por mucho que nuestros lazos estuvieran relajados y equilibrados.

—Los fanáticos muchas veces trabajan más por el bienestar de sus ídolos que las mismas autoridades —TaeYang agregó. Estaba sentado en un sofá y estaba rojo de la cara—. Sotsuya es así con Midnight Pleasure. Recuerdo una vez que los acusaron de plagio.

Nosotros no hicimos nada porque ni siquiera nos enteramos en ese entonces. Eran discusiones que se daban en redes sociales y no salían de ahí, sin contar que la acusación había sido hecha por un artista que buscaba relevancia y, a palabras de Elizabeth, no ganábamos nada haciéndole caso.

Dean le acercó a Arcoíris con Patas un frasco del barro medicinal que usábamos para las quemaduras, hecho con la tierra de casa. Sus cuervos estaban afuera, cerca de la ventana.

—Los míos, por lo menos durante la mayoría de la época en que seguía patinando, en lo que único que se concentraban eran en los bromances —Mareritt recordó, detalle que me hizo despegar mi rostro de él para verlo con curiosidad—. Romances de broma que se suelen hacer entre dos personajes o artistas —explicó.

No existían de esos en Abaddón.

El tema de las almas gemelas no era algo con lo cual su gente jugara o se entrometiera, ya que era incómodo. Casi siempre los demonios éramos más reservados que los vampiros. Muchos preferían dejarlo para la privacidad con su pareja, como el sabor que los remonta a su primer beso o la sensación y descripción del hilo rojo que los une.

—Lo hacían con Asher y conmigo —prosiguió, como si no hubiera sido suficiente la idea de un adolescente tratando de coquetearle—. Es muy divertido. Exageran nuestras interacciones, incluidas las miradas y las sonrisas. Bueno, a veces llegan a acertar y... Oh, Dios. ¿Estás celoso de verdad?

Su risa se coló por mis huesos y fue como punzadas en mi corazón.

Los extremos de sus ojos se arrugaron un poco y echó la cabeza hacia atrás, golpeándose un poco con uno de mis hombros. Ni después de su gemido adolorido dejó de reírse.

Pude jurar escuchar a otros unírsele por unos segundos.

—No estoy celoso —respondí—. Estoy incómodo con la idea de verte con alguien más que no sea yo en este punto de nuestras vidas. No quiero pensar en eso.

—Eso es estar celoso —TaeYang susurró.

Mar seguía riéndose y tratando de decirme que no eran más que fantasías de los fans, que entre ellos nunca pasó nada.

—Déjenlo —agradecí a Scorpius por defenderme—. Debe ser difícil para una raza de románticos empedernidos, así que está en todo su derecho. A mí tampoco me gustaría ver a James con alguien más, ni siquiera imaginármelo.

Sí. Era eso. No estaba molesto con su pasado, lo estaba con la idea actual.

Lo único que quería era ser quien lo hiciera feliz.

—Están casados. Es diferente —minimizó YoungSoo.

—A ti no te pareció muy lindo enterarte que no serías mi primera pareja y por no ser virgen —Hikaru señaló. Siempre eran chistosas sus disputas—. No sé qué esperabas, si ya tenía treinta.

—Esto es mi karma por burlarme del viejo de Jim —concluyó el otro.

El trago amargo de mis sentimientos siendo malinterpretados desapareció al recibir un besito en el mentón, casi en los labios.

Mareritt me sonrió e iba a iniciar a contarnos cómo se desencadenó todo su bromances con Asher para disipar nuestras dudas, hasta que James nos pidió que nos fuéramos a sentar para que la comida no se enfriara.

Preparó avena con manzana y canela, algunos hot-cakes y sirvió parte de la fruta que piqué la noche anterior.

—Su padre no era una buena persona —dijo, sirviéndose unos cuantos arándanos junto a sus panqueques—. Pasaba la mayor parte del tiempo ebrio, minimizaba los logros de su esposa, la ridiculizaba y era muy violento. Llegó a golpearla varias veces estando embarazada. No dudo que haya sido una tortura.

» Ella logró divorciarse y poner una orden de alejamiento meses después de dar a luz. No quería que su hijo creciera rodeado de dolor, creía ya haberle transmitido muchos pesares durante los nueve meses en los que lo cargó en su vientre. Se llamaba Sophia y era encantadora, una mujer luchadora y divertida.

—Se llamaba —repitió Dean. Tenía miel en los labios.

—Falleció hace un par de años. Cáncer —resumió. No especificó el tipo—. Fue demasiado para todos nosotros, en especial para Asher. Siempre lo apoyó, costeó todos los viajes que fueran necesarios y estuvo en cada una de sus competencias. Tuvo un papel muy importante en su carrera... Su ausencia dejó un hueco en él que fue imposible de llenar.

No necesité ver a Scorpius para saber que estaba pensando en los Lynx, la única familia humana con la que nuestro círculo tuvo contacto de una u otra manera y a la que la leucemia le arrebató a uno de sus integrantes más jóvenes.

—Creo que el hecho de ambos perder a alguien cercano fue lo que nos unió más en ese entonces —admitió, tras tomar un poco de café—. Para ese año, mi tío ya nos había dejado.

» Comenzamos a ir juntos a todas partes cada que podíamos y compartíamos un lenguaje que solo nosotros entendíamos. Nuestros seguidores descifraron algunas cosas, muy pocas, y nos imitaban cada que nos los topábamos por la calle. Era lindo, un escape de mi realidad con Lucas.

» Amo a Aira, es mi compañera de vida y no me imagino sin ella; sin embargo, él también era mi lugar seguro. Era donde podía desconectarme de todas mis presiones y olvidaba la pesadez en mi pecho que me invadía cada que me cruzaba con los Davis.

Mar se detuvo, sus ojos se entrecerraron y parecía pensar sus palabras.

No comenté nada. Me sentía igual con el equipo de Midnight Pleasure.

—Por eso no puedo odiarlo —continuó a los segundos—. No hice suficiente para demostrarle que confiaba en él, nunca le dije que lo quería y que le agradecía por todas las veces en que me acompañó en mis días difíciles. Me oculté con el pretexto de suponer que ya lo sabía, que no había necesidad, porque no necesitábamos hablar para entendernos.

—Algunas personas necesitan que les recuerden algunas cosas y otras no lo necesitan —repetí lo que oí del señor Colom la noche en que Scorps nos mostró lo que vivió con las quimeras.

Los demás tardaron un poco en pensarlo, antes de asentir.

—Sí, exacto —estaba aliviado de que pude entenderlo—. El bromance se dio un poco después del fallecimiento de Sophia, cuando hicimos un show en su honor, como lo hicimos Aira y yo meses después de la muerte de mi tío. Era como familia, merecía el mismo trato —ninguno necesitó que nos convenciera—. Asistió mucha gente de la ciudad y los alrededores. Usamos el dinero de las entradas para donarlo a una fundación que brindaba apoyo a la lucha contra el cáncer.

A los fanáticos les gustó nuestra convivencia y química dentro y fuera de la pista, así que no tardaron en suponer que había algo entre ambos. Era de los pocos que podían derribar las barreras del hombre considerado una pesadilla para los patinadores.

—Y pensar que Lucas se encargó de manchar la imagen de ambos diciendo que tú tenías miedo de enfrentarte a él —James pensó en voz alta—. Es una lástima que su amistad haya tenido que pasar por todo esto.

Hikaru, quien se había mantenido al margen a lo largo de la plática, fijó la mirada en la pantalla de su celular cuando le llegó la alerta de nuevas noticias. Una tensión en los hilos dorado y negro que nos unían a él nos hizo girar a verlo.

Palideció casi al instante en que leyó el título del artículo en cuestión.

—¿Qué pasó? —Preguntó su esposo, echándose sobre su hombro para intentar ver—. ¿Se viene una ola de calor más fuerte? ¿O es algo acerca de la marea?

—Peor —confesó y le pasó el teléfono para que pudiera leer mejor. No parecía saber hacia quién de nosotros dirigirse, así que hizo lo que consideró correcto: ver a Mareritt—. Lucas no asistió ayer al juicio por la demanda de hostigamiento y acoso laboral.

A nadie le gustó esa noticia.

YoungSoo chasqueó la lengua, molesto, y les pasó el celular a nuestros líderes.

Mar estaba sonrojado por la sobredosis de emociones por las que estaba pasando y por tratar de formular una oración que no contuviera todas las groserías que conocía. Sabía que no le gustaba decirlas y que se carcomía la cabeza pensando en cómo evitarlas (por mucho que le diera risa cómo las decían otros), así que hablé yo por él.

—¿Por qué? ¿Le pasó algo grave? ¿Qué leíste?

Por primera vez, sentí un poco de frustración e inquietud proveniente de su parte.

—Los señores Davis dicen que no sabe dónde está desde hace dos días, que imaginaron que estaría en casa de algún amigo para mentalizarse y que ellos no tenían pensado asistir al juicio porque su hijo les pidió no hacerlo —Hikaru explicó con pocas palabras—. Supieron que no fue hasta que fueron a investigar la razón de su ausencia.

Mareritt dejó sus cubiertos sobre la mesa y se pasó una mano sobre el mentón y el cuello, como si intentara concentrarse en la textura de su piel.

Estiró el cuello de su camiseta y suspiró.

Sujeté su mano sobre la mesa.

Estoy aquí.

Estás aquí.

Sonreímos un poco.

—Escapó de los cargos —dedujo por sí mismo al procesar la situación—. El maldito cobarde no fue capaz de dar la cara por sus faltas frente a un juez porque habría sido prueba suficiente para los internautas para confirmar los cargos en su contra. Porque tiene algo que temer.

Porque todas eran ciertas y, una vez comenzando con una, las sentencias se volverían más frecuentes y acabaría teniendo los suficientes años en la cárcel para no salir hasta perder gran parte de su vida ahí dentro.

El mundo deportivo ardía en redes ante las nuevas injusticias y tachaban a Mason Davis por ocultar a su hijastro, por mucho que negara y jurara no tener idea de dónde estaba.

—Fueron al último departamento que rentó —YoungSoo continuó. Desprendía un aroma ácido que quemaba mis fosas nasales, el del enojo—. El arrendatario asegura no haber sabido de él desde el último pago, a inicios de mes. La recepcionista dijo que lo vio salir hace tres noches y que no lo vio regresar.

—"En su propiedad se encontró todo bajo control —leyó Scorpius en voz alta. Él era el más frustrado, después de mi destinado—. No faltaban pertenencias de valor, había hoyas con comida en la estufa, tenía ropa en la lavadora y los últimos mensajes registrados en su celular eran con su familia".

No había rastros de él, ni de un plan que haya ideado para escapar. Lo último que captaron unas cámaras de seguridad fue que se dirigió a pie al norte de Corado Springs, su ciudad, en dirección al Bosque Nacional Pike. No iba en compañía de nadie, ni con objetos de importancia a la vista.

Una desaparición muy extraña.

Lo único destacable para Mar fue que usaba una camiseta que le regaló hacía años.

—Tengo un mal presentimiento —admití.

El estómago me dolía y eso significaba desgracias (ya fueran para mí u otros), las manos me sudaban y sentía calor en la parte trasera del cuello.

La unión con Mareritt me estaba afectando y no sabía cómo reaccionar. No diferenciaba entre mis sentimientos y los suyos. De lo único que estaba seguro era que ambos estábamos inquietos y a la defensiva, como gatos con el pelo erizado y las orejas echadas atrás.

Un gruñido molesto a mis espaldas me hizo girarme un poco.

El samoyedo que tanto conocíamos estaba ahí, mostraba los dientes y arrugaba el hocico.

Desapareció tan rápido como apareció, justo cuando una llamada entró al celular de Scorpius.

El sonido nos hizo estremecer.

—Es Iris —logró decir, antes de responder.

James salió de prisa en busca de su laptop, mientras nosotros nos dirigíamos al jardín por suponer que querrían privacidad, como al final de la última junta.

—No —nos detuvo Scorps con un tono grave, diferente al suave y agudo que solía usar. Nos detuvimos frente a la puerta corrediza—. Quieren que se queden, las Maine también lo harán. Dice que es algo importante.

...

Así que ahí estábamos, sentados en la sala y con el mismo sistema que nos permitía estar mejor distribuidos la última vez.

No pudimos negarnos a los ojos brillantes y escarlatas de nuestro líder, mucho menos con la seriedad y la tensión que nos estaba invadiendo a cada uno del clan.

Los Ainsworth parecían haber adaptado una de sus habitaciones para que también salieran todos. Ethan estaba junto a su esposa y alrededor de los dos se distribuían los demás en diferentes sillones y pequeños sofás.

—Gracias por quedarse todos —no tenía nada que agradecer. Era casi un honor, algo a lo que nuestras almas no podían negarse—. Lamentamos tardar tanto en traer actualizaciones. Tardamos más de lo esperado buscando la casa de las Clark, no queríamos vernos sospechosos.

Iris llevaba uno de los trajes semiformales hechos a la medida que le pidió a Hikaru hacía un año, debía haberse cansado de los vestidos y las faldas veraniegas.

—Antes de hablar sobre ellas, quisiera iniciar con la otra tarea que nos habían dejado —no pensé que fueran a hablar de eso frente a nosotros. Yo no había dicho nada por eso.

Los dos integrantes restantes del Gran Consejo accedieron.

Los cuervos de Dean golpearon el cristal de la ventana con sus picos como respuesta.

—Fuimos al departamento de Asher O'Hara, como pedido de Scorpius y James —informó. En la pared de atrás suya estaba unas fotos con Hayden y Aylan—. Fue fácil dar con él. Emma recordó la dirección y, en sí, seguía siendo la misma.

—¿Por qué...?

Iris no se detuvo con la interrupción de Mareritt.

Él apretó más mi mano como respuesta, seguía sin soltarla desde lo de Lucas.

—Aira fue la encargada de ir con el pretexto de querer saber cómo estaba después de todo el alboroto que se armó estos meses, hasta compramos galletas para que pareciera más genuino. Nosotros nos quedamos en el lobby, esperando.

—Nadie abrió y los vecinos no estaban, así que busqué la llave de repuesto en donde sabía que estaría: entre las hojas de la maseta que tenía en el pasillo —continuó la mencionada. Tenía en su regazo algo que no logré distinguir—. Entré y al instante sentí que algo andaba mal, aunque todo estuviera en su lugar y Asher no pareciera estar. Todo era... Su aroma... Era como si todo estuviera desvaneciéndose, ¿me explico?

» Los recuerdos de las reuniones que organizaba, su decoración bohemia que tanto odio, las fotografías de los días importantes y las notitas de lo que haría esta semana en el calendario de la cocina... Todo estaba ahí, pero él estaba desvaneciéndose. Tendría que haber olido a él, a sus aceites esenciales y a limpio, como el adicto a la limpieza que es.

» No había casi nada de él ahí, Orión. No había más que polvo, un rastro casi desvanecido por completo y el aroma a desesperación en su habitación. Casi me ahogo ahí dentro de lo profundo que fue, del azote de azul y gris que me llevé.

Se puso de pie para mostrar más cerca de la cámara lo que sostenía.

Era un marco para fotos con una imagen de Mar y él juntos en su última competencia, antes de la del accidente. Ambos sonreían a la cámara y ella salía al fondo haciendo su típica expresión juzgona, los tres enseñando sus premios.

Los latidos de mi destinado se aceleraron.

—Estaba en su cama junto a un collar que le regalaste en su último cumpleaños —explicó. También sacó la cadenita del bolsillo de su vestido—. No sé... No sé por qué los agarré. Te los daré apenas se acabe la reunión, así que quédate pendiente del portal. Lo correcto es que lo tengas tú.

Porque Asher desapareció.

Porque su pasado se estaba fragmentando frente a sus ojos.

Su padre, Lucas huyendo y sin pistas del paradero de su mejor amigo.

Aira volvió a su lugar apenas recibió un asentimiento casi mecánico por parte de su primo. Tía Emma lo notó y pareció sentirse mal, preocupada e indecisa de si decir eso fue lo mejor para su hijo.

—No creo que debamos...

—Tarde o temprano lo sabrá —señaló Shirley, apoyándola con un apretón en su hombro.

—Prosiguiendo con la misión de las quimeras —Iris retomó la palabra—. Tardamos más de lo esperado en dar con la casa de las Clark. Fuimos primero a su local, al contar con su dirección, y a partir de ahí preguntamos a diferentes personas si sabían algo.

» Apenas ayer en la noche dimos con la residencia y... Bueno... Digamos que hicimos algunas cosas ilegales, otra vez. Para que redacten eso en los informes de la investigación.

—¿No sería más fácil no hacer cosas ilegales? —Le regañó su primo.

—Scorpius, no había nadie. Todo estaba a oscuras y el jardín delantero estaba lleno de tierra, como si no lo hubieran barrido desde hace días —se defendió. Víctor presentó fotografías como pruebas—. Sé que es una viuda y muchas veces no nos sentimos con ganas de nada. No obstante, no es una justificación. Era un chiquero, te lo prometo.

Y lo era.

Parecían no haber limpiado desde hacía más de una semana. Había hojas secas, tierra y bolsas de plástico o empaquetados de comida entre las rejas que rodeaban la casita.

—Puse a dormir a todos en la calle para que pudiéramos entrar y varias copias de Ryuu se quedaron vigilando —continuó el sublíder.

No era ilegal para los humanos; para nosotros, un poco.

—Fue horrible, Scorps —aseguró Iris. Durante los informes, pocas veces era subjetiva—. Olía a muerte, a sangre y vísceras. Nunca había sentido tantas ganas de vomitar. No sabemos qué pasó ahí dentro y tampoco creemos que haya sido un asesinato causado por el miedo del ladrón al ser sorprendido en la casa.

» Era llanto y desesperación, furia y decepción, animal y humano, agonía y un corazón roto. No sé cómo explicarlo... Desde que transformé a Víctor, no había percibido algo tan fuerte y asqueroso. Ni siquiera el enfrentamiento con los Lawson se acerca un poco.

—Signos de guerra —James intentó suponer.

—Signos de sumisión —corrigió con pena Víctor. Era el más sensible en la interpretación de esos temas—. No había rastros de pelea ni de discusiones. Fue como si se hubiera sacrificado, como si conociera al atacante y supiera lo que venía.

Dean produjo un quejido y se refugió en TaeYang.

—Lily estaba azul y gris y, juro por todo lo que quieras, negro —un color difícil de digerir, en especial para Scorpius—. Fue como sumergirse en las profundidades del océano y estar consciente de cómo te estás ahogando, de cómo vas perdiendo el oxígeno y va entrando agua a tus pulmones. El mareo, el dolor de cabeza y el ardor en la nariz. La desesperación, la corriente y la sal jalando de ti.

Lily estaba destrozada y agonizaba por Molly.

—Y hay más —Aira agregó—. Los demás no lo sintieron porque no entraron conmigo, yo sí lo percibí. Esa esencia, ese rastro que se estaba perdiendo en casa de Asher, estaba ahí. Era... Era mandarina y jazmín. Era fuerte, lo suficiente para sentirlo por debajo del dolor de las Clark.

Lo recordé.

El aroma.

Yo no lo reconocí; Mareritt, sí.

—La tienda de regalos del museo —susurré. Todos se giraron a verme—. Mandarina y jazmín, eucalipto y tomillo. Me picaba la nariz. Era horrible. Demasiado fuerte, demasiado presente.

—Sí... Sí, también había eso —hizo memoria Aira—. Si bien se me hizo conocido, lo ignoré. Es como un recuerdo borroso. No estaba lo suficiente presente, como para ser de Lily, Molly o Clyde. Eran tenues, como si hubieran estado un par de días y no hubieran logrado impregnarse.

Mar y yo nos vimos el uno al otro en silencio.

Era mucha coincidencia.

La desaparición de Asher, la huida de Lucas y las mamás adoptivas de Clyde.

—Las quimeras —dedujo—. Pueden ser ellos.

—Y estuvieron aquí —agregué.

Los cuervos cantaron afuera. 

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