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Capítulo 14: Solo para ti

HIJOS DE LA NOCHE

HIJO DE LAS ESTRELLAS

CAPÍTULO 14: SOLO PARA TI

Era la última historia de la noche y, por supuesto, ni siquiera esa comenzó sin un poco de charla. Se podría decir que, gracias a que fue una agradable velada llena de descubrimientos, pudimos lograr que Chase abriera los ojos sobre el tema de Dalila y que Iris sanara (un poco) el dolor y culpa con los que estuvo viviendo los últimos meses.

—Aún si Mareritt no es tu destinado, Chefcito —Aira habló desde su lugar, mientras acariciaba a su pajarito. Debido a que Karlav se negaba a acostarse en el césped sin mantas, tuvimos que esperar a que volviera con cobijas y cojines para todos con ayuda de Dean y TaeYang—, no creo que debas de cerrarte a la idea de hallar a Dalila en un hombre. Ser heterosexual es muy del siglo pasado.

—¿Sí tomas en cuenta que somos del siglo pasado? Y del antepasado... Y más... —YoungSoo nos hizo carcajear. Nuestros amigos y el rey llegaron cargados con el montón de cosas que usamos horas atrás, cuando salimos la primera vez después de la lluvia—. El problema es que a Chase le da miedo ser el de abajo.

—Una vez más —Aira se apuró a hablar—, preferiría no tener en mi cabeza la imagen de mi mejor amigo teniendo sexo con mi primo, por favor. Es muy traumático, ¿comprenden? Deberíamos de ponernos algunos límites, ahora que tenemos esta plática.

—Ya lo hemos intentado —Víctor le respondió—. No funciona, en especial con los Sallow. Nosotros somos un poco más civilizados, gracias a la seriedad de los tíos Ethan y Crystal... ¡Incluso la tía Iris es una mujer muy diferente a la que es cuando está en Abaddón, con Scorpius! De seguro Hayden se llevó una imagen muy diferente de ella —rio.

Eso era cierto.

Iris siempre se mostró muy pacífica y recta con sus ideales frente a él, queriendo sorprenderlo y evitar que tuviera una mala impresión de los vampiros y demonios; no obstante, demostró el otro lado de la moneda cuando comenzó el enfrentamiento contra Crystal. Mostró su frustración y desesperación, su tristeza y enojo, su corazón roto y su alma dividida.

Ethan, tal y como Hikaru pensó desde que lo vio, era su soporte. El ancla que la mantenía atada a la tierra para que no perdiera los estribos. En parte, era algo que los destinados hacían, si era necesario. Yo lo era para James cuando se encontraba alterado por el montón de trabajo que cargaba consigo, aún después de haber dejado el puesto de príncipe; él lo era conmigo cuando me estresaba por no poder sobrellevar los horarios del "Arca de Noé" y mis deberes como miembro del Gran Consejo.

—Comienza antes de quedar más mal con Aira, por favor —me pidió mi prima apenas todos estuvimos mejor acomodados, cubiertos y recargados contra algo más suave que extremidades de otros.

No me hice del rogar.

YoungSoo y yo logramos convencer a James y a Hikaru de tener nuestras bodas el mismo día para poder festejarlas a lo grande. Digan lo que digan ellos en la actualidad, no fueron difíciles de convencer porque los dejamos escoger los lugares en los que tendríamos nuestras lunas de miel, así que sería un trato muy justo para los cuatro.

Fue en otoño de 1979, lejos de la primera cita que tuvieron mi mejor amigo y su pareja.

Decidimos organizar todo en Amadahy a finales de octubre para que pudieran asistir todas las personas importantes de ambas parejas: familia, amigos, socios y trabajadores de los palacios a los que les tuviéramos gran confianza.

Gozamos de un clima fantástico y un escenario nocturno maravilloso, con el brillo de las estrellas y la Luna reflejándose en las superficies de agua que nos rodeaban. James y yo supimos eso con anticipación debido a la incontable cantidad de veces que tuvimos citas ahí; si alguien podía entrar y salir del Bosque del Perdón, sin usar poderes y sin perderse, esos éramos nosotros.

Para esa fecha tan importante, recurrimos a monsieur Bellec para nuestros trajes, recomendado por el señor Spinster. Para no haberle hecho pedidos con anterioridad, comprendió muy bien nuestros estilos y las ideas que teníamos planeadas para cada uno.

Para nuestra primera reunión, los cuatro le contamos un aproximado de lo que buscábamos y los colores planeados para cada uno: blanco y dorado para YoungSoo, dorado y negro para mí, negro y lila para James y lila y blanco para Hikaru; para esa segunda cita, él preparó diferentes diseños para nosotros.

—Si bien comprendo que no quieren ver el conjunto de su pareja, ¿ni siquiera verán los dibujos que hice? —Nos preguntó.

—Scorps y yo nos guiaremos mutuamente, James y mi prometido lo harán entre ellos... Por favor, que no sea nada holgado —le susurró lo suficiente fuerte para que todos pudiéramos oírlo. Yo me reí; nuestras parejas, no.

Para su fortuna de Young, Hikaru tenía un estilo minimalista; por otro lado, James... Todo lo que hiciera era puesto a prueba. Él sí pasó por su etapa de "vago", como lo describiría mi mejor amigo. Yo jamás me quejé porque me gustaba robarle ropa para dormir o limpiar en la casa.

—En ese caso, les pido de favor no pasar a la segunda parte de mi taller, si no forman parte de la pareja que menciona, joven Hwang —nos avisó con su típica voz quedita. Era más bajo que yo y albino, con un montón de pecas—. Ahí es donde realizo mis trabajos y, a menos que se los pida, me gustaría evitarles el disgusto de toparse con un conjunto ajeno.

Tardó más de cuatro meses en acabar, aún con la ayuda de sus mejores asistentes, debido a que era muy pulcro y atento con su trabajo; sin mencionar que, aparte de los colores, le hicimos hincapié en otros detalles que deseábamos, como el que los Miracle queríamos algo relacionado a las estrellas y los Kaneko a las flores.

...

El día de la boda, YoungSoo y yo nos arreglamos en compañía de Iris y Crystal en casa de los Ainsworth.

—¡Guau! —Exclamó mi prima al abrir el portavestidos en el que iba mi atuendo. Ella había acabado de peinarse y maquillarse desde hacía más de una hora, así que anduvo con una bata de baño para no sudar su ropa—. ¡Pensé que decías de broma que pedirías algo así a monsieur Bellec! Aylan estará encantado con esto, sin duda.

Aylan Lars fue el último miembro de los Ainsworth, en ese entonces. Su sonrisa era como la de un angelito, pese a ser más coqueto que el mismo Diablo. Sin duda, mi orgullo, tras haberme enterado que era su ejemplo por seguir en la danza.

—Yo creo que es más lindo el de YoungSoo —dijo Crystal, contradiciéndola. A diferencia de mi prima, estaba lista. El vestido verde azulado elegido para las damas le fue como anillo al dedo, hasta le hizo ver más alta de lo que era.

Mi amigo mandó a hacer un traje muy alejado a lo que se veía con normalidad en los hombres, incluso en el mundo demoniaco. Escogió una tela gruesa de tono hueso para el conjunto de su pantalón y la pieza superior, un curioso saco de mangas cortas y sin cuello con flores doradas bordadas con lentejuelas, y un cinturón grueso que resaltaba su silueta.

—¡Yo le regalé los accesorios! —Alardeé. Eran una gargantilla y unos guantes beige de los mismos tonos, encargados de cubrir las zonas desnudas de su cuerpo.

—¿Estás seguro de no usar una camisa abajo? —Le preguntó su mejor amiga. El saco cerraba hasta finalizar el esternón, donde comenzaba la gran hebilla de su cinto, dejando su pecho descubierto. Era imposible no dirigir la vista ahí y ver un par de lunares.

—Me quiero sentir sexy y elegante en mi boda —respondió sin bacilar—. Esto es para aquellos hombres que usan trajes simples y aburridos, ¡lo haré en nombre de la moda...! ¡Y para opacar el traje de mi hermano! Se querrá casar por segunda vez, cuando me vea.

En fin, un Hwang siendo un Hwang.

Iris me ayudó a vestirme segundos después de haberse puesto su vestido, del mismo estilo y color que el de Crystal, y sus altos tacones.

Mi conjunto también fue fuera de lo común, puesto que fue un pantalón dorado de talle alto y ajustado con un bordado del mismo color que se extendía desde mis caderas hasta el pecho, cumpliendo el papel de una camisa y dejando a la vista también gran parte de mi piel. Para disimular mi desnudez, YoungSoo me mandó hacer una capa hecha de tela fina y transparentosa del mismo tono que el resto de mi ropa, con figuras de estrellas y constelaciones bordadas con hilo negro.

—Viéndote así, dan ganas de tocarte el trasero —halagó a su manera Hwang, próximo Kaneko. Iris rio a la par que acomodaba la cola de la capa—. ¡Ah, Scorps! —Recordó y se me acercó demasiado, poniendo sus manos sobre mis hombros—. Si después de la fiesta piensas hacer cochinadas con Jim, procura que no rompa nada.

—¿Por qué lo rompería? —Preguntó Crystal, sin haber comprendido. Ni siquiera Iris, a la que James y yo le contábamos todo, entendió.

—Tienen ese... —Buscó las palabras adecuadas y se apartó de mí tan pronto como llegó, dramatizando el momento, típico de él—. Ese "fetiche" extraño con la transformación demoniaca de Jim y no quiero que...

—¡Entendemos! —Me apuré apenas puso en claro su propósito de avergonzarme—. Te recuerdo que el que tiene el afán de cosas bruscas en la intimidad eres tú, así que no le levantes falsos a mi prometido porque te ves proyectado en él.

—¡Eso es tan...! —Guardó silencio, atragantándose con las palabras por mi repentino ataque—. No es mi culpa que Hikaru tenga grandes manos, ¿bien?

Por respeto, no respondí y fui hacia la puerta para ir con los trabajadores que nos esperaron para transportarnos hacia Amadahy.

—Espera, ¡¿acabas de decir "intimidad"?! —No le avergonzó gritarme desde el barandal de las escaleras, antes de seguirme en compañía de las muchachas—. ¿Quién diablos le dice "intimidad" al sexo, aparte de ti? Por Orión, se oye peor que "coito".

Crystal e Iris decidieron mantenerse alejadas de nuestra discusión para evitar que salieran sus secretos a la luz.

En un abrir y cerrar de ojos, aparecimos en la entrada del bosque, justo donde Ryuu y Víctor nos esperaban para dar aviso del inicio de la ceremonia. Se acercaron para abrazarnos y desearnos muy buena suerte, antes de irse.

Nos organizamos como lo ensayado, siendo el resto de los fundadores quienes encabezaron la entrada nupcial junto a sus acompañantes, siendo las damas de honor y "amigos de los novios".

La melodía comenzó. Matthew y Demian, siendo los únicos disponibles de Midnight Pleasure ese día, entonaron la canción que elegimos en compañía de un bello piano. Era suave y arrulladora, como un lindo baile en pareja bajo las estrellas.

Este milagro que me has dado, es mi tesoro más valioso —el esposo de Lizzy tuvo que ensayar demasiado en compañía de Ryuunosuke, debido a que era en japonés y él no dominaba del todo el idioma. Quisimos ese toque especial en honor a la nacionalidad de Hikaru, quien hizo demasiado por adaptarse al inglés en esos años—. Solo por ti, cariño. Oh, déjame estar a tu lado... Significas mucho para mí.

La línea de parejas comenzó a avanzar con suavidad. ¡Era larguísima! Siguieron nuestros seres más cercanos: Dean en compañía de TaeYang, Aylan del brazo de Chase, Ryuunosuke junto a Víctor y Elizabeth con HyunSeok (en honor a Demian y Matthew).

Ninguno de los invitados sabía cuán extensa era, puesto que nos encontrábamos dentro del pasillo central, adornado de polvo de estrellas y flores. El techado seguía hasta un par de pasos antes de llegar a la alfombra que nos conduciría entre las dos columnas de asientos y nos llevaría hacia donde luego llegaría el rey, quien oficializaría el proceso con un discurso.

Nos conocimos, charlamos... Y tus ojos me cautivaron... Y me fue natural sentir que me derretía frente a ti —los nervios y la emoción golpearon en mi interior cuando la voz de Matthew me trajo de nuevo a la realidad. No me había percatado desde qué momento contuve la respiración, ni en qué instante las manos me sudaban alrededor del ramo y el corazón me golpeaba con fuerza.

Luego, pasó Hikaru en compañía de Ethan; James, de Alyssum. Estos dos los dejaron en el altar y se posicionaron en el lado que les correspondía. Iris y el señor Hwang, quienes nos acompañaron a YoungSoo y a mí, no nos dejaron verlos hasta que estuvieron lejos.

Siguieron los líderes de los cuatro territorios, Levante, Meridión, Ocassus y Septentrión: las señoras Matheson, la mamá de YoungSoo (mi tía de cariño), los señores Sánchez y los papás de Chase.

—Tú eres el único —Matthew tenía una voz adorable y, a pesar de su inexperiencia en el canto, su poder de relajación a través de la música fue espléndido, aun si mis piernas comenzaron a temblar al ver a mi mejor amigo iniciara a caminar.

—Cuando el viento está en mi contra...

En los ensayos, jamás imaginé que las voces de mi familia fuesen a pasar desapercibidas cuando mis ojos se encontraron con los de James por unos segundos, aún con toda la multitud de pie y un par de cabezas finalizando el caminito.

Tú eres el único.

Sí. Sí. Sí.

Eres único.

Eres el único.

Eres el único para mí.

Eres el indicado.

Lo sé.

Tómame.

Tómame y ámame.

Lo supe aún sin tener asegurado que éramos destinados.

Porque él era mi granada y limón, manzana verde y pera, paz y confort.

Porque yo era su té de menta y limón, lavanda y mandarina, calmante y dulce.

Porque nuestra unión formaba hogar.

O incluso cuando estoy perdido... Tú has hecho que yo por fin pueda brillar. Estoy a tu lado.

Lo confirmé cuando di un paso, aferrándome de Iris y de mi ramo para no caer y no llorar.

El descubrirlo sonriendo al haber sido capaz de verme, casi tan cerca como YoungSoo (quien justo tomó la mano de Hikaru para que el señor Hwang se fuera con su esposa), pudo ser la causa de mi muerte.

Oí a Iris reírse de mí antes de encaminarse hacia el lado de las damas con una sonrisa especial para todos.

Sin la habilidad de refractarse, y con un fuerte sentido de justicia, este amor... —James me sujetó con firmeza y me atrajo a él. En ese instante morí y renací.

—Al fin puedo verte —susurró en el silencio que hubo durante la canción.

No importa el tiempo que pueda pasar, un lazo inquebrantable que, al futuro, se asegurará de hacerlo brillar —les dije a Egan y Delia que todo estaría bien, que ahora estarían juntos, como tuvo que haber sido siempre—. Solo para ti, solo para ti. Solo para ti, con mi corazón, que ahora... Te daré. Solo para ti, cariño.

Yo no pude responderle más que una sonrisa torpe por las ansias de acabar la ceremonia y escuchar el ansiado "por el poder que me otorgan las estrellas, pueden besar a los novios".

Creo que nunca, antes de James, me puse a pensar en casarme. Era gay en una Inglaterra de mente cerrada. Jamás creí llegar hasta ahí, mucho menos con la persona fantástica que tomaba mi mano con tanto cariño, ni con la gente maravillosa que estaba presente.

Miré de reojo a YoungSoo acomodándole el cabello a Hikaru, despeinado por el viento nocturno, con la sonrisa más tonta que nunca más volví a verle. Su prometido lucía muy apuesto con su traje morado vino y su pesada capa blanca con un delicado bordado de flores.

—Sabía que tu traje sería dorado —me habló James en el mismo tono que antes. Aún faltaba la llegada del rey, el cual siempre tardaba unos minutos más en llegar, casi a mediados de la canción—, pero superaste mis expectativas, como siempre —su risa me hizo darme cuenta de que, en verdad, me estaba haciendo plática.

—Me estás hablando porque estás muy nervioso, ¿no? —Pregunté.

¡Claro que ellos también estaban ansiosos! Más aún con nuestros lazos vibrando más fuerte de lo habitual.

Le sonreí al notar su sonrojo, imposibilitándome el control de mis ganas de acunar sus mejillas y acariciarlas. Él besó mis palmas y me permitió dejarlas ahí.

James llevaba un traje negro muy elegante y ajustado, con botas altas y una capa parecida a la de Hikaru, con la diferencia de ser de dos colores. En el exterior, era del mismo tono del resto del atuendo; en el interior, morado vino con estrellas y constelaciones iguales a las mías.

—Estoy feliz por poder unirme a ti, después de todo este tiempo —le confesé e hice que sonriera.

Tú eres el único —prosiguieron Matthew y Demian, cuando Karlav hizo su entrada con una túnica clásica y elegante y en compañía de Tete, el animal representativo de su poder sobre el manejo del agua, un Ahuízotl, típico de la mitología mexicana. Era una clase de perro con una cola larga y orejas pequeñas.

Contrario a la calma habitual —oh, al escuchar a James susurrando para mí la letra, olvidé por completo la reverencia que tuve que hacerle al rey. Nadie pareció darse cuenta más que él e Iris, quien no despegó la vista de nosotros.

Tú eres el único.

Siempre buscando el fuego, como la única joya viviente. Estoy a tu lado —el señor Colom nos rodeó con la calma que lo caracterizaba en esos eventos y, junto a Tete, se posicionó frente a nosotros. Encendió un par de velas y preparó unas campanitas, clásicas del proceso de bodas en Abaddón—. No por el color, sino por el encanto único de lo que es vivir, por fin.

En compañía del resto de la canción, Karlav acabó de organizar todo, los invitados se sentaron y nosotros hicimos lo mismo.

Este milagro que me has dado, me enseñó lo que es un tesoro valioso e irremplazable. Solo para ti, solo para ti. Solo para ti, con mi corazón, que ahora... Te lo daré. Solo para ti, cariño.

Durante los siguientes cuarenta minutos, nuestro rey-tío-padre-amigo nos habló a todos sobre la familia y los amigos, de la salud y la enfermedad, de la fidelidad en tiempos buenos y difíciles, de la vida y la muerte, y, sobre todo, del amor y el respeto.

Todos nos acompañaron en silencio durante el proceso, como signo de veneración y atención, incluso cuando Alyssum se nos acercó para entregarnos nuestros anillos y así dictar nuestros votos.

—Yo, Kaneko Hikaru, te recibo a ti, Hwang YoungSoo —su anillo era fino y delicado, con un bello diamante celeste en el centro y tres blancos a cada lado—, como legítimo marido mío, y me entrego a ti como legítimo marido tuyo, según lo manda Casiopea, la constelación del amor.

—Yo, Hwang YoungSoo, te recibo a ti, Kaneko Hikaru, como legítimo marido mío, y me entrego a ti como legítimo marido tuyo, según lo manda Casiopea, la constelación del amor.

Matthew acompañó sus promesas con la misma melodía de la entrada y el último verso de la letra. Solo para ti, cariño.

Tambor dio un suave apretón a mis manos antes de recitar las mismas palabras. A través de nuestros hilos dorados y el rojo pude sentir una oleada de amor, ternura y Scorpius, Egan, ¿puedes creerlo?

—Yo, James Sinclair Miracle Mun, te recibo a ti, Scorpius Lythrum Sallow Ainsworth —mi anillo, a sugerencia de él, tenía una piedra que combinaba con mis ojos y asemejaba a una estrella; el suyo, en cambio, poseía una medialuna en honor a la pronunciación de su apellido, la cual rodeaba a mi estrella si los uníamos—, como legítimo marido mío, y me entrego a ti como legítimo marido tuyo, según lo manda Casiopea, la constelación del amor.

Recordé cómo todos los presentes sabían nuestra historia y casi reí al imaginar al joven Scorps mandándole indirectas a su amor. Yo fui un satélite girando a su alrededor; él, un planeta que tardaba en descifrar mis mensajes.

—Yo, Scorpius Lythrum Sallow Ainsworth, te recibo a ti, James Sinclair Miracle Mun —vislumbré una pequeña sonrisa en él, así que hice lo mismo—, como legítimo marido mío, y me entrego a ti como legítimo marido tuyo, según lo manda Casiopea, la constelación del amor.

Matthew repitió la misma parte del tema nupcial y, por fin, Karlav dijo las esperadas palabras:

—Por el poder que me otorgan las estrellas, pueden besar a los novios.

—Oigan —Víctor habló—, perdón por interrumpir, no he dejado de pensar en que a mi tío James le gusta hacer el traca-traca en su forma demoniaca.

Todos reímos, menos mi esposo, que se avergonzó.

La transformación de los demonios no era nada "del otro mundo", mera estética y nada más: grandes cuernos negros, uñas largas, un incremento de estatura que varía en el individuo, colmillos, ojos brillantes dependiendo de su rango y mayor fuerza.

—Y que a YoungSoo le gusta la Pasión de Cristo —a Ryuu y a Víc se les hizo muy difícil despegarse de la costumbre de decirle "tío"—. Y yo que pensaba que las bromas que hacían de "Hikaru perro" no eran más que eso...

Hikaru no se defendió por miedo a dormir afuera.

—¿Saben? Esto me ofende muchísimo —Chase confesó en voz alta, enderezándose lo suficiente para poder vernos—. Ahora me considerarán alguien que ofrece sexo vainilla, a un lado de ustedes. Tengo una reputación que mantener —su cliché de estrella de rock.

—Cuarenta minutos... —Aira se quejó—. Hace cuarenta minutos les dije que debíamos de poner límites y ya están hablando de sexo, otra vez —ah, pobrecilla—. Mejor hablemos de la boda, el pastel, el vals... ¡Cualquier cosa! No se trata de platicar de sexo para convivir.

—¡Exclamó la virgen María! —Chase bromeó y recibió un golpe por parte de su amiga.

—¡Me conservo para alguien especial!

Víctor y Ryuu no tardaron en unirse con chistes de "la abeja y la flor" y de las mil formas a las que Víc se refería a las relaciones sexuales sin usar la palabra "sexo".

Karlav interrumpió la "civilizada conversación". Era la figura masculina que muchos necesitamos en el pasado, la de un padre (según él, un tío), así que se instaló un silencio avergonzado.

—La boda fue hermosa —habló, respondiendo las preguntas de Aira—. El pastel lo mandaron a hacer con los mejores reposteros de Meridión y estuvo al cuidado de Ethan, en especial la decoración. Él fue el encargado de los arreglos florales, de los ramos de Scorps y Young, del arco del altar y los pétalos en las mesas.

—Y di un discurso —recordó él. Crystal e Iris también lo hicieron—. ¡Oh! Y ayudé a elegir qué dar de recuerdos, el árbol de cuarzos. Fue una idea muy bonita, ¿verdad?

—¡Y costosa! —Aira exclamó al imaginarlo. Gracias a las constelaciones, el dinero nunca fue problema nuestro; aparte de nuestras buenas posiciones, trabajábamos muy duro en nuestros negocios—. ¿Y el vals?

—Usamos una canción muy antigua que ha sido traducida en varios idiomas y adaptada a diferentes ritmos. El más actual es el nuestro, hecho por Midnight Pleasure —YoungSoo recordó la extensa lista de composiciones del grupo—. Se llama "Junto a ti".

—Habla de cómo se quiere quedar junto a la persona amada, caminar juntos, brillar y hacerse feliz el uno al otro... Que uno es nada sin su otra mitad y que, siempre, por siempre, su amor será la ofrenda más grande para ella —James asintió, explicándola por su primo—. Sin importar la distancia y las vivencias buenas o malas... No existe nada más que el amor genuino que tienen los dos.

Retomé la historia.

Tambor y yo, a lo largo de todos estos años juntos, tuvimos incontables desacuerdos, pequeñas diferencias respecto a cosas banales. De hecho, tuvimos una gran discusión, un malestar que nos duró más de un mes y que puso mucha tensión en nuestros hilos dorados y negros.

Sucedió a finales de los 2000, semanas después de mi cumpleaños 25. Ambos nos encontrábamos en un viaje de trabajo por casi todo Abaddón por el próximo fin del primer año del milenio, eso significó mucho trabajo Gran Consejo. Inclusive Cepheus ayudó.

Los deberes reales, combinados con mi reciente titulación en pedagogía, me estaban volviendo loco.

Uno de los días en los que estábamos en Ocassus, llegué al departamento que rentamos y descubrí que James rendido por los pendientes y por habernos hecho la cena.

—Recuérdame por qué estamos haciendo esto —me pidió, mientras yo nos servía—. Ya no soy príncipe, ¿por qué me tocan tantas desgracias?

—No seas tan dramático —me reí. Él se quejó cuando lo despeiné y se enderezó en su silla—. Veamos el lado bueno: para mediados de diciembre, estaremos disponibles porque no nos toca la organización del Día Mágico, ni de Año Nuevo.

Tras tantos días sin hacerlo, logramos entablar una charla en la que el trabajo no fuera el tema principal, sino nuestro agotamiento. Aprovechamos para expresar nuestro disgusto de no tener la oportunidad de pasear juntos o de ver a los miembros. Apenas teníamos chance de desearnos buenas noches, antes de caer dormidos.

Chase con la música, YoungSoo y Hikaru en Meridión por asuntos del señor Hwang, Dean y TaeYang con el negocio de fiestas del demonio, y James y yo con cosas del Gran Consejo... Ni siquiera había visto a los Ainsworth o los Calligaris. Era costumbre reunirnos cada dos meses, inclusive con el resto de los fundadores.

Coincidimos en que no podíamos seguir así, por lo que decidimos organizar mejor nuestras tareas del día siguiente para tener una cita y llamar a nuestros chicos para saber qué tal estaban.

A la mañana siguiente, nos despertamos más motivados y con mejor cara. Nos preocupamos tanto por dar nuestro mejor lado a todos, incluso a nosotros mismos, que nuestras expresiones se volvieron mecánicas y no se sentían propias; así que fue gratificante volver a sentir esa chispa de entusiasmo brillar en nosotros. Hasta el aura de James brilló más por un beso en la mejilla.

Cada uno fue a hacer sus tareas, él con los Sánchez por asuntos políticos y yo con Scarlett Jones, la octava fundadora, para averiguar cómo fue que desaparecieron de un día para otro. En mi caso, descubrí que fue la repentina aparición de un hilo dorado en Marruecos; encontraron a una candidata para el clan, la cual se rehusó a formar parte de él debido a que su gemela no tenía ese lazo... Y porque los consideró locos. A las semanas, la hermana falleció y se reveló la causa de su ausencia del lazo: estaba muriendo por fibrosis quística y ni siquiera la transformación podría ayudarla. La restante aceptó formar parte de los Jones, siempre y cuando la dejaran superar esa pérdida antes de la mordida.

Le conté todo a James durante nuestra salida y él, pese a que no comprendió mucho, hizo lo mismo con sus hallazgos. Decidimos ir a ver una película que se estrenó en ese entonces y luego a un centro comercial.

—Ha sido un lindo día. Deberíamos dejar de ser tan adictos al trabajo —fue una broma. Tenía pendientes los últimos cambios a la organización del festival navideño del "Arca de Noé".

—En realidad —comenzó en lo que abríamos el departamento—, sugerí salir porque quería hablar de algo importante contigo —su plan me pareció algo sucio y se lo hice saber en el instante en que estuvimos adentro—. No creo que sea el momento para decirlo, a decir verdad; no obstante, si no lo hago, siento que lo estaré atrasando más y...

Se interrumpió cuando notó cómo propició a que me hiciera ideas locas en mi cabeza. Todo el mundo sabía que los "tenemos que hablar" eran cosas malas y yo no estaba de ánimos para eso. Su aura vagó entre tintes amarillo indeciso, verde celoso y rosa sincero y amoroso.

—Quiero hacer más grande a nuestra familia —soltó antes de que mi incertidumbre diera paso a la paranoia. Me senté en el sofá, suponiendo que sería más serio de lo esperado, y él me imitó—. Es decir, no lo digo como segundo al mando, si no como tu esposo. Los señores Sánchez han pensado en adoptar a un niño demonio y no he dejado de pensar en eso.

Un niño.

Nunca lo tuve en mis planes y, la verdad, tampoco me había puesto a pensar en si quería dar ese paso con James. Tal y como la boda, imaginar un futuro así siempre me pareció distante, por mucho que adorara a los pequeños.

Salí de la vieja Inglaterra, pero la vieja Inglaterra no salió del todo de mí, al parecer.

Desde luego que me gustó la idea de extender nuestro apellido de manera oficial y no por el título del clan. Ver a uno o varios pequeños corriendo en la casa sería nuestro motor del día a día. James les enseñaría de estrellas y yo de joyas; Iris les mostraría su gran galería de pinturas e Ethan les confiaría sus secretos para mantener un jardín perfecto; Hikaru les regalaría ropa preciosa y YoungSoo les enseñaría su "manual para ser un rompecorazones en preescolar" (y James y yo se lo regresaríamos).

Sí. Se oía lindo.

—¿Me estás diciendo que quieres tener un hijo? —Asintió. El amarillo cambió sus intenciones a felicidad y optimismo al ver que comprendí el mensaje. Me pregunté la razón de las salpicaduras verdes que también tenía—. ¿Estás celoso de ellos?

—De Cepheus —abrí de más los ojos por la sorpresa. Eso fue nuevo, extraño—. ¿Recuerdas al historiador que mordió a Karlav? Ese con el que descubrimos que era la reencarnación de mi mamá —afirmé con la cabeza.

—Sí, el señor Park. ¿Qué tiene que ver?

Me explicó que, tras haber estado en contacto con la sangre del rey y tener semejante visión, se presentó un caso extraño en sus poderes, uno que casi nunca sucedía y menos a personas tan ancianas: su habilidad evolucionó. Fue bendecido por las tierras de Septentrión y, aparte, logró trascender como el primer demonio en ser capaz de ver las vidas pasadas de sus "clientes".

—Estuvo trabajando de manera clandestina todos estos años por miedo a ser juzgado y ser mandado al Bosque del Perdón —él se encogió de hombros cuando notó mi confusión. El rey Colom jamás lo sentenciaría—. Cepheus se enteró y decidió hacer una consulta para tener pistas de su alma gemela.

—¿Hace cuánto lo visitó? —Mi pregunta le hizo menear de lado a lado la cabeza y el amarillo volvió a ser indeciso.

—Dos meses —respondió tras unos segundos—. A pesar de no descubrir a su alma gemela, sí supo sobre su vida antes de renacer. Vivió en Francia y tuvo una vida digna, con una mujer que lo amó y dos hijos varones —no supe a dónde quería llegar hasta que concluyó el relato—. El señor Park le dijo que su difunta pareja tenía la esencia de alguien más, un aroma que percibió en alguien hace siglos y que vive en plena comodidad.

—¡¿Su expareja reencarnó y vive en Abaddón?! —Exclamé, perplejo.

Él asintió y, tras varios intentos de abrir y cerrar la boca para decir algo, agregó en voz baja:

—Eres tú.

—Sí.

No lo procesé al instante. Tuvieron que pasar varios segundos silenciosos en los que yo esperaba su continuación y él ansiaba algo más de mí, dolido por mi desinterés.

Sentí sus manos sobre las mías y, por en ese momento, me quedé petrificado y con el corazón en un puño. Nuestros ojos volvieron a encontrarse y mi expresión relajada se convirtió en una mueca. ¿Era eso verdad?

—¿¡Me estás diciendo que, desde hace dos meses, sabías esto!? —Exclamé, aterrorizado y asqueado. Ese día supuse la razón de mi incomodidad a su lado.

—¡No! Me lo dijo hace unos días, me lo topé en el castillo de los Sánchez... Y yo no sabía cómo decírtelo, en especial porque no le di mucha importancia —estaba nervioso. No necesité comprobar su aura para saberlo—. No me importó y supuse que tampoco te interesaría a ti porque, bueno, las estrellas nos unieron a nosotros —eso era cierto. Era más la inquietud—; sin embargo, hoy, antes de vernos para salir, me lo volví a encontrar y me contó toda la historia completa.

Oh.

Así que de eso se trataba.

—Quieres tener hijos porque no soportas la idea de él teniéndolos en su antigua vida, mientras que tú no pudiste por la espléndida idea del suicidio doble de Delia —solté, sin siquiera preguntar si tenía razón.

Supe que no me equivoqué por su silencio. Olí los aromas de traición y celos y me empalagaron. Le quise decir que era un egoísta.

Cepheus sabía lo que hacía diciéndole eso; él no ganaba nada más que la satisfacción de vernos a James y a mí, su interés romántico, molestos. Los hombres como él eran una babosa que se pegaba y succionaba para quedarse con todo lo importante.

Fue una provocación tan banal, tan estúpida.

—Sí quiero tener hijos contigo —me intentó aclarar. Por mi rabia, no le creí. Me puse de pie y rodeé el sofá para estar lejos de él—. Mi conversación con él fue lo que me dio el valor de decirlo.

—¡Estás siendo patético! —Señalé, sin medir mis palabras. Me molesté tanto que no noté la tensión de nuestro hilo negro—. Si tanto quisieras que adoptáramos, sabes a la perfección que pudiste habérmelo planteado cuando quisieras. Sé que las palabras no son lo tuyo... Y, de todas formas, ¡Orión! ¿En serio?

Me alejé a grandes pasos, decepcionado por formar parte de la rivalidad sin sentido de los Miracle, y me encerré en nuestra habitación. No lo dejé entrar ni para dormir esa noche, tampoco las siguientes.

Nadie supo la razón, hasta ahora, por la cual regresamos tan distanciados de ese viaje de negocios, ni de por qué no le regalé nada durante esa Navidad o por qué comencé a dormir en la habitación de los invitados. Creé una distancia entre ambos que terminó ahogando poco a poco al clan hasta inicios de enero del 2001.

Si él me hablaba, yo no respondía más de lo necesario; si alguien preguntaba lo que sucedía, yo me limitaba a contestar que nada; si me daban ganas de llorar, iba a la casa de los Ainsworth para encerrarme con Crystal al ser la única que no hacía preguntas.

Ahora me arrepiento de no haberme permitido hablar antes con el tan preocupado James.

—¿Y cómo se arreglaron? —Preguntó Aira.

James estaba muy ocupado soportando las malas miradas que le echaron YoungSoo e Iris; yo me gané la desaprobación de Karlav y Ryuunosuke por no dialogar y alterarme, aun sabiendo que todo fue plan de Cepheus.

James tenía razón, las estrellas nos unieron a nosotros y yo no tenía ningún reproche. Algo tuvo que haber hecho en su vida pasada el Miracle restante para no haberse ganado ese puesto.

—Todos ayudaron un poco, aún sin saber lo que pasó. Un día, tras nuestra jornada laboral diaria, llegamos a casa y la descubrimos en completo silencio —le conté con una sonrisa—. Nos prepararon una cena romántica en el jardín y ellos no aparecieron hasta entrada la madrugada, cuando ambos pudimos pedirnos disculpas por la forma en que sobrellevamos la situación... Ah, y de haber tirado gran parte de lo que cocinaron porque les quedó espantoso —eso pasó por no dejar a Chase cocinar.

—Fue mi culpa no saber dividir los temas, ni usar las palabras correctas —James se apuró a aceptar su error—. Aun si uní el tema de Cepheus y arruiné el momento, yo jamás mentí con mis deseos de expandir la familia.

—¿Y aún tienen pensado adoptar, tíos? —Víctor preguntó, ganándose nuestra atención. Ambos suspiramos casi al unísono—. Lo pregunto porque creo haberle dicho a Hayden alguna vez que, al menos nosotros, no queremos chamacos y ustedes estaban incluidos...

Ryuu le dio un golpecito, haciendo que se quejara.

—Eso lo descubrirán después —concluí la reunión nocturna, poniéndome de pie en compañía de mi esposo y lo tomé de la mano cuando recogimos nuestras cosas. Todos se quedaron con claros signos de interrogación en sus rostros debido a mis palabras—. Ahora, si nos disculpan, es hora de dormir.

—¿Acaban de hacer todo esto porque quieren anunciar que tendremos a un enano llorón entre nosotros? —Cuestionó Chase, sin tenerles mucho afín a los bebés. Ninguno respondió y seguimos caminando hacia el interior de la casa.

—¡Tendré un sobrino! —YoungSoo exclamó.

—¡Tendremos! —Iris corrigió.

Sonreí. Como siempre, se adelantaban a todo.

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