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Capítulo 11: Encantado

HIJOS DE LA NOCHE

HIJO DE LAS ESTRELLAS

CAPÍTULO 11: ENCANTADO

Cuando James y yo volvimos de cambiarnos, nos encontramos con la sorpresa de ver a Aira despierta y a TaeYang y Dean dormidos en un sofá, escapando de las bromas que pudieran surgir durante el siguiente relato. Cronológicamente hablando, habría sido el turno de nuestro demonio más joven, si no fuera porque se excusó diciendo que la historia de cómo se unió a nosotros no fue del todo divertida, emocionante o trágica, sino que tranquila y, a palabras suyas, aburrida.

Yo no la consideraba aburrida, ni un poco.

Por unos meses durante mediados de 1800, fue como si hubiéramos vivido en una telenovela mexicana. YoungSoo y TaeYang habían mantenido su relación "libre de lazos" y, a pesar de verse felices con lo que tenían, todos aquellos que habíamos encontrado a nuestras almas gemelas sabíamos que podían estar mejor, si se permitían hallar a su persona especial. Mi mejor amigo me llegó a expresar, de hecho, su inquietud ante la idea de ser hecho a un lado por su adorado "novio no novio" una vez hallara a quien fuese su otra mitad.

—Estoy cansado de fijarme en las personas incorrectas. Tal vez sea el karma haciendo su trabajo, las estrellas se están tardando mucho en enviarme a alguien —me dijo hace muchísimo tiempo.

Por supuesto que Young amaba a Tae, siempre lo hizo, pero no de forma romántica. Ninguno de los dos lo hacía, en realidad. James, hasta cierto punto, tenía razón con respecto a que eran más como un capricho para el otro, un gusto momentáneo que estaba destinado a acabar por las buenas o por las malas.

El momento en que descubrí que Dean era un candidato fue gracias a una visita que hice a Ocassus, donde antes vivía con sus padres, lo señores Craig. Yo había ido a encontrarme con el líder del territorio para darle un mensaje por parte de Karlav y él, tan simple como se oye, estaba leyendo en la plaza central. Parecía un dumpling, pálido, con mejillas regordetas, ojos pequeños y una sonrisa tierna en la que mostraba parte de sus encías.

Él no opuso resistencia cuando me le acerqué, pues estaba más que informado de todo lo que sucedería. Aún en la actualidad, solía negar lo conmovido que se sintió.

—Soy un ciudadano normal y corriente, a comparación de todos tus miembros. Será un honor trabajar a tu lado.

Le expliqué que todos éramos importantes (ya fuese por nuestros negocios, poderes o simples presencias); él siguió con su sonrisa, un poco abatida por ocultarme su verdadero entusiasmo.

—James era nuestro príncipe, YoungSoo es un Hwang, Chase el primogénito de los Spinster y vocalista de Midnight Pleasure, TaeYang es tu primer vampiro y tú... —Suspiró. Lo había llevado conmigo a Anemoi y nos encontrábamos en el palacio—. ¡Tú eres tú! Eres... Más.

—¿Más? —Reí, enternecido.

—Más que todo esto, más que nosotros —asintió sin una chispa de duda, haciendo calentar mis mejillas—. Estar con ustedes equivale a fama y dinero.

La carcajada que solté ese día siempre es la misma que me acompaña al recordar ese momento.

En el instante en que se conocieron Dean y TaeYang, lo supieron.

Hubo chispas verdaderas, pues festejábamos el cumpleaños de otro fundador. YoungSoo no puso oposiciones al ver el rostro brillante de TaeYang y fue él mismo quien lo llevó del brazo al altar, cuando la pareja decidió dar el siguiente paso. No fue mucho tiempo después, a decir verdad.

—Luego los obligaré a que te cuenten todo —le prometí a Aira en lo que me sentaba sobre las piernas de James—. Tae ahora debe estar intimidado por Young; Dean, cansado. Estuvieron un buen rato con los Craig y no suele desvelarse, trabaja demasiado.

—¿En verdad debemos de contar cómo conocimos a Hikaru? ¡Me hicieron la promesa de nunca contar esa historia de nuevo! —Mi mejor amigo se quejó, abrazándose a un cojín, como si abrazar a su esposo, que estaba justo a un lado de él, le fuera a quemar.

—Yo estuve entumido por más de una hora por habérsela contado a mi hermano, ¡y eso que él fue espectador! —Chase se apuró a resaltar–. ¡Ustedes saben que no miento!

¿Cómo olvidar ese día? Casi nos orinamos de la risa.

Los Hwang tenían la fama de ser increíbles arqueros y los hermanos no eran la excepción, pues ambos tenían en sus manos la habilidad de invocar un arco y flechas de puntas envenenadas por una curiosa sustancia hecha con la sangre del portador y néctar de laurel rosa. En el caso de Finn, funcionaba como afrodisiaco y llegaba a provocar delirios en la presa; por otro lado, mi amigo podía paralizar a su enemigo por cierto tiempo, dependiendo del nivel de infección.

—Una vez cada cincuenta años no hace daño —minimicé—. Si tratas hacernos algo, Iris te quemará el trasero –mi prima asintió y él no volvió a quejarse al recordar que ella todavía no aprendía del todo cómo controlar la antigua habilidad de Crystal.

Hikaru comenzó.

En la actualidad, se les conoce como "madres solteras" o "mujeres luchadoras" a todas aquellas que tienen hijos y pelean contra toda adversidad para darles una vida plena, llena de amor y felicidad; en el Japón de a inicios del siglo XX eran conocidas, más bien, como "la vergüenza de la familia". La cultura conservadora y tradicionalista del país provocaba ver como tabú el tema de una mujer soltera. Eran menospreciadas y lo más normal era que escondieran esa parte de sus vidas para evitar el rechazo.

A mamá nunca le importó que la gente supiera de mí, ni siquiera porque esa fuese una de las razones por la que perdió el apoyo de mis abuelos y tíos. Según ella, jamás ocultaría algo tan importante, como yo. Siempre intentó que no nos faltara nada, me educó en casa hasta que tuve edad suficiente de entrar al colegio y me hacía deliciosos bentos. El dinero nunca fue un impedimento para nosotros, ella siempre supo ahorrarlo y racionarlo para que, cuando perdiera su trabajo (porque era un hecho, una vez supieran de mí), tuviéramos con qué sobrevivir.

Yo era su adoración, su rayo de luz.

No hubo momento en el que no la admirara, menos cuando descubrí que sí llegamos a pasar por muy malos días cuando yo era muy inmaduro y lloraba por todo. En esos ayeres, ella solía robar para ganarse la vida, en caso de no tener trabajo. Las exigencias de un bebé eran mayores que las de un jovencito que aprende a sobrellevar las puñaladas de la vida.

Cuando lo comprendí, todo mejoró para ella, para los dos.

Para nuestra fortuna, pasamos desapercibidos durante la Primera Guerra Mundial. Sí, hubo escasez de todo; no obstante, para ese entonces tenía alrededor de trece años y podía ayudarla a atrapar ofertas laborales momentáneas y yo mismo trabajé para el periódico al no poder darme el lujo de no hacer nada, en especial cuando descubrí que estaba enferma.

Era cáncer de pulmón.

No tuvimos el dinero para saberlo a tiempo y yo lo averigüé demasiado tarde.

Intenté de todo para tratarla, incluso escribí a mis abuelos. Ellos no hicieron nada más que decir que, lo único que hizo, fue traer desgracias a la familia desde que me tuvo.

Murió a finales de 1920.

Tuve que enterrarla en una fosa común junto a otros caídos de la guerra. La carta con la dirección y los apellidos de mis abuelos ardió en su honor sobre su intento de tumba.

Me quedé sin compañía durante los siguientes once años, hasta que un hombre con la tez bronceada, ojos almendrados y cabello castaño apareció en uno de mis sueños. Se presentó como James Miracle de Sallow y me prometió que nunca volvería a ser consumido por la soledad, también maldijo a un tal Sayre por haber hecho tan distorsionada nuestra conexión y un par de risitas se oyeron a lo lejos, como ecos resonantes en mi cabeza. No sabía por qué los nombres "Ethan" y "Scorpius" se repitieron hasta que desperté.

No los conocí hasta días después de mi cumpleaños treinta, una vez olvidado el sueño y creyendo que era más fácil desaparecer de la faz de la Tierra que pagar las cuentas que debía. Era un hombre treintañero con pensamientos de un treintañero japonés, soltero y sin haber podido estudiar la universidad por falta de ingresos.

La familia fue directa con la noticia y, en ese instante, creí que, en vez de demonios, eran ángeles enviados por un Dios bondadoso.

Desaparecería, sin desaparecer.

Perfecto para un cobarde perdedor, como me creí en esos años.

—¿Podré ser alguien allá? —Miré con atención al hombrecito rubio de ojos azules y acento divertido, típico de los extranjeros. Mis palabras parecieron sorprenderlo, pues sujetó con más fuerza la mano de su pareja.—. ¿Seré alguien en... Abaddón?

Los únicos que viajaron por mí fueron ellos e Ethan, quien sintió cierta responsabilidad de conocerme después de haber sido él quien ayudara a contactarme

—Tú ya eres alguien, Kaneko —me nombró por mi apellido, dudando en si llamarme por mi nombre—. Incluso sin nosotros, sin Abaddón.

—No tengo un título universitario —cosas importantes para sobresalir en la sociedad asiática, incluso en la actualidad. La educación, el dinero y la belleza eran importantes, el valor de tu joya preciosa—. No soy un gran conocedor.

—No todo es fechas históricas, matemáticas, ciencias y gramática —James habló por su líder. Mis ojos se abrieron demasiado por la incredulidad y Scorpius le dio un tirón a su mano—; sin embargo, si lo que quieres es acabar tus estudios, podrás hacerlo allá o en cualquier otro país. No te limitaremos y te apoyaremos.

Soltó el agarre de su pareja y se acercó a mí. Éramos casi igual de altos, así que no se le dificultó tomarme de las mejillas para hacer que no lo perdiera de vista.

Frente a mis ojos, todo era James.

James, el príncipe de los demonios.

James, un hombre grande y protector.

James, un amigo en quien confiar.

—Lo que queremos decir, es que somos familia y estaremos para ti en lo que necesites, siempre y cuando lo desees. Nunca más estarás solo.

Irradiaba poder y seguridad, consuelo y afecto, fuerza y decisión. Para YoungSoo, y quizá para todos, fue Scorpius la adoración; para mí, James fue eso y más.

Me até a él con la esperanza de que no mintiera, pues encontré un lugar seguro bajo su tacto. No era nada sexual. Era cariño, dulzura y calidez.

Ni hablar de lo que sentí cuando mis ojos se encontraron con los de Ethan Sayre de Ainsworth. Ethan fue paz y amabilidad, fue luz.

Un lazo, todavía invisible, me dijo que era zen.

—Iré con ustedes con la condición de no transformarme aún —prometí—. ¿Eso se puede?

—Por supuesto —no fui capaz de ver al pequeño Sallow hasta que Jim retrocedió. No pareció inmutarse ni un poco por lo que acababa de pasar—. Lo que tú quieras.

Así fue cómo me mostraron cómo invocar y atravesar el portal que servía para conectar el mundo humano con Abaddón. También me presentaron a todos, quienes esperaban del otro lado del lago de Amadahy, muy impacientes... O, bueno, eso intentaron hacer, ya que sus intenciones se vieron interrumpidas por el impacto que recibí cuando alguien se me lanzó y me hizo caer a la orilla del agua.

—Algunas cosas nunca cambian entre los mejores amigos —oí la voz de James ocultar una risita. Me giré hacia él en búsqueda de ayuda cuando descubrí la razón de mi caída: un joven—. No me veas a mí. Ha estado esperando mucho.

El tipo en mi regazo tenía el rostro hundido en mi pecho e intentaba dar pequeñas caladas de aire para no asfixiarse a sí mismo.

—¿"Esperando" qué cosa? —Quise saber al intentar quitármelo de encima.

Al examinar a todos en busca de ayuda, no tardé en divisar la posible razón por la cual todos parecieron comprenderme: una muchacha japonesa que tomaba de la mano a un moreno... Y también porque todos eran muy cultos, al tener mucho tiempo libre; tenían varias carreras, conocimientos de artes, de idiomas y mitologías.

—Oye —reaccioné, después de sentir cómo, por accidente, me pellizcó. Intenté quitarlo—. Detente.

—¡No puedes aparecer, después de tantos años, y esperar a que me aparte tan pronto! —Su voz me pareció linda, debajo de su berrinche.

Se distanció un poco cuando casi me resbalo por los forcejeos y fui capaz de verlo a los ojos, de grabarme su rostro, en un silencio que pareció rodearnos apenas estuvimos frente a frente.

Piel morena, cabello teñido de grisáceo, doble párpado, ojos marrones, un chistoso lunar en la punta de su nariz y otro en la orilla de su fino labio inferior. Y, oh, me regaló su primera sonrisa nerviosa cuando descubrió que mis ojos no se habían desviado desde el instante en que descubrí ese último rasgo.

Los demás nos vieron atentos, esperando algo.

A cada costado de nuestros cuerpos, sentí los largos dedos de sus manos rozar los míos y algo parecido a una corriente me recorrió cuando volví a verlo a los ojos. No era una joya, no era una estrella. Era la mejor obra de arte hecha un demonio, esculpida por las manos más cuidadosas y pintada con pinceladas suaves.

En su mirar, hallé adoración y un ven, sígueme, conóceme, nótame.

—Soy Hwang YoungSoo —se presentó. Las ganas de tocar ese lunar burbujearon en mi interior y mis dedos picaron de curiosidad—. Estoy encantado de conocerte.

"Encantado" quedé.

—Parece una chispa de chocolate —por supuesto que mi primer diálogo con él fue una estupidez.

Todos rieron, incluso la gente que rodeaba a Ethan, pero YoungSoo suspiró con una sonrisa tonta en la cara y yo quedé igual que él cuando me invitó, sin poner ni una palabra de más, a probarla alguna vez.

"Nunca más", repetí en mi cabeza.

—Nunca más —repetí en voz baja.

Pese a no haberme entendido, la manera en la que me miró y acarició mis manos fue más que suficiente para confirmar las palabras que James me dijo antes.

Por supuesto que yo ni siquiera supe qué fue esa escena hasta que Ethan y el antiguo príncipe me explicaron sobre las almas gemelas y todo acerca de Abaddón, los lazos de los clanes, la historia de Karlav y mucho más. Scorpius decidió tomar un rol secundario en mi introducción al mundo demoniaco y vampírico, al darse cuenta de nuestra química.

—¡Es un trabajo de mejores amigos! —Oí que Scorpius e Iris, su prima, hablaron alguna vez en la cocina de los Ainsworth. Las familias se habían reunido para festejar el aniversario de una pareja del clan Calligaris, Lizzy y Demian—. Qué lindo que hayan tenido esa conexión. No había visto a Ethan tan comunicativo con alguien más que no fuéramos James o yo.

—Tomando en cuenta la personalidad de los tres —comenzó mi líder. Estaba lavando una montaña de platos sucios, dándole la espalda a la mujer y, quizá, ignorando los latidos de mi corazón del otro lado de la puerta—, creo que es muy pronto para llamarlos "mejores amigos"; aun así, no dudo en que lo serán muy pronto.

» Ellos no son tan efusivos, como Crystal y tú, o Young y yo.

—¿Cómo está él? Hoy casi no lo vi porque anda de un lado para otro, trabajando en Meridión —según nos anunciaron días después, la razón de su repentina desaparición y de su pronta marcha de la pequeña fiesta fue que su hermano mayor se casaría muy pronto y estaba echando una mano para que "el inútil se fuera de una vez del castillo y le dejara su habitación"—. Ethan me ha contado que Hikaru se asustó un poco con la idea de los lazos... ¿Puedes creerlo? ¡Es lo que menos miedo da de todo lo que somos!

No era miedo. Era incertidumbre.

Estar con él implicaba tener un compañero y yo jamás había vivido algo así, mucho menos en los años después de la muerte de mi madre. Sentía que era demasiado bueno para mí, que tarde o temprano despertaría y descubriría que no habría un YoungSoo, un James, un Ethan o un Scorpius en mi vida.

Por estar al pendiente de una conversación privada, ni siquiera me percaté de cuándo la puerta principal se abrió y se cerró ante el regreso de alguien, mucho menos de las voces que saludaron al recién llegado y que indicaron mi paradero. Me di cuenta cuando fue demasiado tarde, cuando ya lo tenía acorralándome patéticamente contra la pared más cercana y esforzándose por llegar a la altura de mi rostro.

"Siempre tan intenso", pensé con fascinación.

—He estado pensando —inició con naturalidad— y creo que debemos de tener una cita. Scorpius y James tuvieron varias antes de formalizar. Yo nunca he tenido una pareja oficial y tú ni siquiera has dado tu primer beso, quiero pensar.

—Lo he dado.

—Bien, entonces, tu primera vez.

—También.

Tenía treinta años. ¿Esperaba que fuera virgen y casto hasta el matrimonio? ¿Yo qué iba a saber de las relaciones de lazos rojos?

—¿¡Me estás diciendo que no me quedaré con ninguna primera vez!? —Escuché un par de risitas en el interior de la cocina.

—¿Yo tendré alguna tuya?

—Pues... —Mi comentario lo dejó pensando. Yo ya sabía que su respuesta habría sido un "no", si no fuera porque le dio la vuelta a la conversación para centrarse en lo romántico—. Serás mi primera cita, mi primera pareja y a la primera persona que le diré "te amo".

Dejó caer su brazo y se separó un poco de mí.

—Tú también serás mi primera cita, mi primera pareja y a la primera persona a la que diré "te amo" —confirmé.

No éramos los primeros en algunas cosas del otro y eso estaba bien. Era divertido verlo exasperado, en especial cuando yo entendía muy tarde sus indirectas; siempre se quejaba diciendo que el karma tenía algo en contra suya por haberse burlado durante años de James y Scorpius por "virginales".

—Bien, ¡entonces tengamos una cita romántica! Con velas y todo eso —mientras esperaba a que me acoplara al idioma por excelencia de la familia, el inglés, se comunicaba conmigo con el japonés. A diferencia de nuestros líderes, no tenía ningún acento y lo hacía como un nativo. Nunca le confesé que eso siempre me pareció muy atractivo—. O no. ¿Sabes qué? Mejor déjamelo a mí.

» Cuando acabe todo esto de la boda y mis pendientes, te voy a sorprender y lamentarás no haberme besado el día en que nos conocimos...

—¡Ni los siguientes! —Chase gritó desde la sala.

La carcajada de su hermano no tardó en llegar, seguida por la de su pareja, HyunSeok. Éste último era muy interesante, solía transmitir sus emociones a través de sus pinturas y, en ese entonces, estaba en su fase amarilla.

—Ni los siguientes —repitió de mala gana y entre dientes. Su enojo me hizo sonreír. Estaba al tanto que siempre conseguía lo que quería y, como yo sería una de esas cosas, al menos no caería tan pronto—. Tardaré unos meses, ¿entendiste? No puedes quejarte porque yo llevo esperando miles de años.

» Tampoco puedes enamorarte de alguien más, ni prometerle a otra persona que, en caso de no funcionar lo nuestro, estarás con ella. Me gustas y quiero que me tomes en serio.

—Te tomo en serio —prometí. Su ceño fruncido era chistoso. No se lo dije porque me habría golpeado en el pecho y, como me acababan de hacer el tatuaje del clan (el dragón que se come su propia cola) me habría dolido.

—Pues, bien —se me quedó viendo, esperando a que dijera algo o, aún hoy en día, no sé. De un instante a otro, acercó su nariz a la mía y yo entré en pánico—. Aprovechando todo esto, espero que vayas a la boda de mi hermano. Voy a presentar un número con Scorps, Jim y otros más, así que quiero que me veas bailar.

Oh, pobre de mi paciencia infinita y de mi paz interior desde que lo conocí.

Olía al viento posterior a la lluvia y a luz de Sol, era tormenta y tornado.

...

La boda de la pareja de los Calligaris Hwang fue preciosa.

La ceremonia se realizó en el enorme invernadero del palacio de Anemoi y la recepción fue en los jardines de Meridión. Hubo muchos demonios y vampiros que ayudaron a la transportación de invitados y a que lográramos salir con vida del gentío.

Finn llevó un traje blanco con cola y Lesath el clásico esmoquin monocromático con un clavel rojo en el bolsillo de su saco, en honor a uno de los aromas de su esposo. Ambos se veían relucientes y con el ánimo hasta el tope, en especial cuando el señor Hwang entregó al novio.

YoungSoo lloró (y aún lo niega). Él fue el padrino encargado de los anillos, detalle reconfortante ante la relación de hermanos que llevaba ese par; Iris, Lizzy e Ethan se organizaron con los jardineros para las flores, Scorpius y James se encargaron de la comida y los demás nos dividimos las tareas restantes, como la música, la decoración e invitaciones. Descubrí que, en Abaddón, todos cooperan con algo.

La fiesta fue incluso mejor.

Gran parte del pueblo se encontraba reunida para celebrar con la pareja. Llevaron un montón de regalos y de buenos deseos, las bandas contratadas nunca dejaron de sonar, los animadores nos mantuvieron bailando y comiendo, y los fotógrafos nos llevaron de un lado a otro para posar con los novios.

Antes de "mudarme", nunca estuve en una boda y siempre imaginé que me gustaría casarme en algo pequeño por el civil; sin embargo, esa me hizo desear más. Me hizo darme cuenta de que yo valía más y que YoungSoo, aquel moreno que jamás dejó de bailar y de tomar quién sabe qué tanto, también se lo merecía.

Parte del show de entretenimiento, era el número que me mencionó tiempo atrás el menor de los Hwang. Según entendí, fue el regalo que le organizó a Finn y estuvo hasta tarde varios días para pulir los pasos, junto a nuestros líderes. El mayor reto, según él, fue convencer a James, al ser su "debut como bailarín".

A mí no me dejaron ni siquiera ayudar tras bambalinas. Comprendí la razón hasta que la música comenzó a sonar, cuando todos estuvimos callados y en nuestros asientos, disfrutando del postre. Me encontraba sentado en la misma mesa que Ryuunosuke, la joven japonesa del clan Ainsworth, y Víctor Alejandro, su novio. El resto ayudó con instrumentos o participaron en el baile.

En el escenario, bajo unas luces azules y rosas, que asemejaban el ocaso, y rodeado de humo, nuestro príncipe se hallaba de rodillas en un traje blanco y una coleta que impedía que el cabello le cayera al rostro.

Los violines y otros instrumentos de cuerda fueron los que encabezaron la canción, fuertes y concisos. El juego de luces destelló de un lado y luego del otro, un eclipse pareció formarse justo frente a nosotros a la par que un grupo de bailarines vestidos de negro rodearon a James. Un ave estaba extendiendo sus alas, un cisne blanco, el animal protector de Finn, y fue rodeado por cisnes negros, el animal de Lesath.

El Sol conoció a la Luna, y la historia comenzó.

Un par de instrumentos de percusión ayudaron a marcar los pasos del grupo. James fue alzado y pareció volar hasta detrás de una fila de "aves negras", la cual se desintegró en perfecta sincronía para dar la entrada a Scorpius, también vestido de blanco, con una camisa más linda y juvenil que la de su novio. Lo tomaron de los brazos y, a base de grandes saltos, interpretó el vuelo de otro cisne, hasta que lo hicieron regresar.

—¿Sabes de qué va el baile? —Ryuu me susurró, apenada—. Porque no entiendo ni una mierda. Está muy bonito, lo malo es que no soy tan artística, como los Sallow y Calligaris.

Las dos primeras aves se encontraron. James lo tomó de las muñecas y lo hizo girar en el suelo, parecido a los bailarines de swing, y, una vez de pie, Scorpius lanzó una patada alta sobre su cabeza; nuestro líder prosiguió a ser alzado en manos de su pareja. Fue una cargada espectacular que dejó con la piel de gallina a muchos y que resaltó la confianza que se tenían.

—No. Tampoco sé —le confesé. Otra alzada limpia, los violines seguían y seguían—. Nada más tengo ideas vagas... No dejemos que la ignorancia nos impida disfrutar el espectáculo.

Nuevos miembros de los clanes aparecieron de blanco a lo largo de la presentación, seis en total. Ellos dos, luego Elizabeth e Iris, y, al final de los pequeños duetos, Alyssum y YoungSoo.

Tiraron de sus brazos y se deslizaron por el escenario, como si pudieran nadar en él. El cabello les voló de un lado a otro y yo no pude hacer más que pensar en que nunca creí ver vestido a Young de blanco, ni que se le vería tan bien como lo descubrí esa noche. Los alzaron, igual que hicieron antes con el resto, y luego huyeron a la parte trasera del grupo.

Entre los bailarines de trajes negros, descubrí a HyunSeok, Crystal y a otros fundadores.

—Si fuera un vampiro cambiante —Ryuu volvió a hablar. Se refería a los que tenían la habilidad de transformarse en un animal—, seguro que habría olido excitación en ti y me habría traumado —Víctor carcajeó, sin poder evitarlo—. ¿En verdad te haces del rogar con el tío Young...? Digo, ¿con YoungSoo? ¡Si hasta babeas por él!

Los bailarines descendieron y, detrás de ellos, seis figuras con trajes negros aparecieron. Los antiguos cisnes blancos se volvieron oscuros y, liderando el grupo, el menor de los Hwang fue alzado por las piernas, siendo dejado en libertad poco después. Girado hacia la audiencia, de entre sus manos brotó una pequeña ave hecha de polvo de estrellas y brillos y la dejó alzar el vuelo. Ni siquiera supe cuándo Chase cantó para que su poder apareciera.

Los aplausos tardaron unos segundos en llegar, pues esperaron hasta que las luces se apagaran y el último violín emitiera la última nota. Mientras algunos silbaban y otros coreaban el nombre de la academia que organizó todo, busqué a YoungSoo para felicitarlo.

No tardé mucho en encontrarlo, molesto. No estaba muy lejos del escenario y hablaba con su hermano.

—Estuvo muy lindo, ¿ese fue mi regalo?

—¿Qué?

—Sí... Ya sabes... ¿A ti te hubiera gustado que te regalara de bodas una canción, o algo así?

—¡Organicé a un montón de gente yo solito, y algunos ni siquiera sabían bailar! No seas malagradecido o me harás llorar.

—No me respondiste mi pregunta —ah, no sabía cómo era posible que existieran hermanos que se llevaran así y supieran que lo hacían con el único fin de molestarse. Yo no lo habría tolerado—. ¿Te gustaría eso?

—Pues, no. Me gustan las cosas palpables —se vio venir. Finn produjo un sonido similar a "¿lo ves?", luego se rio y se fue disfrutar del resto de la fiesta en compañía de Lesath, quien no tardó en regañarlo tras haber oído también lo sucedido—. ¿Tú me darás ánimos y un beso de apoyo, no es así?

Reí cuando me notó y me negué ante su pedido.

—Si en verdad te hubiera dolido, a lo mejor lo hubiera tomado en cuenta. Ya me acostumbré a ver este tipo de escenas entre tu hermano y tú... Lo cual es preocupante, porque llevo menos de un año aquí y ya me acostumbré. Deberían ir a un psicólogo o algo así, ¿sabes? —Si bien hablé muy poco, lo hice sonreír y soltó un suspiro—. Le compraste algo a tu hermano, ¿no?

—Por supuesto que lo hice. ¡Él y Lesath lo escogieron! Es un carruaje nuevo —en definitiva, nunca comprendería los lujos de los ricos. Extendió sus brazos y me invitó a acercarme—. Hagamos de cuenta que esto sí me dolió mucho, así que me vas a apapachar y me dirás cosas bonitas. Lo más seguro es que te besaré, aunque no quiera hacerlo primero, y luego me dirás algo como "necesitamos conocernos mejor" y yo te diré "oh, por supuesto, señor Kaneko, ¿no le gustaría salir conmigo la próxima semana, cuando no me esté muriendo del cansancio?" Iremos juntos a los lugares que elegí, también...

YoungSoo siguió hablando y hablando, incluso después de haberme recibido en un abrazo que me consumió poco a poco, como el fuego. Nunca me cansaría de su voz, de sus crisis existenciales y de sus escenas dramáticas.

—Te besaré si atrapas el ramo.

—Bien. Y, si tú atrapas el broche de Lesath, yo te cumpliré el sueño de invitarte a salir y recibirás la mordida —por supuesto, porque yo era el del gran honor de tenerlo conmigo. Sonreímos—. Ah, cuando nos casemos, será con Scorpius y James.

» Lo prometimos porque somos mejores amigos y queremos estar juntos en nuestros momentos importantes... De hecho, me ha estado esperando todo este tiempo... Así que, si podemos acelerar nuestro noviazgo a casarnos después de la primera cita, estaría muy bien.

No me sorprendí ni un poco.

—Lo pensaré —prometí sin soportar la risa—, dependiendo de qué tanto me sorprendas durante nuestra salida.

Por supuesto, YoungSoo atrapó el ramo.

Y, por supuesto, yo atrapé el broche de Lesath.

—Fue una gran primera cita —recordó mi mejor amigo con un gran suspiro. Aira le preguntó qué hicieron durante ella y él, por segunda vez en la noche, se sonrojó—. Prefiero no contarlo en voz alta... ¡Al igual que nunca volveremos a mencionar esto, hasta dentro de otros cincuenta años!

—Tampoco estuvo tan mal —James trató de ver el lado positivo.

—Oh, claro. Lo dice quien estuvo soltero hasta sus veinticinco años y quien no dio su primer beso hasta quién sabe cuándo —creí que ya habían parado esas discusiones.

—¡Tú esperabas que Hikaru fuera virgen a los treinta y que no hubiera dado su primer beso! —Iris se burló—. Por Orión. En verdad, te proyectaste demasiado lejos. El karma te odia.

—El karma es una perra —se quejó sin pena mi amigo. Ethan lo regañó por su vocabulario—. ¡Tú no eres parte de mi clan! No tienes derecho a mandarme.

—Soy, algo así, como tu cuñado, así que te pido respeto... ¡Y también soy tu padrino de bodas! —Pocas veces se le veía a Ethan exaltándose o siendo ruidoso, tal y como Hikaru expresó en su relato, fue debido a eso que mi prima pareció feliz de verlo desenvolverse de esa forma con nosotros.

—Por favor, díganme que ya casi acabamos —Chase nos rogó a James y a mí, mientras el resto se peleaba. Aira estaba a su lado y había comenzado a ver un vídeo sobre cómo tejer bufandas para ponerse a hacer desde antes nuestros regalos de Navidad—. Tengo el culo entumecido, estoy cansado y creo que mi pijama reventará de tanto que comí esta noche... ¡Ah! Y descubrí que, tal vez, mi alma gemela sea un hombre.

Todavía no lo procesaba.

Mi esposo y yo nos miramos el uno al otro, queriendo hacer cuentas de qué tantas cosas importantes nos faltaban antes de llegar a la noticia. Pasaban de las cuatro de la mañana, no había ni una luz afuera y el único sonido que se escuchaba alrededor eran las pisadas de nuestros espíritus.

—Estamos abiertos a que cuenten una anécdota, de lo nuestro solo falta una —Tambor habló por mí. A grandes rasgos, faltaba contar sobre nuestra boda y de la primera y única gran discusión que tuvimos—. ¿Por qué no cuentas algo tú, Aira? Podría ayudarnos a conocerte un poco.

—Podría contar de cómo Mareritt y yo nos enamoramos del mismo hombre y cómo yo me volví "la otra" —su confesión fue tan repentina que nos incomodó un poco, incluso a Chase. Alzó la mirada de su teléfono y sonrió—. A los dos nos fue mal. Por lo menos, yo tuve la suerte de salir de ahí a tiempo. Él... Bueno... Ya habrán visto en las noticias y los programas de escándalos todo sobre lo que sucedió.

Vi a Chase apretar las manos en puños sobre sus piernas, ansioso, y yo me atreví a hacer el comentario que a él tanto le inquietó por miedo a que fuese verdad, por miedo de descubrir que su alma gemela era el primo de su mejor amiga, el mismo que sufrió de un montón de cosas antes de lograr desvincularse del mundo del patinaje artístico.

—Lo oiremos, si es lo que quieres contarnos.

Lo que no esperábamos, era que la noche se tornara aún más bochornosa. 

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