~Capítulo Cero~
Cuenta la majestuosa y madre Luna que hace unos meses una mujer tigre llegó a sus brazos llorando y suplicando que, por favor aquel joven lobo fuera su esposo. Que por favor fuera su predestinado.
Porque su amor era más grande que cualquier ley que exista entre lobos y tigres.
Sin embargo, Diosa Luna es muy obstinada y se niega inmediatamente llamándola loca mujer tigre, pero pasa los días y la mujer aparece todas las noches con sus mejillas lastimadas y sus brazos chorreando sangre, algunas de esas veces trae ofrendas y comida que probablemente a la Luna le guste, sin embargo, no obtenía ni una respuesta.
Hasta que la Diosa Luna encontró a la mujer tigre y al hombre lobo amarse.
Observó al lobo besar a la tigre y sintió como su corazón se apretujaba cuando pudo ver la chispa de amor y en un mundo futuro, en su mente, pudo mirar a un pequeño niño correteando y disfrutando del río. Aquel niño era hermoso.
Tan hermoso que sin evitarlo, Luna, se enamoró del niño.
Es así como en la noche cuando la mujer se acercó nuevamente y comenzó a rogar a la Luna, la Diosa aceptó.
- SungGee será tu esposo, será tu predestinado y nadie se opondrá, serán felices juntos, pero... Como ofrenda y agradecimiento quiero a su primer hijo -
- Y-yo... Solo tengo 16, no puedo... -
- Esperaré un año, si en un año no tengo al niño, todos los desterrarán y castigarán de la peor manera -
La mujer aceptó, así fue como los días pasaron y la boda de ambos jóvenes se dio, con una grande fiesta, juntándose los familiares de ambos animales, sin saber lo malo que era permitir unir a un lobo con un tigre. Luna estuvo presente en todas las festividades de aquella joven pareja, al igual que estuvo presente en la luna de miel por lo que con sus divinos ojos pudo observar como una nueva vida se engendró en el vientre de la mujer.
Sin embargo, algo ocurrió, o... Algo hizo Luna para que ese niño nazca.
Los 9 meses de gestación pasaron a 5 meses, la mujer dio a luz un 1 de septiembre; la fiesta a la Diosa Luna, todos sus hijos salían a festejarle y cantarle con sus dulces aullidos y maullidos.
Fue cuando observó con dulzura a aquel niño que apenas nació, abrió sus ojos con un fuerte color gris, de estos destellaba colores naranjas y celestes, los colores del tigre y el lobo.
Su hermoso niño por fin estaría en sus brazos.
Pero todo se destruyó cuando el joven padre observó los ojos de su hijo, nadie de sus familias tenían ojos claros, ni piel blanca, ni ojos rasgados.
Tanta fue la furia y dolor de una infidelidad que con sus ojos llenos de lagrimas, su corazón doliendo y su cuerpo temblando dejó que tomara el papel la parte animal, quien estaba tan furioso al pensar en que su omega estuvo con otro alfa. Asi que a mirada de la Diosa Luna la mató, sin una pizca de duda.
El lobo alfa de inmediato rechazó a su hermoso hijo, sin embargo, dejó que su humano hiciera lo que quisiese con el niño. SungGee estaba tan nublado por el dolor y tristeza que solo atinaba a desaparecer a aque niño que recordaba a su esposa.
Por supuesto que, Luna no lo permitió, aquel niño era su hijo, y nadie lo quitaría.
Cuando el padre llegó a la mitad del bosque abandonado y dejó a su hijo entre el césped, sin taparlo del frío ni saciarlo del hambre. Luna enfureció, el cielo se llenó de relámpagos y una fuerte lluvia llegó al pueblo, sin embargo, donde estaba el cachorro no llovía.
Lobos hambrientos y furiosos aparecieron con sus ojos grisáceos observando a aquel joven lobo que estaba aterrado, fue cuando entendió que aquel niño, fue fruto de Luna, su boda y que su familia no odiara a su esposa fue hecho por Luna.
Fue cuando gritó pidiendo perdón a la Diosa Luna y prometió que cuidaría al niño como nunca nadie lo ha hecho, que lo criaría como su esposa hubiera querido, que lo amaría como él amo a su mujer. Pero Luna estaba demasiado furiosa como para pensar en perdonar al hombre por lo que en una sola señal los lobos atacaron a aquel padre. Matándolo al instante.
Y cuando todo calmó, el cielo volvió a su tono celeste y resplandeciente, los lobos desaparecieron y el llanto del niño dejo de escucharse, Luna observó al niño.
Sin aliento, su piel pálida y morada, el niño estaba muriendo.
Y fue en ese momento que todo su mundo se derrumbó, quiso tomar al niño entre sus brazos, pero no pudo, ni si quiera pudo tocar su pequeña cabeza.
Luna había olvidado un pequeño detalle.
El niño era humano y ella era Diosa, nunca podría tocar a un humano, ni cuidarlo, ni besarlo. Solo podía enamorarse y observar desde los cielos.
Entendió que todo fue en vano, su tristeza su notable al dejar que llueva con unas gotas muy pequeñas, el cielo se oscureció demostrando el dolor por la que pasaba Luna.
¿Entonces para que viviría ese niño? No tenía padres, nadie lo cuidaría, ni acogería, ni lo amara.
Estuvo a punto de mandar los lobos hambrientos hasta que observó a aquel pálido chico caminar buscando a quien sabe qué.
- Jimin-ssi, ¿Dónde estás? Tenemos que irnos. ¡Mañana volveremos a... -
Su voz se cortó cuando observó al recién nacido sin ropa, sus pequeñas manos moradas y totalmente quietas, su pecho subiendo y bajando con mucha delicadeza, sus mejillas pálidas y temió por el color de la piel que tenía en ese momento el cachorro.
- Oh diosa Luna, pobre cachorro - enseguida se acercó tomando entre su cuerpo al pequeño bebé - Está muriendo, su corazón está dejando de latir. ¡Jimin! ¡Jimin!
Luna se quedó estática, él.... ¿Salvaría al niño?
Siguió a aquel joven que corría como si su vida dependiera de ello, y se encontró con otro joven, muy lindo, era omega. Era su omega.
- ¡Yoon...! ¡Ah! ¡Q-ue!
- Lo encontré en el bosque, está congelado y su corazón está dejando de latir, tenemos que hacer algo - habló desesperado.
- Vamos a la casa rápido – murmuró aún sorprendido, pero el lobo mayor corrió rápidamente a su hogar seguido por el omega.
El joven omega dejó a un lado a su maleta, y tomó en sus brazos al bebé, enseguida sacó ropa caliente y comenzó a arroparlo.
- Trae a tu lobo, él le dará más calor - El alfa asintió cambiando de forma a un enorme lobo negro, se recostó con delicadeza al lado del cachorro y lágrimas cayeron del rostro del omega.
- Debe estar con hambre y no tenemos leche - dejó de hablar cuando la voz de su alfa se escuchó - La leche normal le hará mal, no podemos darle eso, yo... No puedo dar de lactar ni si quiera podemos tener....
El lobo aulló suave golpeando el pecho de su omega con su hocico, el menor miró su camiseta y observo con sus ojos abiertos como su camiseta se mojaba en las zonas de sus pectorales.
Luna suplicó que salven al bebé, al niño que ella provocó.
El omega lleno de sorpresa de inmediato quitó su abrigo y su camiseta quedando con su pecho desnudo y se acercó al bebé cuando salía demasiada leche.
Y después de un rato el cachorro empezó a succionar, provocando un enorme alivio en el alfa, omega y Luna.
Jimin empezó a acariciar su pequeña carita y suspiró abrazando al enorme lobo que se encontraba mirando al bebé con preocupación.
- ¿Quién eres pequeño bebé?
Es mi hijo
- ¿De dónde vienes?
No tiene padres, fue mi culpa.
- Ah... Te cuidaremos y estarás a salvo con nosotros, lindo bebé
Gracias
Gracias por aceptar a mi hijo.
Al hijo de la Luna.
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