Esa se volvió su rutina. Los días Magnus estaba con Alec y Rafa. Max y Elara seguían creciendo en su vientre. Esperanza seguía viéndose triste y cansada, aunque a veces intentaba sonreír, incluso un par de veces sostuvo a Rafa, "Son los ojos de Ángela" había dicho.

Y lo eran. Magnus lo sabía. Ángela tenía ese mismo marrón incluso ahora.

-Siento cargarte con esto, Alec -dijo ella una mañana, más de una semana había pasado ya.

Alec, que había estado sentado en el sofá, jugueteando con las manitas de Rafa mientras Magnus cambiaba su pañal sucio -"Yo no puedo agacharme ya" había alegado Alec sólo para verlo hacerlo a él-, giró su rostro, todavía sin soltar a Rafa, o era el bebé quien no lo soltaba, sus pequeños deditos aferrando los de Alec.

-¿De qué hablas?

-Tú estás embarazado y... y... y deberías pasar estos meses tranquilo, y en su lugar estás cuidando a un niño que no es tuyo.

Rafa hizo un sonido que, de no ser porque era un bebé de tal vez un mes de nacido, parecería de indignación. Alec hubiera querido molestarse, pero entendía que Esperanza estaba mal, le habían dicho que fuera a un doctor o un psicólogo, pero no quiso. Había momentos en los que parecía tranquila y otros en que volvía aquella expresión triste. Alec tomó a Rafa, con su pañal ya limpio y su ropa colocada de nuevo. Magnus no decía nada. El pequeño bebé se acomodó sobre el abultado vientre de Alec, como siempre hacía, su cabeza cerca de su hombro.

-Es mío -en la voz de Alec no había duda, se explicó cuando Esperanza y Magnus lo miraron: -Tal vez no lleva mi sangre, pero la vida lo trajo hasta nosotros. Ya es nuestro, tal vez algún día tú puedas o quieras hacerte cargo de él, Ángela te lo dejó a ti, pero yo siempre estaré para ustedes. Es mío también. Y cuando Max y Elara nazcan, crecerán los tres juntos. Y si yo puedo ser fuerte mientras pasan estos últimos meses, tú serás fuerte si un día yo no estoy.

Esperanza lo miró un momento, vio como Magnus se había inclinado hacia Alec, pasando un brazo por sus hombros, una mano acarició su vientre hacia arriba hasta llegar a la espalda de Rafa, el bebé lo miró.

-Vas a estar -dijo Esperanza, por fin-, vas a vivir con tus hijos, Alec, los verás nacer, crecer, y Rafa estará con ustedes también. Serás un gran padre -después de eso se había ido a su habitación.

Magnus la miró irse, con una mueca. Sería más fácil si recordara todo, pero ella había elegido sólo ayudar. Al menos sabía que Ángela bajaba varias veces a darle la paz que necesitaba.

-Vas a ser un gran padre -le repitió Magnus a Alec, apretando su nombro. Rafa hizo un gorgojeo feliz y uno de sus pequeños pies se movió, rozando el vientre de Alec. Ambos, Magnus y Alec, lo vieron:

Era Alec con un Max de un poco más de un año, alzado en sus brazos, el niño reía y reía, "Papi, papi", un poco más allá estaba la pequeña Elara, caminando de la mano de un niño un poco mayor que ella pero que caminaba con pasos firmes. Ella miró hacia arriba y Rafa le sonrió, y aquellos ojitos dorados de la pequeña semidiosa se iluminaron tanto como las grandes lunas llenas.

CONTINUARÁ...