Capítulo 29: En medio del bosque
HIJOS DE LA NOCHE
HIJO DE LA LUNA
CAPÍTULO 29: EN MEDIO DEL BOSQUE
Los espíritus protectores de la familia Ainsworth huyeron de entre las manos de sus dueños para seguir las órdenes impuestas por la líder: encontrar a mi hermano.
El lobo de Víctor fue el único en buscar por tierra, pues el resto fueron aves que salieron disparadas al cielo para sobrevolar la zona; el conejito de Aylan terminó quedándose junto a nosotros, según, para que yo alivianara el estrés que estaba sintiendo en esos momentos.
—Seguro que está en alguna parte del bosque —informó Iris y se giró hacia nosotros una vez se fueron sus mascotas.
Llevaba las manos dentro de los bolsillos de su gabardina y una mirada seria que me hizo saber que ellos estaban casi igual de desesperados que yo.
Sus ojos destellaron con su clásico rojo, como dos faros en medio del atardecer.
El color desapareció apenas parpadeó.
—No estoy segura de cómo lo sé. Es como si fuera de nuestro clan... O más.
—¿Nos deberíamos de separar?
Víctor se negó ante la idea del segundo al mando y alegó que lo mejor era permanecer juntos porque ya estábamos haciendo lo que los Lawson querían: preocuparnos e ir hacia la trampa. Me pareció una jugada muy sucia de su parte.
—En ese caso, comencemos a caminar cerca del lobo de Víc —prosiguió—. Él es el que tiene más posibilidad de hallarlo rápido.
Nochu nos siguió cuando comenzamos a caminar. Íbamos en grupo, cada uno con una pareja de búsqueda. Aylan no pareció muy feliz con la idea de contar con mi compañía en esa ocasión al tomar en cuenta que la nariz aún me sangraba un poco.
Me dijo que no era bueno que estuviera así, mucho menos con vampiros de bajo rango andando sueltos; yo contrataqué con que sería demasiado asqueroso que se me acercaran a beber del líquido que escurría de mis orificios nasales.
—Los metimos en esto y ni siquiera son como nosotros —susurró.
El gran lobo gris se detuvo a olisquear un tronco seco y el conejito de Lars cambió de lugar, posicionándose entre nosotros para estar lo más lejos del gran animal.
—Vampiros, quiero decir —se corrigió al creer que mi silencio era por incomodidad—. Y ahora les hicimos daño.
—Es injusto —admití sin pelos en la lengua.
Me encontraba molesto y frustrado, tampoco mentiría.
Cuando la nariz dejó de sangrarme, me percaté del latido acelerado de mi corazón y del ligero temblor de mis manos, el cual él pudo notar apenas entrelazó una con la suya antes de comenzar la búsqueda.
—Supongo que ustedes también la están pasando mal, en especial Iris y Ryuu. La mejor amiga de una y la socia de otra están implicadas —continué.
—No creo que la tía Crystal esté del todo conforme de haber encontrado a su alma gemela en una situación como esta —confesó tras un pequeñito silencio.
Su mano comenzó a sudar.
No la solté porque lo tomé como un: "como yo, por haberte metido en esto".
—Es decir, ni siquiera mostraba interés por ella cuando se veían. Era una relación ordinaria, como la del tío Ethan con Dania y ya. No mucho más, no como...
—No como nosotros.
Él tenía razón.
Según Ryuu, cuando estábamos cerca desbordábamos un mar de emociones genuinas, incontables veces nos encerramos en nuestro propio mundo sin importar lo que ocurría en nuestro alrededor. Ese par de muchachas, en cambio, apenas hablaron en nuestra presencia.
—Esto es una mierda —solté.
—Lo hallaremos. Todo estará bien —me recordó su promesa de antes. Esa vez le creí un poquito más porque, por lo menos, dejé de preocuparme por la sangre—. Yo te protegeré, si es necesario.
—Yo no puedo protegerte.
No me las iba a dar de héroe cuando sabía que los vampiros de Crystal me superaban en fuerza, velocidad, sentidos y quién sabe qué más.
Comprensivo, Aylan sonrió y estiró su mano desocupada hacia mi rostro para acariciar una de mis mejillas.
—Nos protegeré a ambos, en ese caso.
Al haber escuchado un aullido nos detuvimos en medio de un claro, justo antes de chocar con los demás y con las respiraciones entrecortadas. El lobo se detuvo a unos cuantos metros con la nariz pegada a un montón de hojas secas.
Víctor trotó hacia él y, apenas llegó, sintió el indiscutible aroma de la fragancia de mi hermano, por lo que palmeó su lobo como aprobación y recompensa.
—Sigamos el rastro. No debe estar lejos.
Yo no tenía la menor idea de qué diablos debíamos de seguir porque no sentía nada, así que lo apoyé con un asentimiento.
No podía hacer nada más que confiar en ellos.
El ave fénix, la lechuza y el búho descendieron a los brazos de sus dueños apenas Iris emitió una nueva orden y, casi por arte de magia, desaparecieron en un parpadeo. Nochu también se fue, no sin antes dar un par de fuertes pisotones contra la hierba para alertarnos del peligro que significaba seguir la esencia. El único que permaneció con nosotros fue Balto, pues encabezó la búsqueda junto a su dueño.
Cuando las primeras estrellas hicieron acto de presencia en el firmamento y la Luna apareció, confirmamos que estaríamos en aprietos. Apenas decidimos alumbrarnos con las linternas de los celulares, noté cómo los Ainsworth se tensaban con una expresión de incomodidad y aflicción en el rostro.
Intrigado, les pregunté qué ocurría y, cuando no me respondió ninguno de los mayores, Aylan fue quien tomó la palabra.
—Huele a sangre humana —confesó, directo.
Hasta cierto punto, le agradecí que no me diese rodeos, aunque mi nerviosismo aumentó con esa información.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo en el instante en que, tal como dijo, algunas partes de la hierba comenzaron a aparecer manchadas con gotas de sangre. Inclusive creí haber visto la marca de una mano en uno de los troncos secos que estaban arrumbados por ahí.
A los pocos segundos, me dieron ganas de vomitar al recordar a mis padres y que yo era el hermano mayor que no cuidó al menor tan bien como él lo hizo cuando yo lo necesité.
Si bien no me faltaba nada para llorar, me aguanté para permitirme ver con mayor claridad por dónde pisaba y para no hacer tanto ruido que acabara por echarnos de cabeza, si es que nuestro aroma no lo había hecho ya.
Balto nos guio hasta una zona muy cercana al lago y, antes de aullar, desapareció ante la sonrisa triste de Víc. Nos encontrábamos justo donde Aylan y yo esperamos a que la tía Iris se despidiera de su primo y James semanas atrás, lo reconocí porque estaba una piedra que habíamos lanzado en medio de nuestra aburrición.
Él se giró hacia nosotros apenas suspiró y tomó de los hombros a Ryuunosuke para mantenerla cerca, como si quisiera protegerla de algún ser invisible que nosotros no podíamos ver. Ambos lucían serenos y con expresiones neutras, jóvenes y con un aura de incertidumbre desprendiéndose de ellos.
Juntos, me parecieron enormes.
Fue entonces que recordé, con tristeza, que ellos eran los candidatos para suplantar a Iris y a Ethan. En el peor de los casos, tendrían que acabar con las vidas de sus tíos con sus propias manos. Aylan también pareció darse cuenta porque un sollozo desolado se escapó de sus labios, sin lágrimas, cargado de dolor y desdicha.
—No debe estar muy lejos —Víctor dijo para mí, ya que todos los demás lo sabían.
Él tomó la batuta de la investigación por ser el más cercano a Don y porque, según Iris, era el que mejor olfato tenía. Algo en mi interior me dijo, más bien, que fue una prueba para confirmar que tomó la decisión correcta al elegirlo futuro líder.
Como si todos compartiéramos mi ideología, nuestros pechos ardieron.
—Tengan los ojos bien abiertos.
Según ellos, todo olía a sangre.
Apagamos los teléfonos y sus ojos brillaron, rojos y anaranjados.
Yo me quedé muy apegado Aylan por miedo y desconfianza a la oscuridad. Él no dijo mucho al respecto, pues no pareció molestarse con mi cercanía ni con mis murmullos en los que demostraba mi preocupación y enojo.
Una vez el silencio se apoderó de nuestro alrededor y lo único que pudimos oír fue el canto de animales nocturnos y el correr del agua y del viento, Iris alzó la voz para romper la atmósfera tenebrosa.
Fue un grito bajito, una exclamación de sorpresa y angustia, con el clarísimo nombre de Donovan en la frase.
—Don, Don —repitió. Cuando nos giramos y nos aproximamos a ella, ya estaba sobre sus rodillas para contemplar el cuerpo herido de mi hermano—. ¿Estás bien?
Apenas fui capaz de acostumbrarme a la oscuridad de la zona, pude ver su camiseta de mangas largas desgarrada y con manchas de sangre.
Por suerte, estaba vivo.
—No son lobos —fue un balbuceo aterrado y casi petrificado por el temor.
Se apartó por inercia de la líder cuando ésta intentó tocarle una mejilla; no obstante, cedió apenas me vio detrás de ella con una mirada preocupada. No me permitieron acercarme demasiado para que no hiciera un gran alboroto.
—Vampiros. ¡Son vampiros!
Sus ojos chisporrotearon, brillantes por las lágrimas que comenzaron a amenazar con salírsele. Nunca derramó ninguna.
—¿Qué te hicieron? —Oí a Ryuu preguntar.
Yo estaba ahí y, a la vez, no.
Me sentía ausente por el impacto de verlo así, sucio, sangrando y con la mirada perdida.
Aylan escondió su rostro en mi pecho y provocó que yo mismo ocultara el mío entre su cabello para concentrarme en otra cosa.
—¿Estás muy golpeado?
—Los quieren a ustedes —respondió—. Los quieren a ustedes y por eso me mordieron —un quejido se escapó de mi garganta.
Su voz se oía tan perdida que me sentí culpable por no insistir más para que le dijeran lo que ocultaban, en especial con tremenda amenaza que eran los Lawson.
—¿Por qué lo hicieron? No se detuvo... Dania... Me dolía. La empujé y volvió, y volvió, y volvió.
Todo él temblaba, su voz, su cuerpo, incluso sus párpados luchaban entre mantenerse abiertos o cerrados.
—¡Y sus ojos...! No son como los tuyos —al tener el coraje de mirarlo otra vez, noté cómo tomaba la mano de Iris que reposaba en su rostro entre las suyas—. Tú eres seguridad. Estás aquí... Están aquí y ellos los quieren.
Donovan siguió balbuceando las mismas palabras una y otra vez.
—Él está bien —murmuró Ethan—. A pesar de estar confundido, alterado y débil, se encuentra bien —su anuncio me tranquilizó—. Los vampiros de bajo rango no tienen la posibilidad de convertir humanos, los atacan por hambre. El que se hayan detenido significa que Crystal se los ordenó. Actuaron bajo impulso.
Eso no estaba dentro de los planes de la Lawson, al parecer; sin embargo, eran cosas con las que se decidió arriesgar.
El canto de un ave ajena al clan acompañado de un feroz aleteo nos heló la sangre. Fue desgarrador, fuerte y tan agudo que lastimó nuestros tímpanos. Por instinto, alzamos la mirada y notamos cómo la silueta de un águila se alejaba de nosotros. Iris chasqueó la lengua y vi cómo se tensó, sabiendo bien lo que se necesitaba hacer.
—Aylan, Hayden —tomó la palabra, apartándose con cuidado de mi hermano—, llévenlo a la casa. Aylan, háblale a Scorpius apenas lleguen, pídele con urgencia que mande a Hikaru y dile que no se preocupe por nosotros —se refería a Ethan y a ella. En ningún momento sus ojos escarlatas desaparecieron, brillaban y centellaban furia, desaliento y tristeza—. No salgan por nada.
—Tía, yo...
—Donovan estará tranquilo estando con su hermano y tú eres el alma gemela de Hayden. No me contradigas, Aylan —tomó aire y usó un tono firme—. Te necesitan más de lo que yo te necesito a ti.
No supe si esas fueron las palabras correctas para decir semejante información, ya que la presión pareció ejercer en contra de la mujer.
Mi hermano farfulló un "almas gemelas" entre sorpresa, desesperación y confusión.
—Víctor, Ryuu e Ethan, vendrán conmigo —nadie rechistó—. Nos dirigiremos al claro en el que nos detuvimos antes y nos encontraremos ahí con los Lawson para mantenerlos lejos del lago. Ustedes hagan lo que les pedí, confío en que lo harán.
Era una orden de la líder.
Incluso yo, sin tener una mordida, no pude negarme.
Fui el primero en acercarse a Don. Pasé su brazo derecho sobre mis hombros y, como pude, lo alcé. Aylan me imitó desde el otro lado y, con una mirada desgarradora por la preocupación naciente en ella, nos despedimos del resto de la familia.
Nochu volvió a aparecer para guiarnos, a base de los golpes que daba en el suelo con sus patas, hacia la residencia. Caminamos lo más rápido que nos permitió el adormilado de mi hermano, hasta que Lars hizo que nos detuviéramos unos segundos.
—No perdamos el tiempo. Dámelo.
Sin saber muy bien a lo que se refería, solté con cuidado a Donovan y vi cómo lo cargaba en su espalda sin problema. No me sorprendí demasiado al notar su fuerza.
—Sigue el sonido de Nochu —confié en él—. Yo puedo hacerlo sin ayuda.
Y así fue cómo recorrimos la parte final del trayecto hasta que la luz de la última casa de la calle apareció, reluciente y cegadora. Nos adentramos a ella con rapidez y la descubrimos tal cual la dejamos.
—Sangras —Don murmuró, estirando una mano hacia mí una vez mi novio lo dejó en el cómodo sofá de la sala.
—Tú también —acusé, sin saber a lo que se refería.
Pude notar las heridas abiertas provocados por colmillos en su cuello, hombros y antebrazos.
Era asqueroso.
Quise vomitar por milésima ocasión en la noche.
—No, Hayden. Sangras de la nariz y estás pálido.
Hasta ese momento, no me percaté del calor que sentía en las orejas y el cuello, de lo mareado y asustado que estaba y, en efecto, de la sangre que comenzó a hacerse camino de nuevo hasta mis labios.
Preocupado, Aylan exclamó que iría por papel.
—¿Qué tienes?
—Preocupación, estrés y miedo.
Esa no fue la respuesta que esperó de mi parte; aun así, no dijo nada más y cerró los ojos para descansar bajo la luz que se colaba de los focos exteriores y el ligero alumbramiento de una pequeña lámpara.
Mi novio desapareció de nuestra vista apenas me trajo un nuevo montón de papel y encendió el difusor con aroma a manzanilla romana. Nochu se quedó en su lugar, a nuestros pies.
—Con que... Alma gemela —murmuró.
Su voz esa vez se oyó más relajada que la de antes, seguía sin fuerzas.
Soné un poco mi nariz y apreté un poco los lados de ella para esperar a que el sangrado pasara. Odiaba respirar por la boca.
—No me sorprende. No eres de enamorarte rápido y con él sucedió apenas unos meses después de conocerse... ¡Sin contar que te gustó apenas lo viste!
Era cierto.
En mi vida, únicamente tuve dos intereses románticos y uno de ellos me rechazó.
—Es algo lindo... Su romance, ¿sabes? ¿Cuántos años tiene? —Reí, nervioso.
—Cien —él emitió un sonido prolongado e intentó mantener el tono burlón de siempre. Gimoteó al final, adolorido—. Es el menor de los Ainsworth.
—Y tú eres uno de ellos ahora.
—Tú también.
—¿Te mordieron? —Lo negué y eso pareció alegrarle un poco—. Qué bueno porque se siente de la mierda. Aunque quiero llorar, eso no va con mi imagen de "chico atleta sin cerebro de Hollywood", ¿entiendes?
Reí al recordar el patético chiste que tuvimos meses atrás, cuando tuvimos la cena con los Ainsworth.
—Sus ojos dan miedo. Los de Iris son...
—¿Más?
—Sí. Más —repitió en un tono misterioso, casi místico—. Sigue estando de la mierda, aclaro. Necesito contexto y todos los detalles, solo que ahorita siento que me estoy muriendo y ese conejo no deja de verme. Me siento en una película de terror —no supe cómo sintió la mirada de la pequeña bola de pelos sobre él—. ¿Qué tan guapo me veo desangrándome?
—Como un tampón con fugas.
—No mames. ¿Has visto un tampón con fugas? —bramó, salvaje por comprender el significado de mi frase—. ¿Sabes qué? No me respondas. Debo estar tan jodido, como me siento. Jodido, pero nunca acabado. Siempre brillando alto.
—Por favor, ya cállate y guarda tus fuerzas para algo importante —su risa se detuvo cuando oímos la puerta del estudio de Iris abrirse y cerrarse—. ¿Qué tal?
Nochu desapareció y Aylan se sentó en el lugar donde estaba él.
—Todo está de la mierda —citó casi a mi hermano, a lo cual éste abrió los ojos para fijarse en éste.
Sus ojos se encontraron unos segundos y comprendió que, en esa casa, casi nunca tuvo privacidad por su súper oído.
—Los tíos Scorpius y James fueron a avisar a Karlav para que estuviera atento, al igual que al resto de fundadores de clanes. Es indiscutible que una de los diez morirá y el tirón sacudirá a todos... Tal vez, incluso a los miembros de familias ajenas —apretó los labios—. El tío YoungSoo no se lo tomó nada bien. Vendrá con el tío Hikaru porque no lo dejará estando en "plena guerra".
—No van a detenerse —negamos ante lo que mi hermano dijo, desamparados ante esa idea—. Víctor y Ryuu... ¿Estarán bien? Es decir, no es que no me preocupe por nuestros tíos. Es que, ellos... Bueno... Ya sabes.
—Deben de estarlo. Todos.
A los minutos, llamaron a la puerta.
Dos Sallow llegaban a nuestra ayuda.
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