Capítulo 25: Amar tan mal
HIJOS DE LA NOCHE
HIJO DE LA LUNA
CAPÍTULO 25: AMAR TAN MAL
A diferencia de Nochebuena, el último día del año no fue una locura.
Mamá y papá se prepararon con anticipación, Donovan y yo ayudamos en la limpieza intensiva y los más jóvenes de los Ainsworth incluso fueron a auxiliarnos cuando se dieron cuenta de nuestros dolores musculares.
Cuando la noche indicada llegó, todos los Lynx tuvimos que apoyar en la cocina cuando descubrimos que el jamón de cerdo a la Coca-Cola de papá estaba tardando más de lo esperado; mamá hizo la ensalada de manzana, Donovan el ponche con vino blanco y yo me encargué de las guarniciones y de la decoración de galletas que mamá dejó a medias por hacer su siguiente labor.
Para nuestra fortuna, en el momento en que la casa verde pistache de al final de la calle quedó en completo silencio y con la iluminación necesaria para que no se viera abandonada, nosotros ya estábamos más que listos para recibir a nuestros invitados.
En esa ocasión, debido a la asombrosa idea que tuvo Don días antes, festejaríamos esa fecha en pijama para no gastar dinero en más conjuntos que, según él, se quedarían cubriéndose de polvo en el clóset cuando regresara el calor. Todos estuvimos de acuerdo porque, en efecto, no queríamos quedarnos en la quiebra por tantas compras que hicimos las últimas semanas.
—¿Podrías pasarme la clave del Wifi, por favor? —Scorpius me pidió minutos después de su llegada.
Llevaba un pijama de invierno de color rosa y beige que combinaban con las de su pareja, quien iba de azul y negro.
A mis ojos, se veía casi igual de adorable que Aylan. Casi porque él llevaba un estampado de Totoro en su camiseta y una bata esponjosa, así que era imposible que pudiera ganarle.
—Quiero llamar a mi familia para desearles feliz año. Falta muy poco para que lo sea allá.
Lo guie hasta el despacho de papá (donde estaba el modem más cercano) y le dicté la contraseña con toda confianza. James nos siguió, interesado en la videollamada.
Me hice a un lado cuando el celular del líder comenzó a sonar, tratando de conectarse con su clan.
—¡Scorpius! —Una voz se oyó desde el teléfono.
Estuve a punto de marcharme para darles privacidad cuando Iris, Ethan y Crystal se unieron a la reunión, bloqueándome la única puerta que pudo haber sido mi salvación.
—¿Cómo se la están pasando...? ¡Ah! ¡Traes el pijama que te regalamos Hikaru y yo!
—Hola, YoungSoo —saludó. Sus mejillas redondas se alzaron y sus labios se curvearon en una bonita sonrisa—. Sí. A James y a mí nos quedó muy bien.
Oí al desconocido soltar un quejido asqueado por la mención del antiguo príncipe, quien protestó al instante. Cuando conocí a ese par, Iris mencionó a un hombre llamado igual que él con el que discutía el príncipe.
— ¿Podrían no gruñir como perros roñosos por una sola vez cuando se ven?
Su pregunta hizo reír a los otros tres adultos y, pese a que quise reírme, me quedé en una esquina en completo silencio, como una decoración más del monótono espacio de trabajo de mi padre.
—No podemos. Es nuestra forma de comunicarnos.
—¿En qué momento mi mejor amigo y mi esposo se convirtieron en animales...?
—¡Hola, hermosa! —YoungSoo interrumpió cuando Iris se asomó por un espacio que había entre la pareja.
Cuando le regresó el gesto, sus ojos brillaron de la emoción.
Todos eran familia, del mismo clan o no, de sangre o no, de la misma raza o no.
Me pareció tan lindo que me pregunté por qué el mundo humano no podía ser, por lo menos, un poco como el suyo.
—Tengo tu regalo y el de Ethan en su casa de Anemoi —siguió—. Scorps nos hizo limpiarla cada dos semanas desde que se fueron, ¡mis manos tienen callos!
—Déjame adivinar, ¿Hikaru durmió en la mayoría del proceso? —Crystal tomó la palabra, haciendo reír al joven de la llamada.
—¡Oí eso!
Una voz se sumó a la llamada y me pregunté cuántos más serían. Tiempo atrás, me dijeron que el clan de los Sallow tenía tanto vampiros como demonios.
—Para tu información, no —presumió. Se oía calmado y abrazador—. Quiero decir, lo hubiera hecho si no fuera porque YoungSoo me amenazó con dormir en el jardín, si lo hacía en la casa de Iris.
—Lo tienes bien amaestrado —James se burló.
A pesar de haberlo visto sonreír con anterioridad, en esa ocasión pareció más santurrón de lo que pude apreciar antes. Se veía guapo, engreído y masculino.
Sus facciones se suavizaron casi al instante en el que sus ojos se fijaron en su pareja, el cual pareció tan encantado como yo.
—Sí. Es un buen perro —Young le dio la razón y se oyó cómo le plantaba un beso antes de que unos pasos se alejaran—. ¡Me alegra que me hayan llamado a mí y no a Chase! Piensa que se quedó al mando o algo así.
En el momento en que Scorpius recordó que yo no era una lámpara o decoración exótica del lugar, giró su celular hacia mí para que saludara y yo, incómodo, tuve que sacudir mi mano y sonreír un poco.
—¡Oh! ¡Tú debes de ser la nueva adquisición de Iris...!
—Miembro —Ethan corrigió.
—¡Eso, eso! ¿Acaso apareciste solo para corregirme? Típico de libra con Lilith en cáncer.
Por su parte, el hombre murmuró un "demonios" en medio de un suspiro y su esposa se rio, dándole un beso en la mejilla. Yo, por mi parte, asentí porque, hasta cierto punto, sí me sentía como una "adquisición".
—Qué bonito es. Debe tener casi la edad que tenemos Scorps y yo —agregó cuando la cámara se volvió hacia la familia.
—¿Cómo están los demás? —James cambió de tema—. ¿TaeYang logró ponerse lo suficiente ebrio para coquetearle a Dean, como si lo acabara de conocer? —El implicado hizo un sonido negativo—. No entiendo cuál es la necesidad de querer embriagarse, ¡les hice un favor haciendo que no sufrieran resaca y me salen con que quieren lo contrario!
Eso me explicó muy bien por qué Víc parecía barril sin fondo al tomar de los tragos más fuertes de México.
—Déjalo. Está tontito.
—A ti te gustaba ese tontito —Crystal acusó.
—¡Eso es...! No me gustaba. Tuvimos una relación de amigos-que-no-son-amigos y ya, ¿entiendes? Antes de Hikaru, no me gustaban las etiquetas —era como leer los chismes recién horneados de Facebook—. Y como a él lo quiero para mí, es mi esposo.
—Por todos los astros, ¡eso se oye tan tóxico! —Iris señaló.
—Yo habría dicho lo mismo.
—Típico de escorpio con ascendente en leo.
Crystal y él hicieron una pequeña bulla, sin importarles la distancia. A diferencia de cuando estaba con los muchachos de los Ainsworth, ella pareció más jovial y no tan madura.
Hasta cierto punto, ese detalle la hizo ver linda y alegre.
—En fin, no. Aún no está ebrio y, obvio, no lo estará. Chase de seguro se está burlando de sus intentos fallidos.
—¿Cómo está él? —El tío Scorpius quiso saber.
Los Ainsworth y la Lawson intercambiaron miradas tan confundidos como yo.
YoungSoo soltó un suspiro largo y un poco tortuoso, tanto que casi yo mismo le pedí que no le diera tantas vueltas al asunto.
—Sus sueños siguen igual. No han cambiado en nada desde hace tiempo, ya lo sabes —Scorps no pareció muy contento con esa respuesta, pues empujó el interior de su mejilla con su lengua—. Dice que no ha visto su rostro aún, ni le ha dicho su nombre, que lo está ahogando con sus problemas y quién sabe qué más.
—Es estúpido. Nadie sueña con la misma persona tantas veces sin influencia de un poder y tampoco nadie de nuestra gente tiene un poder parecido al de Ethan —el Sayre alzó las manos, como si se sintiera acusado por algo que no hizo—. Regresaremos pronto, lo prometo. Pasen un lindo comienzo de año.
—Ustedes también. Te quiero mucho —Young se despidió de su líder—. A ti no —agregó para el demonio.
—Lo detesto —sentenció James cuando colgaron.
—Adoras tener a alguien con quien discutir. Por eso me tienes a mí también —Iris le recordó, como si en verdad lo necesitara.
Dándose por vencido, hizo una mueca y aceptó las palmadas que la mujer le dio en la cabeza mientras todos salían del cuarto.
—Hay... Mucho negro aquí —Scorpius mencionó al final, casi como un murmuro para que nadie más que yo lo oyera.
Me quedé a solas unos segundos para procesar la posible razón del comentario; sin embargo, no pude comprender del todo lo que trató de decirme o si siquiera intentó demostrarme algo.
Por alguna razón, me sentí atacado, como si en verdad dijera algo de mi persona y disfrutara ver cómo me torturaba pensando y tratando de descifrar el mensaje oculto.
Pero él era bueno y agradable.
Fui yo quien se hizo nudos mentales.
Fui yo quien me identifiqué sin darme cuenta.
Como si de un satélite se tratara, Aylan estuvo rondando cerca de mí durante toda la noche. Me sonreía, mostrando sus dientes blancos y ocultando sus lindos ojos, o aprovechaba cualquier momento para rozar nuestras manos como mínimo.
Giraba y bromeaba, bailaba y cantaba, hablaba y reía.
No había secuencia de imágenes más perfectas que esa; no obstante, mi cabeza se limitó a estar repitiéndome las mismas dos palabras durante todo ese tiempo.
Mucho negro, negro... Negro... Ne... Gro... Mucho... Negro...
La cabeza comenzó a dolerme.
Era punzante y arrasador.
Le eché la culpa al alcohol, aunque no bebí demasiado.
Mamá me dijo que la razón pudo ser por causado por el calor al tener a tanta gente concentrada en un mismo lugar y me dio una pastilla con la cual el malestar disminuyó.
Iris, a quien no pude ocultarle mi pesar, se acercó con una sonrisa que me transmitió un poco de paz y luz.
—No pensé que el ponche estuviera tan cargado —reí.
Sabía que no lo estaba.
Era una de las especialidades de Donovan que siempre seguía al pie de la letra para evitar esos detalles.
—¿Algo ocurrió? —Preguntó.
Si bien me mantuve callado, mis ojos viajaron hasta donde estaban Scorpius, James y mi hermano, los cuales hablaban sobre quién sabe qué.
No me sintieron o eso pareció, ya que ninguno se giró a mirarme.
—¿La presencia de James te intimida?
"No", quise decir, "¿a qué se refería tu primo con mucho negro, tía Iris?" La pregunta quemó mi garganta y ardió en la punta de mi lengua.
No la formulé en voz alta, no pude.
Lo que sí pude hacer fue asentir a lo que ella supuso.
No del todo convencida, se levantó y acomodó su largo cabello para dirigirse hacia donde estaba su primo político. Yo supe que no hablarían de nada importante porque Don seguía con él, por lo que me puse de pie y caminé hacia donde vi a Aylan la última vez: mi habitación.
Lo había dejado curioseando en ella porque conocía el camino a la perfección.
Se sabía hasta los rincones en donde se acumulaba más polvo, en dónde estaba mi colección de libros y mangas y qué lugar era el indicado para dejar su bolso de dormir cada que tenía oportunidad de quedarse conmigo por las noches.
Cuando lo hallé, detuve su aparente entretención con mi carpeta personal. Solía distraerse leyéndola e investigaba los términos que no conocía o me invitaba a explicarle todo lo que le daba pereza buscar por él mismo.
La dejó en el cajón de siempre y me extendió una mano.
Alcé una ceja.
—Baila conmigo —me invitó. Mis malestares desaparecían con verlo, oírlo y sentirlo—. Tu sala está llena. Me gusta más estar a solas.
Desde alguna parte del comedor, la bocina de mamá reprodujo la canción "ILYSB".
—Es porque te gusta provocarme y estando a solas te es más fácil —se rio, suave y delicado.
No se negó, no cuando sabía que acabaría haciéndole caso y que no me negaría a bailar con él porque yo también quería hacerlo.
Yo quería todo a su lado.
—¿Cómo se supone que bailaremos esta canción? —Pregunté—. Es muy lenta.
Más que sujetarnos para un baile, nos abrazamos para movernos al compás de la música porque era la mejor opción. Recostó su cabeza en mi pecho y me rodeó la cintura con sus delgados brazos.
No lo aparté.
Sabía muy bien que le gustaba hacerlo y sentir los latidos de mi corazón.
Él disfrutaba saber lo que provocaba en mí, desde un principio fue así.
Papá una vez me dijo que el mundo podría acabarse y nosotros dos estaríamos en nuestra burbuja todavía, así que, mientras nos mecíamos con la melodía de fondo, deseé que algo así pasase.
Yo no necesitaba de un lazo para saber lo que Aylan sentía por mí y él tampoco requería de uno para conocer mis sentimientos por él.
—Oh, my heart hurts so good... I love you, babe, so bad... So bad. Alright, oh, my heart hurts so good... I love you, babe, so bad... So bad.
Me permití cerrar los ojos al apoyar mi mejilla en su coronilla y sentir su característica fragancia.
El artista siguió cantando, nos ambientó con su voz de otro planeta y transmitió una sensación de serenidad y amor.
El collar que le regalé a Aylan relució entre nosotros, atrapado entre nuestros pechos, y mi anillo vibró con las palabras familia y amor, hundiéndose entre los pliegues de su ropa.
—¡Saldremos a ver los fuegos artificiales, faltan tres minutos para el Año Nuevo!
Era Donovan.
No le respondimos.
Era nuestra burbuja.
Me disculparía con él después.
—Mad cool in all my clothes... Mad warm when you get close to me. Slow dance these summer nights... Our disco ball's my kitchen light.
Él tarareó un poco para los dos y tan solo se detuvo cuando lo besé.
Estando a su lado, lo negro no me importó.
Lo negro se desvanecía entre los dos y se escurría como pintura.
Con la canción le confesé que nadie podría tomar su lugar, que estaba tan obsesionado con él que lo amaba tan mal que mi corazón dolía. Era un dolor bueno, de sanación y de estar vivo.
Aylan me hacía sentir vivo.
La ropa sobró, nuestro amor se desbordó y durante Año Nuevo fortalecimos nuestro lazo, aun siendo yo humano y sin recibir una mordida.
No vi su pasado, él tampoco vio el mío.
No importó.
Estaba bien.
Nos vimos el uno al otro, a nuestros yo que se construyeron a base de las vivencias que nuestras almas tuvieron que sufrir en esa vida. Eso era todo lo que éramos: recuerdos que formaron con su paso lo que éramos y seríamos.
Él.
Yo.
Éramos lo correcto para el otro.
Se sintió así porque Aylan lo era para mí y yo lo era para él.
...
—Te amo —fresas y cerezas, vainilla y coco, suave y cálido.
—Yo también te amo —fresas y uvas, gardenias y naranja, acogedor y ensoñador.
A la mañana siguiente, mis papás se fueron a unas merecidas vacaciones con la tía Maggie y su esposo. Los cuatro decidieron ir a San Miguel de Allende por un tiempo. Donovan quiso ir, pero tenía deberes en Microcosmos.
Scorpius y James también se marcharon a Abaddón.
Iris fue la que se encargó de acompañarlos al lago, la fuente de agua más cercana que los haría aparecer en su hogar. Aylan y yo nos quedamos atrás, juntando hojas secas para que Nochu saltara entre ellas. Era difícil porque no quería soltar mi mano.
—Hay demasiado verde, prima. Verde, rojo, gris y negro —dijo Scorpius.
Él estaba junto a su esposo y respiraban a la par, uno junto al otro, con un semblante digno de gobernantes. Irradiaban luz y confort con un inexplicable brillo de decepción tan fuerte que lograron intimidar a mi líder.
—Y sé que lo sabes. Lo sientes. Karlav estará decepcionado.
—Lo arreglaré. Lo arreglaremos.
—No creo que a ella le interese un punto de regreso —guardó silencio, se relamió los labios y contempló el portal junto a él. Un nuevo bosque se extendía del otro lado—. Era cuestión de tiempo.
—Hablaremos —su voz se quebró.
La puerta de los Ainsworth se oyó a lo lejos.
Ethan estaba siendo tirado por su lazo.
Su líder lo llamó, su esposa lo necesitaba.
—No puedes tapar el Sol con un dedo, Lilium.
Con esas palabras, se marcharon.
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