Capítulo 14: Oficial
HIJOS DE LA NOCHE
HIJO DE LA LUNA
CAPÍTULO 14: OFICIAL
Durante la Noche de Brujas, Donovan se veía un poco aterrador con la máscara de Wyborn, el personaje de la película "Coraline y la puerta secreta" que interpretaba. Se había puesto la clásica gabardina negra del disfraz, se alocó un poco el cabello y usó unos guantes con temática de esqueleto. Le sacó un susto tremendo a mamá mientras me esperaba en el pasillo principal, haciendo que casi se le cayera el tazón con palomitas que subía a su habitación para ver una película con papá, así que lo regañó, le dijo que parecía un delincuente y le dio un golpecito como reprimenda.
A nuestros padres no les gustaba mucho que festejáramos esa fecha porque México ya contaba con el Día de los Muertos y, de hecho, nos hicieron comprar cosas para el altar que pondríamos esa fecha. No éramos tan arraigados a las tradiciones mexicanas, igual que la mayoría de gente que vivía en la frontera; el problema surgía ya que odiaban el hecho de tener que gastar dinero en disfraces y dulces (lo cual era contradictorio porque adoraban que nos vistiéramos como catrines todos los 02 de noviembre).
—Sí pareces un delincuente —admití cuando bajé las escaleras, sacándole la vuelta con cuidado a mamá al presentir que podría terminar igual de regañado que mi hermano—. No te pongas la máscara al salir o nos irá muy mal.
En realidad, todas las noches de Halloween eran peligrosas en Colombres. Los crímenes aumentaban, como en las películas de terror, por lo que no quería que nos confundieran con unos locos.
—Tú podrías amenazarlos con tu varita o algo así, ¿no?
Reí, diciéndole que era todo un payaso, mientras salíamos al porche para esperar a que los Ainsworth pasaran por nosotros. Víctor insistió mucho en hacerlo a cambio de unas mandarinas de nuestro árbol.
—Ojalá fuéramos niños para ir a pedir dulces...
—No pidas deseos en Noche de Brujas, ¿nunca viste especiales de televisión sobre eso? —Le picoteé el abdomen con mi varita de Luna Lovegood, una miembro de Ravenclaw. También llevaba la de sauco para Aylan, quien consiguió lo de Gryffindor un par de días antes gracias a un amigo de Dania—. Capaz y se hace realidad, nos convertimos en algún personaje y tenemos que cazar monstruos reales.
—Lamento decirte esto, Hayden... —hizo una pausa dramática—. No existen los monstruos y mucho menos en un sitio tan aburrido como Colombres.
Lo cual era decepcionante para ambos, incluso si él no lo admitía. De pequeños, solíamos decir que el mundo era inmenso y el espacio muchísimo más, como para que existiéramos únicamente nosotros, los humanos aburridos. Creíamos que todas las criaturas mitológicas estaban dormidas y que algún día despertarían.
—Ni siquiera nos visita la Llorona o la Planchada. Está la Pascualita, ¿no? Quién sabe si esa leyenda sea cierta... Algún día deberíamos de visitar ese lugar.
—¿Te imaginas que exista el chupacabras? —Carcajeó ante mi pregunta.
De niños, nuestro juego favorito era fingir que formábamos parte de la pandilla de Scooby-Doo y tratábamos de descubrir el misterio detrás de ese monstruo; aunque, siendo sinceros, él siempre me copiaba en todo lo que hacía y terminábamos peleando por mínimo media hora.
—Nosotros no tenemos cabras, así que no podremos sacar dinero de las noticias diciendo que se nos murió nuestra preciada mascota, Otto.
—¿Quieres adoptar una cabra...? —Mi hermano se hubiera burlado de mi sobreactuación si no fuera porque el vehículo de los Ainsworth había llegado.
Era la misma camioneta con la que llegaron a la primera reunión que tuvimos todos, en el restaurante. Ryuu iba al volante con Víctor de copiloto, ambos vestidos con los personajes prometidos, mientras que Aylan se encontraba atrás de ellos, vestido con la capa de adornos escarlata encima del resto del uniforme característico de los Gryffindor.
Él fue quien nos abrió la puerta desde el interior.
—Mira, tu noviecito llegó.
Si bien no alcancé a darle un empujón por su chiste, le di un golpe en el trasero mientras subía hasta la tercera sección de asientos, la parte que estaba más atrás. Le había dicho horas antes que no mencionara nada del tema cerca de Aylan, a pesar de no ser ya un secreto que nos besamos aquella noche en su casa. Era incómodo que mi hermano hiciera bromas de ese tipo con mi "casi novio" (como le llamaron mis papás cuando se enteraron) andando por ahí.
—No comentes nada —advertí cuando alerté la sonrisa de Aylan asomarse. Siempre oía lo que no debía oír.
Me daba algo de envidia que tuviera ese sentido tan bien desarrollado.
—No planeaba hacerlo —mintió sin esforzarse en ocultarlo y recibiéndome con un beso en la mejilla cuando deslicé la puerta para cerrarla.
Víctor se giró hacia nosotros y preguntó si no se nos olvidaba nada. Iba muy guapo y, junto a Ryuu usando una peluca negra, parecían haber preparado con anticipación el disfraz.
—La tía Iris y el tío Ethan usaron esa ropa en la foto familiar de cuando me integré a la familia —susurró y, ante mi mirada extrañada por no comprender la situación familiar, se encogió de hombros.
—Ahora tenemos a un metiche entre nosotros —reí cuando la muchacha hizo referencia a la vez en la que nos conocimos en el patio de su casa, esa ocasión señalando a Donovan por el papel que desempeñaba su personaje en su historia. Mi hermano también rio al comprender— y a dos magos. Ahora me sentiré vieja, como Morticia.
—Te ves hermosa así —le aseguró su prometido—. Te diría alguna línea de nuestros personajes, pero no son aptas para los tórtolos de atrás y Don está chiquito. No pueden oír eso —mi hermano reprochó diciendo que eran de la misma edad y Víctor le dio la razón con una risita—. Bien, señor Lynx, ¿le puede ir dictando a mi chica la dirección?
—Ya te he dicho que no me llames así —fue el turno de replicar de la única muchacha y, entre quejas y bromas, la camioneta comenzó a moverse en dirección a la casa de Javier.
Aylan me besó los labios en un momento de oscuridad y yo hice lo mismo en la punta de su nariz.
La casa del amigo de mi hermano no era la más extravagante de Colombres, aun así, era una de ellas. No lo era en sí por ser grande y moderna (porque estaba lejos de serlo), sino porque parecía digna de una película de terror durante las noches. Las rejas negras que rodeaban el terreno acababan en puntas amenazantes, tenía un enorme gran danés negro y la decoración clásica de la época le daba un toque lúgubre y espeluznante; si no fuera porque solía pasar por ahí cuando tomaba el camino largo al trabajo, quizá me habría dado mala espina.
—El viaje no fue tan tortuoso, como imaginé, al venir con dos parejas —Donovan admitió, bajándose de un salto tras haber movido los asientos cuando nos bajamos. Lo miré con los ojos entrecerrados y él me ignoró—. Diría que deberíamos de salir más seguido, si no fuera porque presiento que acabaré sobrando.
—¡Qué va! —Ryuu le dio un empujoncito. Usaba tacones negros altos y ni así lograba alcanzar a Aylan, el más bajito de entre los cuatro hombres—. Víctor y yo podemos controlarnos muy bien. Llevamos mucho tiempo juntos, hasta parecemos una pareja de señores casados. Muchas veces nos han comparado con nuestros tíos —yo mismo lo había hecho—. Cuando quieras, nosotros hacemos un tiempo en nuestra agenda...
—Podemos ir a comer después de nuestros entrenamientos... O ustedes después del trabajo —Alejandro comentó, acomodándose el traje. Le hacía ver más delgado y alto de lo que era— con Dania.
—Ella me da miedo. Siento que me analiza demasiado —negó con amabilidad, mientras que Aylan y yo nos sentíamos algo ofendidos por haber sido tratados como jóvenes hormonales que no sabían comportarse frente al público, así que nos tomamos de las manos y dejamos atrás al resto del grupo.
La música sonaba fuerte y se lograba notar que había mucha gente dentro de la casa, bailando, gritando y tomando. Supuse que era algo normal en ese tipo de reuniones porque desde preparatoria que no iba a una y, pese a haber sido algunas una locura, no se comparaban con lo que parecía ser la de Javier.
El gran danés nos olfateó antes de permitirnos tocar la puerta, lamió la mano ocupada (por la varita) de Aylan y se fue meneando la cola a recibir de la misma forma a los demás muchachos. Una vez desapareció de nuestra vista, me dijo que olía a hierba antes de que nos abrieran, deteniendo mi carcajada.
Era Javier junto a Uriel, quienes iban representando a las casas faltantes de la franquicia (Slytherin y Hufflepuff) con los atuendos a medias por el calor que debía de estar haciendo ahí dentro.
—"Veo que es cierto lo que se decía en el tren —Javier pronunció de forma atropellada, lenta y con los ojos entrecerrados hacia el Ainsworth, el cual sonrió. Don, Víctor y Ryuu llegaron instantes después de haber procesado las intenciones del amigo de mi hermano—, Harry Potter ha venido a Hogwarts."
—Te falta teñirte el cabello, pararte más erguido y ser más guapo para citar a un Malfoy —Donovan se burló, haciéndose espacio entre Aylan y yo para saludar a la pareja. Uriel le recriminó diciéndole que su novio era guapo tal y como estaba—. Lo siento, soy serpiente de hueso colorado. Por cierto, huele a hierba y de la mala —Lars tiró de mi manga para hacerme notar que tenía razón—, ¿por qué no esperaron?
—Mamá te prohibió fumar y yo mismo te daré un golpe si lo haces —Víctor carcajeó ante mi regaño y se acercó a saludar antes entrar con una animada Ryuu tirándole de la mano. Don se quejó diciéndome que era una broma y me aseguró que nunca probaría algo así, lo cual yo sabía muy bien que era cierto—. ¿Necesitan ayuda con algo?
—No —Uriel respondió con desinterés. Llevaba una botella de vodka sabor sandía entre sus manos, la cual estaba intentando destapar desde que nos abrieron la puerta—, todo está bien, por ahora. No han roto el lavamanos y no han gritado alguna estupidez en el micrófono... —Un grito se oyó por toda la casa, algo acerca de mandar a volar al ex de alguien—. Solo el lavamanos.
—Y la hierba no es nuestra, amigo. Nosotros somos niños bien —prometió Javier—. Creemos que son los vecinos. Esos tipos se salen a fumar su churrito todas las noches y el aire nos avienta todo a nosotros.
—Creía que los churros se comían... —Aylan me murmuró mientras nos adentrábamos con todos a la casa.
Estaba iluminada con luces de colores y la gente estaba concentrada en lo que creí era la sala sin muebles para evitar desastres; una televisión servía como pantalla de karaoke y había varias mesas con vasos y bebidas preparadas por el que, según distinguí, era un integrante de "los Cuervos".
Había personas de la universidad de los Ainsworth, compañeros del equipo de voleibol de Don y algunos más que no supe de dónde pudieron salir.
—Digamos que nunca dejas de aprender español —él pareció algo mareado con esa noticia. No le iba a ocultar que ni siquiera las personas de una misma región se entendían en algunas ocasiones, mucho menos cuando se trataba de diferentes partes del país o de Latinoamérica en general—. ¿Quieres algo de tomar?
La fiesta se tornó divertida cuando Víctor hizo una apuesta con quién sabe quién para saber quién podía tomar más vasitos de shot con tequila (la cual ganó sin tener ningún efecto, por sorpresa) y cuando Ryuu se topó con una muchacha disfrazada de la hija de su personaje, por lo que se tomaron una sesión de fotos muy chistosa.
Un chico disfrazado de Shrek fue el que había gritado por su ex cuando llegamos y lo volvió a hacer, adueñándose del karaoke y cantando canciones de señora despechada a todo pulmón. Javier tuvo que llevárselo a la habitación de huéspedes para que descansara un poco, el pobre.
Si bien Aylan y yo no éramos unos bichos raros, ambos nos negamos ante la idea de tomar demasiado, yo por haber perdido la costumbre y él porque no quería ser el único en hacerlo.
Estuvimos bailando gran parte de la noche porque era lo que mejor sabíamos hacer (habría sido un insulto para mamá si nos quedábamos sentados en una esquina) y vaya que él sacaba provecho de la situación. Mientras meneaba sus caderas, sonreía tanto y de manera tan sincera que creí que iluminaría toda la sala con ese gesto y sus ojos centellaban por la emoción bajo las luces coloridas.
Le dije al oído que, en la noche de la invitación, pareció preocuparse por nada; él, en cambio, tuvo que hablar más fuerte para que pudiera oírlo. Respondió que estaba cómodo porque yo era su acompañante y no alguno de los chicos que parecían haber fijado sus ojos en él apenas llegó.
Y es que yo no me había dado cuenta por haberme perdido en él, contemplándolo, pero muchos curiosos tampoco lograron resistirse a sus encantos y mucho menos cuando se quitó su capa. Por lo menos ninguno de esos muchachos se atrevió a acercarse para hostigarlo, tal vez porque pensaron que era muy bonito para que les hiciera caso o porque llevaban disfraces muy patéticos.
—¿Quieres que vayamos a otro lado? —Pregunté, ya que no quería que estuviera incómodo, ni yo hacer un gran alboroto si encaraba a los observadores.
Me contestó con que ellos le daban igual y que era una lástima que no intentaran siquiera acercarse a hablar para entablar una amistad. No supe si fue algo sarcástico u honesto y, en caso de ser así, si era normal que alguien en esa situación dijera eso.
De cualquier manera, salimos al patio trasero tras haber rellenado nuestros vasos y tomar una canastita de dulces que estaban en la mesa de junto a las bebidas. A diferencia del plan original, lo hicimos porque se percató que yo estaba sudando un poco y, como prestaba atención a mis quejas de cuando mis padres aún solían sobreprotegerme, concluyó que lo mejor sería salir a tomar un poco de aire fresco.
Afuera estaba un poco más tranquilo. Había un par de parejas y amigos charlando entre ellos y el gran danés estaba acostado cerca de un árbol en ese momento, durmiendo junto a un juguete que parecía ser un peluche desgastado. Aylan cerró la puerta de madera con mosquitera detrás de él y se hizo un espacio entre mis brazos tras haberse puesto la capa de nuevo.
—No creí que ustedes fueran a celebrar Noche de Brujas, ¿sabes? —Confesó. Su voz se oía un poco ronca por lo mucho que cantamos en la pista—. Aunque Víctor dijo algo así cuando nos mudamos... Que era normal que los de la frontera tuvieran un poco revueltas sus tradiciones, quiero decir.
Le di la razón.
No era igual en todos lados y, de hecho, muchas personas religiosas solían tachar la fecha como demoniaca o algo parecido, lo cual era hipócrita, tomando en cuenta que el Día de los Muertos celebraba de igual forma a la gente que ya no estaba en la Tierra.
—En Alemania tenemos dos fechas un poco parecidas, las cuales han ido perdiendo relevancia poco a poco... O eso fue lo último que supe antes de mudarme con mis tíos.
—Hay uno que es para honrar a los que fallecieron durante la guerra, ¿no? Creo que algo así vi en una exposición en la preparatoria —en un proyecto final de historia en donde tuvimos que exponer tradiciones de diferentes países. Yo había escogido Noruega.
—En efecto —ver su cara larga me eliminó cualquier satisfacción de haber recordado ese dato.
Lo tomé un poco más fuerte entre mis brazos y nos arrullé de un lado a otro porque no me gustaba cuando se encerraba en sus pensamientos y no contaba sus inquietudes.
Dibujó una sonrisa limpia de cualquier mal y se paró de puntillas para besar mis labios. Los suyos no estaban ni un poco resecos por el alcohol y sabían a mora azul y vodka.
—Deberíamos de tener una cita —soltó de pronto y yo no me negué porque se me quedó mirando con tanta ilusión que no supe ni cómo responderle más que con un asentimiento—. ¿Qué te parece durante el Día de Muertos?
—Mi familia suele ir al cementerio para visitar a mis abuelos y bisabuelos —recordé—. Solemos quedarnos a pasar el rato comiendo pan de muerto y tomando café... Y no, el panteón no está tan mal cuidado, como los parques, para que me veas así —reí por su incredulidad—. Puedes venir y luego vamos a cenar. La iglesia hará una especie de kermes en la calle, con juegos y comida típica, ¡de seguro te gustará! Incluso puede ir el resto de tu familia y Crystal
Lo pensó un poco para hacerla de intriga y, tal vez, porque no le gustaba la idea de tener una cita con los demás Ainsworth; sin embargo, la fiesta solía ser enorme y lo más probable era que ni siquiera nos quedáramos con ellos mucho tiempo.
—¡Ah! Debo advertirte que estaré maquillado de catrín. Es una tradición familiar.
Con eso en mente, accedió al instante y lo llamé convenenciero.
—Acepto siempre y cuando me ayudes a vestirme así.
Pensé que Víctor y Ryuu podían hacer un mejor trabajo; no obstante, le dije que sí.
—Oh —reaccioné cuando intentó besarme de nuevo, interrumpiendo el acercamiento—. Las citas es algo de novios y nosotros todavía no lo somos.
Aun cuando ya hubiéramos hecho un par de cosas que no solían hacer los amigos, quería formalizar.
Él parpadeó, procesando mis palabras con algo de sospecha, hasta que comprendió: no teníamos una fecha en la cual comenzamos a salir de manera oficial, solo una en la que nos besamos.
—¿Eso quiere decir que quieres ser mi novio? —Su pregunta y la forma en la cual jugó con el borde de mi capa me hizo reír.
—Sí.
—Yo también quiero ser tu novio.
Eso fue suficiente para hacerlo oficial, por lo menos para nosotros, porque no perdimos el tiempo después de eso para volver a juntar nuestros labios.
Incluso en mis sueños, sentí la suavidad y dulzura de sus pomposos belfos sobre los míos, la calidez de sus manos alrededor de mis mejillas y las caricias de sus deditos en ellas después de murmurarnos lo felices que éramos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro