Tres.
La peliazul estuvo esperando la noche desde que su hermano llamó en la mañana. Quería verlo desde hace unos días.
Ese ansiado momento ya había llegado. Su padre estacionó el auto fuera de la corporación y entraron. Bulma le dejó quedarse con las llaves en caso de una emergencia.
—¡Papá!—exclamó Trunks. Fue corriendo hacia él, dispuesto a darle un abrazo. El mayor tuvo que cerrar la puerta rápidamente, ya que su hijo se le iba a tirar encima como siempre.
—¿No estás viejo para esas cosas? Tienes dieciséis.—se burló su hermana.
—¡Bra!—apareció su madre, sonriendo.
—¡Mami!
Vegeta y Trunks quedaron confundidos luego de abrazarse y ver la escena. Esa niña nunca cambiaría.
—Como sea. Vamos, enana.—le indicó con la mano que lo siguiera. Irían a su habitación, como siempre.
En cuanto ambos se fueron, la mayor habló.
—Bueno, Vegeta.
—Bueno, Bulma.
Tensión.
Se sentaron en el sofá simultáneamente.
—¿Alguna mujer en tu vida?
—Já. Eso debería preguntarte yo.
—No soy lesbiana.
—No te hagas, mujer.—sus chistes para evitar hablar del tema no funcionaban con él.
Ella suspiró y decidió dejar las bromas de lado—. Hablando en serio, sabes que eso de conocer personas y formar una relaciones no es tan sencillo. Tú y yo lo sabemos mejor que nadie.
—Cierto.
—Soy complicada.
—También es cierto.—ella rió—. Pero lo mismo pienso de mí.
—Bueno. Supimos cómo convivir juntos en su momento.
—Mujer.
—¿Sí?
—Ya supérame.
Típico chiste egocéntrico de Vegeta. Ambos rieron.
—¿Y bien? No respondiste a mi pregunta.
—Chismosa.
—Siempre.
—Pues no. No hay nadie.
—Extraño.
—¿Por?
—En tu trabajo hay mujeres muy lindas. Nunca les hiciste caso, y sigues igual. ¿No eres tú el que debería superarme?
—No robes mis bromas.
—Malhumorado.
—Insecta.
—No cambias nunca, ¿eh?
Mientras tanto, Trunks y Bra tenían la oreja apoyada en la puerta. La habían cerrado para que sus padres pensaran que podían hablar sin que nadie escuchara.
—¿Ves qué te digo? Siempre que conversan parece que quieren coger, pero también asesinarse.—susurró el pelilila.
—Parecen adolescentes en celo, qué puta vergüenza.—respondió Bra.
—Cringe.
—Tienes toda la razón.
—Bien, al menos ya tenemos claro por qué es que se separaron.
—Demasiada inestabilidad para dos personas. Y por cierto, creí que siempre lo supimos. Nos lo explicaron desde que tenemos memoria.
—Sí, pero esto lo termina de confirmar.
—Como sea.—quitaron su oreja de la puerta y dejaron de susurrar—. Traje mi tarea. Hice todo, pero no entiendo la última parte.
—A ver.
Ella tomó su mochila—la cual siempre llevaba cada vez que iba a visitarlo—y sacó un cuaderno junto a un lapicero. Los puso sobre el escritorio de su hermano y se sentó.
—Veamos.—apoyó sus brazos en la mesa y Bra le mostró el ejercicio.
—Es esto.
—Dame.—pidió el bolígrafo y empezó a escribir—. Primero hallas el lado de aquí con los datos que te dan. Aplicas la fórmula, lo sumas y lo multiplicas por el radio de la circunferencia, y listo.—le extendió la pluma y ella la recibió.
—Ah. Entonces hago esto...—escribió—. Esto... Y esto.
Él miró el resultado—. No pendeja, está mal.
—Mierda. ¿Qué hice mal?
—No multiplicaste.
—Rayos.
—Eres horrible para la geometría.
—Tú también, pero físicamente.
—La pubertad te golpeó, pero tan fuerte que te dejó deforme.
—Cállate, idiota.
Trunks rió y se sentó en el borde de la cama. Luego encendió la televisión y su consola.
—¿Jugamos?
—Espera.—él se percató de que estaba usando su teléfono.
—¿Estas usando la calculadora?—habló entre risas—. Vaya.
—No hay problema si sé resolver algo sin ella.—respondió, mientras escribía.
—Bueno, no te culpo. Eres floja, pero inteligente. No cualquiera resuelve problemas de química en segundos.
—Ah, gracias. Lo heredé de mamá, tal vez.—dejó el bolígrafo al lado y cerró el cuaderno—. Terminé.
—Muéstrame.—Bra puso los ojos en blanco—. Me preocupa que te pongan un cero, agradécelo.—recibió el cuaderno y lo analizó—. Bien, brasier.
Guardó lo que había usado—a excepción de su celular, el cual dejó a su lado—y se sentó junto a él.
La puerta se abrió, dejando ver a su madre.
—La cena está lista. Vengan.
—Demonios.—dijeron al unísono.
—Cuando terminen podrán jugar.—se retiró.
Ambos se levantaron y fueron al comedor. Se sentaron juntos, pero aún no había nadie. Sus padres estaban en la cocina.
—Nos timó. Creí que ya estaba en la mesa.—se quejó Trunks. Se cruzó de brazos.
—Típico de Bulma Brief.
—Ah, sí. Ella sigue cocinando igual de mal.
—¿Ni una mejora?
—Un poco, pero no es la gran cosa.
—Es millonaria y científica, puede contratar a alguien o crear una máquina que lo haga. Rayos.
—Lo hacía la abuela Panchy, pero se fue a un viaje con el abuelo.
—Bueno, entonces lo aguantaremos. Por cierto, ¿te diste cuenta de que nos sentamos juntos sin acordarlo? Siempre es a propósito para que papá y mamá tengan que hacerlo también solo porque nos gusta molestar.—dijo Bra, soltando una risa astuta.
—Oh, es verdad. Bueno, la costumbre.
—¿Entonces nos sentamos normalmente?
Se miraron en silencio por un momento, para terminar diciendo "nah".
—Somos malas personas, hermanita.
Uno pensaría que lo hacían para que sus padres volvieran o algo, pero en realidad no—porque lo daban por perdido. Pensaban que así estaban más felices—. La verdadera razón era el hecho de que les gustaba crear momentos incómodos entre ellos. Les parecía gracioso ver cómo les mandaban miradas asesinas que maldecían el hecho de haberse sentado juntos. A menos que arruinaran su plan yéndose cada uno a los extremos de la mesa.
Bulma apareció llevando los platos para sus hijos. Vegeta lo mismo, pero para él y ella. Luego volvieron a irse y regresaron trayendo palillos y vasos.
—Vaya... Así hubiera sido si nunca se separaban.—le susurró Bra a su hermano. Los mayores acomodaban la mesa.
—Se siente raro.
No solían comer juntos, pero siempre que lo hacían, era el mismo sentimiento. Acogedor, pero extraño. Al menos lo experimentaron en el pasado cuando los cuatro vivían en la corporación. Lo recordaban, pero no la sensación. Eran muy pequeños como para darse cuenta.
De todas formas, no era algo que les afectara. Diez años así provocó que se acostumbraran.
—¿Están bien?—preguntó su padre. Los dos se sobresaltaron. No se habían percatado de que sus padres ya habían empezado a comer.
—Solo pensábamos.—respondió Bra con normalidad. Tomó sus palillos y dio su primer bocado. Su hermano hizo lo mismo.
—Es que estaban muy callados. ¿Se pelearon?—preguntó Bulma.
—Siempre lo hacemos.—respondió su hijo. La menor rió.
—En fin. ¿Cómo te ha ido, Bra?
Ella le hizo una señal de pausa con su mano, indicándole que le respondería cuando terminara de masticar.
—Oh, tienes hambre.—especuló. Su hija asintió.—Vaya, parece que Vegeta y Trunks también.
Era mentira. En realidad querían tragar rápido para no sentir el sabor. Penoso, pero cierto.
"Diablos, espero que algún día papá le diga que cocina mal." Pensó Bra.
—¿Está bueno?—se dirigió al mencionado. La menor esperaba que su deseo se cumpliera.
—Sí, claro.—tosió un poco y bebió el refresco.
"Me dueles, papá." Le falló. Rayos.
Suspiró después de un trago brusco—. Bien. Le di un puñetazo a una chica de mi clase. Dijo que me abandonaste por ser insoportable. Me dio igual lo que dijo. La razón por la que la golpeé es porque ella me dio una bofetada. Nos llamaron a mí y a papá a la oficina de la psicóloga. Y bien, eso es todo.
—¿Un puñete? Te luciste, enana.—ambos chocaron puños.
—Trunks.—le llamó la atención.
—Lo siento, mamá.—dijo con rapidez, volviendo a su plato.
—Y tú, ¿cuándo pensabas decírmelo?—dijo Bulma, dirigiéndose a Vegeta. Bra vio una gota de sudor bajar por la frente de su padre.
—Eh... ¿Pronto?
—¿Cuándo es "pronto"?
—No lo sé. En serio lo iba a hacer, pero se me olvidó.
—Tranquila, mamá. Me regañó, ¿verdad papá? —se lanzaron miradas de complicidad.
—Exacto. Así fue.
—Me castigó sin televisión. Ay, no sabes lo mal que lo estoy pasando. Sufro. Papá, eres muy cruel.—su actuación era malísima, pero creíble para Bulma. Vegeta y Trunks se aguantaron la risa.
—¿En serio? Quítale el castigo, Vegeta.
Aquella oración hizo que todos guardaran silencio debido a la sorpresa que sintieron. Luego de unos segundos, exclamaron.
—¡¿Qué?!—dijeron.
—Estoy en contra de la violencia... Pero si la golpeó por el hecho de defenderse está bien. Cualquiera perdería la paciencia.
—Mamá.—llamó Trunks.
—¿Sí?
—¿Estás drogada?
—Eh... No lo creo.
—No mientas, insecta.—reprendió el mayor.
—¡No lo estoy!
—Sospechoso.—finalizó la adolescente.
Así transcurrió la noche en Corporación Cápsula. Terminaron de cenar, y para mala suerte de los jóvenes, les hicieron lavar los platos.
Ellos volvieron a la habitación del pelilila a jugar con la consola, mientras que Vegeta y Bulma vieron televisión y hablaron un poco. Nada importante en realidad: indirectas, chistes medianamente inapropiados y cosas del trabajo.
—¿Desde cuándo ves novelas? —preguntó Vegeta.
—Vi una con mi madre y me gustó.—respondió ella.
—Por cierto, ¿dónde está?
—En un viaje con mi papá. Te mandaron saludos antes de irse.—dijo Bulma.
—Ah, genial.
—¿Y cómo está tu padre?
—Como siempre. Vive su vida de forma tan tranquila que asusta. Dice que es feliz así. Tal vez vaya con Bra a visitarlo la otra semana. Luego le preguntaré a Trunks si quiere venir.—respondió Vegeta.
—De acuerdo.
—Por cierto, sabes que se acerca el veintiuno y...
—Por supuesto que iremos.—interrumpió Bulma—. Siempre te acompañamos.
—A mi madre le gustaría saber que le dejamos flores todos los meses. Tal vez mi papá vaya también. Va muy seguido al cementerio, pero aún así viene con nosotros.
—Qué lindo de su parte.
—¿Y qué hay de ti? —preguntó Vegeta repentinamente.
—¿Qué cosa?
Él guardó silencio brevemente.
—¿Te gustaría que alguien te deje flores seguido? —preguntó de pronto.
—No lo sé. A estas alturas no creo encontrar a alguien que...
—Yo lo haré.
Hubo nerviosismo. Si no fuera por la televisión, las cosas serían peores.
Y para rematarlo, Trunks y Bra lo oyeron.
—E-e-e-escuchaste eso... He-hermanita...
—S-sí...
Regresaron a su postura normal. Siempre supieron que se enterarían de algo así si no paraban de chismorrear las conversaciones de sus padres.
—¡¿Qué diablos está pasando?!—una crisis de parte de Trunks.
—¡No lo sé!
—¡Estoy entrando en pánico!
—¡Yo también!
Gritaron simultáneamente.
—B-bien, calzoncillos, esto es lo que haremos. Yo le saco información a papá y tú a mamá. Luego corroboramos por chat.
—Está bien... Tranquilicémonos.
Guardaron silencio. Hasta que reaccionaron.
—¡¿Por qué no hay ruido?! —exclamó Trunks completamente alterado.
—¡¿Acaso se están besando?!
—¡Diablos, Bra!
—¡Kami ayúdanos!
—¡¿Qué está pasando aquí?!—exclamó su padre. La puerta se abrió de golpe, mostrando a Vegeta y Bulma bastante enojados.
—¡Mierda!—dijeron ambos.
Y para su sorpresa, Bra despertó gritando lo mismo. Estaba en el auto de su padre.
Un sueño.
Él frenó con algo de brusquedad.
—Me asustaste. ¿Estás bien?
Ella lo tomó del cuello de su camiseta desesperada y repentinamente. Con una cara de susto, habló, casi gritando.
—¡Dime de dónde venimos!
—¡De casa de Trunks!—respondió, tratando de soltarse.—¡¿Te drogaste o qué, mocosa?!
—¡¿Qué hicimos ahí?!—ignoró lo que le dijo.
—¡Llegamos y vimos una película todos juntos! ¡Cenamos y volvimos a lo mismo! ¡Te quedaste dormida, así que te cargué y te traje aquí!
—¡¿Todos estuvimos en la sala?!
—¡Sí! ¡Extrañamente, tú y Trunks no se fueron a jugar videojuegos!
—¡¿Nadie se quedó a solas con nadie?!
—¡No!
Lo soltó y regreso a la normalidad. Él se acomodó su camiseta.
—Claro... Ya lo recuerdo.
—¿Entonces acabas de torturarme para nada?—parecía querer matarla.
—Lo siento, ¿si?—habló, con algo de dureza—. Soñé que... ¡Argh!—se quejó.
Vegeta se calmó. Ella no solía ser así de seria.
—Vamos, cuéntame.—se le acercó. Tocó su hombro a forma de consuelo.
—Soñé que tú y mamá mostraban señales de... tú sabes... "volver".
Se sorprendió y la miró detenidamente.
Solo en sueños él regresaría con Bulma. Literalmente.
—Ahí, Trunks y yo los escuchamos hablar desde la habitación, y por eso nos enteramos.—siguió.—Al principio era solo lo típico...
—¿Típico?
—Ya hemos escuchado algunas cosas, pero no a propósito. Lo juro.
—Bien, ¿y?
—La verdad es que pareciera que tú y mamá quieren hacer ya sabes qué, pero matarse al mismo tiempo.
—Ah... Espera, ¿qué?
—Es la verdad. Yo no hago las reglas.
—Bueno, parece que volviste a la normalidad. En fin, continúa.—dijo Vegeta. Esto le quitó la tensión al ambiente.
—No me sorprende que haya soñado eso, porque es verdad.—su padre se sonrojó. Ella rió—. Al final dijeron algo más cursi, y ahí fue cuando entramos en pánico y nos descubrieron. Entonces desperté. De todas formas ya se me hacía raro que le haya contado lo de la cita con Vados a mamá.
—¿Me traicionaste en un sueño? —preguntó su padre, con aires de ofensa a modo de broma.
—Creo.
—En fin. Dejando de lado eso y hablando sobre que "parece que Bulma y yo queremos "hacer cosas" y asesinarnos", ¿es en serio?
—Sí. Pero no se preocupen, Trunks y yo ya hemos hablado de esto antes, y la verdad no nos parece nada serio, porque sabemos que ustedes no regresarán. Simplemente esto nos confirma por qué se separaron.
—Pero ustedes ya saben la razón. Se los explicamos desde que eran niños.
—Lo sé, pero es como si lo complementara.
—¿Por?
—Es demasiada inestabilidad para dos personas. Tal y como ustedes describían su relación. A lo mejor se siguen queriendo, pero todos sabemos que es mejor que estén solos en lugar de andarse preguntando si están bien o no. Lo intentaron muchas veces en su momento, pero se cansaron. Sería agotador repetir el mismo ciclo una y otra vez. Es por esto que sabemos que no volverán a estar juntos y que ustedes son más felices así. Unos meses después de su separación estaban más... Tranquilos.
—Ah... Se acuerdan.—habló Vegeta, algo sorprendido.
—Pasaron diez años, y yo solo tenía cuatro y Trunks seis, pero sí.
Bra era muy impredecible. Siempre que se sinceraba, decía cosas bastante ciertas.
Todas sus palabras no eran una mala señal. Más bien, era bueno saber que no mostraba problema en hablar sobre ese tema, aunque nunca lo tuvo en realidad.
—Y... ¿Tú y Trunks quieren que Bulma y yo regresemos?
—Nos da igual. Lo que importa es que ambos estén felices, y como dije antes, es obvio que no pasará. Admite que te sientes más feliz así.
—Pues... sí.
—¿Lo ves? Además, no es como si nos doliera el hecho de que seguirán separados. Sabemos los motivos y son ciertos. Nosotros estamos bien, papá. Fue gracias a ustedes que supimos cómo entenderlo y "superarlo", aunque esa no sea la palabra, ya que nunca tuvimos que hacerlo. Hicieron un buen trabajo.
Vegeta volvió a poner el auto en marcha.
—Gracias, hija.
—De nada, papá.
—Y estás en lo cierto, tu madre y yo no regresaremos.
—Lo sabía.—sonrió satisfecha. Le gustaba saber que conocía tan bien a sus padres como para haber concluido lo correcto.
—Y bien... ¿Qué dices? ¿Pongo metal?
—Por supuesto.—respondió Bra, con una pequeña sonrisa.
—La promesa sigue, ¿cierto?
—Claro. No te traicionaré como en el sueño.
Ambos rieron.
Vegeta lo pensó claramente, y pudo asegurar que Bra era demasiado perfecta para ser su hija.
La quería más que a Bulma.
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