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Recuerdo 1: cuando se mudaron juntos.

Alguien tocó el timbre. Ella se encontraba jugando con sus muñecas en el suelo mientras su padre veía la televisión en el sofá. Él se levantó y abrió la puerta, encontrándose a Goku, quien cargaba una gran bolsa de regalo color rosa.

—Oh, es el insecto de Kakarotto.—comentó la peliazul luego de verlo. Tenía cuatro años de edad en ese entonces.

—¿Qué?—preguntó el mencionado, con tristeza.

—Nada.—miró a Bra con complicidad, tratando de decirle que no dijera eso—. ¿Qué haces aquí?—se hizo a un lado para dejarlo entrar, luego cerró la puerta.

—Recordé que te mudaste hace una semana, así que vine a visitarte.—se sentó en el sofá junto a su amigo y la niña corrió hacia él. Alzó sus brazos, queriendo que la cargara. El mayor la sentó en sus piernas mientras sonreía.—¿Cómo has estado, pequeña?

—Cansada. Ayudé a papá con algunas cosas de la mudanza. ¿Y tú, tío Goku?

—Yo...—se agachó, y tomó la bolsa—. ¡Te traje un regalo!

Vegeta miraba la escena con una—realmente pequeña—sonrisa. Sabía que no había fallado al elegir a Goku como padrino de su hija.

—¡Genial!—sus ojos brillaban de la emoción a la vez que recibía el presente.

Dentro del paquete habían varias cosas, tales como una caja de lazos para el cabello, un oso de peluche, un cuento que al parecer era sobre princesas y un perfume aparentemente caro. Bra sacaba los objetos uno por uno, y Vegeta empezó a sorprenderse cuando salieron algunos vestidos y abrigos de la bolsa. Especialmente al ver el último regalo, el cual era un jodido set completo de Play-Doh, con accesorios y moldes incluidos.

Bra había estado pidiendo ese juguete desde hace un mes, así que tenía que admitir que la sabandija de Kakarotto se había superado. Merecía una cerveza.

—¡Gracias, tío Goku! ¡Eres el mejor! —ella se abalanzó sobre él, rodeando su cuello con sus pequeños brazos. Él la abrazó también.

—Por cierto, ¿te gustó el regalo que Milk te dio hace unas semanas?

—Más que eso.—intervino su padre.—Duerme con esa muñeca, come con ella, y hasta se bañan juntas.

—Le puse nombre. Se llama como la tía Milk.

—Qué lindo de tu parte. Se lo diré.

Ella se bajó de su regazo, guardó los regalos en la bolsa nuevamente y se fue a su habitación. Probablemente a seguir apreciando sus nuevas cosas.

—Eres un insecto.—Goku no se sorprendió por la ocurrencia de soltar esas palabras. Era tan típico que se acostumbró.

—¿Estás enojado por no traerte nada? Pues para que sepas, sí lo hice.

—Ah, claro.—se cruzó de brazos, luego reaccionó—. Espera... Qué cosa.

—Toma.

Le extendió unas llaves. Eran las de su auto. Vegeta tenía la boca entreabierta.

—Tú... Reparaste mi auto...—dijo con sorpresa.

—Vino la mudanza y no tuviste tiempo de mandarlo a un buen taller, así que me ocupé de eso y lo fui a recoger. Lo tuvieron listo en un día, incluso si fue una abolladura tan fea como la que Bulma le hizo. Como dejaste el auto en la corporación pude llevarlo a escondidas a que lo reparen.—explicó Goku con una sonrisa—. En fin, está en el estacionamiento.

—Maldita sea, le dije que aprendiera a manejar mejor y no me hizo caso. Como sea, sigues siendo un insecto... Y ella también por arruinar mi auto.

Goku rió—. Lo sé. Soy un insecto, pero me quieres.

—No.

—¡Oigan todos, Vegeta quiere a Goku!

—¡Que no!—frunció el ceño y se levantó—. Ven aquí antes de que cambie de opinión.—dejó las llaves en la mesa del comedor.

—¿De qué hablas?—lo siguió. Se dirigían a la cocina. Lo vio abrir la refrigeradora y sacar dos latas de cerveza.—Oh, gracias.—dijo, recibiendo una. Ambos empezaron a beber.

—Bra te agradece por los regalos... Y yo por el auto.

—No es nada. Ya tenía mucho dinero ahorrado, así que decidí gastarlo. Además, nos pagaron hace poco.

—Sí, y por eso yo pensaba comprarle ese juguete a Bra. Pero en fin, te adelantaste.—tomaron un sorbo.

—¿Crees que Bills nos ascienda?

—No sé, es impredecible. Por cierto, ya sé qué darle a Goten para su cumpleaños.

—¿La pista de carreras?

—Y el avión que pidió.

—Le encantará.

—Soy su padrino de todas formas.

—¿Sabes qué le dará Bulma?

—No. Aunque seguro será algo bueno. Tiene dinero hasta para limpiarse el trasero.

—¿Y cómo les va?

—¿A mí y a Bulma o a mí y a Bra?

—Ambos.—volvió a su bebida.

—Bueno. Lo mío con Bulma dejó de existir hace mucho. Cuando hablamos nos dimos cuenta de que las cosas no estaban bien desde que Trunks nació. Nunca tuvimos algo estable en realidad... A veces las cosas iban muy bien, pero otras muy mal. Tratamos de mantenernos juntos por el bien de nuestros hijos, pero no resultó. Así que acordamos lo que ya sabes, y bueno, hace una semana que empezó.

—Ustedes hicieron un buen trabajo explicándoles la situación a Trunks y Bra. Son niños, pero lo entendieron.

—Ella solo tiene cuatro. Cuando crezca tal vez empiece a ver las cosas de otra manera y...

—Eh.—interrumpió—. Tú eres un buen padre. Lo entendió desde pequeña, así que esto es un buen comienzo. Si tienes dudas, deberías hablar con ella. Te quiere mucho, y estoy seguro de que lo entenderá. Además, no se ve triste.

—No se ve triste, pero extraña a su madre y hermano de vez en cuando. Lo mismo pasa con Trunks.

—Es normal. Pronto se acostumbrarán a verlos los fines de semana.

—No necesariamente. Podemos ir cualquier día.

—¿Lo ves? Mejor aún. Deberías dejar de estresarte tanto.

—La felicidad de esa niña está en mis manos ahora, así que me esforzaré.

—La haces feliz con solo verte. Estoy seguro de que las cosas saldrán bien.—desechó la lata—. Debo irme, se hace tarde. Gracias por la cerveza.

—Ah, seguro.—hizo lo mismo con su envase—. ¡Bra, Kakarotto ya se va!—llamó.

—Por cierto, lindo departamento. Al parecer tienes una bonita vista desde el balcón.

—Eso quería decirte. Es pequeño, pero tiene clase. Es suficiente para dos personas. Cada uno tiene su propio baño, y también hay uno para las visitas. Algún día verás la casa a detalle. Las habitaciones también tienen buena vista.

—Es un buen lugar.—Bra fue hacia él y la cargó, alzándola en el aire algunas veces. Ella reía—. Nos vemos pronto, pequeña.—depositó un beso en sus cabellos y la bajó.—Te veo en el trabajo, Vegeta.

—Claro. Adiós.—lo acompañó hasta la puerta y la cerró. Bra fue detrás de él.

—Papá, ¿quieres jugar con lo que me regaló el tío Goku?

—Está bien, pero primero vamos a ponerte la pijama de una vez. Se hace tarde y mañana tienes que ir a la escuela. Por cierto, ya repararon el auto. Kakarotto lo mandó a un mejor taller.

—¿Entonces me llevarás a la escuela como siempre?

—Ajá.

—Qué bien. No me gusta tomar taxis en la mañana. ¿Y quién me recogerá esta vez?

—Milk o Bulma. Ya sabes lo de siempre: almuerzas en su casa y haces los deberes. Luego yo iré a verte después del trabajo.

—Es decir a las cinco.

—Exacto.—sobó sus cabellos.—Bien, ahora vamos.

Bra caminó junto a él para cambiarse de ropa. Luego jugaría con su padre a hacer figuritas de plastilina, y de solo saberlo le subía el ánimo.

Y no, su mamá ya no vivía con ella, pero la vería dentro de poco. Además, aún seguían queriéndose mucho, y según le dijeron sus papás, el hecho de que se separaran no cambiaría el amor que tenían hacia ella y su hermano.

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Los capítulos con títulos así son flashbacks.

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