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•25•

Jakotsu dio el aviso que nadie fuera a buscar a Kagome, tanto por su seguridad como para protegerlos de lo que seguro podían oír.

El camarografo estaba molesto, suficiente tiempo estuvo fuera Kagome como para que ahora necesitara un receso de último minuto.

En el quinto piso, la ojiazul se aferraba con fuerza al tocador, lo que inicialmente había sido una charla, terminó con un Sesshomaru enojado entre sus piernas, embistiendo duro y profundo.

–¿Que dirían todos esos malditos al ver como te quejas?– habla cerca de su oído, mordiendo ligeramente– ¿como te atreviste a mostrar tus preciosos lunares? ¿Sabes cuantos querían besarlos?

Sus labios bajaron al lunar qué estaba sobre su pecho izquierdo, Kagome gimió encantada sintiendo como se liberaba en un orgasmo, pero aún así él no se detuvo.

–Que osadía la tuya, correrte sin mi permiso– la tomó del trasero para llevarla al sillón qué estaba detrás de ellos, la recostó antes de tomarla por las caderas marcando embestidas duras y profundas– Dime cuantas fotos te tomaron.

–No sabría...decirte– responde con voz entrecortada, sus manos se aferran ahora a un cojín, no logra retener los gemidos qué él provoca– Sesshomaru.. ve más lento.

La sonrisa que le da hace vibrar su cuerpo, no piensa disminuir el ritmo eso está claro, las manos grandes se aferran aún más a su cuerpo antes de inclinarse para besarla con deseo y lujuria latente.

Soltó sus caderas para apoyar una mano junto al rostro de Kagome, con la otra la tomó de la nuca para profundizar el beso, la ojiazul seguía aferrada a su cuerpo, buscando una manera de hacer que bajara la intensidad.

La mente del ojidorado era un caos, todo lo que se imaginaba era a esos desgraciados mirando el cartel de la ojiazul, odiaba la mirada que tenían, sus sucias palabras de lo que deseaban hacerle.

Se detuvo unos instantes, Kagome pensó que había acabado pero no fue así, le ayudó a ponerse en cuatro, más bien apoyando su pecho contra el sillón y su trasero bien alzado para darle una fuerte nalgada.

–Todos vieron esto, Kagome– dijo antes de meterse de una sola embestida, dura y certera, había llegado a su punto excitante, lo notó por como sus paredes lo apretaron– no quiero que nadie más te mire.

–Jakotsu fue...quien firmó por...mi– trata de hablar lo mejor que puede mientras se aferra con fuerza al sillón– yo no...quería.

–Estás más apretada que antes– la toma de la barbilla para levantarla un poco y así poder besarla– no logro entrar completamente.

La azabache gimió al saber que solo estaba recibiendo una parte de su polla, su cuerpo entregado al placer que él ofrecía, en pequeños susurros comenzó a pedir más, mucho más.

El ojidorado estaba feliz de escucharla así que cumplió su petición, entró hasta que lo recibió completamente, aquel delicioso gemido que soltó fue la mejor música para sus oídos.

La dejó en esa posición solo unos minutos, temiendo que pudiera doler su espalda le ayudó a darse vuelta, deseaba que lo viera, como era él quien le daba placer.

Movió ligeramente el corpiño qué llevaba dejando expuestos solo los pezones, tocó solo con la yema de sus dedos, pudiendo ver como toda la piel de ella se eriza, lleva sus labios a un pecho, besando despacio antes de pasar la lengua sintiendo el ligero espasmo acompañado de un gemido.

–Sessh....por favor– suplica llevando sus manos al cabello plateado– ve más despacio.

–No..no lo haré– toma sus manos para ponerla sobre su cabeza, solo una afirma las de ella, con la otra recorre su cuerpo, disfrutando lo bien que reacciona– mira lo excitada que estas, ¿como podría detenerme?

Sus embestidas siguen siendo duras, profundas, ocasionando un ruido muy obsceno qué deleita sus oídos, su respirar se vuelve acelerada, comienza a gemir en sincronía con Kagome, quien le rodea la cintura con sus piernas.

Inmersos en el placer no piensan en nada más, no les importa que el ruido que hacen comienza a escucharse fuera, las personas que pasan por ahí salen rápido evitando ser notados.

El peliplata continua moviéndose, deleitando su vista con la imagen de ella tan sumergida en el placer, con su cabello esparcido en aquel sillón, su piel perlada por el sudor, labios a medio abrir permitiendo que los gemidos salgan libremente, sus pechos rebotando al son de las embestidas, todo es un digno espectáculo que solo él puede y podrá apreciar.

Su mirada baja para ver como entra y sale de ella, sonríe excitado al ver su falo completo de sus fluidos, admira como las paredes de su vagina lo toman completamente, desea probarla.

Sale de su interior escuchando una queja, la azabache baja la mirada en el instante que él se arrodilla, toma sus piernas para ponerlas sobre sus hombros y pasar lentamente la lengua por su entrada.

–¡Ah...Sesshomaru!– exclamó sorprendida– No..eso no.

–Eres deliciosa– sintió un ligero espasmo, vio en primer plano como se corría solo por eso– te advertí....no te corras sin mi permiso.

Hundió su lengua en el cálido interior, el gemido ahogado qué escuchó le hizo saber que hacia un buen trabajo.

Kagome tenía lágrimas de placer acumuladas, su vista pegada al techo solo sintiendo como Sesshomaru deboraba su intimidad, todo se acumulaba en su vientre bajo.

–Si te atreves a correrte sin mi permiso...– habló pasando la lengua y chupando con algo de fuerza el clitoris, sacando un gemido agudo– usaré este lugar de aquí, cariño.

Su mano tocó el trasero, la azabache aguantó lo mejor que pudo el no liberarse en un potente orgasmo, su mente viajó al primer día que lo hicieron, él le dejó tomar el control para no mostrarle este lado suyo, su lado salvaje, caliente.

El peliplata seguía en su trabajo de mover su lengua con experiencia allí abajo, después de unos minutos de verla resistir metió dos dedos escuchándola gritar.

–Vas muy bien– se separó para ver como sus dedos se perdían en su intimidad, su polla palpitaba por el placer que experimentaba, necesitaba volver a entrar, se levantó sin sacar los dedos, los cuales usó para abrir su entrada y meter lento su pene– córrete para mi, solo para mi.

Kagome se aferró a sus brazos con fuerza, las embestidas se volvieron salvajes hasta que ella explotó, su interior lo apretó de tal manera que terminó corriendose, aún con su pene dentro su semilla se desbordó.

–Mierda....– susurró cerrando los ojos, dejándose llevar por el momento y apoyando su rostro en sus pechos– Kagome, tienes que volverte mi mujer.

–¿Hablas enserió?– cuestiona acariciando su cabello con delicadeza– Creí que ya lo era.

–Hablo de casarnos– sus ojos azules se abrieron demasiado, dejó el cariño de lado para mirarlo fijamente– no soportaría la idea que llegara otro idiota y te tuviera, quiero formalizar lo nuestro.

–¿No te parece que es demasiado rápido?– cuestiona deseando acomodarse, Sesshomaru sale finalmente de ella ayudándola– aun no hablas con Hatsume de lo nuestro, puede que me quiera, pero me gustaría que habláramos con ella antes.

–¿Es una manera sutil de rechazarme?– se burla un poco para aligerar el ambiente– Jamás pensé vivir eso.

Una risa escapó de los rosados labios de la azabache, quien tomó su rostro para depositar un beso cálido, cuando se separaron el peliplata le beso la frente, después se levantó para buscarle ropa, encontró un vestido qué serviría, le ayudó a vestirse para después tomarla en sus brazos.

•••

Jakotsu ayudaba en la escenografía para otra de las modelos, todos escucharon el ascensor, al abrirse las puertas siguieron en lo suyo, tratando en lo posible de no mirar a la pareja nada discreta, el castaño se mordió el labio conteniendo la emoción y una carcajada.

–Jakotsu– le llamó Sesshomaru, oírlo decir su nombre le causó un par de sentimientos qué sabía no debía tener, pero no le importó, pues sabía que el peliplata nunca le haría para ese bando, se acercó para ver que deseaba– ¿Tienes las otras fotos que le tomaron?

–¿Las de lencería?– cuestiona recibiendo un acentimiento positivo– están guardas en el departamento, ¿las quieres?

–Si, quiero todas y cada una de ellas– la azabache veía todo algo avergonzada, pues aun permanecía en brazos como si fuera una princesa– también quiero las revistas, pagaré el triple si las envían directo a mi oficina.

Todos jadearon sorprendidos, era demasiado dinero solo por una modelo, pero nadie se atrevería a cuestionar, adoraban sus vidas lo suficiente como para abrir la boca.

–Eso es demasiado Sesshomaru– habló Kagome frunciendo un poco sus cejas– no quiero que gastes todo eso.

–Y yo no dejaré que sigan viendo tu cuerpo– debatió enfrentandola– solo yo debo hacerlo.

El castaño había decidido consultarle al dueño de la revista, quien no lo pensó dos veces y aceptó, realmente deseaba salvar su negocio, ahora más que nunca estaba seguro que Kagome fue una buena inversión.

–El jefe aceptó– interrumpió el duelo de miradas, el peliplata sonrió victorioso– pero debe hacer la última sesión de fotografías mañana y el cartel se queda los tres meses de publicidad.

Esta vez fue Kagome quien sonrió y como niña pequeña sacó la lengua, la cual Sesshomaru frente a todos mordió.

–Grosera– susurró cuando la vio poner sus manos en la boca y soltar unas cuantas lágrimas– bien, pero me envían las fotografías a mi.

Jakotsu estuvo de acuerdo, luego se despidió de ambos para seguir con su trabajo.

Sesshomaru se llevó a la ojiazul de allí, aun no terminaba de castigarla, quizá podría llevarla a su casa a las afueras de la ciudad, quizá un viaje de una semana para probar nuevas cosas, eran muchas ideas en su mente que necesitaba llevar a cabo.

Llegó junto al auto, donde el chófer se le quedó mirando, había reconocido a la mujer en sus brazos y seguramente también recordó el cartel pues un pequeño rubor apareció en sus mejillas.

–Mi oferta de sacarte los ojos sigue en pie– su enojo era evidente, el pobre hombre tragó saliva antes de abrirles la puerta– llévanos a casa.

–¡Sesshomaru, no lo trates así!– reclamó enfadada, pero el ojidorado simplemente le puso una mano en los labios mientras se acomodaba en los asientos, cuando el auto partió se la quitó para reemplazarla por sus labios en un candente beso– esto...no quitará mi enojo.

–Tampoco el mio– respondió pasando la lengua por sus labios– eres deliciosa.

Kagome prefirió mirar por la ventana, calmar su acelerado corazón y las ansias que tenia por volver a besarlo, el suave tono carmesí que adorna sus mejillas le encanta al platinado, desea tanto morderla para ver si su lado salvaje sale nuevamente.

El sonido de un mensaje entrante en el celular de Kagome interrumpe su plan, la azabache revisa ahí mismo que es, Sesshomaru lee el nombre "Koga", eso le molesta, ¿quién es ese, y por que demonios le escribe con tanta familiaridad?

–Sessh...– lo llama despacio, la siente temblar ligeramente y se preocupa– en dos días....es el juicio contra mis padres y Noritoshi.

–Él ya está muerto– le recuerda abrazándola con cuidado, transmitiendo seguridad– no puede hacerte nada.

–Aún así, estarán ellos– dice dejando el celular a un lado y refugiandose más en los brazos contrarios– no quiero verlos, podría hacer alguna idiotez.

–Iré contigo, no te dejaré sola– dejó un beso en su cabello– ya no estas sola.

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