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•24•

Kagome sentía su cuerpo dolorido, hacia mucho que no entrenaba tan arduamente, se dejó caer en la banca cerca de las duchas unos minutos, su celular sonó indicando un mensaje.

[Sango
Sesshomaru ya se fue, dijo que tiene asuntos pendientes y que estará fuera unos días, no tiene celular así que me pidió avisarte.

13:40]

La ojiazul dio las gracias antes de levantarse e ir a tomar un baño, saliendo debía ir con Jakotsu a la empresa de modelaje, desde mañana debía ir a sacarse fotos desde el alba al ocaso, seguramente tendría tiempo solo de comer, pero los entendía, sus ventas habían bajado mucho en su ausencia y no deseaba dejarlos en la ruina por incumplir el contrato.

El agua fría caía por su cuerpo relajando sus músculos, se quedó disfrutando cerca de diez minutos antes de salir, Jakotsu la esperaba en la entrada listo para irse.

–Vaya cara tienes– tomó el rostro de la fémina con cuidado examinando– ¿es por el entrenamiento?– Kagome asintió sin ánimos– por favor, cuando follaste con Taisho no tenias la misma cara y dijiste que fue más duro.

–¡Jakotsu por dios!– le cubrió la boca avergonzada mirando para todos lados esperando no hubiera nadie, lastimosamente si había una persona, la encargada de registrar a quien entraba, los miraba con una sonrisa– ¡que vergüenza!

–¡Ay por favor!– salió tras la ojiazul que lo dejó varios pasos atrás– no niegas que te encantó, es que nada más imaginar como folla ese hombre me alborota las hormonas.

Kagome lo miró alzando una ceja, luego estalló en una carcajada que contagió al castaño, desde lejos en una camioneta, un pelirrojo miraba todo deseando acercarse y ser el motivo de esa bella sonrisa, pero aún no era el momento, solo debía aguantar un poco más y estaría otra vez con el castaño en sus brazos.

•••

Sesshomaru movía su pie impaciente, desde hace dos horas que había llegado al muelle donde se juntaría con sus hombres pero ninguno se digna a aparecer, si hay algo que odia es la impuntualidad.

Poco tiempo después los vio llegar, todos atentos a que nadie lo siguiera, se reunieron en uno de los barcos que para su buena suerte estaba repleto de su mercancía.

–Ya conocen las reglas– hablaba sacando un cuchillo de solo cinco centímetros– no quiero que mi mercancía la tomen niños o mujeres jóvenes.

–¡Si señor!– hablaron todos sin despegar la vista del objeto que todos conocían muy bien, si otra persona lo viera no sentiría temor, pero todos los presentes aquí vieron como con ese cuchillo asesinó a cuatro de los mejores hombres de una manera cruel y despiadada-.

–Bien, sigan haciendo todo con cautela, nadie debe enterarse– su voz era grave, dándoles a entender que era una advertencia– otra cosa, perdí mi celular, llamen a Miroku y si es urgente usen la palabra clave para atenderlos yo.

Todos estuvieron de acuerdo, salieron del lugar para tomar posición en sus respectivos lugares, todo marchaba según su plan, esta vez conocerían a Sesshomaru Taisho, nadie pasaba por encima de él sin sufrir las consecuencias.

•••

Un mes después

Los días pasaban lentos, demasiado lentos para su gusto, había tenido la oportunidad de ver a Hatsume solo dos veces, en ninguna ocasión se encontró a Sesshomaru, en cierto modo lo agradecía, pues en su mente aún estaba la charla donde le decía iba a embarazarla.

Terminó una nueva sesión de fotos, Jakotsu la llevó a su nuevo camerino, uno exclusivamente para ella, mientras Kagome tomaba un batido para llenar el estómago, el castaño buscaba el próximo conjunto para usar.

–Está decidido, voy a renunciar– exclamó la azabache suspirando– no puedo más, hasta quiero llorar.

–Nada de eso cariño– la tomó de sus manos para levantarla, hizo que diera una vuelta para caer el sus brazos– el mundo merece verte, solo tu podrías lucir tan bien en esa ropa.

–Solo lo dices por el dinero que ganas vendiéndome– exclama dramática poniendo una mano en su rostro y dejándose caer al sillón– si no fuera por eso me dejarías tener tiempo libre.

–Mejor ven aquí ¿quieres?– ordena con una sonrisa– por cierto, mañana pondrán tu cartel en un edificio, ya sabes, de cuando modelaste ropa de Victory.

–¿Te dijeron que foto pondrán?– Jakotsu negó, pero la verdad es que si sabía, solo estaba esperando ese algo que debía suceder-.

La ojiazul fue llamada, suspiró derrotada antes de salir en dirección al set, donde había algunas modelos más posando, otras esperaban su turno y las más afortunadas se iban a casa.

•••

Un nuevo día comenzó, Kagome se levanta casi a rastras de la cama tras sentir el aroma del café, Jakotsu sabe perfectamente que no puede beberlo por las mañanas, pero aún así le prepara su merecida taza para comenzar el día.

Hoy tenía una sesión de lencería nuevamente, modelos que eran nuevos al parecer, esperaba no fuera muy revelador, odiaba esa clase de fotografías, pero debía ayudar a la empresa.

Como cada día del último mes, terminaron de comer para salir inmediatamente, hoy fueron en taxi, ninguno había dormido lo suficiente como para usar el auto.

En otra parte de la ciudad, un peliplata entraba en su edificio usando un nuevo celular, esta vez limitó sus contactos, muy pocos tenían este número, no necesitaba otro soplón.

–En la mañana tiene dos juntas programadas– hablaba su asistente mostrando la tableta– a la hora de almuerzo quedó de juntarse con su padre, en la tarde llegarán los nuevos socios y los antiguos también desean poder verlo hoy.

–Bien, ajusta bien mis tiempos, haré todo hoy– subió a su ascensor privado, llegando arriba se sentó frente a la computadora para revisar algunos archivos, luego tomó sus cosas para ir a la primera junta-.

Odiaba la oficina, todo esto era aburrido, siempre los mismos problemas, después los idiotas no sabían darle soluciones coherentes, balbuceos que terminaban con él dando órdenes que después sabía serían juzgadas.

Se preparó para ir a comer con su padre, había tomado cerca de tres tazas de café para mantenerse despierto, iba pegado en su celular mientras salía, cuando estaba por llegar a su auto notó como varios hombres sacaban su celular y tomaban fotografías al edificio del frente, alzó su mirada, su mandíbula se tenso, sus manos apretaron el celular y sus ojos irradiaron lujuria, celos y enojo.

En un enorme cartel, Kagome protagonizaba la imagen promocionando lencería de la marca Victory.

Sesshomaru marcó con manos temblorosas por la ira a la agencia de publicidad, exigiendo quitaran ese cartel inmediatamente.

Lo siento mucho Señor Taisho, pero la empresa Belle Dame pagó por tres meses de publicidad– fue toda la respuesta que recibió antes que le colgaran-.

Mierda, que belleza– dice un idiota cerca de él– besaría cada lunar de esa hermosura.

–¿Solo sus lunares?– habla otro con un asquerosa sonrisa que desea borrar– mira esas piernas y ese trasero, puedes probar todo de ella y jamás te cansarías.

Enpuña las manos con ira, no se pondrá a pelear, debe ir con ella y hacer que pague aquella osadía.

Miró el pequeño kiosko que vendía revistas, donde hombres y mujeres compraban la que tenia a Kagome de portada, se giró a su chófer, debía ir inmediatamente a Belle Dame, pero su enojo creció al verlo literalmente babear por SU mujer.

–Deja ya de mirarla, o te quito los putos ojos con mis dedos– advirtió, el pobre chófer agachó la mirada antes de abrirle la puerta e ir a su asiento, en tanto, Sesshomaru llamó a otro de sus hombres– quiero que compres cada revista en la que salga Kagome.

Su voz era grave, debían tener cuidado incluso de dejar caer un lápiz frente a él o sería su fin.

–No quiero que miren las revistas, llevenlas a mi oficina– pauso unos segundos antes de continuar– si alguno de ustedes llega a mirar demás, lo mato.

El chófer tragó saliva nervioso, siguió conduciendo hasta llegar a la empresa de modelaje, se bajó para abrir la puerta, el ojidorado solo tenía un objetivo claro, castigar a Kagome.

Jakotsu se encontraba arreglando los últimos detalles para iniciar nuevamente la sesión, Kagome descansaba en su camerino, pero pronto debían ir por ella.

Escuchó jadeos y suspiros, buscó al dueño de tanto alboroto y lo encontró caminando sin mirar a nadie, se mordió el labio ansioso, no pensó que tardaría tanto. En una fracción de segundos Sesshomaru lo miraba, no se necesitaba ser un genio para saber que buscaba, apuntó sin pensarlo mucho al ascensor indicando con sus dedos el número 5.

Cuando lo vio marcharse se dejó caer sobre el suelo, estaba acalorado, no podía negar que esa mirada lo había calentado, todo su cuerpo indicaba una cosa, follaria a Kagome hasta que la pobre quedara sin caminar, y ahí estaba él, sintiendo envidia de su amiga.

Sesshomaru siente la espera eterna, llega al quinto piso, todo está en silencio, camina por el pasillo buscando el pequeño letrero con el nombre de Kagome, lo encuentra casi a finales del pasillo, se queda mirando la puerta sintiendo como la presión en sus pantalones se hace cada vez más notoria y dolorosa.

Golpea tres veces la puerta con algo de fuerza, escucha murmuros del otro lado, tal parece que cree que es Jakotsu.

–Sabes que solo debes...entrar– dice quedando sorprendida por ver al ojidorado ahí, con ojos fieros– ¿que haces aquí?

–Así que te gusta mostrar tu cuerpo en carteles enormes ¿no?– pone ambas manos en cada lado del marco de la puerta, Kagome se siente pequeña, su corazón acelerado mientras retrocede– Dime Kagome, ¿te gusta lo que provocas en el sexo opuesto?

La puerta se cierra esta vez con seguro, el pasillo vuelve a quedar vacío y silencioso, al menos por unos segundos, se escuchan cosas caer, las voces de ambos antes que cambien a jadeos y...gemidos.

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