•21•
Haru se quedó fuera de la habitación aquella noche, rogó todo lo posible a Jakotsu pero de nada sirvió, el castaño simplemente le tiró su pijama en la cara para cerrar con llave.
Naraku estaba viendo algunas cosas en su computadora cuando tuvo la compañía del pelirrojo, quien suspiró resignado.
–Tuviste que pensar bien las cosas– le dices sin apartar la mirada– se ve que es de carácter fuerte.
–Ya se le pasará– responde frotando una mano contra su rostro– ahora lo importante es continuar, ¿trajiste lo que te pedí?
–Si, pero no se como piensas dárselo– sacó un frasco de pastillas– Kagome siempre está con él.
–Simple, irás tu, las tomará sin verlas solo para que te largues y después llamaré a Kag– decía moviendo las pastillas con una sonrisa– entonces, la tendremos aquí entre ambos, charlando de algo trivial mientras le hace efecto.
–¿Y crees que Kagome no se quedará al verlo actuar extraño?– levanta una ceja cruzando sus brazos– no entiendo nada de esto, se supone que lo quieres hacer sufrir, ¿de que sirve esto?
–La verdad solo estaba aburrido, en París tenia a quien molestar, aquí no– alza los hombros restando importancia– quiero verlo exaltado al verlo creer que dos hombres podrían quitarle a Kag, nadie me la hace llorar.
Naraku negó, prefirió seguir con su trabajo, considerando que no saldría de esa casa hasta que Haru estuviera completamente satisfecho, al menos adelantaría algunas cosas, enviaría recetas e indicaciones a sus enfermeras para que asistieran a los pacientes sin problema alguno.
•••
La mañana llegó con la visita de Miroku acompañado de Inuyasha, fue Naraku quien abrió la puerta, nadie más vio al peliplata menor, él mucho menos sabía de las personas que estaban de visita.
Se fue directo al cuarto de Sango, deseaba sorprenderla con la visita, hace mucho no se veían, exactamente dos meses por trabajo.
En otro lado de la casa, Jakotsu terminaba de vestirse, hoy saldría para terminar los últimos detalles del trabajo de Kagome, salió de la habitación ignorando a Haru, quien trató de hablarle.
Naraku tomaba café apoyado en la puerta de la cocina, tratando de no reír por ver tan sumiso a su amigo, decidió irse, ya era hora de comenzar con el gran plan de Haru.
–Buenos días– saluda como si nada a la pareja, Sesshomaru lo ignora y Kagome mueve su mano– llegó un amigo tuyo, Miroku creo que se llama.
–Le diré que venga, toma tus pastillas y te traere desayuno– Kagome le sonríe mientras va a la entrada-.
–No te molestes, está hablando con Haru– Sesshomaru le quita las pastillas sin mirar, Naraku trata de no reír– cuando terminen de hablar le digo que venga.
–Gracias– de igual manera va a la cocina para buscarle un poco de jugo y pan tostado, algo ligero que no cause dolor estomacal– bien, aquí tienes.
Sesshomaru agradece, toman desayuno tranquilos, ninguno habla, luego del beso de anoche ya habían dicho todo, aún no le pedía formalizar la relación pero lo haría pronto, debía estar en su máximo esplendor para hacerlo.
La puerta suena, Miroku del otro lado pide poder hablar con Sesshomaru y Kagome los deja solos para ir a arreglar un poco la casa y después su aspecto, estos dos días solo la ha pasado con el ojidorado, no le molesta, pero desea un buen y relajante baño.
Con ayuda de Haru y un poco de Naraku limpian la casa, Jakotsu llega para la hora de almuerzo así que se encarga de la comida.
•••
Kagome se deja caer en el sillón, tiene sueño, dolor de cuerpo, cierra los ojos para descansar un poco pero Haru llega interrumpiendo ese deseo.
–Vete, déjame dormir– pone una mano sobre sus ojos tratando nuevamente de descansar-.
–Tenemos un invitado, no puedes dormir– le pellizca el costado derecho hasta que se sienta– se buena y quédate hablando con nosotros.
La azabache desea protestar, Haru pone ojitos de cachorro como cada vez que pide algo así que cruzándose de brazos y mirando a otro lado acepta.
Naraku llega bebiendo café, con su laptod en mano junto a un par de carpetas, los dos individuos presentes le hacen un espacio quedando así el ojicarmin en medio.
Una charla trivial comienza, donde las risas no pudieron faltar al Kagome enterarse como era Haru en su época escolar, muy diferente de ahora.
Según el relato de Naraku, Haru conservaba su cabello rojo natural, largo hasta los hombros, gafas redondas y grandes, cuerpo delgado, ropa holgada pero la misma actitud de ahora.
Kagome lo quedó mirando más de la cuenta, su cabello cortado dejando solo un lado crecer hasta debajo de la oreja, mechones blancos adornan algunas partes, ya no usaba gafas, seguramente las había cambiado por lentes de contacto, su cuerpo era atlético, fácilmente se compararía con el de Sesshomaru, en cuanto a su ropa estaba segura que Jakotsu era quien lo vestía.
–Haru, ¿puedes venir?– un castaño con ceño fruncido apareció desde las escaleras, los ojos del nombrado brillaron en emoción– no te emociones, solo quiero que muevas algunas cosas por mi.
–¿No deseas que movamos la cama juntos mi amor?– preguntó con una sonrisa pícara, Kagome cubrió su boca para no reír alto– Vamos mon chéri– se acercó tratando de tomar sus manos, pero Jakotsu las golpeó inmediatamente– lastimas mis sentimientos.
–Lastimare aún más de ti si continuas– habla con una sonrisa, Kagome esta vez no aguanta y suelta una carcajada, siente lastima por Haru pero ella ama verlo sufrir por Jakotsu– y tu no te burles.
La ojiazul se esconde en el respaldo del sillón hasta que los escucha alejarse, levanta lentamente la mirada, cuando se asegura que ya no están allí suspira antes de sentarse bien.
Naraku no había prestado mucha atención, seguía transcribiendo la información de las carpetas para enviarlas a las enfermeras, que para su condenada suerte no sabían aun del todo el trabajo completo.
–Mierda– exclama cerrando con algo se fuerza y frustración la laptod– voy a pedir unas buenas vacaciones.
–¿Quieres beber un poco?– se gira con una sonrisa hacia su acompañante, asiente estirándose y apoyando su espalda atrás– no es lo mejor, pero ayuda bastante.
El pelinegro se queda mirando como va a un mueble, se agacha para abrir las puertas donde Sango guarda el licor, traga saliva nervioso, no puede negar los sentimientos que ella le hace tener, sus manos se hacen puños creyendo que Sesshomaru no la merece.
–¿Whisky o Ron?– pregunta alzando dos botellas, respira hondo para calmarse, no puede mostrarse desesperado o la asustara, apunta al Whisky antes de hacer espacio en la pequeña mesa– perfecto.
Toma dos vasos para después ir a sentarse y servir, hacen un brindis, Kagome pasa la lengua por sus labios para quitar el exceso de licor, Naraku tiene su vaso a medio camino, viendo como un gesto tan común ella lo vuelve erotico.
Carraspea un poco, mira a otro lado para contar hasta diez, veinte o quizá serviría llegar a mil.
–¿Estás bien?– cuestiona algo extrañada por su actuar– ¿o será que deseas ir a descansar y no me lo dices?
–Nada de eso– se voltea rápido para verla a los ojos, deja el vaso en la mesa– es solo que me siento extraño.
Kagome ladea la cabeza sin entender, con algo de esfuerzo Naraku toma sus manos, esa chispa que sintió la primera vez que la vio recorre su cuerpo, acaricia con ambos pulgares la suavidad de su piel. La ojiazul siente que algo no va bien, mira a todos lados esperando el milagro de que alguien interrumpa, quien sea.
–Tu...tu me haces sentir extraño– habla en un susurro, poco a poco se acerca más a su rostro– Kagome, ¿que se supone que estás haciendo conmigo?
Iba a preguntar de que hablaba, pero es interrumpida por los labios ajenos contra los suyos, la sensación es suave, delicada, pero no le gusta, cierra los ojos con fuerza en un intento por concentrarse, mueve las manos desesperada para librarse y alejarlo.
–Tu..– se giran hacia un furioso Sesshomaru, Kagome no alcanza a hablar, ya él está frente a ambos tomando por el cuello a Naraku– te advertí que te alejaras de ella.
–Sessh por favor...déjalo– mira suplicante a Miroku, quien niega dando a entender que nada puede hacer contra esa furia– hablemos, pero déjalo.
El ojidorado no escucha, tira a Naraku contra el sillón, este se levanta inmediatamente y lo empuja antes de masajear su cuello.
Kagome pensó que podrían hablar, llevárselo de ahí pero la sonrisa de superioridad que le da Naraku al peliplata arruina todo, una pelea comienza ahí mismo, donde a ambos se les olvida que son doctor y paciente.
Jakotsu y Haru llegan a escena por el escándalo, el castaño va con su amiga cuando ve que es empujada por Naraku, claro que este no se dio cuenta al estar pendiente de defenderse.
–¡¿Estás feliz con tu maldito plan ahora?!– el grito de Jakotsu llega al oído de todos, Sesshomaru deja de golpear al pelinegro para centrarse en lo que decían– ¿Ahora que Kagome casi sale herida, estás feliz?
–Claro que no, las cosas no debían darse así– mira al ojicarmin quien arregla su ropa cuando Sesshomaru lo suelta para ir con Kagome-.
–¿De que plan hablan?– la ojiazul se levantó con cuidado, pues había alcanzado a golpearse la pierna con la mesita– Haru...
–¡Dile, cuéntale como trajiste aquí a Naraku solo para provocar la ira de Sesshomaru!– apunta al cómplice, quien evita la mirada de la azabache– ¡dile que tenias planeado dormirlo para hacer que ellos se acercaran más!
–¿Como sabes eso?– pregunta frunciendo el ceño– ¿que hiciste?
–¡Oh chéri, fue muy sencillo cambiar las pastillas por vitaminas!– dice tirando el frasco de somnífero a su pecho– ¿que más tenias planeado? ¿Poner a Kagome entre ambos a decidir por uno?
–Al menos yo hice algo, no como tu– apunta enojado a su pareja, mira al ojidorado con desprecio– la hizo llorar y tu simplemente vas a preocuparte por su trabajo, como si ella no importara.
–No, no te atrevas a decir eso– se acerca molesto y dolido– sabes que ella es como una..
–¿Una hermana? Te recuerdo que tu hermana ya está muerta– Kagome jadea cubriendo su boca, conocía esa historia y sabía que era muy sagrada para Jakotsu como para que Haru la sacara en esta situación– deberías simplemente olvi-
Haru cae al piso, Jakotsu aún tiene su puño extendido, su respirar es agitado y las lágrimas caen sin detenerse por su rostro, todo está en silencio, Sesshomaru aún sostiene por los hombros a Kagome, Naraku ayuda al pelirrojo a levantarse y Miroku permanece en total silencio, él no puede opinar con respecto a nada ahí.
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