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•15•

Hatsume tenía memoria de ciertas cosas que Sarah siempre decía, el como podría volver a embarazarse para atar aún más a Sesshomaru, la pequeña hubiera estado feliz con la idea de un hermano o hermana, pero viendo como esa mujer la trataba, era feliz al ver como su padre ignoraba en ese ámbito a su madre.

Si, podía ser pequeña, pero las vulgares palabras que usaba su madre cuando Sesshomaru estaba fuera, para expresar como fue que "la hicieron" entendió más o menos el proceso, así que ahora, estando frente a la puerta del cuarto de su padre, los dejaría a ellos solos, por que Kagome sería una excelente madre, lo demostraba incluso en su forma de mirarla.

Dentro de la habitación, ninguno de los dos adultos se dio cuenta de la niña, o más bien si, Sesshomaru tenía muy buen oído, tantos años en esto le había hecho agudizar muy bien sus sentidos, pero no hizo nada o Kagome lo alejaría, y con tanto tiempo esperando este momento, no se permitiría aquello.

Cuando el mayor escuchó nuevamente la puerta abrió un poco los ojos notando qué ya estaba cerrada, solo allí fue que se permitió pasear sus manos por todo el cuerpo, en especial aquel delicioso trasero que había visto y fantaseado desde el primer día.

Los jadeos de la ojiazul eran dulce melodía para sus oídos, la tomó en sus brazos rápido para llevarla a la cama, vio su pecho agitado, con una mano acarició a la altura de su corazón escuchando un gemido.

–Si quieres que me detenga, dilo ahora– comenzó a quitar botón tras botón lentamente, la azabache solo se deleita ante su espléndido abdomen– ¿Te gusta lo que ves?

Kagome no habla, solo asiente, al darse cuenta su rostro se cubre de rojo ocasionando una risa que remueve sus entrañas, es tan malditamente sensual, se ve tan bien así, que desea jamás termine este día.

–No he hecho esto muchas veces– se sincera alzando una mano para pasarla por el cuerpo contrario– ¿puedes...ir despacio? Aun es difícil para mi.

–Mantén tus ojos en mi– la toma de su barbilla, Kagome siente sus ojos aguados, Sesshomaru besa su frente, baja despacio a su nariz y por último a sus labios– iremos lento, llegaremos solo hasta donde lo desees.

La ojiazul se dejó quitar la ropa, su cuerpo tenía algunas cicatrices, pequeñas pero visibles, el ojidorado también las tenia y sin poder contenerse Kagome delineo cada una con sus dedos, sacando un jadeo de fascinación en el peliplata.

Su cuerpo reaccionó positivamente al toque del mayor, iba lento, procurando no asustarla, en ningún momento desvió la mirada, quería y necesitaba asegurarse que era él, nadie más, Sesshomaru bajó lentamente sus pantalones asegurándose qué ella estuviera bien con eso, tocó por encima de las bragas y Kagome gimió pero se cubrió la boca.

–Por favor– se acercó a su rostro para besar el dorso de la mano– déjame oírte– pidió en un susurro que la derritió– aferrate a mis hombros si lo deseas, pero déjame escucharte.

Kagome acató la petición, lentamente quitó la mano, volviendo a gemir ante el sutil toque, con los minutos comenzó a desear más, mucho más, el peliplata lo notó, sonrió antes de mover esa delgada tela que lo separaba de su intimidad para después meter un dedo con mucho cuidado, jamás dejaron de mirarse, comenzando así a moverlo despacio en su interior.

–¿Así está bien?– desea saber, sus labios besan la nariz de la fémina, quien asiente extasiada– habla Kagome, dime si estas bien o si me detengo.

–No...no te...detengas– responde con voz entrecortada– por favor...me gusta.

–Bien– comienza un beso lento, disfruta su sabor y en cierta forma su torpeza, le encanta la idea de él enseñarle todo esto, solo él podrá pervertirla, introduce un segundo dedo, deleitado ante su reacción, se separa del beso solo para ver sus erguidos pezones, se agacha lo suficiente para atrapar uno en su boca, su lengua juega con el pequeño botón ganando como premio un orgasmo– estas empapada, podría entrar fácilmente ahora.

Se levanta para frotar su duro pene en la vagina de Kagome, quien siente los espasmos de su cuerpo por el reciente orgasmo.

–Deseas hacerlo así...– se frota una vez más con fuerza haciéndola gemir y no apartar la mirada de ese trozo de carne qué palpitaba contra su piel– o prefieres con preservativo.

–Es un día seguro– afirma levantando la mirada a esos ojos dorados que la hace delirar– así esta bien.

Sesshomaru apoya ambas manos junto a la cabeza de Kagome para después comenzar a entrar, lentamente se abre paso en aquel lugar donde, a pesar de negarlo, hacia mucho deseaba estar, es que esa mujer era irresistible, incluso si no deseaba provocarlo, incluso estando enojada, todo en ella pedía que la tuviera así, bajo su cuerpo, sudando, con el cabello esparcido por las sábanas, sus pechos rebotando ante cada embestida.

La ojiazul en todo momento permanecía aferrada al cuello del peliplata, sus ojos trataban de enfocar su rostro, pero ante tanto placer sentía como poco a poco su vista se nublaba, sin darse cuenta enterró las uñas en la piel del contrario, quien la miró y notó unas cuantas lágrimas acumuladas.

–Podemos parar– dijo acariciando su rostro con cuidado, se obligó a dejar de embestirla, de disfrutar su exquisito interior, no deseaba asustarla– no haré nada que no desees, Kagome.

–Solo besame– pidió tomando su rostro para pegar sus frentes– realmente deseo seguir, esto me gusta.

–Bien, entonces...– en un movimiento muy bien calculado pudo ponerla encima, normalmente le gustaba tener el control, manejar todo a su antojo, pero con ella era diferente, debía ser diferente– quiero que marques un ritmo que te guste, guíame.

La voz salió en un susurro, uno que erizó la piel de la ojiazul, se comenzó a mover despacio, podía sentir toda la longitud entrando en su interior, lo caliente que estaba, se sentía bien, ella marcó un ritmo lento, placentero en ambos.

Sesshomaru la afirma de su cintura, sus manos acarician la suave piel, aprieta un poco para ayudarla a moverse haciéndola soltar gemidos, sus ojos viajaban desde los labios semiabiertos hasta sus pechos qué rebotan despacio en cada movimiento.

La rodea con un brazo para atraerla, atrapa uno de los pezones, chupa y muerde, Kagome siente un cosquilleo en su parte baja muy agradable, se muerde el labio al sentir como algo se acumula en su vientre bajo, es diferente, de algún modo desea parar, esa sensación es como desear ir a orinar.

–Detente– pide apoyando ambas manos en el pecho masculino– me siento...extraña.

–Sigue, libérate– el aliento contra sus pezones mojados la hace temblar, la mano del ojidorado se mantiene firme en su cintura marcando el ritmo un poco más acelerado– no contengas tu placer.

Reparte besos en la clavícula, cuello y hombros, ambas manos toman su trasero para ayudarla a moverse, Kagome comienza a gemir un poco más alto contra el oído del peliplata, el momento parece eterno cuando siente como aquella opresión en su vientre se libera, ligeros espasmos se hacen presentes, Sesshomaru se mueve solo un poco más para librar su semilla dentro.

La respiración de ambos es acelerada, la azabache se deja caer en el pecho de Sesshomaru con sus ojos cerrados, siente su aroma y eso le gusta, aún mezclado con sudor es agradable, muy masculino.

–Descansa– Sesshomaru no la dejó bajarse, solo salió de su interior para acomodarla mejor, ella era muy liviana– en un par de horas seguiremos.

–¿Que?– el rubor de sus mejillas era adorable, se acercó para morderla un poco– ¡Ay, eso duele!

–Y aún no hago nada– le sonríe descarado, Kagome esconde su rostro por la vergüenza, prefiere seguir su consejo y descansar antes de lo que viene-.

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