•14•
Sesshomaru había comenzado su día temprano, creyó que Kagome y su hija aún dormían, pero al llegar a la habitación encontró la cama ya ordenada y desde el primer piso se oían risas, bajó despacio y al llegar a la puerta de la cocina notó a Kagome y Hatsume riendo mientras preparaban lo que parecían hotcackes con miel.
–¡Buenos días papá!– saludó su pequeña yendo a abrazarlo– te hemos preparado el desayuno, ¿quieres?
–Por supuesto– acarició la cabellera plateada de su hija y tomó asiento-.
–He preparado café, pero no se como lo tomas– dijo Kagome apagando la cocina y preparando los tres platos– Hatsu me ha pedido leche así que le calenté un poco.
–Mi café sin azúcar, gracias– recibió el platillo y comenzaron a comer, al probar los hotcackes quedó maravillado, era una excelente cocinera– está muy delicioso.
–La señorita Kagome será una gran esposa– la azabache se ahogo con su café– ¿se encuentra bien?
Kagome asintió, limpió la comisura de sus labios y siguió degustando el desayuno, Sesshomaru por su parte no deseaba que su hija se ilusionara con ella, temía que saliera lastimada, no soportaría la idea de ver sus ojos llenos de dolor nuevamente.
Miró atento a la ojiazul, quien ajena a los pensamientos del peliplata, se sentía muy feliz por compartir al fin una mesa con una familia, ¿así de cálido debía sentirse? Su corazón latía emocionado, su niña interior al fin estaba recibiendo aquello que por años había pedido y le fue negado.
El sonido del timbre los sacó de sus pensamientos, Nao fue quien abrió y Sesshomaru se levantó al darse cuenta que era Bankotsu, Kagome y Hatsume siguieron comiendo, después se levantaron y la ojiazul ayudó a levantar la mesa.
Hatsume se fue a lavar las manos y después fue a la sala a ver televisión junto a Kagome, quien puso una película animada y puso a la pequeña en sus piernas mientras acariciaba su hermoso cabello.
–¿Donde está el baño?– preguntó a la niña-.
–Frente al despacho de papá– dijo mientras apuntaba por el pasillo donde se habían ido ambos hombres, siguió viendo la película de Barbie mientras Kagome se levantaba-.
La azabache pasó al baño sin apuros, se quedó mirando en el espejo mientras lavaba sus manos y rostro antes de secarse, esperó un poco más hasta que escuchó como la puerta del despacho se abría y alguien salía, pudo reconocer los pasos de Sesshomaru, así que espero paciente antes de salir y quedar en la puerta del despacho.
–Cuando dijiste que estabas cerca de tu objetivo, no creí que serias su mano derecha– habló Kagome con sus brazos cruzados– ¿por qué él?
–No te importa eso– respondió enojado– Vete de aquí.
–Me disparaste, lo mínimo que puedes hacer es darme una explicación– Kagome entro en la habitación y miró todo el lugar– Dime que no son celos de su vida.
–No, eso no– habla de brazos cruzados y rodando los ojos– es venganza.
Iba a responder, pero el llamado a la puerta la interrumpió, salió rápido para asegurarse que Sesshomaru no la viera hablando con Bankotsu, fue a la entrada donde con sorpresa vio a su hermano, Sota.
–Tu...– habló él con cierto desprecio, la ojiazul alzó una ceja mientras se cruzaba de brazos– ¿que haces aquí? ¿Como es que la señora Sarah te dejó entrar?
–¿Que no te has enterado?– una sonrisa de superioridad se instaló en su rostro– esa mujer fue expulsada de aquí por como trataba a su hija.
–Oh, eso– la ojiazul apretó los puños ante su frialdad– Bueno, vengo a...
–¿Sabías lo que ella hacía?– interrumpe avanzando un paso enojada– ¿Te quedaste callado viendo cuanto sufría?
–Necesitaba el dinero– su escusa terminó por hacerla perder el control, levantó una mano para después darle una cachetada– qué mierda...
–¡Para ustedes es divertido el sufrimiento de otros mientras tengan dinero!– gritó volviendo a golpearlo, esta vez le dio un puñetazo en el estómago haciéndolo caer de rodillas, se agachó para tomarlo por el cuello de la camisa– eres igual a mamá, una escoria que debe tener su merecido.
–¿Que pasa aquí?– Sesshomaru llega ante el alboroto, queda frente a ambos hermanos, Kagome lo mira fijamente antes de soltar a Sota y levantarse– respondan.
–Lo que pasa, es que esta mujer no me deja ir a dar mis clases– habla el castaño levantándose y limpiando su ropa– se interpuso en mi camino, solo comenzó a golpearme.
La ojiazul soltó una risa sarcástica, se cruzó de brazos esperando que siguiera con su farsa, pero no pudo ya que Hatsume entró llorando.
–¡Papá!– gritó abrazándose a sus piernas, ella le había tomado aprecio a su tutor, y escuchar que sabía de todo el trato que recibía pero se quedó callado, dolía– la señorita Kagome solo me ayudaba.
–¿De que hablas?– le dio unas suaves palmaditas en la espalda para tratar de calmarla, Sota deseaba irse, pero Kagome lo tomó del brazo con fuerza-.
–Vamos, dile– incitó enojada– por favor, hasta hace unos días no le temias, ¿por qué ahora si? Dile que recibías dinero de Sarah para callarte– Sota trataba se zafarse del agarre, pero le era imposible– dile que era divertido para ti ver su dolor mientras tuvieras dinero.
Sesshomaru apretó la mandíbula haciendo rechinar sus dientes, debía controlarse, no podía golpear a un menor, mucho menos frente a su hija, hizo que la niña fuera con Nao, al ver como ambas desaparecían en el segundo piso se giró hasta los hermanos, Kagome aun tenía agarrado a Sota.
–No haré nada contra un menor– el castaño se sintió salvado, pero poco le duró ya que Sesshomaru avanzó para tomar su hombro– pero...Kagome si puede hacerte sufrir.
–No te pondré una mano encima, no más– le sonrió mientras se cruzaba de brazos– pero, me encargaré de que devuelvas hasta el último peso que esa asquerosa mujer te dio– se acercó hasta quedar solo a centímetros de su rostro– tendrás que trabajar muy duro hermanito, por que mamá y papá están igual o peor que tu.
Sota no entendía de que hablaba, pero no importaba, se fue apenas tuvo la oportunidad, el ojidorado agradeció a Kagome antes de volver para terminar su charla con Bankotsu.
•••
Kagome había dado varias vueltas en la sala antes de subir, acostó a Hatsume, le leyó un cuento y beso su frente antes de cubrirla con cuidado, salió directo a la habitación de Sesshomaru para hablar.
–¿Esta todo bien?– están uno frente al otro– te noto nerviosa.
–Lamento mi comportamiento de la tarde– hizo una reverencia– Quizá debí controlarme, pude asustar a Hatsume.
–Pero no fue así– se acercó un poco, deseaba tenerla cerca, sentir su aroma a naranjas– ella está feliz por que la defendiste.
–Espero que así sea– levantó su rostro, pasó lentamente su lengua por los labios resecos, gesto que fue imposible de ignorar por Sesshomaru– conozco a alguien que puede ser su maestra, es simpática y de confianza.
Dio su punto positivo, necesitaba un maestro para su hija, no le gustaba la idea de enviarla a un recinto donde podía ser un blanco fácil.
Siguieron hablando de eso un par de minutos, luego simplemente se quedaron viendo, uno frente al otro, el peliplata no sabía que decir, su mente mostró aquella noche en París, donde pudo apreciar muy bien su cuerpo, se acerca más para tomar su rostro con ambas manos, acorta la distancia con sus labios para rozar sutilmente.
La ojiazul pensó que algo pasaría, cualquier cosa que pudiera interrumpir el momento, pero no fue así, Sesshomaru estaba allí, besándola feroz, como si se hubiera estado aguantando desde hace mucho tiempo.
Y desde la puerta, un tierno par de ojos los veía feliz, la pequeña Hatsume había llegado con la idea de dormir con su padre o Kagome, pero cuando lo vio tomar su rostro con tanta delicadeza se detuvo, ella deseaba estuvieran juntos, ambos lo merecían.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro