Capítulo 1, parte1.
DAKOTA.
—¿Estás segura de que sea una buena idea?
Parpadeo y todavía manteniendo la mirada en la entrada de mi despacho —del cual mi querida hija acaba de salir hecha una furia— sonrío ligeramente. Escucho unos pasos a mi derecha, en dirección hacia la entrada secreta que lleva a un cuarto de emergencia que contiene desde armas, munición, dinero y entre otras cosas de las que en este momento no recuerdo porque no suelo mantener dentro de la mansión algo que me vaya a comprometer a mayores. Siempre mantengo lo justo y necesario.
—Ya la conoces —bajo la mirada de nuevo a la carpeta que sostengo entre las manos, pero por más que lea el mismo párrafo una y otra vez; no consigo concentrarme. Suspiro con fastidio, al final la cierro con cierta brusquedad y la tiro sobre mi escritorio.
—Sí, la conozco. Por eso creo que no es muy buena idea que vaya a esa dichosa Universidad.
Apoyo los codos en el borde del escritorio y tomo mi cabeza con ambas manos mientras entierro los dedos en mi corto cabello. Tengo que decir que el rubio no es de mis colores favoritos, pero desde lo sucedido hace veintiún años, llegué acostumbrarme. Por no mencionar, que en el momento que el mundo se entere que Dakota "Atheris" Anderson sigue viva... toda la vida que hemos construido en estos años puede destruirse en cuestión de segundos. Por eso soporto esas malditas lentillas, mantener el cabello rubio y corto, codearme con todos esos hijos de puta sedientos de poder y dinero. Por no mencionar claro, que Wyatt y Ariadna serían los principales perjudicados. Y antes tendrán que matarme que permitir que alguien toque a mis hijos.
—Dakota... —la voz de Kenya me saca de mis pensamientos. Quito las manos de mi cabeza, enderezo mi espalda y levanto la mirada.
—No te preocupes. Conociéndola puedo apostar que no durará más de un año en esa Universidad.
—Yo no me preocuparía por cuánto dure, sino cuánto serán capaces de soportarla —dice mientras sonríe de medio lado—. Es demasiado ingenua, rencorosa y egocéntrica para su propio bien. ¿Me pregunto a cuál de los dos se parecerá más?
Lo último lo dice con tal sarcasmo que inevitablemente me arranca una carcajada. Porque como bien dijo Kenya; mi querida hija es demasiado egocéntrica como para permitir que la hagan menos que nadie. Algo que suele suceder cuando se entra a cierto círculo de la sociedad. Ella tiene la errónea idea de que comportarse igual que ellos será aceptada, en ese sentido es ingenua. Pero lo que no sabe es que, aunque se comporte o no como ellos, nunca será aceptada. Por muy cruel que se escuche, así es. Es la realidad de este mundo hipócrita y lleno de falsedad. La mitad la verán como la oportunidad perfecta para subir otro escalón dentro de la alta sociedad y la otra mitad la verán cómo el objetivo a eliminar. Ariadna tendrá que aprender que, si ella no es la que manipula, será ella la manipulada.
—Yo solo seré una mera espectadora —sonrío de medio lado. Kenya suspira y menea la cabeza—. Veré qué tanto de mí sacó mi querida hija.
Y veré cuánto tiempo le tomará aceptar de una buena vez la realidad en la que vive.
Una semana después.
ARIADNA.
—¿En verdad no quieres ir?
Hace una media hora que trato de convencer a Alisson de que me acompañe. En el momento que entró a mi habitación y me entregó una carpeta con todos los documentos que la Universidad está solicitando, he utilizado todas mis maniobras de persuasión. Pero Alisson se niega en banda y sigue con el mantra de "que es una pérdida de tiempo que personas de la mafia vayan a una estúpida universidad de riquillos." Pongo los ojos en blanco, ni ella ni yo estamos en la mafia, no entiendo cuál es el problema.
—Además, si tú también quisieras entrar, la tía Kenya no pondría objeción alguna —le doy una mirada de reojo mientras rizo mi cabello. Alisson ríe, pero no es una risa divertida sino irónica.
—Esa sí que es una buena broma. ¿Qué haría la hija de una prostituta estudiando junto a hijos de abogados, empresarios y futuros jefes de empresas multimillonarias? —escupe con tal sarcasmo que bajo mi brazo y pongo totalmente mi atención en ella. Frunzo el ceño con fuerza—. Sé que tus intenciones son buenas, Ari. Pero sé quién soy y a dónde pertenezco.
Entre ambas crece un silencio incómodo, hasta podría decir que triste. Observo fijamente a mi pelirroja amiga, y no puedo evitar sentir el ya conocido dolor e ira en el centro de mi pecho. Rara vez sacamos a colación el tema de su abandono, tanto el hecho de que es un tema doloroso como también que para todos en la familia —incluso fuera de la misma— ella es hija de Kenya. Y el que se atreva a ponerlo a prueba o en duda... Dios lo acompañe. Según lo que nos han contado, la madre biológica de Alisson trabajó por unos cinco años en el prostíbulo de Helen, después desapareció sin dejar rastro o alguna nota que dijera por qué decidió irse. Pasado dos años, apareció frente a Helen con una niña de un año en brazos y simplemente volvió a desaparecer. Nadie sabe quién es el papá de Alisson, ni tampoco dónde está su madre biológica. Y aunque estoy segura que Alisson le agradece muchísimo a la tía Kenya, así como a Helen, el haberla criado; sé que en alguna parte de ella siente el deseo de ver y saber quiénes son sus verdaderos padres. Pero mi pelirroja amiga es demasiado terca y orgullosa como para decirlo en voz alta.
—¿Sigues sin querer buscarlos?
Alisson suspira con fuerza. Toma una de las delgadas y largas trenzas rojas de su cabello.
—Me abandonaron, punto. No veo la necesidad de buscarlos, si ellos tampoco han hecho el intento de buscarme —responde poniendo su mirada en mi persona. Observo sus ojos verdes, que se veían tan duros y sombríos—. Y aun si lo decidieran hacer, no va a ser lo mismo. Por no mencionar que sería demasiado descaro de su parte.
—¿Crees que la tía Kenya te dejaría verlos?
—¿Mi madre? —suelta una carcajada que ilumina un poco la expresión sombría de su rostro—. Como sabes ella y la tía Dakota se ofrecieron a buscar a mis padres, pero en el fondo estoy segura que si ambos llegaran aparecer se encargarían de hacerlos desaparecer. Mi madre cuando quiere puede ser demasiado sobreprotectora.
Sonrío de medio lado y observo fijamente a esa pelirroja que tengo por mejor amiga. Desde que tengo uso de razón, mi infancia siempre fue junto a Alisson. Ambas al ser de la misma edad —yo soy mayor por solo cinco meses— se podría decir que hemos pasado por casi las mismas experiencias. No hay nada en mi vida que no sepa Alisson, y viceversa; no hay nada que no sepa yo de ella. Por eso mi insistencia en que vaya a la Universidad, sé que ella tiene un talento nato para los números y podría sacarle un buen provecho a ese talento. Pero bueno, si ella no quiere no puedo obligarla.
—Sigo sin entender para qué quieres ir a esa Universidad —dice, sacándome de mis pensamientos y cambiando de tema—. De todas tuviste que escoger la número uno en niños mimados buenos para nada.
Sonrío burlona, pero la sonrisa de mi rostro se borra al ver el mechón que trato de ondular. No importa cuánto lo intente, no hay manera de conseguir que mi cabello se mantenga ondulado por más de treinta minutos. Es demasiado lacio. Gracias Dakota, mil veces gracias. Pienso, mientras gruño exasperada y decido parar de conseguir algo demasiado imposible. No entiendo por qué no saqué el cabello rubio de mi padre y de la tía Sasha, ¡pero no! Tuve que tener el cabello negro y lacio de mi madre.
—Por esa razón la escogí —respondo mientras decido mejor trenzar parte de mi cabello.
—¡¿La escogiste porque es el nido de la élite neoyorquina?! —dice con gran incredulidad. Le doy una mirada de reojo—. Realmente si querías estudiar, bien podías hacerlo en casa o por medio de internet como siempre hemos hecho.
—Necesito empezar a relacionarme con gente "normal", Alisson —digo recalcando lo último. Alisson suspira a mi lado, sigo hablando mientras empiezo a maquillarme—. No me malinterpretes, me encanta estudiar contigo. Pero estar todo el maldito tiempo en esta mansión. O ir a las cenas a las que a Wyatt y a mí nos obligan asistir no es nada agradable. Sin mencionar por supuesto, cuando los amigos mafiosos de mi madre vienen de "visita".
—Pero no te quejas cuando vas a las fiestas que esos mafiosos hacen, ¿o sí?
Sonrío contenta con mi aspecto, pero no puedo evitar fruncir el ceño ante ese comentario sarcástico. Clavo mis ojos verdes azulados —aunque son más azules que verdes— en los de mi mejor amiga.
—No hay comparación y bien lo sabes.
—¿En serio? —levanta una de sus cejas y sonríe de medio lado mientras cruza los brazos por encima de su voluptuoso pecho. Una actitud completamente arrogante—. Dices por una parte que odias el mundo de la mafia, el ambiente en el que tu madre y la mía se desenvuelven, pero por otra afirmas que cuando se trata de fiestas está bien. ¿No crees que es un poco contradictorio?
Maldita seas, Alisson.
—Eso mi querida amiga, es porque los mafiosos hacen las mejores fiestas que existen. Por lo menos aquí en New York —respondo mientras la señalo con mi pintalabios—. Y sí, puede sonar contradictorio hasta hipócrita de mi parte. Pero soy realista en ese aspecto, El Infierno y el Bar de Helen son la prueba de lo que digo.
Alisson ríe y niega ligeramente con la cabeza. Dejo mi maquillaje en su estuche y camino hasta llegar a mi vestidor, que tengo que aceptar sería la envidia de muchas personas. Contando los estantes de los zapatos, son cerca de veinte armarios de todos los tamaños existentes. Diez exclusivos para toda mi ropa; que está separada por ocasión, estilo y color. Cinco armarios para abrigos, chaquetas y cualquier prenda accesoria. Y por último cinco armarios para todos mis pares de zapatos que van desde tacones, incluido el tamaño del tacón y estilo, hasta cualquier estilo de calzado que uno se pueda imaginar. Eso sin contar donde guardo los bolsos, joyería y sombreros.
Sí, tengo que aceptar que mi madre se lució, ya que ella fue la encargada de la decoración de todas las habitaciones. Y gran parte de la misma decoración de la mansión.
Me acerco hasta donde están los abrigos y tomo uno largo de color beige que combina perfectamente con mis sandalias del mismo color, de unos cuatro centímetros de tacón. Me lo pongo por encima del crop top de lana manga larga color celeste, el cual llega como una cuarta por debajo de mis pechos. No me gusta mostrar mucha piel a menos que vaya a El Infierno, así que el pantalón blanco talle alto un poco roto por mis rodillas; complementa perfectamente mi atuendo. Escojo un bolso pequeño blanco, que me cuelgo al hombro y entro a mi habitación de nuevo. Alisson me espera con una expresión de lo más aburrida en el rostro y en una posición que no tengo la menor idea de cómo hizo para distorsionar tanto el cuerpo acostada sobre los edredones suaves de mi cama King. Una de sus cejas se levanta al verme y su mirada me recorre desde la punta de mis pies hasta el último pelo rubio falso de mi cabeza.
—¿Te gusta? —pregunto confundida y extrañada de su silencio. Alisson levanta la mirada, pero aquella expresión seria se mantiene en su rostro.
—¿Sinceramente? —pregunta cambiando de posición. Frunzo el ceño y asiento—. Te ves como la típica niña con dinero.
Río y meneo mi cabeza. Sé a lo que se refiere Alisson. Y aunque no me desagrada vestir así, estoy acostumbrada a vestir un poco más sencillo, más cómodo. Pero voy a la Élite New York University, si voy con algo más que no sea ropa de marca y alta calidad; seré condenada antes de poner en marcha mi plan.
—¿Estás segura de esto? —su voz me saca de mis pensamientos. La observo cruzar los brazos a la altura de su pecho y observarme con cierta preocupación. Levanto una de mis cejas—. No me malinterpretes, pero a pesar que tú y tu padre son los más "normales" de esta familia, realmente no te imagino congeniando con esas personas. ¿Acaso olvidas que tú y yo siempre nos hemos reído de todas esas niñas mimadas?
—No me agrada su egocentrismo ni la falsedad, pero prefiero mil veces aparentar que me agradan que vivir al lado de criminales o codearme con ese tipo de personas —respondo mientras guardo mi celular y otras cosas en mi bolso—. Necesito empezar a preocuparme por mí y mi felicidad, disculpa si eso no le gusta o no lo acepta nadie de esta casa.
Alisson guarda silencio, sus ojos verdes me regalan una última mirada preocupada antes de negar ligeramente con la cabeza.
—Si tú lo dices.
—Así es —y doy por zanjado el tema.
Ambas salimos de mi habitación y empezamos a caminar por el largo pasillo que nos lleva a la sala de estar donde nos debe de estar esperando mi padre. Alisson camina a mi lado con el ceño ligeramente fruncido, y sé que debe de ir pensando lo que le he dicho. Adoro con toda el alma a mi pelirroja amiga, pero ni ella y mucho menos alguien de mi familia entendería o comprendería esa necesidad de libertad que siento. El sonido de una voz ronca me devuelve a la realidad, de inmediato una sonrisa se apodera de mi rostro al reconocerla. Apuro el paso, salgo del pasillo entrando en la majestuosa estancia que forma la sala de estar y al doblar a la derecha me encuentro con la amplia espalda de mi padre.
Siempre he dicho que si me llego a casar sería con un hombre como papá. Alto, de mirada cálida, cuerpo esculpido y guapo; sin mencionar su personalidad tranquila. Y esa imperiosa necesidad de proteger a sus seres queridos.
—¡Papá!
En cuanto me escucha, levanta la mirada y una sonrisa similar a la mía se forma en su atractivo rostro. Dice algo más y cuelga la llamada. Importándome poco que parezca una niña de diez años corro a sus brazos, el cual gustoso me recibe en un fuerte y cálido abrazo de oso.
—Hola princesa —murmura contra mi cabello. Levanto el rostro, mis ojos se topan con esos hermosos y brillantes ojos verdes azulados. No sé qué tomarán mi padre y mi madre, porque la edad que tienen no se ve reflejada mucho que digamos en su cuerpo o rostro.
—¿Estás lista? —me pregunta mientras deshace al abrazo—. ¿Tienes todos los documentos?
—Sí, la tía Kenya me envió la carpeta con Alisson —respondo mientras le doy una rápida mirada a mi pelirroja amiga. Papá asiente ante mis palabras, pero su ceño se frunce, una expresión seria se apodera de su rostro y pasa la mirada por todo mi cuerpo. Sé que no le debe hacer mucha gracia mis altos tacones y el crop top, pero a excepción de Wyatt; él no dice nada en cuanto a cómo me visto. Y cuando lo hace digamos que utiliza una forma poco sutil.
—¿Nos vamos? —pregunto mientras sonrío ampliamente y tomo su brazo.
—Tenemos que esperar a tu madre, Ari.
Borro de inmediato mi sonrisa. Tenso la mandíbula, así como también mi ceño se frunce. Y aunque ya tengo diecisiete años, no puedo evitar hacer un maldito berrinche.
—¡No! —grito un poco alto—. ¡Papá! ¡Yo no quiero que venga ella! ¿Qué mierdas se supone que le diga al director o algún compañero? "¡Hola, ella es mi madre, una mafiosa!"
—¡Ariadna!
—¿Qué? —levanto un poco más la voz. Cruzo los brazos molesta y no aparto mi mirada de los preciosos ojos de mi padre—. ¡Es la verdad!
—Escúchame muy bien, Ariadna —su tono de voz ya no tiene la misma felicidad o tranquilidad de hace un momento—. Hemos tenido esta conversación más de una vez, no voy a permitir que le faltes el respeto a Dakota. Ella es tu madre y tienes que respetarla.
—Hubiera preferido tener otra madre —murmuro mientras aparto la mirada.
—¿Qué fue lo que dijiste? —pregunta.
Al parecer no me escuchó. Pongo los ojos en blanco.
—Nada —respondo exasperada. Vuelvo a poner mi mirada en mi padre—. No quiero que ella venga. Punto.
Mi padre pasa exasperado una mano por su cabello rubio. Nunca había visto a mi padre con una mirada tan enojada.
—Ariad...
—Drey, cariño —una voz interrumpe lo que mi padre iba a decirme.
Siento mi cuerpo tensarse cuando volteo y encuentro a mi madre a medio camino de una de las escaleras. Con una envidia —que aborrezco sentir— observo el vestido negro que se moldea como una segunda piel a su menudo cuerpo, resaltando aún más sus curvas. Su rostro siempre lo mantiene con maquillaje muy discreto, ya que no tiene la necesidad de tener que maquillarse mucho para hacerla ver hermosa. Sin mencionar que el corte "pixie" asimétrico resalta aún más sus facciones. Mi cuerpo se tensa mucho más al verla acercarse, con un andar lento y seductor, como el de un felino. De inmediato el rostro de mi padre cambia radicalmente, sus ojos brillan como dos faros, sus facciones se relajan y observa como hipnotizado los ojos azules falsos de mi madre.
La expresión de un hombre completamente enamorado.
—No te preocupes, acompáñala tú, tengo otros asuntos que resolver —dice en su dirección ignorándome completamente. Reprimo una sonrisa porque me he salido con la mía.
—¿Segura? —pregunta mi padre sin apartar la mirada de ella. Mi madre asiente y sonríe en su dirección. Frunzo mi ceño desconcertada. Nunca la había visto sonreír de esa forma, aunque son pocas las veces que la he visto sonreír sincera, siempre han sido sonrisas dirigidas a mi padre o a Wyatt.
A mí nunca me ha sonreído de esa forma. Casi de inmediato me reprendo por aquel pensamiento. Yo no necesito que me sonría. No me importa.
—Bien, recuerda que cenamos esta noche con los Allen —le recuerda mi padre antes de besar con ternura a mi madre, aparto la mirada incómoda.
—Ariadna... —un escalofrío me recorre al escuchar mi nombre salir de sus labios. Clavo mis ojos en su rostro—. Buena suerte en la universidad.
Frunzo mi ceño. ¿Por qué sus ojos siempre me parece que se burlan de mí?
—Como si te importara —gruño ganándome una mirada furiosa de mi padre. El cual abre la boca, listo para reñirme, pero mi madre lo detiene con un sólo gesto.
—¿Tú crees? —dice regalándome esa sonrisa escalofriante que me pone los pelos de punta—. La verdad, sí deseo que disfrutes de una oportunidad como ésa. Algunas personas no pueden darse esos lujos.
Vuelvo a fruncir el ceño, esta vez desconcertada ante sus palabras. Lo último lo dice con un extraño tono, casi como si sus palabras tuvieran otro significado. No sé, así lo percibo.
—En fin. Espero puedas ser la "niña normal" que tanto deseas ser.
Y se va antes de que mi padre o yo seamos capaces de decir algo. Fulmino la espalda de mi madre. No me pasó por alto su sarcasmo.
—Vamos, Ariadna.
Levanto mis cejas al escuchar la voz seria y enfadada de mi padre. Él no me espera, sino que empieza a caminar hacia la puerta principal. Suspiro pesadamente antes de seguirlo.
Bien hecho Ariadna.
***
☆Nota de A:
-Cabello de Dakota:
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