Capítulo 3
Linder
No era la primera vez que escuchaba hablar de los soñadores, humanos capaces de incrementar nuestros poderes. Casi siempre se trataba de hembras a quienes reconocíamos por un talento extraordinario para las artes y una mente mucho más abierta que el resto. Eran... alimento para mi especie. Hacía un montón de años que no teníamos que hacer esto, no desde antes del medioevo. De hecho, durante esta época y el Renacimiento, el imaginario popular fue tan prolífico que nuestras reservas de poder alcanzaron límites desconocidos hasta para nosotros. Desde entonces la humanidad había cambiado mucho, y ahora encontrar a los soñadores podría suponer un reto, habían escaseado mucho. El anillo nos había guiado a una escuela, y no cualquiera, una escuela de artes.
Observábamos el instituto sentados sobre uno de los muros exteriores. Los alumnos llegaban desde temprano, formando pequeños grupos, las hembras se abrazaba unas a otras, reían en voz alta y no paraban de charlar comentando que se yo que cosas. De vez en cuando daban miradas ocasionales al grupo en el que yo estaba. Supongo que les resultamos llamativos. Obviamente al cruzar al mundo humano adoptamos formas humanas y ocultamos nuestros rasgos más llamativos, como las alas, la curva de las orejas, y cambian también los ángulos del rostro, sin embargo seguimos siendo mucho más atractivos que el resto de los humanos, lo que en realidad constituye un medio de defensa, o mejor dicho, de ataque. Los mortales no pueden evitarlo, se ven atraídos hacia nosotros, y son también mucho más susceptibles a nuestra manipulación. Se nos hace fácil incluso alimentarnos de ellos, que en lo particular no es algo que me agrade mucho. Mis dos compañeros se remueven inquietos.
__ ¿Están listos? -pregunto.
Los escucho mascullar maldiciones entre dientes. Son las dos mejores espadas en todo mi reino, y nunca rechazarían una buena pelea, sin embargo aquí, entre adolescentes humanos ninguno está a gusto, me giro a enfrentarlos. Lexen está a mi derecha, es el más corpulento de los tres, y también el más callado, su consejo siempre es el más cierto, y el mejor estratega. Sus ojos oscuros miran con cierta aprehensión los crecientes grupos de mortales.
__ ¿Estás seguro? -vuelve a preguntarme-. Tengo un mal sentimiento sobre esto.
__ ¡Bah! El chico misterioso sólo está fuera del plato.
Miro a mi izquierda siguiendo la voz de Kai. Sus cabellos rojos, la mirada castaña y su expresión relajada contrastan fuertemente con la piel bronce y las maneras hoscas de mi otro amigo. Si Lexen es el estratega, entonces Kai es la fuerza de la batalla, he visto al chico permanecer en una misma pelea por más de tres días sin apenas tocar bocado, y salir victorioso, además es el mejor rastreador que conozco, una vez encuentra un rastro, la presa ya es suya.
__ Sé que será incómodo -digo observando nuevamente a los humanos-. Habrá mucho hierro, así que presten atención a sus alrededores, cuánto antes encontremos a estos chicos, antes nos iremos. Ahora, ¿recuerdan nuestra tapadera?
__ Si, si -Kai sonó aburrido-. Somos estudiantes transferidos. Mantendremos un perfil bajo, y nunca por ningún motivo usaremos nuestros nombres completos cerca de los humanos. Ahora, ¿mamá gallina podemos poner manos a la obra? Por cierto "cariñito" será mejor que recuerdes bien eso de los nombres. No me gustaría terminar siendo esclavo de algún humano adolescente.
Touché. Yo no estaba en peligro, mi nombre real no lo conocía nadie más que yo, hasta ahora, esa es la posesión más valiosa de un fae, sin embargo, es ritual que cuando un guerrero de valor desea servir a la familia real, entregue su nombre en señal de máxima fidelidad, es lo que hicieron Kai y Lexen. Yo custodiaba sus nombres reales, y eso me daba el poder de llamarlos y ordenarles cualquier cosa, o hacer que me escucharan sin importar la distancia a la que estuviésemos, no era algo que me gustara usar de todas formas. Los veía más como mis amigos que como mis subordinados, y hasta ahora no había tenido que hacer uso de ese don.
De cualquier forma, la advertencia era válida. Cuando un fae obtenía el nombre real de otro, se formaba un lazo, y era un dolor en el trasero para el infortunado, pero siempre había medios por los cuales desvincularse. Ahora, si un humano se enteraba de tu nombre real, estaba jodido. Terminabas vinculado a él y a su familia por toda la eternidad, sirviendo hasta los nietos de sus choznos. Una mierda total. Ese fue el origen del término "hada madrina"
De cualquier forma esperaba que la misión terminara pronto, después de todo, el anillo de las reina nos había guiado hasta aquí, el soñador que buscábamos no debía estar lejos. Saltamos del muro donde estábamos sentados, y caminamos al interior del edificio ganando nos varias miradas de escrutinio. Alex mantuvo su expresión estoica, pero Kai no perdió oportunidad para comenzar a coquetear, haciendo señas a algunas jovencitas. En realidad, algunas de ellas no están nada mal, con Amarantha volviéndose una pesada y una misión tan relajada supongo que bien podríamos juntar negocios y placer de vez en cuando, aunque tengo que elegir bien, las humanas adolescentes suelen ser demasiado pegajosas.
Estábamos ya en medio de los pasillos, el lugar era una pesadilla, había hierro en casi todo, no era la primera vez que cruzaba al mundo humano, de hecho estaba bien familiarizado con sus costumbres y tecnologías, sin embargo si sería la primera vez que conviviría tan de cerca con ellos y por ende me era preciso conocer que terreno pisaba, mirando a mis compañeros sabía que estaban en lo mismo.
Una fría ráfaga de aire recorrió los pasillos golpeando mi rostro, helada escarcha jugueteó sobre mis labios, y mi propio poder fue empujado por una estela de hielo que tenía tanto de delicado como de mortal. Mis entrañas se agitaron al reconocer el poder. Magia de fae de invierno. Una de esas asquerosas criaturas está aquí. El pulso de poder desaparece tan rápido que llego a preguntarme si no lo habré imaginado, pero las oscuras expresiones de mis dos acompañantes me aseguran que no es así. Kai nos hace un gesto con la cabeza señalando uno de los pasillos. Ya tiene el rastro. Echamos a correr. Puede que no fuera el objetivo original de nuestra misión, pero podremos divertirnos con un fae de invierno. Pronuncio un conjuro y termino deteniendo el tiempo para los humanos. Ninguno verá nada, y podremos hacernos cargo de esta rata de alcantarilla.
Kai señala una puerta y Lexen la abre de una patada, los tres nos apresuramos dentro, armas en mano. Una pelota de fuego se abate contra nuestras cabezas, y a duras penas soy capaz de esquivarla, no por el poder o la puntería de mi agresor, sino por la imagen del mismo. Un rostro que nunca más creí ver.
__ ¡¿Qué mier...?!
La frase de Kai queda a medio camino y resume muy bien los pensamientos de los tres. Lexen a penas si puede respirar. Vuelvo a mirarla. Estatura pequeña, curvilínea, cabellos rubios, ojos de color lapislázuli y tez que brilla con el dorado del sol. Los ángulos de su rostro lucen salvajes, determinados, otra pelota de fuego arde en su mano, entonces registra nuestras apariencias y el conocimiento se abre paso en su mirada. Es una suerte que se halla quedado tan catatónica como nosotros, porque tiempo ha tenido para freírnos si lo hubiese querido.
__ Laynda-murmuro incrédulo.
Lexen es el primero en salir de su estupor, y da pasos dubitativos hacia la chica. Ella lo mira y veo su pequeña boca temblar, la esfera de fuego desaparece y levanta las manos frente a su cuerpo retrocediendo dos pasos mientras niega repetidamente con la cabeza, el gesto universal para marcar espacio. Lexen se queda clavado en su sitio, los ojos enrojecidos, la respiración trabajosa, bebiendo de los rasgos de la chica.
Retrocedo un poco, hasta apoyarme en el lavabo, la imagen me ha golpeado más que cualquier otro ataque. Contemplo a la pareja al frente mío, más concretamente a la fae recién aparecida. Laynda, Lay. Mi hermana menor, y prometida de Lexen. La hermana que todos daban por muerta. Hace casi cien años fue secuestrada por espías de invierno, nunca más habíamos sabido de ella. Hasta ahora. Su desaparición afectó a toda la familia real, pero siempre supe que fue Lex, el más afectado. El chico la mira y trata de dar otro paso en su dirección. Aunque sus ojos brillan con lágrimas ella logra retenerlas y nos da a los tres una mirada de odio.
__ ¡Atrás! -advierte-. ¡No se acerque ninguno!
__ Lay...
Ignorando su advertencia, Lexen trata de acercarse, la chica vuelve a crear la pelota de fuego y nos mira amenazante.
__ ¡Dije que no se acerquen!
Kai se acerca despacio y toca el codo de Lex, llamando su atención, al mismo tiempo observa a Laynda y comienza a hablarle como quien se dirige a un animal salvaje.
__ Está bien, Lay, nos conoces, somos tus amigos, crecimos...
Lo que fuera decir quedó interrumpido cuando se agachó para esquivar la mortífera pelota de fuego que pasó rozando sus cabellos. Una furibunda Laynda lo miraba amenazante.
__ ¡No tengo problemas de memoria, idiota, y es por eso que no quiero saber de ninguno!
Muy bien, suficiente. Me aparté del lavabo y miré a mis dos compañeros.
__ ¡Fuera, los dos!
Pude vislumbrar el comienzo de una pelea. Kai porque no querría dejarme solo con mi hermana posiblemente demente, y Lexen porque no querría apartarse de la susodicha demente.
__ Dije, fuera -remarco enfrentándolos-. Mi hermana y yo tendremos algunas palabras -todavía no se veían muy convencidos-. ¡Ahora!
Los dos chicos obedecen la orden a regañadientes, y segundos después escucho la puerta del baño cerrarse. Lyanda y yo nos miramos en silencio durante algunos momentos. Todavía no me puedo creer que esté aquí, sin embargo eso no quiere decir que vaya a dejarla comportarse como le de la gana.
__ ¿Qué fue todo eso? -interrogo molesto-. ¿Qué es todo esto?
Tuerce los labios en una mueca de desprecio, desdeñando toda mi inquietud.
__ ¡Oh, no trates de lucir todo preocupado conmigo ahora! ¡No soy, y no me sentiré como la villana aquí!
Ira coloreaba sus mejillas y sus ojos me miraban con patente desprecio. Lay, se paseaba de un lado a otro en el pequeño baño.
__ ¿Qué te pasa? -vuelvo a preguntar-. Hace cien años que no nos vemos, Lexen ha lucido como mierda y....
Ella me interrumpe con una risa burlesca y me da una mirada cortante.
__ Claro, ahora son la gran familia preocupada ¿no?
__ Pero qué...
En dos pasos está sobre mi, su dedo índice picando mi pecho, sus ojos desprendiendo chispas.
__ ¡Cien años Linder! ¡Cien, malditos, años! -refuerza cada palabra con un golpe en mi pecho-. Y ustedes pedazos de inútiles no hicieron nada por mí.
Me quedo de piedra. La furia estaba siendo sustituida por el llanto. Mi hermana cerró los ojos y comenzó a golpear mi pecho, aunque había más dolor que ira. ¡No puede ser que en verdad nos culpe! Sin embargo la dejo que descargue sobre mí.
__ Lay, estás siendo injusta, nosotros no podíamos...
__ ¡Y una mierda que podían! -hipó. Sus ojos enrojecidos se clavaron en los míos-. Fui prisionera de la reina de invierno por setentaicinco años, Linder. Setentaicinco horrorosos años, sin un miserable intento de rescate. No tienes la menor idea de lo que pasé o lo que hice para poder escapar, así que ¡NO TE ATREVAS A HABLARME DE INJUSTICIAS!
Golpeó mi pecho con la mano cerrada y me empujó a un costado para salir del baño como si fuera a arrasar con lo primero que se le pusiera delante.
__ ¡Y por favor retira el conjuro de los humanos! -la escuché decir desde fuera.
No tenía palabras para el arrebato de Laynda y en parte tenía que reconocer que llevaba algo de razón en su enfado. Ella había sido una víctima colateral. Los espías la habían capturado sólo por ser de la familia real, sólo otra fae de verano a la que lastimar. No conocía a la reina Arella, pero su crueldad era legendaria, no quería ni imaginar lo que Lay tiene que haber sufrido en sus manos. ¡Malditas criaturas de la oscuridad! Gritando una maldición sobre los fae de invierno, le pego una patada a la pared del baño antes de salir siguiendo los pasos de mi hermana. La alcanzo nada más salir y tiro de su brazo para obligarla a darme el frente. Lexen y Kai nos observan en silencio, el primero con una expresión de tortura y el segundo con claros deseos de desaparecer.
__ Lay, escúchame...
Ella vuelve a mirarme, más dolor que ira en su expresión y noto que hace hasta lo imposible por evitar la mirada de Lex.
__ Están en mi territorio ahora hermano -me dice-. Te sugiero que respetes mis reglas. ¡Déjame en paz!
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