Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 17

Sorina:

Atravieso los pasillos encogiéndome entre la barahúnda de cuerpos que chillan y saltan de un lado a otro. De vez en cuando, percibo miradas cautelosas en mi dirección, sospecho tienen algo que ver con mi mejilla amoratada. Cuando logro entrar al salón dos veintitrés, todavía está vacío, me dejo caer en el acostumbrado último asiento respirando con alivio. Escondo la cabeza en el hueco de mis brazos y disfruto el consuelo que me ofrecen el silencio y la relativa oscuridad. Aparentemente no fue muy buena idea eso de beber tarde anoche. Había olvidado por completo los efectos del Valevir, te energizaba, eliminaba las inhibiciones y se sentía genial, pero al día siguiente era como si te hubiese pateado una manada de mulas.

- ¿Una mala noche? -pregunta una voz a mi lado

Levanto la cabeza y lanzo una mirada enojada. Kai se encoge en su lugar y luce apenado, recordando todo lo que sucedió en la víspera:

- Lo siento. Pregunta estúpida -murmura-. Lo que quiero decir es ¿cómo te sientes hoy?

- Estoy bien -contesto, guardo silencio unos momentos antes de confesar-. Un poco de dolor de cabeza. Abby y yo tuvimos una larga charla, y la acompañamos con Valevir.

Kai me da una sonrisa divertida y se estira en su asiento:

- Oh, si. Los efectos del día siguiente son los mejores. ¿Qué tan bueno es el dolor de cabeza?

En un momento de rara camaradería, le devuelvo la sonrisa aunque me arranca un gemido antes de añadir:

- Como si me hubiesen pateado cien mulas.

- Pobrecita -murmura divertido.

Una de sus manos golpea suavemente mi hombro, en gesto de consuelo. En ese preciso instante, se abre la puerta, Linder se detiene en seco en el umbral, su mirada fija en la mano de Kai sobre mí. No se porqué, pero me siento incómoda, casi enseguida, escuchamos el sonido del timbre, llamando a clases, el príncipe fae atraviesa el salón y detrás de él el resto de los estudiantes. No me dirige la mirada en toda la mañana. Inevitablemente, mis recuerdos vuelan a la noche anterior, como fue de amable y protector, y ahora me mira como a un puerco espín.

- Es estúpido que la mosca se sienta atraída a la red de la araña -me dice Kai en un susurro.

Lo enfrento con el ceño fruncido. ¿De qué está hablando? Lanza un suspiro y comenta señalando entre Linder y yo.

- Cuida tus sentimientos. Dejarte enamorar por el Príncipe de Verano es peligroso -contesta en un murmullo.

Siento mi mandíbula caer con incredulidad. Meneo la cabeza por unos segundos antes de responder:

- Estás demente. No hay nada así. ¡Ni de cerca!

La expresión de su rostro es todo lo que necesito ver para comprobar que no me cree, ni un poco. No tengo tiempo para esclarecerle las ideas tan raras que se está haciendo. En su lugar decido enfocarme en los asuntos verdaderamente importantes.

- ¿Qué sabes del soñador?

Rápidamente su expresión cambia y se vuelve todo negocios.

- ¿En concreto? Nada. Pero, por como se ha ocultado, deduzco que se ha cruzado más de una vez con nuestra raza. Ha erigido barreras que evitan nuestra magia, y eso ni siquiera sabía que era posible. De todas formas, Lexen está investigando por el origen de los dibujos y...

La señorita Mankis, hace su aparición en el aula y corta nuestra conversación. De vez en cuando arriesgo una mirada a Linder. A juzgar por como aprieta la mandíbula terminará triturándose un par de muelas, sin embargo, en todo el rato no dirige su atención a mi ni una sola vez, y no se como sentirme al respecto. Después de "Historia de la música" cada uno marcha por caminos diferentes. Me sumerjo en el resto de mis clases, de vez en cuando, saco el dibujo de mi cartera y lo estudio. Hay algo demasiado familiar en él, el rastro de magia está jugueteando en mi nariz, sin embargo no logro poner mi dedo sobre lo que me molesta. Cuando llega el horario del almuerzo, entre las monsergas de las clases de hoy, el bullicio de los adolescentes y la inquietud por el soñador, mi dolor de cabeza ha adquirido proporciones monumentales. Cuando localizo mi mesa habitual, veo que Abby y Lyn ya están ahí. Ambas lucen un poco incómodas.

Lyn, con sus maneras sarcásticas y francas hasta rayar la brusquedad, era tan encantadora como yo en una mala mañana, y podía poner en un aprieto incluso a la dulce Abigail, sin embargo, desde que descubrimos que estamos en el lado del cuadrilátero opuesto a la zorra de Kim, hemos aprendido a sobrellevarnos. La chica nunca me ha dado las gracias por sacarla del atolladero en el pasillo aquella vez, y está bien, porque yo tampoco le he agradecido por las dos veces que me ayudó con mis ataques de "ausencia". Deposito mi bandeja en la mesa y me desplomo sobre el asiento. Lyn alterna su mirada entre Abby y yo. Lo cierto es que mi rubia amiga luce tan o más demacrada que yo esta mañana. Las ojeras prácticamente le arrastran a los labios y tiene los ojos enrojecidos. Ahora recuerdo, de las dos, yo siempre fui la más bebedora, cuestión de prácticas, supongo, como en los banquetes de la Corte Oscura, el Valevir siempre corría en abundancia yo estaba acostumbrada a beberlo y a tolerar sus efectos, y si aun siendo así, hoy me sentía horrible, estaba bastante segura de que Abby envidiaba mi resaca esta mañana. Evité una risa, aunque no pude evitar que mis comisuras labiales se curvaran ligeramente hacia arriba.

- Bueno..., al parecer ustedes dos si que tuvieron una fiesta buena anoche -comenta Lyn-. ¿Qué fue lo que hicieron?

- ¡Iugh, Lyn! Deja de hacerte ideas raras, pervertida -se queja Abby, al final su ceño se frunce en una mueca de dolor.

- ¿Pervertida yo? -lanza de vuelta mientras da una gigantesca mordida a su trozo de pizza-. Mi pregunta fue totalmente inocente, eres tú la que lo está sugiriendo, además, nunca creí que fueras del tipo de chica que va tras la novia de su hermano.

El trozo de banana que tenía en la boca se fue por el conducto equivocado, y el ataque de tos que le siguió mantuvo a raya mis palabras. Abby lucía tan asombrada como yo.

- ¿De qué estás hablando?-preguntó Abs, medio inquieta.

¡Hola! ¡Alguien siquiera está mirándome! El maldito pedazo de plátano se había atascado justo en medio, y la sensación de asfixia era desesperante. Comencé a golpear mi pecho. Mis dos queridas acompañantes continuaban metidas en su mundo.

- ¿Qué? ¿Quieres una declaración mayor que el bailecito que hizo Rina anoche para tú hermano? Todo el mundo habla sobre como esos dos se miraban como si no pudieran decidirse entre arrancarse la cabeza o la ropa el uno al otro.

¡Auxilio! ¡Estoy muriendo justo aquí! Golpeo la mesa queriendo llamar su atención mientras la tos se vuelve insistente. Abby le da una mirada oscura a Lyn.

- Eso son solo chismes. A Rina le gusta fastidiar a mi hermano, y esta vez tengo que admitir que él se lo buscó, pero de ahí a pensar...

- Sí, sí, lo que digas -descartó Lyn con un movimiento de su mano y bebiendo sonoramente de su vaso-. Resulta que zorra-Kim está como un basilisco esta mañana, y se de buena tinta que tu hermanito cortó con ella ayer, luego del baile caliente de nuestra amiga aquí presente, oh, y no nos olvidemos que estos dos desaparecieron prácticamente uno tras otro después de la escena de "Dirty Dance" que nos ofrecieron.

Un golpe en mi espalda, saca el aire retenido en mis pulmones, y hace que el trozo de fruta, se dispare como proyectil y caiga justo en medio de la mesa. Lyn y Abby retroceden en su asiento y hacen una mueca de asco. Por mi parte, el aire nunca me ha parecido tan puro.

- ¡Uagh! ¡Cerda! -se queja Lyn.

Estoy segura de que todavía tengo el rostro colorado, y mis ojos lagrimean, aun así, me las arreglo para darles una mirada de enojo a ambas:

- ¡En lugar de estar debatiendo sobre mi inexistente vida amorosa, podrían haber notado que he estado a punto de morir asfixiada!

- ¿Inexistente vida amorosa? -inquiere una voz masculina- ¿Eso es una llamada de atención?

Kai. Por supuesto que tenía que ser él. El chico pelirrojo se acomoda a mi lado, y acerca su rostro al mío de una forma totalmente inapropiada, mientras añade con acento sugerente:

- Porque ya sabes, estoy totalmente dispuesto a ayudarte a remediar la situación.

Lo aparto de un manotazo y no puedo evitar la carcajada divertida. Lo cierto es que ya me había acostumbrado al toque de flirteo que siempre ponía a nuestras conversaciones. Frente mío, Lyn nos observa en silencio y noto que arruga el entrecejo. Inmediatamente se retrae y vuelve a su expresión hosca habitual. Lo típico cuando está entre desconocidos. Abro la boca, dispuesta a hacer las presentaciones, una sombra se proyecta sobre nuestra mesa, levanto la mirada al mismo tiempo que soy completamente rociada con el contenido de una soda.

- ¡Te lo tienes bien empleado, zorra!

Una furibunda Kimberly, se alzaba sobre mi grupo de amigos. La chica emitía ira y frustración en oleadas. Unas cuantas ojeras rodeaban el borde inferior de sus ojos. He aquí un problema, los faes podemos alimentarnos de los soñadores, pero ellos también se fortalecen a nuestro alrededor. Kimberly se mantuvo demasiado pegada a Linder, y por demasiado tiempo, eso solo habría bastado para ponerla irritable por algo bastante semejante a un síndrome de abstinencia, si le sumamos su personalidad egocéntrica vemos que haber sido plantada en la noche más popular y visitada del instituto, si, eso como que la sacaría de sus cabales. Sin embargo, eligió joder con la chica equivocada. Me levanté de un salto, e invadí su espacio personal. Mi poder, no restringido por el ópalo ahora, crepitó bajo mi piel. Casi al mismo tiempo, Abby y Kai están sobre mí, restringiendo mis movimientos.

- Piensa bien lo que harás -me susurra Kai al oído-. Hay cosas que ni siquiera yo soy capaz de cubrir.

Me desligo un poco de mi furia y veo el coro de mirones que se ha reunido alrededor, un poco más lejos, percibo el pulso de magia de Linder y Lexen. Cierto, no estoy usando el ópalo porque me prometí a mi misma y también a Abby que me comportaría. No puedo echarlo todo a perder ahora. Envalentonada por mi falta de respuesta, Kim continúa:

- Hablas de mí, pero mírate ahí, anoche seduciendo a mi novio, y ahora poniéndole los cuernos con su mejor amigo -se fija en mi mejilla amoratada y sonríe con malicia antes de añadir-. Mira nada más, volviendo a las andanzas. He escuchado que Axel estuvo por aquí ayer. Cuántos más...

Se interrumpe cuando mi puño se incrusta contra su nariz. Escucho un crujido y la sangre comienza a manar, al mismo tiempo, que sus amigas se apartan y empiezan a chillar horrorizadas. Yo salto la mesa y me lanzo sobre ella calzándole un buen par de tortazos antes de que Kai logre separarme. Puede que sea más pequeña que Kim, pero soy fae, y no necesito mi magia para ser más fuerte que ella. Me debato furiosa entre los brazos de Kai.

- ¡Déjame ir! -le gruño

Kimberly está choqueada observando mi reacción, hay cierta expresión de miedo en sus ojos. Kai me retiene con más fuerza, sin embargo lo escucho lanzar su voz más amenazante en dirección a la chica:

- ¡Largo! ¡No tienes el menor derecho a hablar sobre ese tema! Y si lo vuelvo a escuchar salir de tus labios, me dará igual que seas mujer, te regalaré un par de ojos que combinarán con tu nariz. ¿Entendiste?

Ella no se lo hace repetir y sale corriendo. Lyn y Abby se colocan a mi lado cada una y las escucho susurrar palabras de consuelo a mi lado. Kim no tiene la menor idea del tema tan delicado que ha tocado. Mi miedo de anoche, se transforma rápidamente en rabia e impotencia por la debilidad del momento y a diferencia de un Axel controlado por Kurapika, bueno, ella era fácil de dominar. Pasan algunos minutos antes de que me calme. Cuando dejo de luchar contra las restricciones de Kai, mis hombros se doblan bajo el peso de la vergüenza y el miedo de la noche anterior, el chico da un abrazo mientras murmura:

- Está bien. Está todo bien. No dejes que esto te afecte.

Nuevos pasos suenan en nuestra dirección, y siento los brazos de Kai tensarse alrededor de mí. Me separo de él con cuidado y me doy la vuelta, para encontrarme a un muy enojado Linder, Lyn parece encogerse aun más. Mi atención se enfoca en el hermano de Abby, su mirada cambia del enojo al desprecio y entonces escupe apretando los dientes:

- Abby, quiero hablar contigo. Ahora.

Linder:

Está claro que la chica no me necesita para nada. Kai resuelve muy bien todos sus problemas. Hace nada estaba haciendo la cola para comprar mi almuerzo, cuando he escuchado los comentarios del resto del estudiantado. Kim estaba en proceso de ajustarle las cuentas a la Princesa de hielo, eso, y la sensación de desasosiego que se instaló en mi estómago y que no podía decidir si se trataba de mi o si de nuevo estaba sintiendo a Rina, me hicieron prácticamente volar. Conocía lo suficiente a Kimberly como para saber que podía llegar a ser cruel, y no dudaba que se aprovechara de cualquier chisme para hacer sufrir a Sorina. Se que ella podría darle respuestas a su altura, pero dudaba que con los acontecimientos de la noche víspera, estuviera en condiciones de hacerle frente. Ignoro la mirada interrogante de Lexen y me dirijo todo lo rápido que me permitía mi forma humana en busca de Sorina, necesitaba defenderla, poner a Kim en su lugar, sin embargo al llegar me siento como un completo estúpido. Kimberly tiene la nariz torcida y sangrante y escucho la amenaza de Kai, la chica se larga con la cola entre las piernas, pero eso es irrelevante, lo que realmente llama mi atención es ver a Rina, oculta entre los brazos de Kai.

Mis manos se cierran en puños a los costados de mi cuerpo era eso o moler a palos a Kai. Todos mis instintos gritaban para que alejara sus manos de ella. El pelirrojo capta mi mirada, y en su lugar, sus brazos parecen tensarse aun más entrono a la joven. Inevitablemente, recuerdo como la noche anterior, se había prendido así de mí, buscando refugio, y lo bien que me sentí creyendo que me prefería como protector. Claramente, mal interpreté toda la situación. Yo solo fui un suplente, o peor aun, a esta chica le da igual, y solo ha venido a ser causa de división entre mis amigos y yo. Sorina se separa de Kai y nota mi presencia por primera vez, retrocede un paso y no puedo descifrar todas las emociones que cruzan sus ojos, aunque el dolor y la vergüenza son crudos. El impulso se tomarla entre mis brazos, abrazarla y alejarla en un capullo donde solo existamos los dos está justo ahí, así que maldiciéndola en mi interior, aprieto las mandíbulas hasta que estoy seguro que me trituré algunas muelas y dirijo mi atención a Laynda diciéndole:

- Abby, quiero hablar contigo. Ahora.

Nos alejamos del resto con rapidez. Lay percibe claramente mi estado de ánimo y guarda silencio hasta que llegamos a la parte trasera del comedor, donde no hay más espectadores.

- Es cuestión de tiempo para que encontremos al soñador que buscamos -le informo-. Voy a enviar un reporte de actualización a madre, y le avisaré que te encontramos.

Con eso gano su atención. Hay miedo, desesperación.

- ¡No! ¡No te atrevas a hacerlo!

- Lay, es nuestra madre -le digo-. Ha sufrido tu desaparición igual que todos.

- ¡No! -contesta con más firmeza esta vez-. ¡Si se enterara me ordenaría regresar!

- Deberías hacerlo -replico yo-. En verano está tu casa. Nadie te mirará mal por lo de tus alas, si es lo que te preocupa.

Hay un brillo peligroso en sus ojos cuando vuelve a mirarme con furia:

- ¡Dije que no! ¡No volveré! ¡Mi vida está aquí, y si me delatas, me marcharé sin que puedan volver a encontrarme!

Con esto me da la espalda y se aleja pisando fuerte. ¿Qué mierda le pasa? Es nuestro hogar. Necesitamos la magia de nuestra tierra. ¿Por qué elige quedarse en este mugroso mundo? Justo entonces la veo a lo lejos, abrazando a Sorina, y un pesado presentimiento se asienta en la boca de mi estómago. Ahora que lo pienso, encamino mis pasos a la secretaría docente, tengo que confirmar una sospecha.

Sorina:

Kai ha evitado que haga un desastre, sin embargo, su alteza real que sufre de bipolaridad según parece se ha limitado a mirarme como si yo fuera lo peor de este mundo. Al parecer se ha cabreado por lo que le hice a su noviecita. Bien, eso no es nada. Tal como dije, Kimberly jodió a la chica equivocada. Me escondo en uno de los pasillos de los vestuarios. Se acaba de terminar el horario de deportes, pero le he presentado un justificante al entrenador y supuestamente estaré ausente de la escuela el resto del día. Escucho los parloteos de las chicas y me quedo quieta, finalmente resalta la voz de Kim, hablando tonterías sobre mí, la escucho llamarme zorra y masoquista. Dice que soy frígida y que no me caliento sino siento dolor. Aprieto las manos en puños. Lo que ella no sabe es la trampa mortal en que he convertido los vestuarios. Ya no estoy usando el ópalo en mi muñeca, pero he colocado trozos de la piedra entorno a este lugar, estamos justamente en un vacío de magia. Puedo hacer una maldita explosión de poder, que ningún fae que esté fuera de estas paredes será incapaz de sentir nada. Abro mi boca y canto una melodía hipnótica. Ninguna de las muchachas parece escucharla, pero todas sienten sus efectos. Se ven obligadas a marcharse de los baños, dejando sola a Kim, que sigue debajo de una ducha. Expando mi magia y bajo las temperaturas del lugar. Salgo de mi escondite y comienzo a arrastrar los pies en dirección a la ducha donde está Kimberly, mientras golpeo algunos casilleros.

- ¿Hola? -escucho su voz ligeramente temblorosa-. ¿Hay alguien?

Escucho como cierra la ducha, sonrío:

- Sabes que esa es la frase más popular en las películas de terror, justo antes de una masacre.

Despido otro pulso de magia, las temperaturas descienden aun más y la ducha de su cubículo se abre helándola por completo.

- ¡Ah, joder! -Kimberly salta en su lugar-. ¿Se ha vuelto a romper la maldita caldera?

Lucha contra el cierre de la ducha mientras dice:

- Escucha, rarita, puedes haberme golpeado hace un rato, pero ahora no me tomarás desprevenida, y aquí no está tu noviete para salvarte.

- Deja de luchar con la ducha, Kim -digo con voz cantarina-. No va a cerrarse. Y no necesito a mi noviete. De hecho, aprovecho a que él no está.

Con esto gano su atención. Se voltea, está desnuda, eso me habría incomodado en otra ocasión, no ahora. Estoy hambrienta, muy hambrienta. Quería alimentarme durante la noche del evento, pero Kurapika arruinó mis planes, da igual, Kim tiene el poder suficiente. Retrocede un paso, presintiendo el peligro que represento.

- ¡Eh, escucha freaky, si no te largas voy a...!

- Puedes gritar lo que quieras. Nadie va a escucharte -respondo

Dejo fluir mi magia y recupero mi forma natural. Los ojos de la chica se abren con horror, y lanza un chillido, murmuro un encantamiento en mi lengua, y al instante, pierde la voz, la ducha se cierra y yo la arrincono contra la pared.

- Esta vez, jodiste a la chica equivocada, Kim -anuncio, lágrimas de miedo brillan en su mirada-. ¿Disfrutaste con mi mejilla amoratada? ¿Sabes cómo la conseguí? ¿Quieres saber lo que sentí?

Entre pregunta, y pregunta, mis manos comienzan a recorrer su cuerpo. Su cintura, sus caderas, el esbozo de sus pechos. Su cuerpo empieza a temblar.

- Ten cuidado con lo que dices Kim -continúo, mis manos bajan a sus piernas

Ella se remueve, con voz autoritaria pronuncio otro hechizo y queda paralizada:

- Ahora, ¿puedes imaginarte lo que es? ¿Estar así, a merced de alguien? No ser capaz de defenderte -mis manos trazan el borde interior de sus muslos-. ¿Tener que soportar que te hagan lo que quieran?

Entierro mis uñas en su carne hasta que sale la sangre, la miro y le dejo ver toda la oscuridad que hay en mi interior, su respiración se vuelve errática.

- No es bonito, Kim, y mucho menos, es que una zorra mimada se alegre o llegue a la conclusión de que lo merecía -sonidos desesperados salen de su garganta, pero no permito que sus palabras se forme, le sonrío-. Tranquila, no voy a hacerte lo mismo. Y dentro de poco no recordarás nada -luego recapacito y lanzo una risa-, no, eso no es correcto. No recordarás nada que yo no quiera, pero vivirás sintiendo este miedo, el dolor y el asco que sientes justo ahora.

Con eso, cierro mis labios sobre los suyos y tiro de su poder hacia mí con violencia. No soy cuidadosa ni delicada como fui con Rafael. Tomo todo lo que quiero, hasta sentirme satisfecha, y más, hasta asegurarme que el asco y el dolor serán permanentes en ella, entonces, comienzo a modificar sus memorias. No recordará haberme visto en mi forma mágica, ni siquiera sabrá que estuve en el gimnasio, pero el terror y la repulsa que acompañan a la sensación de haber sido maltratada se quedarán grabadas a fuego en su mente y corazón. Estoy segura que se lo pensará dos veces antes de volver a expresarse así a la ligera de alguien más. Tal vez estoy siendo cruel, pero entonces me recuerdo a mi misma, que a mi nadie me borró de la memoria las atrocidades que hizo Kurapika conmigo. No solo tendré que vivir con los sentimientos, sino además con el conocimiento de que todo lo que aconteció fue real, y tengo hasta el más mínimo detalle grabado como una segunda piel. Abandono el cuerpo de Kim en el mismo instante que sus rodillas dejan de sostenerla. Me escurro por la parte trasera de los vestuarios. Ya he vuelto a mi forma humana, recupero lo pedazos de ópalo ocultos enfilo mis pasos a la salida. Por mi visión periférica, capto una silueta oscura en una de las esquinas, siento el pulso de magia en el aire, y mi mente es reclamada por un túnel oscuro. ¡Oh, mierda! Conozco este tipo de hechizo. Lucho contra la magia mientras mis piernas se vuelven torpes. Necesito un lugar para esconder, como, justo ahora. El tirón de la magia es cada vez más intenso, mi visión empieza a nublarse, por momentos distingo partes del área deportiva, pero por otros, solo veo paisajes nevados. Aprieto los dientes, y logro arrastrarme hasta las gradas de la cancha de baloncesto. Cierro mi mano en un puño alrededor del ópalo, luchando por detener el conjuro, el mundo amenaza con oscurecerse.

- Sorina, ¿estás bien?

Reconozco la voz grave y acentuada, y un escalofrío recorre mi cuerpo. Volteo la cabeza de un lado a otro, es inútil, todo se ha oscurecido a mí alrededor, no veo nada y solo consigo dar un tropezón al enredarme con mis propios pies. La mano de Linder en mi cintura evita mi caída.

- Rina, ¿qué te pasa? -se escucha preocupado-. Llamaré a un médico.

Ciega, pero todavía en facultad de mi sentido del tacto extiendo mi mano libre y entierro mis dedos en su antebrazo.

- ¡No! -declaro con voz firme-. ¡No médicos, no nadie! ¡Ni siquiera Abby! Esto se pasará dentro...

El mundo deja de ser tal y como lo veo. Ya no percibo a Linder, ni la cancha. En su lugar siento frío, tanto que mi aliento sale en vapor. Escucho una risa a mí alrededor.

- Ya está bien, Kurapika -gruño yo-. Puedes mostrarte, el truco de las escondidas pierde su gracia cuando lo usas más de una vez.

- Pero amor -me responde-, si solo quería darte la sorpresa de una reunión familiar.

¿Reunión fami...? ¡MIERDA! La oscuridad se disipa en el mismo momento que mi cerebro ata cabos. Frente a mi, toma cuerpo la sala del trono del palacio de hielo. Altas y elaboradas columnas, cortinas de seda plateada y violeta y lámparas de fuego azul. Kurapika está ante mí sonriendo con malicia y yo paso saliva con dificultad. Las temperaturas descienden aun más, una voz femenina, metálica y suave aun tiempo murmura:

- Está bien, Kurapika. Déjame ver a la princesa.

El fae se aparta y yo lucho por elevar la mirada del suelo. La reina Arella desciende con pasos suaves desde el trono, lleva un vestido de seda de araña, en azul marino con adornos en rojo oscuro. Es inusualmente alta para ser una fae, incluso más alta que Kurapika, probablemente tenga la misma estatura de Barien. El largo cabello oscuro le cae como chorro de tinta sobre la espalda. Delgada y esbelta como un abedul, con la piel más blanca que he visto alguna vez, y el rostro tan joven y aniñado que te creerías es una niña de catorce o quince años. Eso hasta que veías sus ojos, con el vacío de un desierto nevado y llenos de maldad. Un par de alas oscuras, y gigantescas, que parecen absorber toda la luz de la habitación sobresalen de su espalda. Cuando está a mi altura, su mano abierta se bate contra mi rostro, la fuerza del impacto me obliga a voltear la mejilla y ella añade:

- ¡Ya te has olvidado del respeto que le debes a la reina, tu madre!

- Tú me rechazaste -respondo alzando la cabeza y no se de donde saqué el valor-. Decretaste mi muerte, y mucho antes, ya había dejado de considerarte como mi madre.

La ira estalla violenta en sus orbes blancos, esta vez, despide un pulso de magia que me lanza de rebote contra una pared. Caigo al suelo como una marioneta a la que le cortaron las cuerdas.

- Va siendo hora de refrescarte los modales -añade con voz tétrica.

Extendió su mano en mi dirección, al mismo tiempo que sus ojos cambiaban de blanco a azul, no la escuché pronunciar conjuro alguno, sin embargo, en mi interior, podía sentir el hielo sustituyendo mi sangre. Era la sensación más espantosa que alguna vez pudiera imaginar, mi corazón trastabilló y mis pulmones empezaron a arder, todo en mí estaba pesado, no podía respirar, estaba atrapada. Por más que luchaba por entrar aire a mi cuerpo, mi nariz parecía sellada, y aunque ardía como una quemadura por hierro, tampoco perdía la conciencia para escapar de la tortura. Kurapika me golpeó en varias ocasiones añadiendo sal a la herida, después, la reina se contentó con congelar partes diferentes de mi cuerpo, quebró mis dedos, me quemó los pulpejos de los dedos, no me quebraría, no lo haría. No se lo volvería a permitir. A pesar de mi orgullo, cuando convocó a las sombras, y estas se lanzaron sobre mi como jauría hambrienta, algunas lágrimas empezaron a deslizarse por mis mejillas. Al verlo ella empezó a reír, detuvo el asalto de las criaturas y se aproximó hasta mí, inconscientemente me encogí. Su mano helada sostuvo mi mentón y me obligó a mirarla. Una mirada dulce en sus ojos:

- Ahora, querida hija, recuerda, esto es siempre por tu bien. Estoy dispuesta a perdonarte. He escuchado de un soñador muy poderoso cerca de tu territorio. Encuéntralo y tráelo ante mí y olvidaremos todo el pasado -su caricia helada, limpiando la sangre de mi rostro me revolvió el estómago-. Está de más decir, que este es un mundo de ilusión, un conjuro destinado a atacar tu mente y no tu cuerpo, por lo que no importa que cantidad de ópalo uses, no podrás detenerlo, ah, y por supuesto, no habrá marcas visibles. Mi querida Nolune no puede ser menos que perfecta en todo momento.

Se inclina sobre mí, y sus labios, helados y suaves, depositan un beso en mi mejilla, evito su mirada:

- Ahora, princesa, vuelve y cumple con mis deseos. Te visitaré pronto.

Con eso el conjuro se deshace. Las paredes de hielo se desvanecen y lo último que veo son las sonrientes caras de mi madre y Kurapika, antes de ser reclamada por la oscuridad.



******************************************

Escucho y espero opiniones, público. No sean tímidos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro