Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 14


Sorina:

Este chico es un repelente total. Mira que llamarme frígida. Solo porque no voy por ahí desnudándome como la zorra que tiene por novia. Voy a darle una lección aquí y ahora. ¿Así que no sabría ser sexy? ¡Ja! Lo tendré fuera de sus cabales en medio minuto.

- ¡Hey! -me giro ante la voz de Kimberly.

Kim tiene un brillo malvado de triunfo en sus ojos. Otra rata a la que a aplastar. Se acerca un par de pasos más y levanta la voz:

- Tendremos un reto -anuncia.

Con eso toda la sala nos da una atenta mirada. Todos expectantes. Kim sonríe segura de su triunfo cuando anuncia:

- Nuestra princesa de hielo quiere desafiarme después de mi baile. Ustedes serán nuestros jueces -un coro de silbidos y gritos de aprobación acogen sus palabras, luego ella añade-, Ah, y el ganador impondrá un castigo al perdedor.

Con eso, Linder sonríe más divertido aun. Se cruza de brazos y me da una mirada claramente preguntándome que voy a hacer ahora. Muy bien, suficiente con estos dos. Retorno hasta él, con pasos lentos, contoneando todas y cada una de mis curvas. Invado su espacio personal, y levanto la cabeza lo desafío con la mirada.

- No tienes idea de a quien has cabreado, principito.

Nos observamos por unos segundos y yo rozo mis labios con los suyos, a penas el toque de una mariposa, suave y veloz, pero basta para ver la sorpresa y la incredulidad en sus expresión, escuchar un chillido de indignación de parte de Kim y provocar un gemido de parte de Abby. Una sonrisa de triunfo se dibuja en mis labios, mientras dirijo mis pasos al Dj. Le lanzo un pendrive mientras digo:

- La primera en la lista, Luis.

La pista ha sido despejada en cuestiones de segundos. Incluso los reflectores han sido acomodados para darme el centro de atención. Me detengo en el bajo la luz del foco y espero. Segundos después, comienzan los primeros acordes del Lago de los Cisnes. Respiro profundo, me elevo sobre la punta de los dedos de mis pies y empiezo a ejecutar algunos pasos de ballet. Escucho algunas risitas, pero no los dejo desconcentrarme. Dejo que mi cuerpo se mueva como una hoja guiada por el viento, ejecuto algunos saltos haciendo un verdadero split, un par de giros. Para entonces las risitas se estaban tornando comentarios y abucheos. Hora de hacerlos saltar. La música cambia abruptamente, y rompen las voces de Gente de Zona y Descember Bueno, con el hit, "Bailando".

Linder:

Al principio no puedo dejar de preguntarme como esta chica puede ser tan estúpida. Kim la está retando a un baile caliente, y ella no solo acepta, lo que es estúpido, porque es obvio que Kimberly es la reina del género, sino que además, se pone a bailar ballet. Se está suicidando socialmente. En serio, siento un violento impulso de lanzarme a la pista y arrastrarla de allí para evitarle la vergüenza, comienzo a dar un paso en su dirección cuando escucho el cambio de música.

Los pasos de Sorina se modificaron al mismo tiempo que una sonrisa de triunfo adornaba sus coralinos labios. Llevó una mano a la cabeza, se arrancó la peinta y sus cabellos se esparcieron libremente, meciéndose al compás de sus movimientos. Su cuerpo pareció convertirse en gasa fluida. Contorneándose, moviendo y rotando sus caderas en todas las direcciones correctas. Su mirada encontró la mía, había desafío, entrega, pasión. Sus ojos azules se habían oscurecido a una tonalidad zafiro, y brillaban como nieve puesta al sol. Atontado como estaba, tardé unos segundos en comprender, Sorina estaba bailando para mí. No pude evitar compararla con Kim.

Rina no tenía ni de cerca la misma cantidad de curvas que Kimberly, de hecho su cuerpo era más esbelto que sexy, compararlas era como ver de un lado a una princesa de cuento y del otro a una bailarina de tubo. Cuando Kim, bailaba sus movimientos eran abiertamente sexuales, dejando poco o nada a la imaginación. La chica atacaba los instintos más bajos de la especie masculina. Sorina, jugaba a insinuar. Sus movimientos sacaban a relucir los atributos de su cuerpo, pero cuando te creías que ibas a disfrutar del paisaje, ella hurtaba la visión, dejándote con ganas y poniendo a tu imaginación a trabajar a mil por horas. Se acercaba, te hacía promesas, para luego dejarte colgando sin obtener nada, diciendo que tenías que trabajar para ganarlo. Era una seductora nata, pero escurridiza y efímera como una mariposa. Donde Kimberly tomaba, ella seducía. Cuando Kim despertaba lujuria, ella jugaba con los instintos protectores del macho de la especie.

En medio minuto tenía a todos los hombres del salón comiendo de su mano, sin embargo, no dejaba de mirarme, como invitándome a ir con ella. El ritmo de la canción es pegajoso, y las letras se filtran en mis venas: "Yo te miro y se me corta la respiración" Realmente estaba teniendo problemas para respirar, no quería, no podía permitir que nada me hiciera apartar la mirada ni un segundo de ella. Mi corazón había emprendido su propio ritmo. Nunca antes me había pasado. "En silencio tu mirada dice mil palabras" Había tantas emociones cruzando por aquellos ojazos. Todo lo que podía hacer era retener las locas ganas que sentía de subir a la pista con ella y hacerla bailar a mi propio ritmo. Poco a poco los visitantes comienzan a moverse al compás de la música, aunque nadie se acerca a donde ella está.

Sorina continúa bailando, pero empieza a moverse hacia nosotros. La marea humana la sigue. Es obvio que ella los tiene comiendo de su mano. Rina se detiene directamente frente mío y los movimientos de su cuerpo se hacen más suaves, más seductores. Somos aislados de los demás por el coro de mirones. Paso saliva con dificultad, estoy teniendo verdaderos problemas para controlar lo que está dentro de mis pantalones. Sin desprender nuestras miradas ni un segundo, ella invade mi espacio personal y entierra una de sus manos en la base de cuello, acariciando mis cabellos.

El escalofrío que recorre mi espina dorsal es absolutamente la cosa más excitante que he sentido alguna vez. Mis neuronas están haciendo corto circuito. Una vez más, las palabras de la canción parecen haber sido hechas para mí: "Tú me miras y estoy en otra dimensión" Realmente es una proeza recordarme que estoy rodeado de otras personas. Todo parece haberse resumido a Sorina. Simplemente ella. Su mirada, sus movimientos, su olor que ahora inundaba todo a mí alrededor. "Tus latidos aceleran a mi corazón" La maldita cosa dentro de mi pecho había adoptado su propio y loco baile, ya no estaba seguro de si seguía en mi pecho o si se había trasladado a mi garganta o a la punta de mis pies. Daba igual. No tenía tiempo para preocuparme por ello. No quería apartar mi mirada ni un segundo de ella. "Qué ironía del destino no poder besarte, abrazarte, y sentir la magia de tu olor" La esencia de Sorina era intoxicante, todo lo que quería era enredarla en mis brazos, saborear cada rincón de su perfecta boca, llenarme de ella, conocer cada rincón de su cuerpo, sin embargo no podía. Apreté las manos en puños y traté de contener la reacción en mis pantalones.

- Relájate, príncipe -me susurra, hay una risa disimulada en su expresión-. Estás muy tenso -su voz es un susurro bajo e insinuante, se muerde el labio inferior-. No voy a morderte.

¡Ah, mierda! Si lo que quería era acabar con mi autocontrol lo logró. Enredo mis manos en su estrecha cintura y comienzo a moverme a su paso. Ella sonríe con triunfo. Nuestros cuerpos se retan el uno al otro, presos de una fiebre incontrolable. Las personas gritan entusiasmadas y nos animan. La canción se está terminando y con ello nuestros cuerpos finalmente empiezan a adoptar un ritmo más suave, decrescendo. Cuando llegan los dos últimos acordes, nos hemos detenido completamente. Las respiraciones agitadas como si acabáramos de correr una maratón, Sorina tiene sus manos entrelazadas en mi nuca, y yo la sostengo por su talle, sus ojos se ven más grandes y más azules que nunca. Una fina capa de sudor cubre toda nuestra piel. Acerca su rostro al mío, nuestros alientos se mezclan en jadeos. El bailecito, y algo más, nos ha sacado de circulación. Ella se aproxima aun más, y yo no atino a hacer nada. Me quedo muy quieto, es todo lo que puedo hacer para no tirar de su cabeza y besarla como un poseído, Sorina, roza sus labios con los míos. Igual que antes, solo es un toque breve, fugaz, inconscientemente inclino mi cabeza en busca de más, entonces ella se ríe y poniendo sus manos en mi pecho me empuja, obligándome a retroceder unos pasos. La miro desconcertado, y su sonrisa maliciosa se amplía.

- Lo siento, principito. Pero no tengo ganas de ser sexy para ti esta noche -me guiña un ojo.

Escucho el chillido indignado de Kimberly. Se ha puesto roja como un tomate. La multitud a nuestro lado no le permite avanzar, lo cierto es que todos están atentos del show en vivo que les estamos proporcionando. Rina le da una mirada de lado a Kim antes de añadir con voz suave:

- No te preocupes, Kim. No estoy interesada en tu novio. Es demasiado buen chico para mi gusto.

Los aplausos, silbidos y las risotadas no se hacen esperar. Es obvio quien ha ganado este asalto. Sorina me lanza un beso y atraviesa la multitud alejándose de nosotros. Mientras lucho por controlar al monstruo al sur de mi cintura, no puedo evitar la sonrisa que cruza mis labios. Al parecer la princesa de hielo tiene fuego en las venas.

Sorina:

¿Alguna vez hice algo más estúpido que esto? Mantuve la calma mientras me alejaba del gentío, después, eché a correr como una trastornada. ¡Agh! Debería golpearme con una maldita pared a ver si meto algo de sentido común en mi cabeza. Me detengo en medio del pasillo, entierro las manos en mi cabello y los masajeo tratando de apaciguar la frustración que me embarga.

Lo cierto es que mientras bailaba, comencé a sentir cosas raras. Se suponía que solo iba a fastidiar al principito, jugar un poco con su orgullo y luego burlarme de él. Hacerlo tragarse sus palabras, sin embargo, una vez que me sumergí en la música y lo miré a los ojos, yo solo, perdí el norte. Todo lo que podía pensar, de hecho, no podía pensar. Cuando capté la admiración en sus ojos, yo, me perdí. Así de simple. La mirada esmeralda de Linder había conseguido distraerme como nada lo había logrado nunca antes. Logró hacerme realmente consiente de mi sexo. Terminé bailando para él, sintiéndome frágil, femenina y seductora. Necesitaba sentirme admirada, deseada por él. Fue una suerte que recuperara la conciencia antes de que le permitiera besarme. Eso habría sido el colmo. Lo cierto es que el recuerdo de la mirada en su rostro cuando se inclinó a por mis labios, todavía me aflojaba las rodillas. Calor subió por mi cuello hasta mi rostro.

Un sonido metálico me sacó de mis cavilaciones. Me doy cuenta que en mi errático caminar acabé en uno de los pasillos más alejados del gimnasio. La luz de una de las farolas pestañea como si fuera a apagarse de un momento a otro. El sonido se repite.

- ¿Hola? -inclino la cabeza tratando de ver en la oscuridad-. ¿Hay alguien ahí?

Si. Ya se que esas son, probablemente, las frases más populares antes de una masacre, sin embargo, no hay muchas cosas de este mundo que puedan asustarme, y no hay muchas cosas de este mundo que puedan lastimarme tampoco. Creo distinguir una silueta en la oscuridad, pero la farola ha dejado de funcionar, así que no puedo estar segura. Me restriego los ojos:

- ¿Hola?

La luz vuelve por unos instantes, y entonces distingo una silueta masculina. Viste completo de negro, tiene la piel marmolina. La cabeza, brilla por la ausencia de cabello, y un par de ojos violetas me dan una mirada maliciosa. El miedo estalla ácido en mi boca, y retrocedo un paso. ¡Imposible! La luz vuelve a parpadear y entonces no hay nadie. ¡No puede ser! ¡Tengo que estar imaginando cosas! ¡Kurapika no puede estar vivo! ¡Yo lo maté!

En mi aturdimiento casi no escuché ruido del metal arrastrando contra el pavimento. El dolor estallo con violencia en mi espalda haciéndome ver rojo y caer de bruces contra el suelo con un grito. Es una suerte que la mayor parte del golpe haya sido en la zona cubierta por el vestido, porque pude sentir el calor del hierro contra mi piel, de no haber estado la tela de por medio, también tendría una quemadura gigante.

- ¡Ahora eres la zorra de ese niño bonito!

La voz masculina, iracunda, y pastosa por el alcohol llegó desde mi espalda. Una mano de hombre me aferró por el hombro y me obligó a darme la vuelta con violencia. Reconozco a mi atacante. Cabellos negros, tez color bronce. Hombros anchos y aspecto de luchador. Locura absoluta en su mirada. En su mano derecha balancea una pieza de hierro que parece un trozo de cañería.

- Axel -murmuro sorprendida-. No deberías estar aquí.

La ira se hace más patente en su expresión, y el brazo que sostiene el tubo de hierro comienza a temblar.

- Claro -rezonga-. Porque te encargaste de repartir embustes sobre mi a todos, solo para ocultar a la verdadera culpable de todo. Tú misma, bruja.

Balancea la pieza de metal sobre mi, y ruedo en el pavimento, evitando el golpe por escasos centímetros, pero llenando mi cuerpo de rasguños en el procesos. Me arrastro a gatas unos pasos hasta que consigo ponerme de pie.

- Hay una orden de restricción contra ti, Axel -digo yo-. ¡Márchate antes de que te metas en un lío!

Lo cierto es que estoy en clara desventaja, pero trato de controlar mi miedo creciente.

- Pero amor mío -me dice con sorna-. ¿Así tratas a tu novio? ¿Después que pasé un año aislado por tu causa?

La sonrisa le desaparece del rostro y vuelve a lanzarme un golpe con el hierro, salto a un lado y lo esquivo por poco.

Está bien, pequeña explicación. Conocí a Axel hace dos años, cuando nos mudamos a esta ciudad. El chico estudiaba en un instituto cercano, era el capitán del equipo de Judo, y por raro que parezca, también era un soñador. Desde el momento en punto que nos encontramos, percibí la oscuridad en su interior, y por supuesto, eso fue lo que me hizo acercarme, necesitaba alimentarme de él, era una época difícil y estaba evitando los viajes a la dimensión mágica. La oscuridad de su ser, hacía que su magia sintonizara con la mía y me reforzara más. Lamentablemente no fui lo bastante inteligente como para darme cuenta de que este tipo tenía las semillas de un verdadero maníaco. Cuando comencé a alimentarme de él, su oscuridad se fue fortaleciendo, hasta que un día terminé con un ojo morado y unas contusiones en las costillas, claro que reaccioné justo a tiempo y pude detenerlo. Lo puse bajo un hechizo que lo obligó a volver a la estación de policía y confesar lo que había echo y yo serví de testigo en la delegación. Se suponía que estaría en un reformatorio hasta que cumpliera los veintiuno. ¿Cómo habrá salido?

Vuelve a lanzar el tubo contra mí, pero esta vez, cuando trato de esquivarlo, uno de los tacones se rompe y caigo al suelo, el hierro impacta con violencia contra una de mis costillas, y el aire escapa de mis pulmones. El golpe no es ni de cerca suficiente para fracturar mis huesos, pero decididamente duele como la mierda. Lucho por alcanzar mi magia, ya me encargaré de los faes de verano luego, no ocurre nada. Choco con una barrera de vacío. En mi muñeca izquierda, brilla el brazalete con diminutas piedras de ópalo. Cierto. Nada de magia. Y es entonces cuando el pánico hinca sus dientes en mí. Desesperada, giro en el suelo un par de veces, evitando otros golpes con el hierro. Axel se burla de mí como un maniático:

- ¡Mírate nada más! ¡Ya no eres la perfecta damita de hielo!

Lanza el trozo de metal a un costado y se trepa sobre mí, con una de sus manotas, agarra mis muñecas y las eleva sobre mi cabeza, me sacudo con violencia, tratando de quitarlo de mí, pero es inútil. Se ríe, y gotas de saliva, apestando a ron y cigarro caen sobre mi rostro. Esto no tiene sentido. Estoy sin poderes, pero aun así, yo debería tener más fuerza física que él. Es humano, y yo fae, los faes somos depredadores naturales. ¿Por qué estoy teniendo dificultades para sacármelo de encima?

- ¡Vamos a divertirnos, cariño! -susurra con voz sádica.

Conozco esa frase. Le miro a los ojos y sí, ahí está, los ojos oscuros de Axel estaban rodeados por un halo violeta. Oh, mierda. ¡Maldito Kurapika! Capta mi expresión y sonríe.

- Ah, mira, pero si ya me reconociste -acerca su rostro a mi y comienza a dejar un rastro húmedo por mi cuello-. Te extrañé mucho, amor.

¡Ah, mierda! Tengo que hacer algo antes que el miedo me deje verdaderamente paralizada, me las arreglo para maniobrar con una de mis piernas y le pego un rodillazo en la ingle. Se aparta gimiendo de dolor y yo aprovecho para hacer mi escapada, sin embargo, a penas he corrido dos pasos, cuando siento el violento tirón de mi cabello. El dolor es atroz e instantáneo, pierdo el equilibrio con un gemido.

- Lo siento, zorra. Por mucho tiempo me has negado lo que es mío.

Con manos brutales me empuja de nuevo contra el suelo y vuelve a treparse encima de mí, me remuevo como un pez en el anzuelo. Mis manos se alzan y le clavo las uñas en el rostro, en lugar de quejarse se ríe.

- Ese es el espíritu, amor -me dice-. Empecemos los preliminares.

La mano abierta de Axel se bate contra mi rostro. Saboreo la sangre en mi boca y tengo la mejilla palpitante. Casi enseguida me agarra por los hombros y me voltea de boca al suelo. Su peso inmoviliza mi cuerpo, una de sus manos aferra mis muñecas encima de mi cabeza, y siento la otra tantear los bordes de mi vestido. El miedo es cada vez mayor. No puedo pasar por esto de nuevo. ¡Otra vez no! Las manos, rudas y desesperadas tantean subiendo la falda de mi vestido, encuentran las bragas de encaje y las rompen de un tirón, produciéndome un molesto escozor en la cara interna de mis muslos. El frío y la humedad del suelo se filtran a mi piel y calan hasta mi alma. Lágrimas descienden por mi rostro, y aunque quiero gritar, pedir auxilio, mi voz no sale. Solo puedo pensar, que esto sucederá de nuevo, y que cuando pase, le perteneceré a él para siempre. No debí haber escapado. Al final, nunca conseguiré ser libre. Abby debió dejarme morir. Un bulto caliente se presiona contra mi trasero y saboreo el vómito en la garganta.

- Te he extrañado mucho amor -susurra en mi oído y su lengua recorre mi oreja.

No puedo contener el asco y la nausea, por fortuna no vomito. Solo eso me faltaría, restregarme en mi propia inmundicia. Quiero gritar, pedir auxilio, mi voz está apagada. Voy a morir, aquí y ahora. Cierro los ojos y me preparo para lo peor.

El peso de Axel desaparece de forma brusca. Todo lo que escucho es el sonido de un cuerpo golpear el pavimento y un gemido de dolor.

- ¡Tú, maldita escoria! ¡Alguien debe enseñarte como tratar a una mujer!

La voz masculina tiene el mismo efecto que el arco iris luego de la tormenta. Es fuerte y bien timbrada, oscilante por la ira y prometiendo muerte. Desde mi precaria posición veo a Linder, elevándose en toda su estatura sobre el cuerpo de Axel. El príncipe fae tiene la mandíbula apretada, el mentón luce casi cuadrado, y sus ojos brillan con promesas de muerte. De hecho, todo su cuerpo empieza a emitir un ligero resplandor dorado y se que está a segundos de ir a toda magia contra mi agresor. Solo espero que no lo haga. Axel está siendo manipulado por Kurapika, claro que no habría sido posible si el chico no hubiese estado dispuesto desde un primer momento, pero ese no es el punto, lo que importa, es que Kurapika está viendo todo a través de ojos humanos, lo que quiere decir que si Linder no se delata, él seguirá viéndolo como a un humano, y sinceramente, espero que siga así.

Linder:

Kim se ha puesto como un basilisco. Amenaza con salir a buscar a Sorina y darle una lección, algo que ver con avergonzarla enfrente de sus amigas. Por otro lado, Kai y Lexen me dan una mirada extraña, eso por no hablar de cómo me mira Laynda, es casi como si me viera por primera vez. ¿Qué diablos...? Voy a salir a buscar a Sorina y que venga la chica a enfrentarlos. Vamos, si fue ella la que montó todo el numerito ¿por qué es a mí al que miran como si fuera un abusador de menores? Kimberly grita algo por enésima vez y yo pierdo los estribos. La tomo del brazo y la alo para sacarla del gimnasio. Doy una mirada de advertencia al resto de nuestros acompañantes y basta para dejarlos quietos en sus puestos.

- ¿Cómo has podido hacerme esto, Allen? -me grita una vez fuera-. Avergonzarme así enfrente de mis amigas...

La suelto con brusquedad y me acaricio el entrecejo. Mi cabeza comienza a palpitar y mi estómago se siente raro:

- Escucha Kim, porque solo lo diré una vez. Nos entretenemos y pasamos buenos momentos, pero no hay, ni habrá nada más que eso. Soy libre de coquetear con quien quiera y de irme con quien quiera, a la hora que quiera y cuando lo quiera, y tú también. Algún día, probablemente conoceré una chica a la que querré atarme de por vida, pero decididamente, este no es ese día, ni tu eres esa chica. Así que lo mejor es que cada uno tome su camino.

Saqué un fajo de billetes de mi cartera y se lo tendí mientras decía:

- Llama a un taxi para que te vallas a casa, o espera a los chicos que se vayan de regreso en la limosina y que te den un aventón. Yo me marcho ya.

No esperé su respuesta y le di la espalda empezando a caminar. Ella gritó algunas amenazas más pero las ignoré. Puto día que se me ocurrió ligar con una mocosa humana. Meto las manos en los bolsillos y dirijo mis pasos a la salida. Por pura costumbre, empiezo a silbar. Necesito relajarme, más que eso, necesito dejar de pensar en Sorina y su bailecito caliente. El dolor que surge de mis costillas me obliga a apoyarme en una pared. ¡Hombre, otra vez no! Durante los próximos diez minutos soporto la paliza de mi vida y siento el pánico ahogarme. Fuerzo al aire a pasar a mis pulmones, una y otra vez, y me repito que no soy yo. Es alguien más. Me concentro en mi magia, la dejo llenarme y envío el hechizo. Cuando vuelvo a abrir los ojos, veo el asfalto a escasos centímetros de mi rostro. El pánico y el asco luchan por la supremacía. Luego reconozco una de las paredes. Quien sea, no está muy lejos. Hecho a correr esperando no llegar demasiado tarde. Unos minutos más tarde, me detengo a la entrada de uno de los almacenes. Un cuerpo femenino aprisionado contra el asfalto, bragas rotas a un lado, la falda del vestido sobre la cintura, y un bastardo ahogando a la chica, y luchando contra el cierre del pantalón. La imagen por si sola era suficiente para hacerme enojar. Decididamente soy un mujeriego y no refuto que he hecho sufrir a más de una por ser un alma libre y no querer atarme a nadie, pero nunca, y quiero decir, ¡nunca, jamás!, he empleado la violencia en una mujer, mucho menos obligarla a complacerme sexualmente. Estaba decidido a golpear a este sujeto, hasta que mi mirada reparó en la delicada tela de gasa azul celeste del vestido, y la cabellera negra que sobresalía por un costado. ¡Sorina! ¡Estaba sintiendo a Sorina!

Mi visión se torna roja y la ira estalla irracional y cruenta, demandando sangre. Antes de poder contenerme, estoy sobre el sujeto, lo tomo por los hombros de la camisa y lo lanzo unos cuantos metros por delante.

- ¡Tú, maldita escoria! ¡Alguien debe enseñarte como tratar a una mujer!

El desconocido murmura unos cuantos quejidos y maldiciones, pero logra ponerse de pie y agarra un trozo de hierro del suelo. Muevo el cuello de un lado a otro y me estiro como un gato. Voy a hacérselo pagar.

- Por que no te largas, niño bonito -suelta con voz condescendiente-. Ella ya era mi zorra antes de ser la tuya. Tengo derechos de autor -ríe como un demente.

Escucho el gemido de Sorina. La magia pulsa en mi sangre, está a flor de piel, pidiendo ser utilizada, ciertamente, sería mucho más rápido, mucho más fácil, pero también mucho menos cruel de mi parte. Contengo los impulsos que gritan para que use mi poder, y en su lugar doy rienda suelta a mis instintos primigenios. El chico lanza un golpe con el hierro, lo esquivo haciéndome a un lado, mi gancho izquierdo conecta con su mandíbula, y mi puño derecho golpea la mano con que sostiene el pedazo de metal, que cae al suelo con un chirrido, instintivamente lo pateo lejos de nuestro alcance. Detengo mi asalto y espero a que se recupere:

- No es divertido si no me atinas un golpe, gallina -le digo.

Y es cierto. Quiero que me golpee, necesito que lo haga, para después golpearlo con todo. Se lanza a por mí y no lo detengo, su puñetazo conecta encima de mi ceja derecha, al parecer usa alguna pieza de joyería, porque produce un pequeño resquemor y un diminuto hilo de sangre se escurre por ahí. Ese es todo el golpe que podrá acertarme. Reanudo mi asalto dejando caer una lluvia de puñetazos sobre él, en el rostro, en el pecho, entre las costillas. Sus golpes se vuelven más descoordinados y débiles, finalmente cae al suelo y yo lo pateo, no pienso parar, no voy a hacerlo:

- Allen, Allen, para. Por favor.

Su voz es apenas un susurro débil, aun así, consigue atravesar la nube oscura que embotaba mi cerebro. Detengo mis golpes y observo al chico a mis pies, está inconsciente, respira con dificultad y emite un sonido que debería preocuparme, no lo hace. No me siento tan caritativo. Me aparto de él y dirijo mi atención a Sorina. La chica continúa donde mismo, de bocas al suelo, tiene la mejilla enrojecida, un hilillo de sangre se escurre de sus labios y está toda despeinada, aun así, no creo nunca haber visto a alguien más hermoso. Camino hasta ella, y noto que se encoje. Todavía tiene la falda sobre las rodillas. Me agacho a su lado y trazo el contorno de su rostro.

- Está bien -digo con voz calmante-. Ya está todo bien. Estás a salvo.

Me quito el saco y le cubro la espalda con él, como es tan pequeña, tapa perfectamente su vestido dañado. La sostengo de las manos y la ayudo a ponerse en pie. Escucho pasos en nuestra dirección, Sorina empieza a temblar y yo la coloco detrás de mi, casi enseguida, siento su pequeña mano, aun helada y temblorosa, cerrarse en torno a mi muñeca. Lexen aparece entre las sombras. Por fortuna viene solo.

- ¿Qué te ha pasado? -pregunta.

Es entonces que registro parte de mi apariencia, la inmaculada camisa blanca tiene algún que otro agujero, está llena de mugre y manchas de sangre, y por la presión que siento en el rostro, imagino que el bastardo se anotó algunos puntos.

- Solo le enseñé modales a un tipejo cualquiera -respondo.

La mirada de Lexen repara en las bragas rotas en el suelo, y de inmediato sube hasta Sorina. Entendimiento y compasión en su mirada, la chica baja los ojos con vergüenza y se esconde en mi espalda. Algo raro sacude mis entrañas. Ella busca refugio en mí, a mi yo neandertal le gusta eso. Muevo mi mano hasta entrelazar mis dedos con los suyos y les doy un débil apretón, imbuyéndole confianza.

- Podrías llamar a la policía y que se encarguen de él -le digo y el asiente-. Yo llevaré a Sorina a su casa.

Empiezo a tirar de la chica, pero ella me detiene, le da una mirada a Lexen y dice:

- Por favor, no le digas nada a Abby. Ella ama estos eventos, y si se entera se pondrá como loca y querrá regresar a casa, y se merece una noche de descanso.

Lex le da un asentimiento agradecido. Yo mismo no puedo sentirme menos que admirado. Con la que acaba de pasar y solo continúa preocupada por mi hermana. Tal parece que te he juzgado mal Sorina Beige. Eres un verdadero diamante en bruto. Sorina se envuelve más en mi saco, pero no suelta mi mano ni un segundo, sin embargo, no hemos dado dos pasos, cuando la siento cojear, suelta una pequeña maldición:

- ¿Qué pasa? ¿Estás herida en alguna parte?

- No -responde con voz plana y mira abajo-. Son estos zapatos. A buena hora se vienen a romper los tacones. Lo siento, supongo que iremos más lentos.

Siento mis labios curvarse en una sonrisa, antes que tenga tiempo de hacer algo más, la envuelvo en mis brazos y la levanto como si fuera una niña. Su rostro se ha sonrojado, pero aun así, sus manos se han aferrado en puños a mi camisa.

- ¿Qué haces? -pregunta inquieta.

- Así vamos más rápido -le contesto mirándola con aun medio sonriendo-. Tú solo descansa y disfruta del paseo, princesa.

El sonrojo se profundiza, pero no dice nada más. Simplemente acomoda su cabeza en mi pecho, y yo solo tengo miedo de que mi traicionero corazón vaya a abandonarme a medio camino.



PD: A los que no conozcan la canción de la que hablo, simplemente búsquenla en google. Hay dos versiones, una con Enrique Iglesias, muy buena y un video muy bonito. Sin embargo, prefiero el video original, solo con Gente de Zona y Descember Bueno. Búsquenlo, escúchenlo y luego me d

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro