Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo XXII - "Aventura de Uzumaki, II, fin."

Llena de determinación, Sakura se dirigía hacia la torre de su Kage, iba alejándose de la tienda de Diva cuando ésta la llamó.

— ¡Espera!

La menor volteó a ver, la mujer había extendido su brazo largo hacia ella.

¿Le estaba dando algo?

Dicen que da buena suerte, te lo regalo. Te servirá, de una manera u otra.

Sakura tomó entre sus pequeñas manos el anillo aún más pequeño.

Tenía unas incrustaciones de un par de rubíes, y tenía tallado varias pequeñas flores desconocidas para la niña, las cuales tenían en medio de sí los susodichos rubíes.

— Bueno, hace tiempo fui a una aldea, Konoha, y vi ahí un árbol lindo, de hecho, me recuerda a ti. Se le dice "Árbol de Sakura" las flores talladas son Sakura... Creo que eso te dará el doble de suerte, hahaha... —Diva sonreía nerviosa, no sabía si eso le iba a gustar.

A su alivio, la de hebras rosas sonrió complacida.

— ¡Está hermoso! —exclamó, poniéndolo en su dedo pulgar. Sakura tenía dedos delgados, si se lo ponía en otro, seguramente se le caería.

Corrió, otra vez, dándole una reverencia a Diva.

— ¡Muchísimas gracias! —gritó yéndose. Ahora, sí que iría a comprar su ansiado veneno.

Esta aventura le enseñaría más cosas de las que creyó.

[ ... ]

Sakura esbozó una sonrisa.

Estaba al lado de la torre del Kage. Tal como se lo habían indicado, Sencimás estaba a uno de sus costados, y desde acá podía vislumbrar el humo de una de las casas del Distrito Rojo.

Había muchos puestos al lado de la torre; era normal.

Ése era casi un lugar turístico, después de todo.

Se sacó un zapato y lo sacudió con vehemencia.

Una pequeña (pero molesta) piedra se había entrometido en su calzado.

— Tendré que tener más cuidado... —musitó para ella.

Las voces chillonas de los vendedores le aturdía un poco el oído, y tendría que apresurarse ahora que era de mañana. No quería pasar un mal momento por algún borracho consuetudinario recién despertado.

— ¡Venga, compre estos deliciosos panes, recién hechos! Perfectos para el desayuno, y acompañarlos con una exquisita taza de café. —endulzó uno de los comerciantes. Aún así, la chiquilla pudo ver que su pan no estaba en las condiciones más higiénicas.

Buscó con la mirada el lugar requerido.

Era entonces un letrero, sencillo. Estaba algo raspado, el paso del tiempo comenzaba a hacerle mella.

Entre su vejez y sencillez, le daba un aire confortable a la tienda de conveniencia. Era Sencimás.

— Buenos días. —saludó amigable un joven que barría el lugar con energía inusual para una mañana.

— Buenos días, también. —devolvió la roseta. Ella era educada, ante todo.

Decidió que pedir unas direcciones sería lo adecuado. Debe estar habituado a la zona, y que sepa dónde queda el distrito comercial no sería algo impresionante a esperar.

— Disculpe, ¿sabe dónde queda el distrito comercial?

El joven se rascó el mentón unos segundos, sus ojos denotaban concentración.

— Me acabo de mudar, así que no sé mucho, pero queda recto todo el camino. Luego te encontrarás un camino bifurcado, ve a la izquierda, pues la derecha es el distrito rojo, no querrás meterte ahí. Luego de elegir la izquierda ve recto y encontrarás un portón de madera, después es sólo entrar. Ten cuidado, no estoy muy seguro... —explicó con paciencia el varón. Casi suave.

La dirección era fácil, y para próximos usos Sakura lo apuntó, volviéndole a preguntar una que otra vez algunos puntos de la misma dirección.

— Muchísimas gracias. —la hija de Konan sonrió y dio una reverencia en señal de agradecimiento.

— Muchas de nada, adiós, pequeña. —dijo el joven volviendo a su antaño labor, no sin antes revolver un poquito su cabello.

A sus ojos, era extraño. Era suave, en color y textura. Agradable.

La niña parecía un cerezo o alguno de esos árboles rosas que recordaba de libros de la flora de otras aldeas.

De inmediato Sakura devolvió su pieza de ropa a su cabeza, cubriendo todo su cabello esta vez.

Sería incómodo que las personas que le vieran al instante quisieran revolverle sus hebras o darle palmaditas. El chico río ante su acción un tanto infantil.

— ¿Sabes? Eres como la quinta persona que me pide direcciones en la semana. Los turistas se pierden bastante, ha ha.

Sakura sintió más confianza al saber eso.

[ ... ]

— A ver, a ver....

La infante había llegado al camino bifurcado. Las calles no estaban vacías, pero raramente encontró aglomeraciones en todo el recorrido hasta allí.

Todos parecían comerciantes, parece que el joven amable le había dado la dirección correcta.

Escogió la izquierda como su cuaderno de apuntes se lo indicaba.

El camino se volvió más desolado y silencioso, pero supuso que las puertas cubrían el ruido.

— Ahora que ya llegué aquí...

Había una puerta, efectivamente, de madera.

Estaba descuidada pero no tenía el aire reconfortante de la tienda.

De todos modos abrió esa puerta chirriante.

Había música de flautas, alegre, sin duda.

Unas casetas pequeñas y, también, todo estaba lleno de luces rojas.

Había mujeres que, según lo enseñado por su madre, estaban mostrando un poco demasiado, rodeadas de hombres que se movían torpemente.

Afectados por el alcohol. Eso ella no lo sabía.

Las calles estaban limpias... Aunque con más de algún ebrio y drogadicto tirado por los efectos del vicio o echándose una siesta en la calle, a falta de casa propia.

Estaban las risas, que provenían de los bares repletos del tipo de personas ya mencionadas. También había niños.

Sin embargo, éstos últimos parecían querer más bien ganarse el pan de cada día que vivir la vida llena de placeres carnales que llevaban los mayores a su alrededor. Eran presos del distrito rojo.

Sintió pena por ellos, cuando en realidad debió de ser más consciente de su propia individualidad y amenazas a las que se exponía.

No fue hasta que una mano se colocó en su hombro, que cayó en cuenta de muchas cosas importantes.

Bien pudo haberse sentido abusada sexualmente por ese toque, que, por parte de otro varón, (como el joven de antes) le parecería el más inocente de los toques.

El hombre no tenía la sonrisa siniestra, expresión morbosa y mirada de lujuria que su madre tanto le había explicado y hecho temer.

En realidad poseía una sonrisa amable. Era de buen parecer, y si lo mirabas por la calle dirías que sería un excelente esposo.

Pero no, si algo le incrustó en su cabeza su madre tanto que le dolía de sólo pensarlo era que: Nunca confíes en alguien que te hace sentir incómoda.

Bueno, con eso se refería y al acoso sexual y no a toda la vida en su extensión. Era asumible.

No sabiendo cómo reaccionar, le apartó la mano y con la misma educación le señaló.

— No me toque.

Estaba preparada para usar taijutsu si era necesario. Desgraciadamente, el hombre medía un metro con ochenta centímetros.

Era un titán colosal comparado a su pequeño cuerpo.

— Vamos, no seas así.

Ugh, pensó la de ojos verdosos. Era de ese tipo de pervertido insistente que también acosaban a su madre.

Le he dicho, no me toque. Déjeme sola, váyase.

El hombre, en su lugar, afianzó más el tacto y de hecho, quería quitarle su bolso de encima.

Sakura no se asustó.

Generalmente, era una chica amable, atenta y educada. Pero tenía mucho carácter por mostrar.

— Aléjate de mí de una vez, pervertido empedernido. —insultó ya alzando su tono de voz. Su acción la enojó.

El hombre se sorprendió de que una niña supiera tales palabras.

Bueno, cosas de criarse con una Chiyo conflictiva y una Akemi estresada por trabajo.

No era un abusador. Era más bien un... ¿Gigoló pedófilo? Excepto que Sakura no estaba pagando por tales servicios.

Así que él no estaba usando la fuerza en absoluto, sino más bien coqueteando descaradamente con una niña de un poco más de cuatro años como si fuera una mujer hecha y derecha a conquistar.

Tal desvergüenza.

— Tienes una boca sucia, sweetie-pie.

El varón, ahora pretendió tomarla por los hombros.

La roseta frunció el ceño lo más que sus cejas podían y se preparó para darle algún buen cabezazo al hombre que estaba casi agachado a su altura.

— Ella te dijo que la dejaras.

Era la voz de un hombre. Se oía distorsionada, sin embargo.

El nuevo sujeto que entró a la escena tenía una apariencia extraña, pero Sakura no entró en detalles.

La habían salvado, y eso era todo.

— ¿Eh? ¿No ves que la chica se está divirtiendo?

— No es más que una mocosa. Vete. —esta vez el tono amenazante atemorizó al hombre y se alejó de ella.

Era un pervertido, sí, pero no lo suficientemente estúpido como para ser ajeno al aura peligrosa del sujeto que interrumpió.

Levantó las manos en señal de derrota.

— ¡Está bien, está bien! Me iré.

Dio un último guiño y se fue contoneándose.

— Le he dicho que no me hiciera esperar... —murmuró el señor al lado de la menor. La oración era dirigida a alguien en especial.

Hablaba casi y con arrogancia, pero el tono elegante llamaba más la atención cuando hablaba.

— Muchísimas gracias. —Sakura agradeció. Sintiendo la necesidad de explicarse a sí misma, comenzó a hablar con rapidez impresionante. La adrenalina de la situación pasada, tal vez.

— Un muchacho me dio la dirección equivocada, yo buscaba el distrito comercial y-

— Lo sé, y no me interesa.

Él la había interrumpido. Y ella más que ofendida se sintió avergonzada.

Debió haber supuesto que eso no le importaba.

— ¿Busca a alguien? —preguntó intentando disipar su rubor, y la sensación de incomodidad, también.

Guardó silencio y suspirando pareció reconocer que las intenciones de la pregunta no eran por curiosidad inútil.

Así que contestó.

— Sí.

— ¿Se perdió también? Yo voy al distrito comercial. La torre del Kazekage queda cerca, podría buscar ayuda allí.  —habló la chiquilla; un intento de ayuda.

— ... Me dieron una dirección errónea. No necesito ir a la torre, yo conozco Suna.

Sakura, nuevamente, se volvió a ruborizar.

Accidentalmente lo había tomado como un turista perdido, y no como un nativo que no conocía algunas direcciones.

Estaba avergonzada de su error. O más bien, frente a quien erró.

Era ese tipo de adulto que los niños siempre buscan aprobación. Sencillamente por eso.

— Yo voy al distrito comercial.

El hombre mayor comenzó a caminar, casi ralentizando sus pasos.

No dijo nada, pero era una invitación a ir con él.

La niña sonrió.

A sus inocentes ojos, el hombre que le había ayudado con tanta amabilidad sólo estaba un poco pasado de orgullo.

Nada más.

[ ... ]

Sakura esta vez se permitió fijarse en la apariencia del hombre.

Traía un abrigo negro que le cubría el cuerpo. Y no era muy alto.

Aún así, Sakura no se atrevía a verlo a los ojos. Pensaba que eso lograría intimidarla más que nada.

Pese a eso, ella soltó una risa en tono muy bajo ante la perspectiva de que ella estaba ayudando a un anciano terco y orgulloso.

Regresaron en sus pasos a la parte de la bifurcación, eligiendo la derecha este tiempo.

— Espero que ahora sí lleguemos... —murmuró la fémina luego de ya minutos de silencio. El varón, no era hombre de muchas palabras, al parecer.

Ella se ajustó su pañoleta cuidando de que su cabello no se vea.

El camino no era desolado, ni silencioso. Estaba lleno de comerciantes incluso antes de llegar al verdadero mercado.

— ¿Qué irás a comprar? —escuchó de repente la infante preguntar.

Volvió su cabeza hacia su compañero temporal de viaje.

Vaciló unos momentos. Pero ante el escrutinio de aquellos ojos que no se había atrevido a mirar, habló por puro nerviosismo.

— Ve... Venenos, señor.

No hizo ningún sonido en especial, sólo dio un comentario que capturó la entera atención de ella. *

— Sólo hay una tienda de venenos en Sunagakure. Yo soy el dueño.

— ¿En se... serio? Qué coincidencia.

— Sí. —contestó, haciendo amago de volver a comenzar a caminar. No le prestó atención al asunto.

Sakura lo siguió con todavía más obediencia ahora.

Ambos vieron, nuevamente, la puerta de madera.

Aunque el hombre no se detuvo a contemplarla y de inmediato la abrió.

El olor a mercado inundó sus fosas nasales.

Sí. Olía a basura, al corte de carne fresco, a los quesos en venta, a verdura que señoras se esforzaban en vender, y también olía a pan recién hecho.

El aire era bastante más limpio, también.

Era rural y eso lo hacía bello.

Todos caminaban con pasos rápidos buscando lo que necesitaban para hacer el almuerzo o las provisiones de la semana.

— Vamos.

Iba caminando sin doblar, hasta que llegaron a determinado callejón.

El señor entró en él y sacó unas llaves de su abrigo, abrió la puerta y le hizo un ademán, permitiéndole entrar.

— Tengo todo tipo de venenos. Exactamente, ¿para qué lo quieres? No se ve como si supieras mucho. —comentó, siendo esa oración la más larga que había dicho hasta ahora.

Sakura se frotó la nuca con su palma, trasladando su mirada al suelo.

¿Cómo no se le ocurrió investigar un poco más?

— Marionetas. —respondió la de ojos verdosos.

El mayor se quedó en silencio durante unos segundos.

— ¿Marionetas...? —dijo el varón con un tono que no pudo identificar.

— Tengo el veneno perfecto. La mayoría de mis clientes son marionetistas.

— Gracias. —agradeció Sakura, sin realmente saber porqué.

No respondió, como esperaba.

Estaba él rebuscando en medio de las vitrinas del lugar, que la niña para matar el tiempo decidió echarle una ojeada al lugar.

No tenía mucha iluminación, sin embargo, tampoco era tétrico. Había algunas vitrinas que eran en realidad anchas.

Las paredes de piedra y suelo de madera. Y olía un poco a incienso.

El ruido del mercado sonaba amortiguado.

— Creo que un simple veneno de serpiente te servirá por ahora.

Una cuestión había estado flotando en la cabeza de Sakura, en su momento de distracción, soltó eso sin pensar.

— Si usted es el dueño, ¿porqué se perdió?

— No suelo venir muy seguido.

— Oh.

Sorprendentemente, había contestado.

El dueño de la tienda se giró hacia ella, tendiéndole el veneno. Venía en un frasco traslúcido, logrando ser visto el veneno de tonos claros.

— Es uno económico, pero no de los baratos. 2,000 ryō, exactamente. Veneno de serpiente cascabel muda, Lachesis muta.

Asintió con la cabeza y abrió su bolsa. Estaba buscando su pequeña cartera con el dinero, casi frunce el ceño al notar que no estaba, y estaba muy segura de que la tenía por ahí hasta que recordó al hombre de hace rato, y la manera en que le tocó el bolso.

¿Le había robado?

Se dio un pellizco a la nariz, ahora dándose cuenta del anillo de Diva.

No tengo dinero...

¿Él aceptaría un cambio?

— Me robaron el dinero... Uh. P... Por casualidad, ¿usted no aceptaría un cambio? —dijo la de hebras rosas mostrando tímidamente su anillo.

— ... —

Hubo silencio. Parecía fulminar el objeto que la chiquilla le mostraba.

— De acuerdo. —aceptó, al final.

Tomó el anillo de sus manos y en su lugar colocó el frasco de veneno, que la pequeña observaba con admiración, para luego guardarlo con cuidado dentro de su mochila.

Luego de la transacción hubo otro silencio, que fue esta vez roto por la hija del líder de Akatsuki.

— Supongo que me voy re... retirando. —hizo amago de irse, pero recordó algo importante.

Él dijo que no iba a menudo, así que...

— ¿Qué tan a menudo viene, señor? —cuestionó, girándose.

— Tanto como puedo.

Sakura sabía que si se retiraba ahora iba a parecer una huida ante la torpeza de la situación. No quería eso.

— Y... ¿Cuál es su nombre? El mío es Sakura. —mencionó dándose cuenta de su mala educación de no haberse presentado.

Por unos instantes pensó que no respondería, pero el hombre salió de las contemplaciones y lo hizo, a su asombro.

— Llámame Hiruko. —instruyó sin mirarla a los ojos. Estaba ordenando el desorden de las vitrinas.

— ¡Muchas gracias por su servicio, Hiruko-san!

Así, Sakura se fue del establecimiento, con una total aventura qué contar.

Ahora sólo faltaba regresar a casa y contar sobre su nuevo amigo,

Hiruko... -san.

Nota de autor:

* = multimedia.

¡Feliz navidad! Adelantada, uh... Por si el tiempo decide volverse en mi contra. >∆<

Y también, ¡Feliz año nuevo!, adelantado por la misma razón.

El capítulo es un poco más largo que el promedio <4


Viejos tiempos... (?) Así dibujaba yo en febrero :^ -proud- lol. Fue, prácticamente, mi primer dibujo a digital.

Es su regalo de navidad, adiós.

No se rían, plz.

¡Ja ne, hun!

🚐💨















































Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro