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Capítulo XVI - "Hermanos"

...

— ¿Esto es mío? —dijo Gaara sosteniendo un oso de peluche a su madre adoptiva.

— Sí. Si te lo estoy dando, es porque es tuyo, Gaga mio. —aclaró la jōnin retirada.

— ¿Dónde lo compraste? —preguntó el menor, viéndola a los ojos.

— No lo compré. Antes que nacieras Karura te lo compró, Rasa lo estuvo guardando hasta hace unos meses... —explicó la rival de Tsunade.

— ¿Mamá lo hizo?

Eso sonó como una pregunta más retórica o para si mismo que para Chiyo, quien prefirió callar esta vez.

— Tío Yashamaru está raro. —declaró el infante luego, jugando con su peluche.

— ¿Es así? Bueno, quizá está estresado. La villa está pasando un mal momento. Es normal que le den más misiones. Eso desespera, yo lo sé por experiencia. —Chiyo participó en la charla.

Gaara se removió en incomodidad.

— Me habló algo sobre el amor. —confesó finalmente el jinchūriki.

— ¿Qué cosa?

— Él dice que las heridas físicas se curan, pero que las heridas emocionales sólo se pueden curar con amor. Me dijo algo así.

— Eso es cierto. ¿Tú tienes alguna herida emocional, Gaga? —interrogó con preocupación la mujer mayor.

Gaara volvió a removerse con incomodidad.

— No me gusta como me miran las personas. Parecen asqueados, y ningún niño quiere jugar conmigo. Me duele.  —admitió.

— Ya sabes el motivo de eso. No es tu culpa, tú no tienes la culpa de nadie. —habló la titiritera.

— ¿Yo que soy? —preguntó el hermano de Temari.

— Tú eres un humano. Sólo un humano. —respondió la mayor.

Un buen humano, añadió en su mente Chiyo.

Sin embargo, más que un humano, más que jinchūriki...

Él era su preciado hijo.

Su chiquillo.

[ ... ]

Veintiocho de abril y Sakura estaba llena de rasguños.

A su lado, su compañero de entrenamiento, Gaara, también estaba bastante magullado.

— Son un asco en el ejercicio de escalar árboles. Aunque Sakura es un poco mejor que Gaara, la diferencia no es abismal, que digamos. —declaró la abuela de Sasori.

La antigua Akatsuki a su lado asintió y opinó:

— ¿Porqué será?

Ambos niños seguían intentando escalar el árbol, y fallando en el proceso.

Sin embargo, aquí hay el siguiente factor: Konan y sus explicaciones avanzadas... O más bien, carentes explicaciones.

— No lo sé. Sakura debería de tener buen control ahora. Quiero decir, ¡mira esa fuerza! —exclamó la hermana de Ebizō.

— Quizá le ha estado aumentando debido a los ejercicios. Después de esto será el de caminar sobre el agua, ¿cierto? —preguntó Konan.

— Sí.

...

El kunai de Sakura estaba casi tres metros ya sobre el de Gaara.

¡Ese árbol era interminable sin duda!

— Tú eres el cerebro aquí. —dijo el varón de cabello rojo. — ¿Qué crees que deberíamos hacer?

— ¿Qué? ¡claro que no! —vociferó Sakura. Ese arrebato le valió una -casi- caída.

— Koan dijo que debemos de adherirnos con chakra. Algo así como una calcomanía, ¿no? —opinó Gaara, dando una voltereta para bajar del árbol, seguido de la fémina.

— ¿Cuál será nuestro problema? —se interrogó a si misma la chica.

— ¿Demasiado chakra, quizá?

Esa era un buena suposición.

— Tienes razón. —acordó Katsura.

Su visión se aclaró de repente, pero eso sólo duró un mero segundo.

¡Le entendió al ejercicio por un segundo! O al menos algo así...

— Me parece que debemos de hacer circular el chakra en todo la planta del pie. —planteó la infante. Su cabello rosa estaba en un moño ya desordenado.

— ¿No sólo en la parte donde nos sostenemos?

— No, en todo el pie. Tiene que ser homogéneo, o sino, nos caeremos, Gaga.

— Lo entiendo, Katsu.

— ¿Katsu?

— Es una abreviación de tu apodo. —explicó el hermano de Kankuro. A su opinión, se oía lindo.

Sakura sólo atinó a asentir.

— Está bien, sigamos.

El tacto en sus plantillas (uno cálido, mientras que el otro frío) de los pies les dijo que el chakra ya estaba concentrado.

¡Vamos! —aclamaron ambos en sus mentes. El chakra ya no se sentía turbulento, sino, como agua de un lago calmo.

— Si quieres, puedes tomarme de la mano. —ofreció el chiquillo. La hija de Konan agradeció, aceptando la mano amiga.

A cambio, ella le dirigió una mirada de "¡Haremos ésto juntos!"

Sus árboles quedaban muy juntos entre si, por lo que tomarse de las manos no era un obstáculo.

Un paso con desconfianza con el pie derecho, al que le siguió con más valentía el izquierdo.

No se cayeron o tambalearon como antes.

Comenzaron a correr, trepando el árbol, intentando sincronizarse entre si, sin embargo, alguien tropezó con un pedazo de rama saliente.

Gaara era más pesado que Sakura por la arena que siempre cargaba, por lo que mantener su ritmo le fue difícil.

Gaara se soltó de la mano de Sakura, la cual se quedó aún adherida al árbol.

El jinchūriki estaba cayendo desde una altura de más de cinco metros. Él ni siquiera gritaba. Estaba demasiado sorprendido.

— ¡Gaara! —gritó Chiyo, sus ojos se abrían mientras con sus piernas corría lo más rápido que podía hacia su hijo.

Konan estaba en shock.

Aparte de Yahiko, ella no había perdido a mucha gente con la que se había encariñado mucho.

Entre su shock, confusión y mucho miedo se las arregló para exclamar:

— ¡Usa tu arena!

Pero Gaara estaba demasiado lejos para escucharla.

— ¡Gaara!

Se oyó otro grito. Esta vez de Sakura, quien tenía los ojos llorosos y planeaba tirarse en su salvación. Sus ojos estaban opacos.

Chiyo estaba cansada de correr, y Konan en shock.

De repente, la arena se salió de la bolsa de Gaara y creó una clase de colchón debajo de él, amortiguando mucho su caída.

Tuviste suerte... —Gaara escuchó una voz susurrarle en su cabeza.

¿Ichibi?, pensó.

— ¡Gracias al señor, Gaga!

Una exclamación por parte de las angustiadas madres era más que suficiente para saber que un regaño, castigo y una lección le seguirían a el incidente.

[ ... ]

Dos días desde ese desgraciado suceso. Ambas progenitoras decidieron que suspenderían por dos días el entrenamiento.

Lo que era, de alguna manera, un castigo a los niños por semejante imprudencia.

Hoy, finalmente, continuarían el entrenamiento.

— Seguiremos practicando escalar árboles. —dijo la amante del origami, haciendo varios clones de papel y poniéndolos alrededor del árbol.

Este día, estarían preparadas.

— Gaara dijo que escuchó hablar al Ichibi. —anunció Chiyo a Konan.

— ¿Qué le dijo?

— Que tuvo suerte.

Las dos cayeron en un silencio que indicaba absorto en sus propias mentes.

Sus hijos estaban escalando, ahora muchísimo mejor que hace días, el árbol. Parece que ya le habían agarrado el truco.

— Eso es raro. ¿Acaso alguien lo ayudó?

— ¿Karura? —dudó la rival de Tsunade.

— El amor de ella parece haberse quedado impregnado en la arena. No veo porqué no. —supuso la nativa de Ame.

— Karura siempre amó a sus hijos. Rasa también lo hacía... Hasta que el consejo comenzó a envenenar su mente con... —Chiyo no terminó de hablar. Iba a decir una palabra malsonante, así que prefirió callar.

— ¿Aún no perdonas al consejo?

Esa pregunta no fue respondida con más que silencio.

Un silencio hermosamente nefasto.

Después de todo, el silencio puede ser el grito más ruidoso.

[ ... ]

— ¿La fecha? Hoy es tres de mayo. —respondió Konan al cuestionamiento de su descendiente.

— Ajá... ¿Cuándo volveremos a Suna con abuela Chiyo?

— Por alrededor de un margen de tres semanas no la veremos. Quizá para junio.

— ¿¡Tanto!? —exclamó Sakura, su pequeña voz de tono chillón resonó en las paredes de la cocina.

— Tienes mucho en qué trabajar, jovencita. Tus hilos de chakra, control de chakra, entrenamiento con las marionetas, taijutsu y estudios. Tienes un horario apretado sin contar genjutsu y ninjutsu. —reprochó en tono materno la discípula de Jiraiya.

— ¿Qué haremos hoy, entonces?

La naturaleza curiosa (que hacía que hiciera mil preguntas por segundo) era natural en un Uzumaki.

De cierto modo lamentable, Sakura no se salvó de ello. Al fin y al cabo su padre también era muy curioso en su juventud; eso Konan lo recuerda muy bien.

— Ya dominaste el ejercicio del grano y árbol. Ahora es el más difícil: Caminar en el agua.

— ¿Cómo es eso?

— Sólo tienes que mantener un flujo además de constante, cambiante a la vez para que se ajuste a las corrientes de agua. Después de un tiempo de práctica te sale automáticamente. —explicó.

— ¿Luego de ese ejercicio?

— Estudiar. Te daré el tercer volumen de problemas matemáticos, libros de literatura y practicaremos la forma en que lees [*] Si es posible, también incluiremos hoy historia.

Los ojos de Sakura se iluminaron ante el plan de estudio.

A ella las clases teóricas siempre le encantaron cual hechizo.

— ¡Está bien, entrenemos entonces! —vociferó, saliendo por la puerta.

[ ... ]

Madre e hija se encontraban ya en el arroyo cerca de casa.

— Bien, Sakura, como te expliqué.

Konan podría jurar que daba explicaciones dignas de "El profesor", pero, la verdad distaba mucho de eso.

Era un completo asco dando explicaciones.

— Bien.

Y Sakura juraba que le había entendido al ejercicio.

Pero la práctica hace al maestro, no la teoría.

O al menos eso se aplicaba en matemáticas básicas, según Katsura.

Concentrando chakra en la plantilla de su pies, se adentró en el arroyo.

Ni dos segundos pasaron y cayó al agua. A aras de su ropa, el arroyo no era tan profundo... No lo suficiente para cubrirle la cabeza.

— Es tu primer intento. Vuelve a hacerlo. —ordenó la adulta.

Asintió y se levantó de forma pesada.

Su madre la vigilaba de cerca, por si había un accidente.

Volvió a intentarlo, y nuevamente, cayó al arroyo. Aunque esta vez pasaron tres segundos antes de hacerlo.

Otra vez. Tres segundos, y pasó lo mismo.

No ayudaba que su mamá parecía hacer todo en su poder para no reír.

Enojada, y avergonzada, aún así, siguió intentando.

Perdía cada vez más la paciencia, pero notó que ahora podía estar cinco segundos sin caer.

Se sentó apoyada en el tronco de un árbol.

— Bien, Sakura, podemos volver a intentarlo mañana. Ya gastaste demasiado tus reservas. —anunció el ángel de Ame.

Sakura no se movió durante unos segundos... Poco después, un sonido de golpe contra el suave pasto le indicó que se había dormido... O desmayado; quién sabe.

Konan deseó tener una cámara para tener una foto memorativa, y ponerle al final "Primer agotamiento de chakra"

Lástima (o bendición, según el punto de vista) no la tenía.

[ ... ]

— Mi mamá me mima. —dijo entre tropiezos Gaara. Ya se había aprendido, al igual que Sakura, el abecedario, números básicos y anexar oraciones no era tan difícil.

— Excelente. Ahora, escucha: El kunai va muy rápido. Lo escribes y luego me lo lees. —instruyó la abuela de Sasori. Yashamaru y ella al fin se habían puesto de acuerdo. Yashamaru lo tendría cada vez que no tuviera misiones, lo que era beneficio para Chiyo, por el entrenamiento de su hijo.

— Ya lo escribí. —señaló el menor. La adulta revisó la oración.

Decía: el  kunai va muy rapído

— Las oraciones comienzan con mayúscula y terminan con punto. Rápido trae su tilde en la 'a' no en la 'i'. Hay que mejorar esa letra, mañana haremos caligrafía.

Gaara hizo una mueca de fastidio.

Las clases de lengua y literatura no eran sus favoritas.

— Nunca olvides ponerle las fechas a las clases. Siempre lo olvidas. Después no sabrás ubicarte en las lecciones. —regañó la titiritera.

— ¿Y qué día es hoy? —preguntó en voz baja.

— Tres de mayo. —informó la mayor.

— Ya quiero ver a Katsu. —protestó el niño pasando las hojas de su cuaderno, repasando clases.

— Probablemente a inicios de junio la veremos.

— Eso es mucho tiempo. —se quejó Gaara.

— Si te alegra o entristece, mañana entrenaremos en el lago. Falta el ejercicio de caminar en el agua por aprender.

— Lo intenté. Es muy difícil. —aseguró el de cabello rojo.

— No más difícil que las clases de matemáticas, supongo.

Gaara calló. Si había algo que odiaba más que lengua, era matemáticas.

— Sí, tienes razón.

A su juicio, esa respuesta era la más inteligente de todas.

[ ... ]

Akemi estaba en su oficina.

Esperando que algún paciente se dignara a llegar, mientras pensaba en la inmortalidad del cangrejo.

¡Qué aburrido! —exclamó para sus adentros. Por fuera, ella seguía igual de estoica.

Tocaron la puerta, cosa que la sacó de su ensoñación.

— Pase. —permitió.

Era niña. Tenía alrededor de siete años. De cabello rubio, ojos verde azulados y guardaba cierto parecido al hijo adoptivo de su amiga.

— Buenos días. —saludó la blonda.

La reconoció como la hija de Rasa segundos después. Y por lo tanto, la hermana de Gaara. Temari.

— ¿Me puedo sentar? —preguntó la niña, haciéndose al lado de una silla, la cual estaba en frente del escritorio de Akemi.

— Claro.

— ¿Qué desea? —interrogó la doctora tras Temari haberse sentado.

— Un día la vi caminando junto a Chiyo-obāsama en el mercado. —comenzó a decir. — Y... Chiyo es conocida por varias cosas... Y una de ésas es por ser la madre adoptiva de mi hermano. —finalizó.

Akemi ya podía deducir por dónde iba la cosa, pero de cualquier modo dejó que terminara de hablar.

— Sí, ¿qué con eso? —la pregunta intentó que no sonara agresiva, pero aún así, sonó como un leve regaño.

Temari se encogió.

— ¿Cómo está Gaara? —soltó muy rápidamente.

— ¿Eh? Podrías repetirlo, por favor.

A la doctora le pareció no oír bien.

— ... ¿Cómo está Gaara? —interrogó Temari, ahora mucho más lentamente.

— ¿Gaga? Él está bien. Está comenzando su entrenamiento, a lo que me contó Chiyo. —notificó la médica.

— Ehm... Él... ¿Está comiendo bien? ¿no está enfermo ni nada? —cuestionó con preocupación la hija del Kazekage.

— No, posee perfecta salud, ¡y mira que yo soy médico!  —Akemi intentó añadirle algo de humor a su oración, para aligerar el ambiente.

— ¿Tiene amigos?

Esa era una pregunta difícil.

Sakura. Inmediatamente ese nombre se le vino a la mente.

Sí. La niña amada de la familia. De cabellos rosas y ojos jade era un encanto de persona y la luz de los ojos de Konan.

— Sí. Tiene uno. —respondió.

— Um... ¡Muchas gracias!

Temari se levantó de la silla, hizo una reverencia, y se fue, no sin antes voltear a decir:

— Por favor, cuida de mi hermano. Sólo eso te pido. Y si puedes, cuida también de su amigo... Él no merece estar solo.

Escuchó algo que hizo que ahogara una carcajada.

Afuera, en el,pasillo se escuchaban ciertas vocecillas hablar:

— Ya le pregunté, Gaara está bien.

— ¿¡Y sólo eso, Temari!?

— ¿Qué? ¡A mí no me grites, Kankuro! Tú eres tan cobarde que ni siquiera te diste el valor de acompañarme. Hermano más inútil y cobarde no pude tener.

Akemi hubiera jurado que a estas alturas esos dos ya odiarían al jinchūriki del Ichibi.

Pero tras esto, verificó la fuerza de los vínculos de los hermanos.

Nota de autor:

¡¡Read me!!

[*] He notado como que en todos los fics que comienzan desde la niñez del personaje protagonista saben leer mágicamente y todo xd Este fic será un poco más realista en ese aspecto 😁

¡Me falta un montón de entrenamiento por escribir!  😅

No voy ni a la mitad de Hija de Akatsuki y ya voy pensando en otro fic #éstoespreocupante

Rían que me tardé en hacerlo (?) (la imagen is mine)

¡Ja ne!


























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