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Capítulo XII - "Nadie es totalmente malo"

Él no era conocido especialmente por ser alguien de buen corazón o amable. Como el Sandaime de Konoha.

A su favor, una persona no se vuelve así de la noche a la mañana.

No, claro que no.

No fueron sino cruentas guerras, derrotas, pérdidas y traiciones que formaron el carácter de él. El actual Kazekage.

Aunque, haciendo recopilaciones de su vida antes de conocer realmente lo que es un guerra entre todas las naciones, él era un buen hombre.

Y supone que de ese hombre fue el que se enamoró Karura. Y que sólo se mantenía con él en la leve esperanza de que algún día vuelva a ser como antes. Que se rectificara.

Pero ella debió de saber que, algunas veces, llegas tan, tan profundo. Que es imposible volver.

Era un hombre de mal carácter con la mayoría de la personas... Pero con ella era diferente.

Karura.

Su amada esposa.

A él nunca le dijeron que en verdad iba a morir. El consejo sólo le dijo que iba a quedar un poco herida. Pero no que moriría.

No, él no pensó eso tampoco.

Se lamenta cada día que pasa, revolcándose en su propia compasión. Y al final de todo, encontró que afilar la lengua hacia los demás, aliviaba su dolor.

Sentir el dolor emocional de los demás hacía que el suyo propio fuera más llevadero.

Que no se sintiera tan culpable de su muerte.

— Lo siento... —murmuró, viendo el puñado de arena que se deslizaba de sus dedos.

En serio, lo siento, lo siento tanto... Karura.

Se volteó lentamente a ver uno de los compartimentos de su escritorio. Abrió el compartimento.

Dentro de él estaban unos cuantos papeles sin importancia, al lado de ellos, se encontraba un peluche. Este peluche era un oso de lo más sencillo, pero que aguardaba cierto valor para el líder de la aldea.

Ese peluche lo había comprado Karura días después de que supieran de la existencia de Gaara, no supo como, pero de un momento a otro ella había llegado muy feliz con ese peluche en sus manos.

"— ¡Para el bebé! —" había exclamado. En ese momento no sabían el género de su hijo, ya que Karura apenas y tenía dos meses de embarazo.

Tomó el peluche entre sus manos veteranas y con el cuidado y silencio que sólo un superviviente de guerras como él sabía, acarició al peluche.

— Gaara... —el nombre de su hijo sonaba dulce con el regusto amargo de los malos recuerdos.

Ya había tomado una decisión.

Después de todo, ese peluche le pertenecía a él de cualquier modo.

[ ... ]

— ¡Vámonos ya, Gaga! —exclamó Chiyo intentando inútilmente que el chiquillo se fuera de la casa de su tío. Desde el cumpleaños de Chiyo ya habían pasado dos días ya.

— ¡No, no! —gritaba Gaara aferrándose a la pierna de Yashamaru, quien veía todo con una suave sonrisa instalada en su rostro.

— Supongo que no hay remedio... —susurró el hermano de Karura preparándose para decir sus habituales palabras, las cuales consistían en decirle que Gaara se quedaría con él ese día. Pero esa vez, no pasó así.

— Sí. Sí que lo hay. —gruñó Chiyo haciendo que abriera los ojos en sorpresa.

— ¿Me podrías decir cuál? Gaara no se quiere ir contigo. Y llorará si lo obligas. Lo siento, él tendrá que quedarse.—dijo Yashamaru.

Chiyo de repente sintió que la realización la golpeó como la golpearía el puño de su odiada rival.

Así de fuerte.

¿Acaso..?  —pensó, ciertamente sorprendida. Frunció el ceño muy profundo, y su mandíbula se apretó en disgusto.

— Dime, Yashamaru. ¿Porqué el repentino interés en tu sobrino? —había decidido usar "tu sobrino" en lugar de "Gaara" sólo por si eso tenía algún tipo de impacto emocional en él.

Eso, ciertamente, lo había tomado desprevenido.

— ¿Qué quieres dar a entender, Chiyo-sama?  —preguntó inquisitivo. Su habla parecía dar a entender lo que su expresión se negaba en mostrar, lo que causó fastidio en Chiyo.

— ¿En serio quieres saber? Te aseguro que no, Yashamaru. —ironizó la veterana, de repente, tomando a Gaara a la fuerza y dedicándole una mirada al varón cuyo significado, incluso para el niño, fue ridículamente claro:

"¿Quieres pelear? Yo estoy lista, imbécil."

Yashamaru lavó de su rostro la expresión suave, llegando, incluso, a casi fruncir el ceño.

— Realmente, te agradecería si me iluminaras. —dijo finalmente. La respuesta bien pudo ir con cierto tono de broma y desafío, cosa que deliberadamente eligió ignorar.

— Lo haré. Sin embargo, si me atacas, no dudaré en envenenar tu trasero. Y yo no bromeo. —casi amenazó la antigua kunoichi.

— Estás con Gaara, obviamente no lo haré. —aseguró el hermano de Karura, seguido de un silencio por la ausencia de respuesta por parte de Chiyo.

— ¿Acaso Rasa te ordenó algo? ¿es esto es verdaderamente decisión tuya? ¿o algún tipo de estudio o investigación? —ahora era el turno de Chiyo de preguntar inquisitiva.

— Rasa no me ordenó nada. —negó Yashamaru, su voz volviéndose más grave.

— Ya lo veremos. —dijo la jōnin retirada, girándose y alejándose del hogar con Gaga en brazos.

Definitivamente, ya vería ella si sus intenciones eran puras, y sino, tendría un par de marionetas con qué pelear.

[ ... ]

Fue un veinte de octubre que Sakura y Gaara jugaban juntos en la caja de arena, cuando alguien inesperado se acercó.

Chiyo estaba sola, ya que Konan, finalmente, decidió usar un sencillo henge de una mujer civil, por lo que fue a comprar unos helados.

— Parecen estar alegres. —declaró una voz que Chiyo reconocería, aún si se quedara medio sorda.

— Rasa... —murmuró, casi escandalizada. El cuarto Kazekage bajó un poco la mirada y extendió su brazo hacia ella.

— Ten. —anunció.

En su mano estaba un oso de peluche, felpudo e incluso se veía algo gastado. Sin embargo, quizá su intuición femenina, le dijo que era más importante de lo que parecía.

Tomó el peluche aún rodeada de confusión, cosa que reflejó su rostro con claridad.

— Para Gaa... Para Gaga. Es de él. —aclaró el varón, siendo notorio la pequeña batalla que tuvo en la forma de referirse a su hijo.

— ¿Gaga? En... Entiendo.

El ambiente se puso algo bastante incómodo, hasta que Rasa decidió hablar.

— Con lo de Yashamaru... Lo siento. Disculpa. —se disculpó, soltando finalmente lo que tenía en su garganta desde hace ya varios días.

Eso fue una sorpresa que la fémina no podía decidir si era grata o no.

— ¿Qué? —interrogó Chiyo. ¿Acaso tanto estrés con el hermano de Karura la volvió demente?

— Te... acabo de pedir disculpas. Por lo que te dije. Lo siento mucho, en serio. —musitó Rasa rápidamente antes de desaparecer en un shunshin no jutsu de arena.

¿Y Chiyo? Se quedó, en su mismo lugar, completamente estática.

Pero, ¿porqué?

Bueno, ella acaba de descubrir que nadie es totalmente malo. Al igual que nadie totalmente bueno; y, aunque hace unos días ella aseguraría que Rasa era más malo que bueno, ahora no estaba tan segura de ello.

O al menos no podría jurarlo con la misma facilidad.

[ ... ]

Konan tomaba un té tranquila. Era una tarde de noviembre, los finales de éste.

Había decidido ir a cumplirse el antojo de unas bayas, sin embargo, el repentino chaparrón la tomó por sorpresa en medio del bosque, empapándola toda en el acto.

Al regresar a casa se cambió de ropa y eligió tomarse un té para calentar su cuerpo que lo aclamaba desde que la lluvia heló hasta sus huesos.

— ¿Koan-kāsan? —cuestionó su hija. Su mirada le indicaba algo que la adulta no podía descifrar; por lo que preguntó.

— ¿Sí, Katsura?

Sakura no respondió durante unos segundos, pero de repente...

— Te amo. —expresó, sus ojos dieron cierto brillo de madurez que señalaban que la chiquilla sabía qué conllevaban esas palabras, y que estaba dispuesta a aceptarlo. El brillo duró un par de segundos y desapareció en un flash lila.

— Yo también. —enunció la amante del origami. Aquellas sencillas palabras habían calado en lo más oscuro de su corazón materno.

Una madre puede que se acostumbre a oír los «Te amo» habituales de su hijo, pero, ¿de qué otra forma explicarían aquel sentimiento?

¿El sentimiento de agradecimiento, de ser alguien hacia alguien, de cariño extenso, de estar en el corazón de una persona, de quien te ama como eres, quien, seguramente, dio todo por ti? Si tuviéramos que decirlo todo, probablemente viviríamos toda nuestra vida alabándola. Pero todo se resume en dos palabras, o quizá más, si hablas otro idioma.

Te amo.

Realmente no puedo explicar este sentimiento, pero si le preguntaran a Konan ella respondería:

El sentimiento de amor a tu madre.

[ ... ]

El frío de las noches de enero hacía que las sábanas fueran muy aclamadas en esos días.

Faltaban ya pocos días para febrero, por lo tanto, el cumpleaños del jinchūriki del Ichibi, ya había pasado.

Nada importante sucedió en los otros meses, más que los roces ya habituales entre Yashamaru y Chiyo, y los sorpresivos momentos en que Sakura actuaba como toda una adulta.

— Sólo espero que pase ya el invierno... —susurró Akemi pegando más a si un par de mantas.  A su lado, Ebizō asintió en acuerdo.

— Lo gracioso es que en verano desearemos que fuera invierno. Y así sucesivamente. —musitó Chiyo, estaba sentada en uno de los sofás más espaciosos de la sala de estar. Parecía una oruga, de tantas mantas alrededor de ella. Gaara estaba a su lado, también como un oruga.

— A mi no me gusta el invierno. —opinó Akemi, disgustada.

— Gustos son gustos. A Sakura le encanta el clima lluvioso. —habló la discípula de Jiraiya. A opinión suya, la casa de Chiyo estaba en severa necesidad de un calefactor.

— De tal palo tal astilla. —susurró Chiyo. Era ironía, realmente, Sakura era de Amegakure. Una aldea dónde siempre llovía.

No había manera de que la lluvia no le gustara.

— Ahora, Ko-chan, siempre me he preguntado esto... ¿Dónde vives? Quiero decir, los días que no estás en casa de Chiyo, no te veo por la aldea. Es sólo por curiosidad. —cuestionó Akemi.

Ahora que la médico se paraba a pensarlo... Ella sabía sino casi absolutamente nada de la joven madre.

— No vivo en Suna. Vivo por mi cuenta en un bosque entre las fronteras del País del Viento y del País de la tierra. —confesó la amiga de Yahiko.

— ¿Con quién? Ya sé que tuviste a Sakura en tu casa ya que-

Akemi no pudo terminar, ya que sonó la puerta.

Todos en la sala vieron desconcertados como Chiyo corría graciosamente envuelta en mantas hasta la puerta. Hasta que la mencionada se explicó.

— El bastar- digo, el tío de Gaara dijo que si regresaba rápido de su misión llevaría a Gaara a su casa un par de horas, en la noche lo traerá.

La cara de los oyentes se iluminó en realización.

— Qué rápido... —murmuró Ebizō.

El tema de la vivienda de Konan fue rápidamente olvidado.

... Y esa fue una de las pocas veces que Chiyo agradeció a Yashamaru.

[ ... ]

Junio trajo consigo una época tranquila.

Muy poco había pasado de enero hasta ese mes. Además del cumpleaños de Sakura, y algunos ataques a la villa muy poco importantes.

Una rutina silenciosa se había instalado en la vida de la antigua Akatsuki, quien casi podría considerarse como una civil. Aunque sus poderes no habían desmejorado, tampoco habían mejorado.

— Bien, Sakura. Es hora de bañarse. No. Puedes. Evitarlo. —sentenció el ángel de Ame.

— ¡No, no!

Sakura estaba particularmente poco cooperativa ese día con respecto a bañarse.

— ¿Porqué no quieres ducharte? —interrogó la kunoichi.

— ¡Agua helada! —exclamó con su acento de bebé la niña de hebras rosáceas.

Konan normalmente, durante su primer año de vida, le calentaba agua debido a que la del arroyo seguro y congelaría sus pobres huesos.

Esa era la primera vez que Sakura se bañaba en el arroyo.

Konan tenía su cabello en una moña (ella ya se había bañado) e intentaba no mojarse con el agua que levantaba las ocasionales rocas que Sakura tiraba.

Hablando de apariencias... La amante del origami tenía su cabello ya hasta un poco más arriba del codo. No había podido visitar a una peluquera en bastante tiempo. Aún llevaba su clásico maquillaje y su perforación debajo del labio.

Sakura tenía su cabello rosa hasta los hombros (parecía que su cabello era lento en crecer) y sus ojos verde menta. Su tez era ligeramente más clara que la de su madre.

— ¡No quiero bañarme ahí! —vociferó la chiquilla, agitando sus brazos.

Lo que vio hizo que Konan abriera desmesuradamente los ojos.

Eso no le agradaría a Chiyo.

Nota de autor:

La maldad fluye en mi como una cascada)? ¡Muajajaja! 

Lo siento si en su país lo publiqué el domingo (en el mío son aún las 2:56 pm) TuT 

Los dejaré con la duda toda la próxima semana eWe

¿Ves, Ada-chan? Rasa no es totalmente malo. Por si acaso pondré el nombre de la canción: So far Gone - Thousand Foot Krutch.

Es una de mis bandas favoritas ♥ Su álbum Oxygen: Inhale es sino increíble <33

¡Ja ne!






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