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16. Bienvenidos al Maid & Butler Cafe (2da Parte)


—Becado, eres un pésimo bailarín  —Comentó Jazmine al tiempo que le daba un sorbo al refresco que estaba tomando.

—¡Ey! Yo soy un excelente bailarín, pero bailar en esa máquina infernal es otra cosa —Contestó el pelinegro tratando de justificarse.

—Menos mal que estaba yo, sino hubiéramos quedado en ridículo —Musitó la chica con suficiencia.

—Bueno, admito que eso es cierto. —Aceptó el chico al tiempo que una amplia sonrisa se formaba en su rostro— Es increíble que a pesar de mi pésimo puntaje lográramos sumar un 90 entre los dos. Eso solo demuestra lo genial que eres, Jazmine.

La morena no se esperaba aquel halago, y a pesar de que diariamente era bombardeada con piropos y ovaciones, en aquel instante ocurrió algo que desde hacía mucho tiempo no pasaba... Se sonrojó.

Al fijarse en el rostro de la joven, Alan no pudo más que sorprenderse, allí estaba, la Princesita del Oriente, con una mirada entrecerrada, un sonrojo cubriendo sus pómulos y una tenue sonrisa en sus labios.

Para él, nunca se había visto más hermosa.

—Creo —Dijo ella carraspeando un poco, rompiendo el momento— Que bailar en esa máquina es un buen ejercicio, tal vez sería productivo que viniéramos alguna otra vez.

—Hey princesa, solo tienes que decir que te divertiste y que te gustaría volver a salir conmigo — Soltó Alan con una sonrisa ladina— Yo encantado saldría contigo.

—¡Ja! No te hagas ilusiones, ¡solo lo decía por el bien del Club! —Resolló la chica con ímpetu.

—Sí, sí, engañate todo lo que quieras Jazmine —Musitó Alan al tiempo que tomaba un sorbo de su refresco— De todas maneras yo también me he divertido hoy, gracias por compartir tu día conmigo.

—Bueno, tú me compraste, así que no tenía otra opción —Contestó ella mientras apartaba la mirada, tratando inútilmente de esconder otro sonrojo.

.

.

Al contrario de la mayoría de las chicas del Maid café que se habían quejado del ajustado vestido que debían usar mientras atendían y la temática de sirvientas, Ariel había encontrado encantador el corto y sexy vestido y le parecía interesante todo lo de llamar "Amo" a los clientes, por eso había estado esperando con ansias que llegara el día del festival para usarlo.

Sin embargo, ahí se encontraba ella, luciendo el vestido, con una sonrisa amable...y sin voz

¡Sin voz!

Como rayos iba a atender a los clientes, se gritaba mentalmente con impotencia.

Y todo era culpa de sus seis hermanas mayores, que sabían su debilidad por el karaoke y la noche anterior la habían arrastrado con ellas a cantar durante toda la noche.

Aun recordaba la euforia con la que cantaba...

...Ma-yo-ne-sa ella me bate como haciendo mayonesa, todo lo que había tomado se me subió pronto a la cabeza...

Mientras soltaba un suspiro, pensaba que era inconcebible perder la voz con aquella estúpida canción.

Por lo menos el ingenio de Jane le había dado una solución algo desesperada, consistente en un mini tablero con un marcador borrable por medio del cual se podía comunicar. Los clientes del Maid Cafe habían encontrado interesante esta situación y se habían adaptado muy alegremente.

—¡Ariel! —Escuchó que la llamaban y cuando se dio la vuelta su corazón latió velozmente al ver de quien se trataba.

¡Era Eric! Viéndose tan guapo como siempre.

Sin poder contenerse una sonrisa se extendió por su rostro, sin embargo esta desapareció casi enseguida al percatarse que no podría hablar con él.

Por otro lado, el de ojos azules al percatarse de que la joven no le devolvía el saludo con su usual entusiasmo, pensó que quizá la había ofendido de alguna manera.

Tal vez su amigo Shang tuviera razón al decir que él era despistado con los sentimientos de los demás.

—¿Pasa algo? ¡Oh dios mío! Hice algo que te desagradó... —Hablo sin detenerse mientras veía como la pelirroja hacia amago de decir algo pero al final se quedaba en silencio, lo que solo hacía que su pánico incrementara— ¿Tal vez fue porque en la última clase de natación me quede viéndote fijamente cuando te secabas?, ¿O porque sabias que iba a decir que te ves sexy en ese vestido de Maid?... —A cada revelación que Eric hacía, Ariel se sonrojaba cada vez más— ¿O puede ser que te enteraste que sospecho que eres la sirena anónima?

Ante aquello Ariel prestó atención y escribió algo en el mini tablero, para luego llamar su atención agarrándole la mano y señalándole para que leyera.

—"¿De que sirena Anónima hablas?"—

El pareció un poco incómodo ante la necesidad de explicarse sobre eso.

—Bueno, resulta que hace unos días encontré a una chica pelirroja nadando en horas no autorizadas en la piscina del instituto. —Dijo explicó Eric con paciencia—Pero en realidad no creo que seas tú —Agregó el chico rápidamente— No pareces la clase de chica que rompe las reglas...

Ahora fue el turno de Ariel para sentirse incomoda y un poco avergonzada, acompañada de una sonrisa algo acartonada.

El pelinegro al ver la expresión de ella se inquietó.

—¿...O si lo eres?

Ella solo continuaba con aquella sonrisa forzada aun sin contestarle y Eric sin poder controlarse, soltó una sonora carcajada, llamando la atención de todos los clientes.

—Vaya, vaya —Musitaba entre risa y risa— Menos mal que existes, ya casi estaba por creer que eras un invento de mi mente enferma... Eh digo de mi imaginación activa.

Ariel solo soltó un suspiro de alivio al ver que él no reaccionaba mal al enterarse de que había sido ella quien había estado nadando cuando no debía.

—Aunque — Agregó él atrayendo su atención— Hay que aceptar que lo que hiciste fue una falta grave y como tal requiere un castigo —La expresión seria con la que Eric habló desconcertó totalmente a la pelirroja y la hizo bajar la mirada— Por lo tanto, luego de que termines con tu turno iras a dar una vuelta conmigo por los diferentes stand del Festival.

Ante aquel "castigo" Ariel levantó rápidamente la mirada, encontrándose para su sorpresa con una cálida sonrisa dirigida únicamente a ella. Y sin poder contenerse depositó un rápido beso en la mejilla del chico.

De inmediato se percató de lo que había hecho.

¡Oh por Dios!

¡Había besado a Eric!

¡Él descubrió que ella había nadado en horas no autorizadas!

¡Tendría una cita con él!

¡Le había dirigido una cándida sonrisa!

Pero más importante que eso...

Había besado a Eric y tendría una cita con él, aun a sabiendas de que ella había nadado en horas no autorizadas y lo acepto todo con una sonrisa.

.

.

Mientras caminaba entre el mar de gente que se encontraba asistiendo al Festival de la High School Disney, todos los ojos que se posaban en ella se abrían estupefactos, y es que no era normal encontrarse con una chica hermosa chica, de larga cabellera azabache y oscuro bronceado cargado consigo una tabla de surf en esa época del año.

Y es que todo en aquella chica gritaba "Sol, Playa y Arena".

Deteniéndose frente a una multitud que se arremolinaba en torno a una tarima, ella se quitó los lentes oscuros que protegían sus ojos del sol, para fijar la mirada en un par de alocadas chicas que se encontraban haciendo ruido sobre esta.

—Tío, ya volví —Musitó la morena mirando con una gran sonrisa aquel entorno festivo— Porque tú eres mi familia y la familia nunca te abandona.

.

.

Tyana no podía contener la euforia que la recorría.

Estaba haciendo lo que más le gustaba: Cocinar.

El café estaba siendo un éxito.

Y el idiota de Naveen aún no había hecho alguna estupidez.

Aquello era el paraíso...

Y allí estaba ella decorando una gelatina Arco iris cuando Naveen entró a la cocina.

—Casi no puedo creer que tu rostro pueda adoptar esa expresión. — Dijo el chico una vez que estuvo frente a ella. 

—¿De qué hablas? —Le preguntó sin levantar la mirada de lo que estaba preparando.

—Pues, estas sonriendo, nunca te había visto sonreír, excepto sarcásticamente. —Contestó Naveen mientras se sentaba en el borde del mesón.

—Seamos sinceros, no es que tu hagas muchos méritos para que yo te sonría —Respondió Tyana, esta vez levantando la mirada— Ya está lista tu orden de Gelatina Arco Iris —Y sin mas le tendió el postre.

Sin perder el tiempo, Naveen tomó el pedido y se dirigió hacia la puerta, sin embargo se detuvo.

—Sabes, dejando de lado nuestras diferencias y lo insoportable que puedes ser, yo pienso que eres una chica estupenda, Tyana —Y sin esperar alguna respuesta el salió del lugar.

Y menos mal que no se quedó esperando ninguna, porque a Tyana se le había formado un nudo en la garganta.

Porque sin poder contenerse ella sonrió.

Aquellas palabras viniendo de aquel idiota, habían sido un gran cumplido.

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