10. Caos al Aire Libre
Rebecca se sentía relajada allí a la sombra de ese hermoso sauce, la brisa era reconfortante, además de que no había nada más hermoso para ella que ver a la naturaleza en todo su esplendor.
—...y la verdad me pareció un chico muy interesante —Terminó Jane su relato percatándose que su amiga no la había estado escuchando, frunció el ceño— ¡Rebecca! No me estas escuchando.
La morena oyendo el reproche de su amiga fijo su atención sobre ella.
—Lo siento Jane —Se disculpó sinceramente— Y... ¿Qué me estabas diciendo?
Jane soltó un suspiro.
—Te estaba contando que Milo, el chico nuevo, está conmigo en el club de Lenguas perdidas y me pareció un chico muy interesante, además de caballeroso.
Rebecca sonrió perversamente
—Mmm, me gustaría saber qué opina Tony*, de que otro chico te parezca interesante
Ella sonrió al ver como su amiga se sonrojaba y trataba de decir cualquier cosa para defenderse, pero luego de unos instantes ninguna de las dos pudo contenerse y comenzaron a reír a carcajadas.
—Y hablando de chicos caballerosos, ahí viene J.Rolfe —Musitó Jane con entusiasmo.
Rebecca giró la mirada para ver que en efecto John Rolfe se acercaba a ellas con su usual sonrisa amable y aura gentil.
—Bueno... —Comenzó a decir Jane al tiempo que se colocaba de pie – acabo de acordarme que tengo algo que hacer así que diviértete con J.R. —Agregó la castaña riéndose al tiempo que se alejaba.
La morena abrió los ojos con sorpresa al ver lo rápido que su amiga se había marchado.
—Hola Rebecca —La saludó John con una sonrisa, la cual ella inconscientemente devolvió.
—Hola John —Le saludo y notó como una nota de descontento cruzaba por su rostro— ¿Pasa algo?
—Es solo que me irrita compartir nombre con el idiota de Smith —Soltó brusco— Además, mi nombre suena tan bonito saliendo de tus labios, que me resta satisfacción pensar que él también lo escucha así.
Rebecca no supo qué hacer ante esa declaración, aparte de quedarse ahí con la boca abierta y sonrojada hasta la medula
—Yo... Yo... Eh —Consiguió balbucear.
John sonrió al notar que la había dejado sin palabras
—¿Te gustaría hacer senderismo? —Invitó él en busca de cambiar de tema y pasar más tiempo con ella.
Rebecca levantó la mirada, acompañada de una cándida sonrisa.
—Será un placer.
.
.
Rebecca no sabía cómo sentirse y es que era la primera vez que un chico la trataba como lo que era, una mujer.
Si, en efecto, John Rolfe era un caballero, y es que aun en contra de sus protestas y recriminaciones de que ella podía valerse por sí misma, el insistía en ayudarla con los obstáculos que se presentaban en el camino e incluso a llevar su pequeño equipamiento.
Aquello producía una rara sensación en ella, algo novedoso, teniendo en cuenta de que siempre estaba compitiendo con John Smith, y este la veía como un "amigo" más del grupo.
—¿En que estás pensando? —Le pregunto el chico, al notarla tan ida.
—Es solo que estoy disfrutando mucho esta caminata —Contesto ella con una sonrisa.
—Yo también —Agregó él al tiempo que le daba un repaso a la chica.— Por cierto, la ropa deportiva te queda muy bien.
Ante ese comentario Rebecca no pudo evitar que un sonrojo le invadiera el rostro.
—G-Gracias. —Fue lo único que ella atino a contestar.
—¡Uy! Con lo que uno se encuentra en el camino —Dijo una voz en tono hosco.
—Qué haces aquí Smith —Comentó John Rolfe de la misma forma.
—No mucho en realidad —Musitó este al tiempo que señalaba el equipo que cargaba— Pero Rolfe. —Agregó el rubio al tiempo que reía— Nunca creí que tiraras para el otro lado, ya que tener una cita con un "cuasi-chico".
Rebecca se sobresaltó ante eso.
—¡Eres un imbécil Smith! —Bramó el castaño con ira al tiempo que, sin poder contenerse, le impactaba un puño en su rostro.
—¿Imbécil yo?¿Quien es el que aun duerme con un oso de peluche llamado Meeko? —Contraatacó el rubio al tiempo que se frotaba donde le habían golpeado con un gesto de dolor.
—No es un oso, es un mapache. —Soltó John Rolfe sin pensar, para luego percatarse de lo que de la sonrisa de suficiencia de Smith— Además, tu todavía juegas con barquitos de juguete.
—¡No son juguetes!, son prototipos...
Rebecca solo se había quedado viendo el intercambio que estaban manteniendo aquel par, sin poder asimilar que rayos era lo que estaba pasando ahí.
—¿Ustedes porque saben tanto el uno del otro? —Pregunto confundida.
—¡Somos vecinos! —Respondieron al unísono.
Ok. Esto se está poniendo cada vez más raro...
Luego de contestar, los dos se habían vuelto a enfrascar en una discusión sin fundamento, lo que había fastidiado a la morena y estaba a punto de irse sola, hasta que salió a relucir su nombre.
—Rebecca es una chica, así que no la trates de esa manera.
—Yo la trato como se me dé la gana.
—¡Eres un engreído, mira que tratarla como si fuera un chico, cuando sabes los sentimientos que ella tiene por ti!
Al escuchar aquello Rebecca se había quedado de piedra.
¿Cómo que John Smith conocía sus sentimientos por él?
—Eso es problema mío, no tuyo.
—Claro que si es problema mío, porque ella está conmigo.
¡¿Qué?!
John Smith rió cínicamente.
—¿Porque ella te elegiría a ti, estando yo aquí?
Sin poder seguir soportando mas aquella discusión, Rebecca tomó la cantimplora que llevaba atada en su cintura y les lanzó el contenido a los dos chicos que aún se encontraban enfrascados en la conversación sin reparar en ella.
Cuando el dúo de John's notaron la humedad sobre ellos, giraron la mirada hacia la chica quien se encontraba observándolos enervada.
Y pudo notar el arrepentimiento en los dos rostros, pero en ese punto a ella eso no le importaba
—¡Son unos idiotas! —Exclamó ella con rabia— Y Smith —Dijo ella dirigiéndose al rubio— Para tu conocimiento, si soy una chica, pero... —Agregó esta vez dirigiéndose a Rolfe— No una chica frágil que necesita socorro constante; además como se atreven a discutir tomando como contraataque mis sentimientos, son unos infantiles... Así que vuelvan con sus juguetes y ¡déjenme en paz! —Gritó fuera de si la morena para luego salir corriendo rápidamente del lugar, tratando de ocultar las lágrimas que se le habían escapado.
Los dos chicos no pudieron apartar la mirada del camino por el que Rebecca se había alejado. Sinceramente querían disculparse con ella, pero no habían encontrado las palabras correctas y ahora, los dos, se sentían como un par de imbéciles e insensibles.
La verdad la habían liado.
Y en grande.
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