Siguió entrenando durante un rato, no estaba haciéndolo mal, pero sus distracciones no le permitían hacerlo perfectamente. Por eso prefirió dejarlo.

Mierda. ¿Tan importante era Raven que hasta podía hacerlo posponer un entrenamiento? Su yo de hace un par de años jamás habría concebido la idea de cambiar de esa manera por una simple mujer. Pero Raven no era simple.

Damián estaba, quizá, un poco de harto de que fuera tan perfecta dentro de su lote de imperfecciones. Alguna vez llegó a considerar el uso de la magia negra en él, era la única explicación que encontró en su desesperación por saber la razón de que lo trajera tan idiota y tan fuera de sí mismo. Se estaba fijando en una bruja. ¿Qué más podía significar? Pero acabó descartándolo. Raven no perdería su tiempo haciéndolo caer a sus pies.

Seguramente ni siquiera le importaría saber que él sería capaz de besar cada centímetro del suelo que ella pisara.

No sabía si por su lado demonio o sólo por su personalidad, pero era un hecho que la hija de Trigon no era la más afín al sentimentalismo. Al contrario, lo aborrecía y nunca se esforzaba en ocultarlo ante sus compañeros Titanes. Ella prefería irse de la escena de drama antes de verse involucrada, siempre huía. ¿Le huiría a él sí se enterara o le importaría...?

No tenía manera de saberlo. Arriesgarse nunca era difícil para él, pero por primera vez algo sí lo detenía: estando cerca de Raven sus emociones se volvían confusas y, por tanto, peligrosas. Si ella lo rechazaba su obsesión sólo crecería, mezclándose con la divinidad del dolor de verla como algo todavía más imposible. Y si por alguna razón milagrosa ella coincidía con su atracción, él jamás podría dejar de perseguirla.

Indirecta y secretamente, ya lo hacía.

A momentos su desesperación era tanta que le faltaba poco para dispararse hacia ella con una sarta de líricas románticas. Después razonaba un poco mejor las cosas, pero en ese momento, tras la conversación de la cocina, no podía.

Su mente seguía perdida, divagando entre aquellas miradas que se lanzaron. No significaban nada, ¿verdad? Raven jamás concebiría que él se acercara... ¿o sí?

La incertidumbre lo picó, filosa, como siempre desde que la conoció. Esta vez razonó que la quería cerca, muy cerca. Prefería su tensa compañía antes que la añoranza de contar el tiempo para volver a mirarla. Y quería que lo atacara con sus más tajantes frases y su desprecio. Ella, sólo ella, podía hacer de verdad lo que quisiera con Damian Wayne.

Salió a buscarla. Al ver que la taza de café ya se encontraba limpia en la cocina, fue a buscarla en su habitación.

Por un momento no supo si tocar la puerta o sencillamente entrar, pero desde su infancia le inculcaron más modales que valores, así que dio dos toques con los nudillos y esperó respuesta. No quería ignorar el fuerte impulso que lo invadía en ese momento, sólo no. Sabía que no era lo correcto y que no estaba siendo racional, pero le intrigaba más conocer las posibilidades si sólo se dejaba llevar por sus instintos más humanos.

Por una vez.

Kov. ♡