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KAPITEL 8: VORBEREITUNG FÜR DIE SHOW

HANNA

Estaba tan contenta por la cita que tenía por la noche que el trabajo se me hizo más liviano que de costumbre. Parecía ser que eso de apuntarse a una web de citas que te buscan al hombre más compatible contigo podría funcionar. Aunque estaba loca por Adam y no le había confesado lo que sentía, sabía perfectamente que como novio era la peor opción posible. Sabía que nuestra relación sería tóxica y destructiva, por lo que prefería conservar su amistad y dejar atrás mis demencias amorosas.

Me sentía mal por mi querida Alexa pero así era la amistad, a veces tienes que hacer cosas que odias por la otra persona y sabía perfectamente que no dentro de mucho, me tocaría a mí.

Después del trabajo, había pasado por mi tienda preferida para comprarme un buen conjunto para sorprender a mi cita de esta noche. Estaba preparada y lista para dejar atrás mi estúpido enamoramiento que no iba a ningún lado y estaba destinado al fracaso.

Cargada con unas cuantas bolsas, me dirigí a mi apartamento para dejar todo preparado y listo para cuando fuera la hora de arreglarme. Tras depositar las cosas en mi cama, fui a la cocina con intención de comer algo con la gran suerte que encontré una pizza en el congelador.

Estaba tan feliz que el tiempo parecía pasar muy rápido. Entre la comilona y mis horas de tele, me di cuenta que estaba a punto de llegar Alexa para vestirse y acompañarme. La cita era a las nueve en un restaurante italiano fino y elegante que quedaba no muy lejos de mi apartamento, por lo que podíamos ir andando sin necesidad de tomar el taxi. Además, el aire fresco de la noche me vendría muy bien para relajarme antes de la cita.

Su nombre era Robert y tenía 22 años. Era muy guapo y por lo que pude hablar con él, era diseñador gráfico. Adoraba ese trabajo ya que, debido a mi profesión, siempre andaba perdida entre mis dibujos y eso Robert lo entendía bien.

Compartíamos gustos muy similares en cuanto a estética personal y música; era un tipo realmente genial. Pero como una no puede fijarse en lo que se ve por primera vez, prefería llevarme refuerzos por si tenía que salir huyendo de él.

Justo cuando me metí en la ducha, la puerta de casa se cerró y la voz de Alexa se escuchó al otro lado de la puerta del baño.

-¡No acapares el agua caliente, que yo también tengo que ducharme!

-No te preocupes, mi pequeña cerda; tendrás suficiente para quedar reluciente-Le dije mientras me reía a carcajadas.

Alexa comenzó a reírse al mismo tiempo, disfrutando de nuestro buen humor tras un día cansado de trabajo. La noche parecía pintar realmente bien.

ALEXA

Mientras volvía a casa tras acabar la clase con Colin, varias cosas me surgían en la mente. Una de ellas era lo increíble que tocaba aquel desgraciado de pelo negro, se notaba que él sabía de antes pero que, simplemente, andaba un poco oxidado por el tiempo. Pero la otra era menos buena; Adam no me había quitado los ojos de encima desde que llegué al estudio y eso no me gustaba porque Doris podía enterarse y, por ende, Hanna.

Las cosas por mucho que se intenten guardar, tienen el riesgo de que se escapen en una charla entre amigos.

Pero el tema de Colin me tenía ciertamente fascinada; su forma de tocar era realmente profesional y sus expresiones faciales cuando rasgaba las cuerdas de su guitarra eran, simplemente geniales. Llevaba mucho tiempo en la música y pocos músicos tenían el talento natural de Colin; era un diamante en bruto que merecía brillar.

Y no dudaba en darle una oportunidad si yo siguiera bajo los focos de la fama, pero era evidente que ese capítulo lo había cerrado por varios motivos e hice bien. Si no lo hubiera hecho, la fama me hubiera vuelto loca o me hubiera sepultado bajo tierra, así que no hay un solo día que me arrepienta de haber dejado ese mundo atrás.

Lo que si echaba de menos eran los conciertos; la adrenalina cuando ves a la gente vibrar con lo que haces. Cuando ves que algo que tú mismo has creado, hace que la gente lo sienta con la misma intensidad que tú, que sienta lo que sientes y lo que piensas.

Cuando alguien se acerca y te dice: "Quiero ser tan bueno como tú" o "Tu música me ayuda a tener una vida más feliz o con más confianza", esos comentarios eran los que me hacían replantear dejar o no el mundo del espectáculo. Pero tuve que hacerlo y por fortuna nadie sabe los motivos.

Durante todo el tiempo que pasé en Londres alejándome de todo, había sido la medicina que necesitaba para tranquilizar mi espíritu y encauzar mi vida hacia un carril menos peligroso. Había ganado amigos y un buen trabajo que me permitía vivir bien y sin complicaciones, así que tenía una suerte del carajo.

Cuando entré en casa, decidí pinchar un poco a Hanna. La desgraciada estaba tan feliz que sus saltos retumbaban por toda la casa. Me hacía feliz verla así y que tuviera la iniciativa de olvidar a Adam; realmente él no la merecía.

Me marché a mi cuarto para colocar la ropa y los zapatos en la cama. Elegí el maquillaje y pensé el peinado que llevaría mientras que Hanna terminaba de ducharse.

Entonces, vestida con un turbante rosa y una toalla del mismo color, Hanna saló del baño moviendo el trasero y poniendo música para amenizar la velada.

https://youtu.be/1C9Ps5OLHG0

Me adueñé del baño y comencé a ducharme mientras canturreaba la canción que Hanna había puesto. Era tan genial cantar mientras me duchaba; era mi vicio oculto.

Tras una ducha rápida, salí a mi cuarto mientras que Hanna estaba moviendo su culo al compás de la música y usaba su cepillo de micrófono. Había hecho bien en ser modelo porque como cantante, mi pequeña peli rosa no tenía mucho futuro.

Me vestí rápidamente porque siempre me dedicaba más tiempo al maquillaje y al pelo que a lo demás. Tras elegir un maquillaje en tonos rojizos que resaltaban mi pelo verde y mi vestido de cuero bien ceñido, me enfundé en mis tacones de aguja tan sexis que temía que me multaran cuando saliera a la calle pero eran tan geniales que era aún peor no enseñarlos.

Cuando me di el último vistazo, Hanna salió de su cuarto y parecía tan radiante y feliz que temía que saliera volando como un globo. Desde luego si a su cita no se le caía la baba es que estaba ciego o tenía un problema.

-¡Ya estamos listas, vamos!-Dijo Hanna mientras tiraba de mi brazo y salíamos al exterior.

A pesar de que salir a cenar era una actividad que disfrutaba, esta noche no era el caso. Además, el cenar sola mientras que mi amiga estaba ligando con un tío que no conocía, me ponía realmente nerviosa.

Mientras que caminábamos por la calle, las miradas que nos dirigían no eran precisamente "llenas de amor". Básicamente, éramos como hamburguesas en un desierto.

Cuando llegamos a la puerta del restaurante, Hanna se asomó al cristal y se puso a mirar si aquel tipo había llegado y por su cara era evidente que sí:

-¡Está ahí, está ahí!

-Respira Hanna, o si no la cita acabará en la sala de reanimación de un hospital.

Ella me dio un codazo y me dijo en voz baja:

-Éste es el plan; yo entro, me siento en la mesa y tú miras donde hay una mesa libre que quede cerca de mi mesa y te sientas. No me quites el ojo de encima por favor-Me dijo mientras que juntaba sus manos en forma de súplica.

Bufé y asentí mientras que ella entraba con paso elegante y decidido. Tras mirar donde estaban sentados, entré al cabo de cinco minutos y pedí una mesa cercana a la de ellos. Tuve la enorme suerte que había una detrás de ellos, por lo que podía mantener mi misión de vigilante bajo control. Cuando Hanna me vio sentarme, pude sentir cómo su nerviosismo iba descendiendo hasta mantenerlo bajo control. Tomé la carta y comencé a leer todos los platos que había. Al menos iba a comer bien aunque iba a ser en soledad.

Mientras que Hanna parecía pasarlo en grande, mi mente viajó a la clase de Colin y comencé a pensar seriamente en volver a componer. A pesar de haber dejado la fama atrás, echaba de menos hacer música; quizás él podía darme un punto de vista diferente.

Con el bolígrafo de mi bolso y la servilleta de mi mesa, comencé a escribir una letra cuya melodía comenzó a sonar en mi cabeza.

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