ALEXA

Cuando terminé de mandar el mensaje a Colin, me maldije interiormente y maldije sobre todo a mi querida amiga y casera Hanna. Me debía una y de las gordas...

Hanna seguía en el estudio de tatuajes y yo no tenía ni pizca de ganas de cocinar. Pensé seriamente en pedir comida china pero debía de vencer la vagancia culinaria que cada vez crecía más dentro de mi si quería llegar a fin de mes y no gastar todos mis ahorros.

Además, debía de comenzar a ir al gimnasio porque, aunque mi constitución era de ser delgada, no quería perder mis formas de deportista.

Cuando comenzaba a preparar algo, el timbre de la puerta sonó y casi me hace tirar la sartén con el aceite caliente sobre mí. Comencé a gruñir mientras iba a la puerta, desde luego el día no comenzaba lo que se dice bien...

El rostro tostado típico de surfero de Adam se asomaba por la puerta con su sonrisa de anuncio de dentífricos:

- ¡Hola panterita! ¿Me echaste de menos?

-Te he visto hace menos de 24 horas así que, hasta ahora, ha sido un descanso no verte.

Él comenzó a reír y pasó al comedor mientras cerraba la puerta tras de sí. Me fui a la cocina como una bala porque apenas tenía tiempo de terminar de hacer algo comestible y de comer sin sufrir quemaduras en mi lengua o un infarto.

Adam se acomodó como si fuera su casa, estirado como si ese sofá fuera suyo y con los pies encima de la mesa. Si Hanna entraba y lo viera así, le haría un traje de saliva o bien se inmolaba allí mismo en su presencia. A pesar de que Hanna iba a salir con otro tío, estaba segura que estaba enamorada perdida de Adam. Lo que hacía era, básicamente, ponerse parches hasta que diera con uno que le hiciera olvidar a su gran amor no correspondido. Esperaba que el tío que iba a conocer fuera lo suficientemente bueno para que la hiciera olvidar y dejara que el idiota buscabragas de Adam dejara de gobernar sus pensamientos.

Cuando terminé mi plato que consistía en salchichas a la plancha y un poco de arroz, me sentí la mejor cocinera del mundo. Lo mejor de todo es que estaba bueno y no se había quemado (¡Punto para Alexa!)

Iba dando pequeños saltitos hasta el sofá del comedor donde Adam me miraba mientras bebía una cerveza que había cogido de mi frigorífico. Me senté a su lado y metió sus zarpas en mi plato, robándome un trozo de mis salchichas.

- ¿Qué leches haces?¡Si quieres comer, hazlo en tu casa, gorrón!

- ¡Oh vamos panterita, hay que compartir!

- ¿Qué le vamos a hacer?, soy una egoísta con lo que es mío-Le dije quitando mi plato de su vista por si se le ocurría robar otra vez algo de mi comida.

Adam me miró más intensamente y yo no supe que decirle, ¿Qué porras le pasaba?

-Yo también soy un egoísta con lo que es mío-Me dijo relamiéndose los labios mientras me miraba.

- ¿Qué pretendes, Adam?, creo que no estoy pillando nada de lo que estás diciendo...

Entonces, Adam se me abalanzó y me besó con furia mientras que mi plato se escurría entre mis dedos. Intenté quitarlo de encima de mí, pero su cuerpo inmenso se colocó encima de mí para evitar que escapara. El aire cada vez me faltaba más y el pánico de que Hanna entrara en estos momentos en casa y viera la escena, me ponía los pelos de punta. Reuní todas las fuerzas que tenía y le di un buen tortazo que lo hizo sentarse de nuevo en el sofá y así poder escapar de allí.

-¿Se puede saber de qué vas, Adam?¡Somos amigos y vienes y me metes la lengua hasta la campanilla!,¿En qué momento te di a entender que quería algo contigo?

-No entiendo tu problema Alexa, los amigos a veces se acuestan y tienen una excelente relación. No llego a entender por qué entre nosotros no puede haber ese tipo de relación...

-¡Porque yo no me acuesto con mis amigos y menos si son compañeros de trabajo, estúpido!

Me encontraba en un estado total de furia así que pensé que lo mejor es que Adam se largara de allí antes de que las cosas se complicasen aún más. Lo que menos quería es que Hanna se enterase de todo esto y sacara conclusiones que no eran; ella no se merecía las mierdas que ocasionaba Adam.

-¡Vete ahora mismo, Adam!¡Y de esto, ni una palabra a nadie!-Le grité con ira para que se diera cuenta lo enfadada que estaba con aquella situación.

Pero Adam no parecía querer irse sino más bien, acercarse aún más a mí. Con rapidez, él me atrapó y me arrinconó en la encimera de la cocina e intentó de nuevo acceder a mis labios, pero forcejeé todo lo que pude. Su insistencia empezaba a darme mala espina, ¿Qué demonios le pasaba?

-No entiendo cómo puedes rechazarme, ¡Ninguna mujer lo ha hecho! ¿Por qué tiene que hacerlo la que me interesa?

-Porque la vida es cruel, idiota, y porque pone a todos en su lugar. Ahora te ordeno que te largues si no quieres que llame a la poli y le diga que intentaste violarme, ¿Está claro?

Adam bajó la mirada vencido por una pequeña guerrera llena de tatuajes con un carácter del demonio. Mientras él abandonaba la casa, yo comencé a sentirme realmente mal pensando en mi amiga. Aunque yo no había hecho nada, era evidente que ocultarle algo así que, tardeo temprano descubriría por el bocazas de Adam, iba a hacer que la confianza que tenía en mí se fuera a la mierda. Pero debía de pensar bien las palabras que debía usar, por lo que decidí darme unos días para pensar...

Era la hora de irme al estudio, pero antes tenía que limpiar el estropicio al caerse mi plato inacabado. Apenas había comido y sabía que mi rugir de tripas iba a sonar por todo el estudio, pero el deber siempre es el deber y debo de acudir como una mosca acude a la luz.