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KAPITEL 50: WO BIST DU?


COLIN

Tenía la última frase de Alexa dando vueltas en mi cabeza. Me sorprendió que en el calor de la discusión ella confesara algo que con tanto celo estaba guardando pero que yo ya sabía. Yo sabía muchas cosas de ella, pero nunca se lo dije directamente así que no podía dar lecciones.

En ese momento comencé a sentirme realmente culpable porque no podía exigirle nada. Además, nunca dijimos directamente que éramos algo más que amigos por lo que Alexa tenía toda la razón de estar enfadada.

Estaba desesperado y no paraba de llamarla, tenía la horrible sensación de que algo iba a ocurrirle y no algo precisamente bueno. Con Sarah suelta y ella estando sola, se abrían unas cuantas posibilidades que no me gustaban en absoluto.

Tomé la decisión de ir a casa de Hanna para hablar con ella y decirle lo que había pasado. Mientras que iba en el coche, muchos pensamientos horribles se me pasaban por la cabeza y me doblaban de dolor.

Cuando llegué a la puerta del departamento de Hanna, toqué con fuerza impacientemente. El rostro de Hanna apareció en el umbral de la puerta y viendo su aspecto de seguro estaría durmiendo. Una voz masculina a sus espaldas me hizo sorprender:

- ¿Quién es, cariño?

Hanna me miró y me sonrió para que no pensara que era mal momento, pero algo me decía que había interrumpido algo importante. Me disculpé en silencio con ella y me dejó pasar.

Había un hombre en el salón con un pantalón largo y sin camiseta. Cuando la luz me hizo verle bien me di cuenta que era Robert, el novio de Hanna con el que quedamos una vez.

Ella se dirigió al hombre y le dijo con ternura:

-Cielo, vete a la cama, yo en seguida voy.

El asintió y la besó en los labios antes de despedirse de mí con un gesto amable. Cuando cerró la puerta del dormitorio, Hanna se giró en mi dirección:

-Por favor Colin, toma asiento, ¿Quieres algo para tomar?, te veo muy nervioso.

-No...yo solo...


La voz se me quedó atascada en la garganta sin poder seguir hablando. Me sujeté la cabeza con ambas manos, sumergiéndome de lleno en la gran pena y preocupación que sentía por Alexa.

Hanna se precipitó hacia donde yo estaba y me abrazó en silencio, dejándome llorar todo lo que necesitaba. Ella parecía tan afectada como yo, pero no sabía que Alexa había huido.

-Colin, me estás preocupando, ¿Ha ocurrido algo malo?

Yo respiré hondo intentando estabilizar mis nervios. Con mucho esfuerzo, le expliqué a grandes rasgos lo que había pasado:

-Me puse celoso al saber que Alexa había ido a casa de Doris. Descubrí lo de Adam por lo que me contaste por teléfono y no pude evitar sentirme celoso y desplazado porque ella no me contó nada.


-Entonces, ¿Habéis discutido verdad?

-No sólo eso, ella...ella se ha ido y no me coge el maldito teléfono. No sé dónde buscarla porque no pude alcanzarla cuando ella se fue corriendo. He venido porque pensaba que quizás estaba aquí o te había dicho algo.

El rostro de Hanna parecía tan preocupado como el mío. Ella se levantó de golpe y me dijo con nerviosismo:

-No...ella no me ha llamado ni me ha dicho nada. Espera, voy a llamar a los otros; tú espera aquí, ¿Vale?, la encontraremos, te lo prometo.

Ella tomó el móvil y se fue un poco más alejada para tener un poco de tranquilidad. Sabía que me pondría peor escuchar la voz de Adam por eso agradecí la delicadeza de Hanna. Su apoyo me estaba salvando la vida y probablemente sea la clave de encontrar a Alexa.

Entonces, mientras que esperaba a que Hanna volviera con noticias, una idea se me cruzó la mente. En un principio la deseché, pero tenía un pálpito demasiado fuerte, ¿Y si Alexa había ido a la casa donde vivía con su hermano?

Yo siempre iba cuando ella no estaba en casa, de hecho, ella solamente estaba por las mañanas y por la noche para dormir. El resto del día estaba ocupada con el tema de la música por lo que nunca pude coincidir con ella.

Pero la dirección la sabía demasiado bien porque esa casa era casi como la mía. No dudé un instante; ella de seguro había ido allí, al amparo del recuerdo de su hermano donde el pasado parece no irse.


Cuando Hanna vino con su cara triste, supe que ellos tampoco sabían nada de ella, pero yo ya tenía claro donde tener que ir. Me levanté deprisa del sofá y ella me preguntó que si algo había sucedido. Antes de cruzar la puerta y subirme al coche, miré a Hanna y le dije:

-Traeré a Alexa sana y salva.

ALEXA

Abrí la puerta con las manos temblorosas. Aquel manojo de llaves tenía el último llavero que mi hermano me compró una tarde que él había salido antes de la universidad. Me dijo que aquel erizo me recordaba a mí: era espinoso pero adorable como yo. Quise darle un buen golpe por haber dicho algo tan idiota, pero me salió un gran abrazo que a día de hoy siento en la piel.

Recorrí con la vista la cocina donde hacíamos mil experimentos culinarios y muchos de ellos eran un absoluto fracaso. Tantas vivencias y anécdotas pasaron entre aquellas paredes que se me hacía tan difícil pensar que aquella casa iba a estar vacía siempre.

Porque no podría ir a vivir a ella, porque eso supondría que mi cabeza se volviera loca de pena. Cuando entré al cuarto de Alex, juré que podía oler a su colonia; aquella que decía le iba a conseguir la mujer de su vida.

-Que tonto que eras...-Susurré con una sonrisa al recordarlo mientras se echaba un buen chorro de su arma secreta.

Pensé en Colin y lo genial que hubiera sido que se conocieran. Me hubiera encantado disfrutar de los dos hombres de mi vida...

Entonces, ante ese pensamiento, me frené en seco con la boca abierta, ¿Me había referido a Colin como el hombre de mi vida? ¿Acaso el ataque de ansiedad me había descolgado un tornillo o es que de verdad lo sentía así?

Sabía que me había enamorado, pero no hasta qué punto, pero en el silencio de la que era mi antigua casa y sin él revoloteando a mi alrededor, admitía que Colin me hacía muchísima falta. En aquel momento que estaba sufriendo una crisis, lo primero que salía de mis labios era su nombre, como si su sola mención hiciera que él viniera a mí.

Intenté canalizar mis emociones porque no quería sufrir otra crisis; quizás mi acelerado corazón no lo podría soportar. Me paseé por aquella habitación donde mi hermano pasaba horas y que yo apenas había pisado por simple respeto. Miraba cada figura, cada videojuego y cada dibujo en la pared. Había cientos de utensilios de dibujo con los que él pasaba tanto tiempo y entre tantos y tantos de ellos, mi rostro se repetía una y otra vez desde que era un bebé hasta que era más mayor.

Muchos de esos dibujos eran réplicas de fotografías que nos habíamos hecho y otros eran simplemente sacados de su imaginación. En uno de los dibujos me hizo imaginando como sería cuando tuviera 25 años y he de admitir que se acercó bastante.

Mi hermano era talento, puro talento, aunque mis padres nunca lo vieron así. Él hacía creaciones que no estaban al alcance de otros y dejaba una huella imborrable en cada uno de ellos. Tomé aquel bloc donde guardó sus íltimos dibujos y uno me llamó en especial la atención.

Era mi hermano y otro chico más. Tenía el cabello negro y largo y susu ojos me recordaban mucho...a Colin.

-Mierda...se parece mucho...

Me levanté de la cama con una extraña sensación, pero lo que me confirmó las dudas era ver de dónde había sacado la idea del dibujo. Entre los papeles, una imagen de mi hermano y Colin abrazados como dos grandes amigos, posaban sonrientes frente a la universidad donde mi hermano estudió. En aquel momento, toda la confianza que le tenía a Colin pareció resquebrajarse.

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