KAPITEL 46: DAS üBERSCHEITEN DER WOCHEN
HANNA
Ya habían pasado varias semanas desde que Robert vivía conmigo y estaba realmente feliz. Desde que Alexa y Colin vinieron con nosotros aquella noche para cenar los cuatro juntos, mi relación tanto con Alexa como con Robert fue a mucho mejor. Veía a menudo a mi amiga, la cual parecía estar más tranquila que antes y eso bien sabía que se debía a Colin.
Aunque ella me decía que no quería encariñarse con él, la lucha interna entre su mente y su corazón me demostraba todo lo contrario. A diferencia de lo que pudiera parecer, yo bien sabía que Alexa no se consideraba suficiente para Colin y no quería que él sufriera por su carácter fuerte y sus secretos que ni yo misma sabía. Pero si alguien podía conseguir que la terca de mi amiga por fin soltara la lengua, ése sería él.
Mis terapias iban cada vez mejor e incluso llamé a Adam para que nos reuniéramos todos juntos. Quería que Adan, Doris,Alexa y yo quedásemos como todos los viernes que decidíamos tomar unas cervezas juntos para quejarnos acerca de la mierda de semana que habíamos tenido. Alexa necesitaba hablar con Adam porque, a pesar de lo gilipollas que fue, él era su amigo y siempre estuvo para ella, aunque a veces se pasara de la raya.
No podía decirle a Alexa que íbamos a ver a Adam porque si no no vendría y, aunque aquella encerrona era de ser muy cobarde, era la única forma de que se sentasen a hablar.
Mandé un mensaje a Alexa ya compinchada con Doris:
"Hola cerda mía,¿Nos vemos en casa de Doris?¡Ella te echa de menos!"
HANNA
"Hacía mucho que no me decías así ¡Que vivan los viejos tiempos!"
ALEXA
"¡Pero dime que sí!
HANNA
"Si tanto me necesitáis, tendré que ir..."
ALEXA
"¡EGOCÉNTRICA!"
HANNA
"Te pone que lo sea...confiésalo"
ALEXA
"¡Qué cerda que eres"
HANNA
"Lo sé, lo admito; paso por allí sobre las seis de la tarde"
ALEXA
Tras despedirnos, decidí hablar con Robert para decirle que iba a salir en la tarde, pero él no estaba. Acababa de llegar del trabajo, por lo que lo llamé varias veces y lo busqué por el piso sin éxito. Era extraño porque él no me dijo nada de que iba a salir así que decidí llamarlo por teléfono. Pero el tono de llamada se cortó anunciando que el teléfono estaba apagado o fuera de cobertura, ¿Dónde demonios se había metido?
Decidí no darle demasiadas vueltas porque no quería que él pensara que yo era la típica novia psicópata. Ahora que las cosas iban bien entre nosotros no deseaba estropearlo por lo que dejé de llamarle para darle su espacio.
Como quedaban aún unas horas para que fueran las seis, decidí marcharme al gimnasio para ejercitar un poco el cuerpo y evadir mi mente. Con la bolsa de deporte en mi hombro, cerré la puerta de casa y me apresuré a llegar al lugar.
Justo cuando entré al edificio, mi nariz se chocó contra algo duro pero cálido que, desde luego, no era una pared. Cuando puse las manos sobre la superficie donde mi nariz estaba enterrada, una mano se puso sobre mi hombro y comencé a sentir una terrible vergüenza.
Cuando mis ojos se levantaron para ver el pobre hombre que había tenido un atentado contra mi torpeza, me topé con los ojos oscuros de Jordan que me miraban intensamente:
- ¡Qué feliz me hace toparme contigo de esta forma!
Aquella alegría contagiosa me arrancó una gran sonrisa agradeciendo que, en momentos tensos como el que se avecinaba esta tarde, estas casualidades me ayudaban a sobrellevar los momentos más complicados. El humor y la amistad de Jordan comenzaban a ser muy valiosos para mí y nuestros encuentros inesperados eran sencillamente, divertidos y pacíficos. Sentía que podía contar con él para todo y que podía hablar con él de cualquier cosa.
-No sabía que venías a este gimnasio-Le dije sorprendida.
-Llevo viniendo mucho tiempo, pero quizás no habíamos coincidido por la diferencia de horarios; soy una persona realmente ocupada y suelo venir de madrugada.
- ¡Oh vaya, no sabía que estuvieras tan ocupado!
-La docencia es así, preciosa.
El lado seductor de Jordan me parecía tierno y divertido y, extrañamente, no me hacía sentir nerviosa u ofendida. Se le veía tan natural y bondadoso que no parecía tener oscuras intenciones. Ambos dejamos las bolsas en las taquillas y fuimos juntos a varias clases, riéndonos de las poses de la gente en la clase de Pilates.
Con Jordan cualquier momento era bueno para sacar provecho de una risa. Aún me extrañaba que estuviera soltero porque era el típico chico que debería tener un círculo de mujeres a su alrededor como moscas en un poste de miel.
Tras mirar el reloj de pared, me di cuenta que eran las cinco y media de la tarde, por lo que tenía media hora para ducharme, vestirme y llegar a casa de Doris.
Me despedí de Jordan con una sonrisa sintiendo que el resto del día había transcurrido demasiado deprisa para mi gusto. Antes de entrar en las duchas, miré de nuevo el teléfono y no vi rastro de ninguna llamada o mensaje de Robert y eso me estaba preocupando.
¿Y si le había pasado algo?
Intenté llamarlo de nuevo una última vez, pero saltaba el contestador. Quizás había ido a algún sitio y la batería se le había acabado...
Decidí no darle más vueltas y esperar hasta terminar la reunión en casa de Doris; si cuando llegara a casa él no estaba, ya comenzaría a preocuparme de verdad.
Tras salir del edificio, comencé a caminar por la calzada porque la casa de Doris no quedaba demasiado lejos. La gente ya comenzaba a marcharse a casa tras una jornada de trabajo viendo como en sus caras se sentía una expresión relajada.
Temía la reacción de Alexa pero ella, a pesar de ser una persona explosiva, era razonable cuando se relajaba, así que pensé en positivo.
Cuando toqué el timbre, Doris no tardó en abrirme y con su gesto me di cuenta que Adam ya había llegado. Ella aun no sabía que yo estaba en tratamiento por lo que se pensaba que iba a afectarme mucho la presencia de él, pero, al verlo, no sentí nada.
Me sorprendí tanto el sentir la paz en mi interior al ver a aquel hombre que significó tanto y que no pude tener, delante de mí sin tener la tentación de ir a sus brazos. Ahora mi cabeza estaba ocupada por Robert y eso era una señal más que excelente. Doris me miraba esperando una reacción violenta o lacrimógena pero mi sonrisa la hizo alucinar y no pudo callarse:
- ¿Qué demonios te ha pasado estas semanas?
-Digamos que he cambiado de forma de pensar-Le dije echando un ojo a Adam mientras hablaba con Doris lo que ella comprendió como que ya no significaba nada para mí.
Ella puso su mano y me mostró un gran alivio en su rostro; odiaba que ella tuviera que estar siempre en medio de las mismas peleas de siempre, pero eso ahora había terminado.
-Ahora falta que Alexa también cambie de parecer...-Dijo Doris con una expresión que mostraba la poca esperanza que tenía de que aquel milagro ocurriese.
-Hay que ser positivo, tiene que estar a punto de llegar.
Y nada más decirlo, la puerta sonó y yo misma abrí la puerta. Adam estaba sentado en el salón con una cara de tremenda circunstancia y Alexa parecía muy contenta mostrando esa sonrisa tan radiante:
- ¿Cómo están mis pequeñas? ¿Me echabais de menos?
Ambas le dimos un abrazo para contestarle y todas terminamos riendo. Hacía tanto tiempo que no nos juntábamos para simplemente hablar por culpa de todo lo que había pasado en los últimos tiempos.
Yo llevé a Alexa al salón mientras que Doris se quedaba atrás. Cuando iba a preguntarle qué pasaba, vi como ella cerraba la puerta principal con llave y la guardaba en un lugar bien escondido. Entendí en seguida que, si no lo hacía, Alexa saldría corriendo y no habría manera de hacerla entrar en razón.
Cuando llegamos todos al salón donde Adam nos esperaba con cara de circunstancia, Alexa pegó tal grito que temía que rompiese una ventana. La ira podía verse en forma de rayos que salían por sus ojos oscuros:
- ¡¿QUÉ MIERDA SE SUPONE QUE ES ESTO?!¡¿ESTO ES UNA PUTA ENCERRONA O QUÉ?!
Doris decidió intervenir, pero Adam se le adelantó. Se le notaba realmente dolido por todo lo que había ocasionado por su estupidez así que me dio la esperanza que estaba madurando:
-Alexa, dame esta tarde para hablar y convencerte de lo mucho que lo siento. Si luego no quieres verme nunca más lo entenderé y no te molestaré más, pero, al menos, dame esta oportunidad.
Doris y yo estábamos expectantes de la respuesta de Alexa que parecía realmente incómoda. Ojalá las palabras aparentemente sinceras de Adam hicieran mella sobre ella y pudiéramos hablar todos juntos de lo sucedido. Justo cuando se dio la vuelta con intención de ir a la puerta, me miró a la cara y yo pensé en que quizás me diría algo hiriente, pero se quitó la chaqueta y se sentó en el sofá de enfrente. Con voz monótona dijo:
-Espero que tengas algo bueno que decir; mi paciencia tiene un límite.
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