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KAPITEL 33: EIN NAGEL MIT ANDEREM

Maratón día 4 (1/2)

ALEXA

Aún no podia explicar lo que había sucedido porque ni mi cuerpo podía responderme en esos momentos que aún seguía resoplando. Colin me tenía apretada contra su pecho y eso me parecía...extraño. Nunca me abracé a un hombre cuando se suponía que hacíamos algo juntos, digo suponía porque nunca podía ir más allá de la masturbación.

Pero con Colin fue tan natural como respirar y eso me aterraba porque no quería que aquello se convirtiera en una relación seria. Si eso ocurría, él tendría que saber cosas de mi pasado que no quería que nadie más supiera.

Colin estaba despierto y silencioso acariciando mi cabello como si fuera tan frágil que fuera a romperse de un momento a otro. Ese silencio no era incómodo sino relajante porque con Colin no era necesario rellenar los silencios.

Con alguien normal o sociable sería mucho más difícil porque sería una relación un tanto incómoda al querer buscar algo que siempre hacer juntos. Esa falta de independencia que mostraban las parejas me asfixiaba; adoraba mis momentos en soledad y eso era algo que bajo ningún concepto podía perder.

Pero todos estos pensamientos eran inútiles porque Colin y yo solo habíamos tenido sexo y no habíamos hablado acerca de algo más serio. Y aunque me lo propusiera, le diría que no.

Quise darme la vuelta para dormir de espaldas a él pero sus brazos me rodearon con más fuerza y sentí sus labios gentilmente sobre mi frente. No entendía como podía soportar a una tía tan desagradable como yo pudiendo conseguir un polvo mejor y más fácil.

-¿Por qué yo,Colin?¿Porqué no con otra más agradable?-Le pregunté espontáneamente sin pensar. Sentí como su pecho temblaba por una leve risa que se escapó de sus labios, apoyando su mejilla en mi frente:

-Porque no quiero algo sencillo; quiero algo auténtico, algo de verdad. No hay nadie como tú Alexa, tienes un valor que sencillamente no imaginas.

Aquellas palabras no me las esperaba: nadie en el mundo me lanzó una bomba como esa. La ternura en mi vida no era algo que podía recordar sentir demasiado y menos en los brazos de un hombre. La gente a menudo me tiende a juzgar por mi apariencia ruda por mis tatuajes o pelo verde además de por mi carácter fuerte. El que yo sea desconfiada por naturaleza no significa que no sea una tía sensible y eso lo odiaba. Aunque me importaba veinte huevos lo que la gente pernsara de mí, admitía que era molesto a cada momento que los tíos te mirasen como una furcia y las tías como un alien.

Desde luego siempre tuve una suerte de mierda.

-Colin, quiero darme la vuelta para dormir-Le dije intentando liberarme de sus fuertes brazos, pero él continuó riendo.

-¿Qué me das a cambio de que te deje?

Levanté la vista y me topé con aquellos ojos grisáceos con destellos azulados. Sus ojos recordaban al agua típica de las playas paradisíacas que tanto deseaba ir pero que no me podía permitir por el dinero. Antes no podía por la falta de tiempo y ahora por el dinero; qué vida más injusta, mierda.

Colin esperaba mi respuesta pacientemente y yo simplemente me abandoné a la lucha. No me apetecía comenzar una pelea porque estaba realmente exhausta y quería dormir, así que me quedé donde estaba y cerré los ojos.

Sabía que la cara de Colin mostraría una gran satisfacción pero el que rie el último siempre ríe el mejor.

HANNA

No me desperté como costumbre sino porque se me calló el bol que tenía entre mis manos haciendo un sonoro ruido cuyo eco me despertó de entre el mundo de los sueños más profundos pero extraños. Miré la mesita de café que tenía justo delante, dándome cuenta que me había dormido en el sofá del comedor.

La mesa estaba llena de palomitas, patatas fritas, manchas de helado de vainilla y restos de pizza. Luego detecté unas extrañas manchas que parecían el comienzo de una proliferación de champiñones pero entonces me di cuenta que eran gotas del licor de chocolate que había derramando. Con el baile y la borrachera que le dí al cuerpo, no era extraño que dejara el salón como si hubiera dado la fiesta de mi vida pero en esta fiesta la única invitada VIP fui yo.

Y a pesar del cansacio que tenía encima, sonreí sintiendome liberada.

No era del todo feliz porque era evidente que era demasiado pronto para sentirme bien pero me sentía optimista. Hacía buen tiempo, un calor suave que invitaba a caminar y a hacer cosas productivas en la mañana.

Hice una nota mental sobre los pasos que debía de seguir para liberarme de la carga emocional que obstruía mi camino a la felicidad. En primer lugar, necesitaba terapia de alguien profesional. Nunca consideré que los terapeutas fueran para los locos o los intentos de suicidas pero admitía que nunca había sentido la necesidad de ir a uno.

Pero era el gran momento para dar el paso y así sentirme mejor conmigo misma.

Tomé un papel y comencé a escribir las cosas que comenzaría a arreglar en mi vida, así que comencé a hablar conmigo misma en voz alta:

-En primer lugar, buscaré una psicóloga estupenda que me ayude a recuperarme aunque sea a guantazos. Sí, ese punto es importante.

Rasqué mi sien con el lápiz que tenía entre mis dedos y comencé a darle vueltas.

-Es evidente que otro paso más es hablar con Alexa para disculparme pero antes...antes por desgracia tengo que hablar con Adam.

Comencé a sentirme nerviosa porque no podía verlo pero pensé que quizás era lo mejor. Siempre lo mejor era normalizar las cosas para evitar que me afectasen más de lo que ya de por sí lo hacían. Además, él era amigo de Alexa y, aunque ahora mismo estaban peleados, ellos podrían perdonarse. Además, lo consideraba una excelente terapia para superarlo:

-Si quieres quitarte el mono del chocolate, duerme con una tableta abrazada-Dije en voz alta orgullosa de mí misma.

Otro de los asuntos que tenía en mente era el tema de Robert. Hacía varios días que le daba largas cuando me mandaba mensajes para verme o quedar conmigo. Aunque no nos habíamos ni besado, era evidente que había un interés romántico. Robert era el tío perfecto para mí y eso lo sabía bien por lo que pensé que lo mejor era seguir viéndolo para ir superando el tema de Adam. No quería quitar un clavo con otro sino simplemente conocer a otros hombres para encontrar la posibilidad de ser feliz en los brazos de alguien que no me haga daño.

Con la lista a medio rellenar, miré el teléfono de encima de la mesita de café y decidí llamarlo. Era lo menos que podía hacer después de haber sido tan desconsiderada.

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