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KAPITEL 22: GEMEINSAMES HAUS

Maratón día 4 (1/2)

ALEXA

Cuando llegamos a casa de Colin me sorprendió lo acogedora que parecía, aunque tenía unos cuantos detalles que desentonaban bastante acorde a lo que conocía de él. Había cuadros y posters relacionados con la música, al igual que un tocadiscos y una estantería de vinilos. A Colin le gustaba lo retro y lo vintage pero había ciertas parcelas donde el estilo moderno se podía encontrar, ¿Y si él vivía antes con alguien?

Me hizo un gesto para que lo siguiera aún cargado con mis maletas. Me llevó hasta el dormitorio donde la cama era enorme y parecía realmente cómoda.

-Aquí dormirás a partir de ahora. Tengo que hacer unos ajustes en casa y dejar un cuarto libre para hacer otro dormitorio, pero no te preocupes que yo dormiré en el sofá cama del salón.

-No hace falta que ajustes nada Colin; será temporal.

-Sólo quiero que nos sintamos cómodos así que haré una reforma que la considero bien necesaria, hay unas cuantas cosas en casa que no las quiero y quiero ponerla a mi estilo.

Lo miré y quise preguntar, pero, en cierta manera me confirmó lo que sospechaba: antes vivía alguien con él y por el estilo pastel de las cosas que veía a mi alrededor, probablemente sería una chica.

-Gracias por dejar que me quede-Le dije aun un poco intimidada por están en casa de mi alumno, pero era esto o estar en un cuchitril lleno de bichos y sola.

Él me sonrió dulcemente y me hizo sentir a gusto a pesar del torrente de emociones que cruzaba mi pecho desde lo de Hanna. Al menos podía recuperarme en compañía de alguien que parecía no juzgarme a la ligera...

-Bueno, es hora de cenar así que voy a desplegar mis conocimientos culinarios, ¿Te parece?

-Espero que no quemes la casa: recuerda que seguimos dentro.

Ambos comenzamos a reírnos quitando hierro al asunto. Cerré la puerta y me dispuse a cambiarme y sentirme así más cómoda. Era hora de cambiar un poco de imagen porque los cambios en la vida así lo merecen. Era hora de despedirme de mi pelo verde y darle la bienvenida a mi pelo natural.

De camino a la parada de autobús, compré un tinte de mi color el cual llevaba en mi mochila. Iba a ser impactante verme de nuevo como era antes de ser famosa, pero necesitaba ver la persona que yo era y que a veces echaba de menos. Además, así pasaría más desapercibida.

Fui al cuarto de baño con la caja en la mano. Me miré al espejo y sentí que el cambio había empezado desde dentro así que ya tocaba hacerlo por fuera. Comencé a lavar el pelo y echarme la mezcla hasta cubrir toda mi cabeza totalmente.

Sabía que Colin iba a sorprenderse demasiado pero no veía un mejor momento que este. Mientras que esperaba la media hora, comencé a acomodar mi ropa en el armario que me indicó Colin. Lentamente todo parecía encajar en su lugar, aunque todavía estaba el problema del trabajo.

Pero como si la respuesta la tuviera delante de mí, saqué el folleto que Adam me dio respecto al concurso que iba a celebrarse en unos meses, ¿Y si el destino me estaba diciendo que era mi hora?

-Alexa,la cena está casi lista, ¿Va todo bien?

-Sí, disculpa, es que estaba acomodando las cosas y aseándome un poco. En seguida salgo.

Miré mi reloj de pulsera y vi que ya habían pasado los 30 minutos así que fue a enjuagarme con cierto nerviosismo. Tras aclarar todo el tinte, me pasé el secador dejando mis ondas naturales sin alisármelo como acostumbraba. Quedé sin palabras al descubrir mi imagen, tan elegante y distinguida que no me reconocía en el espejo.

Me toqué la cara como si me descubriera por primera vez. Era extrañamente agradable y me sentía como la cría que tenía tantas ilusiones por triunfar en sus sueños. Pero a pesar de todo tenía esperanza porque empezaba de nuevo y empezaría justo esta noche. Pero no iba a dejar las cosas como estaban; iba a hablar con Adam para que me diera una maldita explicación, pero antes...antes necesitaba dedicarme tiempo y calmarme.

Cuando me di el visto bueno salí de la habitación para ir al salón con Colin. La casa olía realmente genial; a tomate y especias. Una buena cena y un buen descanso era justo lo que necesitaba así que admitía que aquel paliducho sabía ser un buen anfitrión.

Cuando entré al salón, vi a Colin sin su ropa deportiva, con el pijama puesto poniendo la mesa con mucho esmero. No faltaba detalle, desde los pequeños mantelitos que puso de estilo japonés, hasta los cubiertos y platos a juego. Estaba claro que quería impresionarme y eso me hacía sentir halagada.

Al final resultó que el que pensaba que no podía confiar en él es ahora mi mayor aliado.

-Espero que encontrases todo como te gusta, prometo poner un poco de orden, es que estos días han sido muy ocupados para mí.

Cuando se giró para verme, vi cómo su boca dibujaba una enorme o y se quedaba petrificado en el lugar. Temía que tirase la bandeja porque así parecía que iba a pasar, así que me acerqué y la cogí para colocarla en la mesa.

- ¿Ahora si me miras a la cara? -Le dije bromeando. Él comenzó a reír recordando el por qué lo decía.

En la mañana, Colin parecía realmente hundido y no sabía sus razones. Parecía perdido entre miles de pensamientos y ninguno parecía nada bueno. No iba a preguntarle para no fastidiar el momento y tampoco quería obligarlo a abrirse cuando no me tenía la suficiente confianza.

-Estás...estás realmente increíble. Además, tu pelo es realmente bonito así con esas ondas.

- ¿Me estás tirando los trastos? -Le pregunté entrecerrando los ojos y cruzándome de brazos. Pero Colin poco a poco iba pillando mis sarcasmos y bromas pesadas, encajándolas magistralmente. Desde luego nunca le faltaba ninguna contestación a ninguna de mis contestaciones o preguntas mordaces.

-Solo digo lo evidente; tengo ojos Alexa así que no me gusta guardarme lo que pienso.

Aquella estúpida respuesta me hizo cerrar la boca y ponerme un poco más seria. Colin sonreía sintiéndose victorioso, moviendo mi silla para que me sentara.

-Las damas primero; espero que te guste la cena.

-Uhmm, no se no se...tengo miedo de acabar en urgencias....

-Yo también lo temo porque como cocinero soy el mejor.

Ambos comenzamos a reírnos de nuestras idioteces mientras que brindábamos con coca cola y comíamos una lasaña, que, en mi humilde opinión, era más que comestible.

Pero eso es un secreto entre vosotros y yo...

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