KAPITEL 1: MEINE WELTFüLLEN
- ¡VOY A REVENTARTE LA PUTA CABEZA, DESGRACIADA!
Y así amanecía un lunes por la mañana, vamos lo que era un día normal para mí. A la que iba dirigido mi primer gruñido de la mañana era a mi estúpida compañera de piso, que más que ayudarme, me tocaba las pelotas.
-Yo también te quiero, subnormal-Me dijo Hanna asomando su nariz perfilada en el marco de la puerta.
Hanna era la dueña de la tienda de tatuajes que había bajo mi apartamento. La conocía desde el primer día que vine a vivir a Londres ya que nada más llegar me hice un tatuaje para recordar el dejar atrás mi antigua vida y aceptando la nueva que estaba por venir. Hablamos como si nos conociéramos de siempre comentándome el que buscaba una compañera de piso para compartir gastos admitiendo que yo era la candidata más guay que había visto hasta ahora.
Y un simple tatuaje me llevó hasta donde estaba ahora.
El sueño de Hanna era convertirse en una modelo de ropa alternativa. De hecho, en sus ratos libres hacía de modelo para algunos anuncios o secciones de revistas poco conocidas.
Mientras que yo me disponía de desenvolverme de mi manta, ella apareció vestida e impecable como siempre.
- ¿Quieres levantarte de una vez, Álex?¡Tengo que tatuar unos cuantos culitos hoy!
-Si alguno de esos culitos está bueno, hazlo venir al estudio.
Hanna me miró entre divertida e irritada, emitiendo un bufido desesperado:
- ¿Chico o chica?
-Difícil elección; lo dejo a tu criterio preciosa-Le dije guiñándole un ojo.
Ella comenzó a gesticular como si aquel piropo le hubiera dado un asco tremendo. Me encantaba lanzarle piropos porque ella se ponía nerviosa ya que, vivir con una bisexual era una caja de sorpresas. Aunque Hanna era mona no era de mi estilo, estaba bien para un par de polvos, pero meh... prefería no cruzar la línea con ella.
-Si sigues siendo así de imbécil tendré que subir el alquiler-Me dijo con una seriedad fingida más falsa que las tetas de Pamela Anderson.
- ¿Qué te parece si tatúas mi culito?
- ¿Qué te parece si te levantas de una vez y haces el desayuno?
Nuestro duelo de miradas se vió truncado con la alarma de mi móvil que sonaba por cuarta vez en la mañana. Era hora de dejar mi mundo de sueños y adentrarme de golpe en la realidad.
Me levanté por fin y me fui al baño a darme una ducha tan helada como mis ánimos mientras que Hanna gruñía en la cocina preparando el desayuno. Iba a compensárselo algún día el aguantarme cada día y sobretodo, cada mañana.
Tras envolverme con mi albornoz, salí directamente a la cocina porque el hambre era inaguantable; ya me vestiría después. Hanna había puesto el modo súper woman; estando lista y preparada en tiempo récord.
Arrastré mis pies y mi sueño que aún seguía conmigo hasta el asiento, dejándome caer sin miedo. Los ojos grises de Hanna se posaron sobre mí:
- ¿Le gustó a Adam el pastel que llevé al estudio?
"Oh ya...que era eso..."
La miré divertida mientras que se tronaba una y otra vez los dedos con nerviosismo. Tenía ciertas dudas acerca de ese extraño acercamiento con Adam, pero era evidente que Hanna bebía los vientos por mi rubio surfero con cerebro de guisante congelado.
Hanna pareció leer mi cara y se adelantó a decirme con nerviosismo:
-No es que me interese Adam, es solo que sé lo delicado que es comiendo.
-Sí...claro...-Dije mientras mordía mi tostada.
Sus mejillas comenzaron a ponerse a juego con su pelo rosado, demostrándome una vez más que eran ciertas mis sospechas.
-De todos los idiotas del mundo te gusta el más idiota de todos-Le dije hasta casi atragantarme de la risa.
-Exageras un poco, ¿No? -Me dijo Hanna molesta.
Como adoraba pincharla de esa manera. No solía hacer de carabina, pero lo cierto es que me apetecía mucho ver a esos dos juntos, ¿Qué clase de criatura saldría de ahí? ¿Un unicornio rubio?
Mientras que miraba la cara de molestia de Hanna repasaba en la mente el listado de alumnos que iba a venir hoy. Al ser lunes se suponía que iba a ser tranquilo, pero nunca se sabía.
Tras tomarme el café de un tirón, me vestí a la velocidad de un rayo y me despedí de Hanna mandándole un beso y diciéndole:
-Te espero en el estudio y, ah, llévate chocolate blanco; a Adam le encanta.
Tras cerrar la puerta pude oír un "vete al diablo, cerda", lo que me hizo reír con ganas mientras caminaba por la calle. De nuevo, el maldito teléfono comenzó a vibrar dentro de mi bolsillo, viendo en la pantalla el nombre de Adam.
- ¿Qué quieres, burro?
-Que traigas tu trasero al estudio; dentro de nada van a comenzar a venir nuestros alumnos y aún no has conectado tu equipo.
-Relájate Adam; todo bajo control-Le dije restándole importancia; lo cierto es que a veces de correcto se pasaba...
-Date prisa-Y entonces me colgó.
"maldito mal follado"
Apreté más el paso para evitar que me callera otra bronca telefónica por parte de Adam, aunque lo cierto era que la academia era mía, pero Adam era el compañero perfecto para llevar el negocio de forma correcta y profesional. Debido a la vida tan ajetreada que tuve en el pasado, no me acostumbraba a trabajar como una persona normal, ya que necesitaba vacaciones, pero, si me gastaba el dinero me quedaría bajo un puente. Así que mis vacaciones tenían que esperar...
Al llegar ya vi a Adam y a Doris en sus respectivas aulas con sus instrumentos a punto. La música se escuchaba como un leve rumor ya que las aulas estaban insonorizadas para que no molestaran los unos con los otros y que la concentración de nuestros alumnos fuera óptima.
Admitía que el trabajo me había permitido controlar la paciencia y el canalizar mis emociones y mi estrés. Cuando llegué a Londres habiendo abandonado toda mi antigua vida, el médico fue claro conmigo respecto a lo que me había hecho esos años de fama sin apenas descanso. Había sufrido varias taquicardias durante algunas giras y sabía que, si hubiera seguido por ese camino, estaría bajo tierra. Nada merece la pena más que tu vida, ni siquiera aquello que amas hacer.
Mientras que tenía mi guitarra en mi regazo afinándola con amor, un toque en la puerta rompió la magia y la tranquilidad que sentía. La cabeza de Adam se asomó por la puerta:
-Alex, tienes un nuevo alumno. Me ha llamado y me ha dicho que vendrá esta tarde sobre las cinco de la tarde.
-Está bien, ¿Es principiante o ya sabe algo?
-Por lo que me ha contado, aprendió a tocar la guitarra solo, pero perdió la práctica al estar un tiempo sin tocar. Lo bueno es que solo sería volver a retomar algo que ya sabía así que no te costará trabajo.
-Al fin una buena noticia-Dije suspirando.
-Trátalo con amor, pequeña diabla-Me dijo guiñándome el ojo mientras que me sonreía como un idiota.
- ¿Amor? ¿Qué es eso, una marca de ropa de esa pija que llevas? -Le dije sacándole la lengua.
Adam comenzó a reírse con fuerza antes de despedirse de mí, cerrando de nuevo la puerta. Miré el reloj de pared calculando el tiempo del que disponía antes de darle la bienvenida a nuestro nuevo miembro de músicos.
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