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Siete

«Cachorro». ¡Bien Minho podía irse a la mierda y él estaría feliz! Había pasado casi una semana de eso, pero Jisung no podía sacárselo de la cabeza.

Levantó la mochila del suelo y se la colgó del hombro para salir de clases. Por fin era viernes, lo que significaba pudrirse el resto del día en la cama y desvelarse con proyectos de la uni el fin de semana entero. Suspiró, abriendo una lata de soda que compró en la mañana al sentirse algo débil.

Ese domingo fue la última vez que vio a Minho. Pensó seriamente en bloquearlo de sus contactos, pero al final desistió... sin saber por qué. Jihyo llegó en la noche un poco más tarde de lo usual, la razón había sido Hyunjin: recogió los supresores que Jisung supuestamente no había pedido.

Y es que su mamá claro que se enteró luego que el número que le había enviado no era el de Hyunjin. Pero Han se excusó con que estaba muy cansado y ni siquiera se dió cuenta porque no llamó. La mentira salió de sus labios con una facilidad que lo sorprendió. Casi esperaba que Jihyo le reclamara que eso no era cierto... Pero no ocurrió. Aquello lo consumió noches enteras: significaba que Minho tampoco había dicho nada.

¿Por qué? No es que encontrarse con la pareja de su mamá fuera malo. Quizá raro, pero nada sucedió, ¿así que de qué se condenaba? Jisung frunció el ceño, molesto.

Tiró la lata vacía en un bote que estaba en el pasillo, mientras se escurría entre el mar de estudiantes que tenían el mismo horario.

Los días siguientes a ese encuentro, tuvo el tiempo suficiente para pensar de manera fría y la conclusión a la que llegó era terrorífica: Lee Minho sabía que era un omega. Estaba más que claro, pero eso no era lo que le asustaba (bueno, una parte) sino el cómo. ¿Había sido por Hyunjin? Las empresas de Minho tenían buenos convenios con la farmacéutica donde el amigo de su mamá trabajaba. Aparte que en la comida de semanas atrás el alfa había reconocido que fueron a la misma universidad. Ese hilo de pensamiento le daba pavor, sobretodo al aplastarse los sesos pensando por qué razón lo haría Hyunjin. Ser un omega era peligroso; pero las intenciones que las personas pudieran tener sobre él lo eran aún más.

Casi todas las noches fue incapaz de dormir al tener esa idea de posible traición. Trataba de convencerse que Hyunjin no era así, pero la paranoia lo estaba matando. Por esa misma razón es que no le preguntó acerca del extraño suceso que ocurrió con la pareja de su madre cuando le ordenó tomar la pastilla y él obedeció como un maldito títere. Debía admitirlo: la confianza que tenía en Hyunjin empezó a resquebrajarse y no creía ni un ápice en Minho. O más bien, en sus intenciones.

¿Pero que le decía a Jihyo? Ya era lo suficientemente culpable de la horrible atracción que sentía hacia la pareja de su madre. Porque sí, podía detestar o desconfiar de Minho, pero había algo que le hacía incapaz de odiarlo. Su gen omega quizá. O lo delicioso que olía el alfa. (Jisung se dió cuenta de lo tonto que fue al creer que era perfume aquella vez en el auto y peor aún, lo rápido que se expuso).

Era la primera pareja de su mamá que duraba tanto. No podía opinar mucho de la relación entre ellos. Han estaba acostumbrado a ver caras nuevas cada poco y una actitud incontenible de felicidad por parte de Jihyo. En ese aspecto, Minho no era tratado diferente de otros.

Lo que le generaba curiosidad es cómo se habían conocido. Sí, su mamá le había dicho que por medio de Hyunjin. ¿Pero eran tan amigos? En esa misma comida, Jisung recordaba que Minho solo mencionó que eran conocidos. Aparte, los últimos días Jihyo parecía menos emocionada con el alfa, lo cual era raro. Siempre que a ella se le reducía la euforia de una nueva relación, rompía al instante. Que no lo hiciera en este caso... ¡dios, estaba perdiendo la cabeza por pensar demasiado!

Suspiró, mientras caminaba hasta la salida del campus. Era un caso perdido.

El celular guardado en el bolsillo de su chaqueta vibró, lo que terminó por desperezarlo y en busca de una distracción, lo sacó para observar de qué se trataba. No se habría sorprendido de que fuera un mensaje, pero sí de la persona de quien provenía. Era Minho.

Jisung mantuvo la mirada fija en el mensaje por unos cortos segundos, pero enseguida volvió a bloquear el celular y continuar con su camino. No era una buena idea responder. Por el bien de él y su mamá, ignoraría tanto como pudiese al alfa que empezaba a sacarlo de sus cabales.

Bastó dar apenas tres pasos, cuando la vibración de una llamada entrante sacudió su celular en el bolsillo. Han vaciló, deteniéndose por un instante. Si la insistencia era tanta, debía ser por algo... aunque poco le importaba. Si era honesto, prefería su sanidad antes que enfrentarse a la voz ronca de cierto hombre mayor. Pero esa resolución pronto se deshizo: más allá de la acera fuera del campus, había un auto que reconoció por haberlo visto antes, fuera del edificio donde iba con Hyunjin.

Recargado contra el capó (con una mascarilla y una gorra que cubría su rostro para no ser reconocido) estaba Minho, revisando su celular en gesto vago. Vestía informal, haciéndolo lucir mucho más joven y con ropa que resaltaba su cuerpo. Jisung notó sin esfuerzo que varios universitarios le lanzaban miradas curiosas. El alfa no se había percatado de su presencia, aunque parecía atento a sus alrededores.

Pensó seriamente entrar de nuevo y esperar por mucho rato con tal de no interactuar, pero sonaba muy infantil y Jisung decidió que iba a enfrentarlo. Con un suspiro, se acercó en su dirección hasta a unos dos metros de él.

Como si notara su presencia, Minho alzó la vista. Una sombra se proyectó bajo su rostro, e incluso con eso, fue incapaz de ocultar sus rasgos atractivos.

El alfa fue el primero en hablar, mientras guardaba el celular:— Antes de que me acuses de acoso, iba de camino a tu casa para ver a Jihyo y ella me pidió si te recogía. Aproveché para traerte el medicamento.

El nombre de su madre le envió una punzada dolorosa —o culpable— en la cabeza. Asintió, sin saber muy bien qué decir. Siempre pensó que cuando tuviera la oportunidad de hablar con él, soltaría todo lo que había estado conteniendo, pero estando frente a frente fue incapaz de decir algo.

Minho no lo tomó a mal y en su lugar el tono en su voz fue divertido, casi con tal de molestarlo (Jisung podría jurar que debía estar sonriendo bajo la mascarilla).

—¿Te comió la lengua el ratón? Ven, cachorro. Sube al auto, tenemos mucho de que hablar antes de que lleguemos.

El apodo en su voz le provocó una sensación de que no debía sentir y que escandalizaría a cualquiera. Jisung se obligó a no olfatear ningún olor que procedía del alfa y con timidez, se acercó a la puerta trasera, justo cuando Minho sostuvo su brazo para detenerlo, separándose del capó.

El toque le envío escalofríos por todo el cuerpo, a lo que Han se apartó enseguida con un jadeo tan leve que rezó porque el pelinegro no notara. No supo si lo hizo, porque el mayor abrió la puerta del copiloto y le instó a entrar con un gesto que no daba lugar a réplicas.

—Vas a mi lado, te quiero cerca cuando me dirija a ti.

Jisung logró reprimir una palabrota que estaba por soltar debido a los nervios. Iba a ser un trayecto muy largo. Y difícil.

Jelou. Acá capítulo nuevo, ando en mi peak (jajaja, broma).

Creo que nunca les dije la edad de Minho, ¿no?🤔 Nunca lo pensé como tal, pero está por sus treinta. No pasa de los 34, eso sí.
Es bastante el age gap, me disculparán, kfksk. (Pero todo legal)

Les juro que quiero terminar este año el fic, espero traer maratones más seguido, creo que funcionan más.
Espero les esté gustando🫶🏻

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