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7 | Me salvó

Donovan Wilson

Canadá, Windsor, septiembre 2035

Hace tres años.

Ella estaba tan asustada como yo, su rostro denotaba el miedo que tenía, sus manos temblaban, no dejaba de mover su pierna y a cada nada mordía sus uñas, pero quizá todo esto no era más que un malentendido, el destino jugándonos una broma pesada, muy pesada, pero que a final de cuentas sería solo eso, una broma de muy mal gusto.

Quería, no, necesitaba dejar de pensar en todo lo que estaba ocurriendo, centrarme en lo importante, mantenerme fuerte, por suerte mi casa quedaba cerca de una clínica, yo insistí en que debía entrar con ella, Cindy decidió que quería hacer esto sola, respeté su decisión.

Déjame decirte que es un problema de ambos, cariño.

Mi novia podía ser un poco testaruda, aun así, me tenía loco y no me importaba cuan complicado fuera esto, los cambios que fueran a ocurrir en nuestra vida o lo complicado que se tornara la situación, la amaba lo suficiente como para arriesgarme de esta forma, ya teníamos diecinueve años, edad suficiente como para hacernos responsables de todo este caos.

Le había dicho que la esperaría en el pasillo y que no me iría, necesitaba que se calmara, estaba lloviendo, vaya, ni siquiera el clima nos favorecía mucho, aunque estábamos acostumbrados sobre todo en estas fechas.

Frío y lluvia, después de tantos años viviendo aquí uno se acostumbra. Observaba los carros pasar, las gotas de lluvia resbalar por la ventana, las quejas de las personas que se encontraban a mi alrededor, doctores y enfermeras caminando de un lado a otro ¿a quién podrían gustarle los hospitales? Todo es dolor y olor a medicina, y no soy fan de ninguna de esas dos cosas.

Después de un rato de espera, Cindy finalmente salió del consultorio y se dirigió conmigo, no me dijo nada, solo tomó mi mano y me guio hasta el auto de nuevo, una vez que estuvimos dentro soltó todo el aire que estaba aguantando, empezó a llorar, puso sus codos sobre sus piernas y trató de controlarse.

Entonces era cierto.

Me dolía verla así, su maquillaje se había estropeado, se veía más pálida de lo que generalmente suele verse, incluso creí notar que su cabello rubio había perdido el brillo.

—Cindy —acaricié su espalda con delicadeza, ni siquiera llevaba chamarra, solo una blusa de manga larga, sus mangas estaban llenas de lágrimas—. Amor, háblame, ¿qué te dijeron?

Y entonces sus ojos azules se encontraron con los míos, solo vi dolor en ellos.

—Amor... yo...

No lograba encontrar las palabras, con frecuencia limpiaba las lágrimas que resbalaban por sus mejillas, trataba de contenerse, pero eran esfuerzos inútiles.

—Puedes decírmelo.

—Teníamos razón —suspiró con pesadez—. Estoy embarazada —limpió las lágrimas que resbalan por sus mejillas—. Seis semanas, estoy a tiempo de

—No, ni se te ocurra —interrumpí. Era una idea que de ninguna manera iba a considerar—. No sé qué esté pasando por tu cabeza en estos momentos, sé que tal vez debes sentirte confundida y todo es difícil de asimilar, pero escúchame —me prestó atención—. Lo resolveremos juntos, no pienso dejarte sola en esto.

—No puedo pedirte eso.

—Sí sabes que es problema de los dos ¿cierto? —sostuvo mi mano como si estuviera reuniendo fuerzas para hablar.

—Un bebé lo cambia todo. Es una responsabilidad muy grande, aún no termino mi carrera, aún no viajas alrededor del mundo tocando como un loco la batería, y quitarnos todo eso es —intentó encontrar una palabra que lo definiera—. No lo sé, es complicado, significa abandonar metas, sueños, oportunidades.

Tal vez.

—Cindy, las oportunidades se presentan más de una vez en la vida, sé que estás asustada ¿crees que yo no? No hay un manual para ser padres. Sí, cambia por completo nuestros planes, pero podemos crear nuevos —me sonrió y me dio un beso corto.

—Te lo estás tomando mejor que yo —su frente estaba pegada a la mía—. No quiero que te sientas obligado o que después pienses que el bebé te impidió cumplir tu sueño.

—De ninguna manera, es algo que quiero hacer y —podríamos cuidar del bebé y cuando fuera mayor quizá centrarme en la batería, pero, ¿y si no funciona? ¿Qué haré entonces? Recorrer el mundo, tocar la batería, ser parte de una banda, el sueño que creí alcanzar dentro de poco se veía cada vez más lejano—. Y te aseguro que vendrán más oportunidades después para ambos.

—Me gusta ese optimismo —suspiró más tranquila—. Al menos así no podrás deshacerte de mí.

—No querría hacerlo jamás, créeme.

Llegar a un acuerdo entre nosotros era relativamente fácil, coloqué mis manos en el volante y mantuve la vista hacía el frente, no dejaba de llover, tampoco podía dejar de pensar en todo lo que sucedería a partir de ahora, no era de la clase de chico que se negaba a tener una familia, pero ¿ahora? ¿A mis diecinueve? Ni siquiera había hecho lo que quería, no había formado una banda ni me había unido a una, por tanto, mi sueño de ser baterista podría verse frustrado.

Mis padres decían que siguiera a mi corazón, aunque a mis espaldas aseguraban que no lograría nada con la música, que solo era cuestión de suerte y algo que poca gente consigue, ya no estábamos en 2020, era hora de que cambiaran sus pensamientos tan limitados.

—Viene la parte difícil —fue su dulce voz la que me trajo de vuelta a la realidad—. Decirles a tus padres, los míos se molestarán, pero se lo tomarán bien después, los conozco.

—Sí, mejor ir a lo difícil primero.

No, no estaba listo.

—Llegaremos a tu casa y de la manera más tranquila se lo comentaremos a tus padres.

—Dudo que reaccionen de buena manera.

—Amor, son tus padres, sin importar lo que suceda te apoyarán, no nos libraremos de sermones y esas cosas, eso es seguro, pero no te dejarán solo en este proceso

—Bueno, creo que podrías tener razón, por lo general son bastante comprensivos, con un poco de suerte esta no será la excepción.

—¿Lo ves? Esto saldrá bien

Lo dudo.

—Claro, aunque primero deberíamos ir por un café, ya no tengo ganas de ir al museo y tengo algo de hambre, ¿tú no?

—Demasiada, vayamos a comer —me dedicó una sonrisa dulce mientras se colocaba el cinturón

No podía evitar lo que sin duda era inevitable, pero al menos lo retrasaría un poco, conduje hasta una de nuestras cafeterías favoritas, ella amaba el café, tenía una obsesión porque podía beberlo a cualquier hora sin problema alguno, después de cuatro años de relación fue imposible no tener el mismo hábito que ella así que cualquiera a nuestro alrededor notaba que siempre bebíamos café, estuviéramos congelándonos o no, jamás despreciaríamos una buena taza de café.

Bajé del auto indeciso, tal vez podría decirle que fuéramos a otra cafetería, una que estuviera lejos para que así no tuviéramos que hablar con mis padres hoy, Cindy de seguro notó mi inseguridad y me tomó de la mano como si fuera un niño llevándome hasta la entrada de la cafetería, a los pocos minutos de sentarnos un camarero llegó y tomó nuestra orden, instantes después la comida ya había llegado hasta nuestra mesa, nada como un buen café caliente para distraerse un rato, mi novia siguió contándome todo lo relacionado con su mudanza, le habían ofrecido un puesto importante a su padre en una empresa, aun no tenía todos los detalles así que no me dijo a dónde se mudaría y por lo tanto no sabía que tan complicado sería visitarla, aunque con la llegada del bebé seguramente tendríamos que pensar en una mejor idea como rentar algún apartamento o qué sé yo.

—Si dices que ya casi está listo lo de la mudanza, deberías saber a dónde te vas al menos —seguía disfrutando de mi postre.

—Ya sé, pero papá ha mantenido todo en secreto, no sé para qué se anda con tanto misterio, dice que quiere sorprendernos, aunque, la llegada del bebé cambia muchas cosas, puede que ya no haga falta mudarme con ellos.

—Pensé lo mismo, podríamos buscar algo, espero que a tu padre no le moleste la idea de que no vayamos con ellos.

—No lo creo —le restó importancia—, además, él asegura que el lugar a donde nos mudaremos no queda tan lejos de aquí, podrán venir o nosotros ir con ellos y visitarlos de vez en cuando, quedarnos aquí también implica que estaremos cerca de tu familia ¿no es grandioso?

Sí, wow, muero de emoción.

—Sí, amor, es algo grandioso.

—¿Sabes? Siendo sincera, me emociona la idea de ser mamá —habló más animada.

Por supuesto que le emocionaba, Cindy era de las pocas mujeres que había conocido que realmente quería ser madre, 2035 ¡Por Dios, lo que le falta a este mundo son niños! Mi novia les tenía mucho cariño y era de esas personas que se llevan bien con ellos, es casi imposible no quererla, y digo casi, porque al ser querida por tantos se gana el odio de otros, irónico ¿no?

—Y apuesto a que serás una madre increíble —aseguré.

—Y tú un padre asombroso.

Espero que sí.

—Soy Donovan Wilson, obvio que seré un buen padre —comenzó a reír.

—Olvidaba que a veces se te levantaba el ego, es lindo.

—¿Tener alto mi ego? Me confundes mucho, amor.

—Me refiero a que me hagas reír, no ha habido una sola vez que salga contigo y que no me hagas reír y tus amigos piensan lo mismo de ti, eres como la alegría de cualquier lugar al que vas —dio un sorbo a su café —pero también eres la persona más distraída que he conocido.

—O soy una persona divertida o una centrada, no puedo con todo, Cindy.

—Prefiero que seas divertido —añadió entre risas—. Seguro que hasta a los niños les caerías bien.

—No son de mi total agrado —confesé.

—Tendrás un hijo —agregó ofendida.

—Y te apuesto a que será el único niño que querré

—O niña.

—O niña, así la querré más.

—Es bueno saberlo.

—Dejaré que tú te hagas cargo de los niños, después de todo es lo que estás estudiado.

—Siempre he dicho que no cualquiera debería ser maestro, ¿has visto la cara de limón que tienen algunos? Solo les interesa el dinero, hacen presentaciones, muestran videos o explican algo en los hologramas ¿cuándo se preocupan en verdad por el aprendizaje del niño?

—Muy pocas veces, por eso estoy orgulloso de que tú vayas a ser esa maestra que en serio quiera que sus estudiantes aprendan.

—Ser maestro es un arte —puso los ojos en blanco—. Lástima que no todos lo entienden.

En realidad, con nosotros nunca se acaban los temas de conversación y creo que deberíamos sentirnos afortunados de poder ser nosotros mismos cuando hablamos con una persona, con Cindy nunca tuve que aparentar ser alguien que no soy y creo que esa fue una de las principales razones por las que me enamoré de ella, porque no me juzgaba y me hablaba sin filtro, tiene un problema para quedarse callada cuando la situación lo amerita, pero es parte de su personalidad, no me puedo quejar.

—Está oscureciendo.

—Que observadora ¿lo descubriste tú sola?

—Tenemos que irnos —su tono de voz seguía siendo tranquilo.

—Tienes toda la razón, te llevaré a casa para que sigas empacando y mañana hablamos con mis padres.

—Donovan.

—Cindy —enarqué una ceja.

—No podemos retrasar más tiempo esto, tenemos que decirles hoy mismo—asentí con la cabeza.

Vamos directo al matadero.

Ya era hora, dejé el dinero sobre la mesa y una vez más subimos al auto, detestaba que mi casa estuviera tan cerca de los lugares que solía frecuentar con mi novia porque en cuestión de minutos ya estábamos estacionados frente a ella.

Una casa de dos pisos, que lucía bastante amplia, el auto de mi padre estaba a un lado de la entrada principal, las luces seguían encendidas, por la ventana solo logré ver una silueta, supuse que se trataba de la de mi madre, por alguna extraña razón la oscuridad y el clima le daban un aspecto terrorífico a mi hogar cuando en realidad siempre ha sido todo lo contrario, un lugar tranquilo en donde se percibe ese ambiente familiar, lo observé con cuidado, el césped podado, los arbustos cortados a la misma medida, la carretera mojada aunque impecable, el color beige de la casa, las ventanas empañadas.

—Es hora, amor.

—¿Tienes pensado el nombre? —la pregunta la tomó por sorpresa.

—Ni siquiera sabemos si es niña o niño.

—Diego me gusta, si es niño claro.

—Dono...

—Y si es niña no sé, tú podrías elegir.

—Habrá tiempo para pensar en eso y de sobra créeme.

—Cindy.

—Si no es ahora, entonces ¿cuándo?

Ella se adelantó y bajó del carro, ladeó su cabeza para indicarme que hiciera lo mismo, no pude detenerla por más tiempo, ya estábamos frente a la puerta, le dije que había olvidado las llaves, mentí.

—Te amo —apreté con fuerza su mano—. Te amo ahora, te amaré mañana. No sé cómo vayan a tomarse la noticia, pero estaré contigo ¿de acuerdo?

—Y yo contigo. Estaremos bien

—Okey —creo que mi respiración había empezado a acelerarse.

—Donovan.

—¿Sí?

Se tomó un momento para sacar todo el aire de sus pulmones.

—También te amo, amor.

Ella tocó el timbre de la casa y la sonrisa de mi madre apareció detrás de la puerta, detestaría el momento en que desapareciera.

—¡Cindy, querida! Qué bueno verte, hija, pasen, pasen—abrió la puerta por completo —deben estarse muriendo de frío.

Seguro lo decía por mí, apenas salimos de la clínica le di a Cindy mi chamarra para que se la pusiera y, aunque se negó, terminó aceptándola de mala manera.

—¡Gregor! —llamó a mi padre—. Donovan vino con Cindy.

Papá salió de su estudio y nos saludó alegremente, como de costumbre.

—En realidad, Cindy no se quedará mucho tiempo, queremos hablar con ustedes de algo, es importante.

—¿De qué se trata, cariño? Sea lo que sea puede esperar —tomó el hombro de mi novia —preparé una comida deliciosa que Cindy tiene que probar.

Detuve a mi novia del brazo antes de que mamá la llevara a la cocina.

—En serio es importante, mamá.

Maldita sea mi suerte mi padre era un hombre que sabía leer bien a las personas, mis abuelos eran psicólogos de toda la vida, así que le enseñaron muchas cosas, apuesto a que el cerebro de mi padre trabaja a toda velocidad justo ahora tratando de unir las piezas, Cindy, yo, un tema importante, ambos estábamos nerviosos, no dudaba que ya lo supiera.

—Pero

—Déjalos, cariño, creo que tienen algo muy importante que decir —enfatizó, y tal y como pensé, su alegría se esfumó.

—Esto no es sencillo —comencé a hablar—. Y antes que nada quiero decirles que quiero hacer esto y que seremos completamente responsables por lo que ocurra porque

—¿Por qué ella no habla? —interrumpió. Cindy con trabajo podía mantenerle la mirada a mi padre—. Digo, es un problema de ambos, ya disté tu punto, hijo, ahora Cindy, por favor deléitanos con tu conclusión.

—Yo, bueno, es complicado, pero

—Solo dilo y ya —ordenó.

—Estoy embarazada.

De ahí en adelante todo fue impulsos y reacciones, mi madre la abofeteó, la alejé de ella y la guie detrás de mí, mi padre mantenía una expresión molesta... no, no era solo enojo, sino también decepción y claro que no se quedaría callado.

—Te lo hemos dado todo, Donovan ¡Todo! —gritó—. Que si el niño no quería esa escuela ahí estaban sus padres listos para cambiarlo de instituto, que si querías estudiar pintura, ahí estábamos comprándote los materiales, que ahora te crees el músico pues te compramos la maldita batería ¿así es como nos pagas todo el esfuerzo que te hemos dado? ¿Realmente crees que tú o que nosotros nos merecemos esto?

—¡Pues no es así! —intervino mi madre con un grito—. Ahora más vale que te hagas cargo, esto es porque tú —señaló a Cindy—, abriste las piernas como una

—¡Suficiente! —la detuve—. Por si no lo sabes esto fue cosa de ambos.

No era novedad para nadie que llevaba una vida sexual activa.

—Sí, del maldito de mi hijo que echó a perder todo su futuro por cinco minutos de placer, bravo, el logro del año, ni pienses que te apoyaremos, estás solo en esto.

—No puedes estar hablando en serio, papá.

Y esa frase fue la gota que derramó el vaso.

—Señor —se acercó Cindy—. Ambos estamos de acuerdo en que es lo que queremos.

—¡Cállate! —levantó la mano para golpearla y me puse en frente, recibí el impacto.

Cindy trató de alejar a mi padre, ya estaba en el suelo y él se había hincado para asegurarse de que recibiera mi merecido, mi madre la detuvo y empezó a reclamarle, insultándola y diciéndole que había arruinado mi vida, como si fuera su culpa.

Mi padre me estaba golpeando con fuerza sin dejar de decirme que era una basura, que había manchado el apellido Wilson y que estaba solo en esto, que era un idiota por haberme metido en este problema, la ira se había apoderado de él, sentía que cada golpe era más fuerte que el anterior, papá había perdido el control, intenté quitármelo de encima, pero parecía imposible, era mucho más fuerte que yo, sentía el sabor metálico de la sangre en mi boca, fue entonces cuando Cindy entre lágrimas y gritos le pidió que me dejará en paz, él me tomó de los hombros y me aventó, no midió su fuerza y mi cabeza golpeó la esquina de la mesa, todo fue borroso después.

2 días después.

«Estás solo»

Las palabras de mi padre resonaban en mi cabeza, abrí los ojos y había demasiada luz, me costó trabajo acoplarme a ella, momentos después pude detallar donde estaba: un hospital. En el momento en que intenté incorporarme una enfermera se acercó a ayudarme, mi madre se había levantado de inmediato apenas vio que me moví y mi padre seguía con la mirada en el suelo sentado frente a mí.

—Cariño, no sabes el gusto que me da verte —me abrazó e hice una mueca de dolor—. Lo siento, lo siento, sé que debe dolerte.

El doctor entró mientras revisaba algunos papeles, se detuvo a mi lado y me examinó.

—Hola, amigo soy el doctor Félix ¿cómo te sientes?

¿Qué cómo me siento? Es obvio que confundido. ¿Cómo carajos llegué al hospital? El doctor se acercó para revisarme.

—Recuerdas tu nombre ¿verdad?

—Donovan Wilson —tocó mi pómulo y me quejé al instante.

—Correcto, ¿sabes qué pasó?

Recuerdo los gritos.

La pelea.

Los golpes.

Los insultos

La sangre.

A Cindy llorando. Ay, no, Cindy.

—¿Dónde está ella?

Con esa pregunta obtuve la atención de mi padre y la confusión del doctor.

—Se fue.

—Necesito verla ¿Dónde está?

—Donovan, cariño —mamá intervino—. No tenemos idea de dónde está, la casa está vacía.

Ella no me había dicho a dónde se mudaría, esto era un problema, intenté levantarme, pero me mareé.

—Tranquilo, Donovan, podremos darte el alta en unas horas, solo tenemos que hacerte un estudio, será rápido lo prometo.

—¿Cuánto tiempo llevo aquí?

—Dos días —respondió con naturalidad—. Fue un golpe fuerte, nos preocupó el estado en el que llegaste, tenías sangre y cortadas en todo el rostro, ¿te metiste en alguna pelea?

—Sí.

—¿Con quién?

La mirada asesina de mi padre lo decía todo, no quería que hablara y para variar mi madre lo apoyó, ni siquiera me miró. Hay que permanecer con la fachada de la familia perfecta ¿cierto?

—Con algún idiota de eso estoy seguro —Félix entrecerró sus ojos—. No recuerdo a la persona.

—¿Tampoco recuerdas bajo qué circunstancias te encontrabas? Pelea por beber de más, algún amigo, o familiar tal vez.

—No, todo es borroso.

—Interesante —anotó algo en su tableta—. Señor y señora Wilson, necesitamos hacerle el estudio a su hijo, les pediré que por favor me esperen afuera, mientras más rápido terminemos más rápido saldrá Donovan de aquí.

—Está bien —respondió con voz temblorosa mi madre—. Manténganos informados, por favor.

—Claro —respondió el doctor sin mirarla.

Una enfermera los guio hasta la salida y cerraron la puerta. Empezaron con el estudio y me pusieron de pie sobre una tabla de metal, la verdad es que no conozco nada sobre términos médicos y mucho menos los actuales, solo sé que era de metal y estaba frío, al instante en que las enfermeras se apartaron la tabla comenzó a emitir una luz azul, un pequeño dron en forma de circulo salió de alguna parte y empezó a escanearme, la pantalla que estaba al lado de mí y donde el doctor estaba concentrado se llenó de información empezando con mi nombre, edad, tipo de sangre y de ahí se desplegó una lista que daba los detalles de los golpes que tenía.

El doctor se colocó su anillo que cubría dos dedos y logró ver un holograma —ese anillo era caro, pero valía la pena comprarlo —empezó a ver mi cerebro cerciorándose de que no hubiera algún daño, todo eso en cuestión de minutos y yo solo tuve que pararme sobre una tabla de metal.

Las enfermeras salieron y el doctor se quedó analizando la información.

—Todo está en orden, ya puedes bajar de ahí —obedecí—. De milagro no hubo daños graves en el cerebro.

—Eso es bueno —respondí sentándome de nuevo.

—Pero las heridas —fijó su atención en mí—, dijiste que habías estado en una pelea y es claro porque son heridas hecha con toda intención de lastimar, la persona que te hizo eso sabía bien lo que hacía.

¿Cómo le explico que papá perdió el control?

—Eso creo, como le dije, no recuerdo mucho.

—No hay nadie más, Donovan —no entendía a lo que se refería—. Si fue tu padre el que hizo esto hay personas que te pueden ayudar.

—No —interrumpí de inmediato —no fue él.

Claro que no me creyó.

—Podemos hacer algo para solucionar esto, es obvio que protección a menores no podrá interferir, pero que seas mayor de edad no significa que no puedas recibir ayuda.

Tuve la necesidad de ser honesto.

—Fue un accidente.

—Dudo mucho que lo haya sido.

—Perdió el control, le dije que mi novia estaba embarazada y usted sabe que los padres pueden ser un poco

—¿Tontos?

—Incomprensibles iba a decir. No lo culpo, soy joven para formar una familia y —el comentario pareció divertirle—. ¿Ocurre algo?

—Sí —trató de no reír—. Creí que por ser joven me dirías que el pensamiento de los adultos es bastante limitado ¿quién te dijo que eres joven para formar una familia?

—Tengo diecinueve.

—Y yo veintiocho y mi esposa está esperando un bebé, creo que estamos en la misma situación.

—Usted es casado, tiene un trabajo, por tanto, estabilidad económica, yo no estoy casado, no tengo empleo, mi novia ni siquiera ha terminado la carrera, por tanto, no hay estabilidad económica —puntualicé—. No creo que estemos en la misma situación, doc.

—Me casé cuando tenía tu edad, no tenía dinero, tampoco había terminado la carrera, pero la amaba, y la vida es tan corta como para estar esperado un momento perfecto ¿quieres algo? Ve por ello, y manda al diablo la opinión de los demás.

Me detuve a pensar por un momento en sus palabras.

—Bueno, creo que tiene razón.

—No dejes que te limiten por tu edad —suspiró—. Ahora, si no quieres ayuda lo entiendo, puedes cambiarte y vendré dentro de poco a darte el alta.

—Gracias, por la charla y el estudio.

—Es mi trabajo y, además —palmeó mi hombro—, me caen bien los jóvenes.

* * *

Lo único que me interesaba en esos momentos era encontrar a Cindy, no sabía qué había ocurrido durante los días que estuve en el hospital, tenía que decirle que estaba bien y que yo estaría a su lado ¿a dónde se había ido? ¿Por qué no podía encontrarla? Había hecho hasta lo imposible por contactarla, pero mis intentos fueron fallidos.

Habían pasado ya algunas semanas desde aquel incidente, el ambiente en casa se volvió tenso y está de más decir que vivía con una preocupación constante, tal vez perdió su teléfono, tal vez cambio de número. Eso último sonaba ilógico porque, aunque hubiera cambiado de número ella se sabía de memoria el mío, pudo haberme contactado, aunque puede que sus padres tampoco se hayan tomado bien la noticia y le hayan prohibido mantener contacto conmigo, ¡Con un carajo yo soy el padre del bebé! No podían botarme de la vida de mi novia así porque sí.

Estrés, dolor y miedo, en eso consistían todas mis semanas, había días en los que incluso lloraba porque temía que algo muy malo le hubiera pasado, si mis padres que eran los «comprensivos» me habían tratado como basura, no quería ni imaginar lo que le habrían hecho los suyos con quién llegaba tener discusiones fuertes.

No hubo forma de contactarla, ni por llamada, ni mensajes, no había nada en sus redes sociales, pregunté a sus amigos, a familiares y conocidos. Nada. Es como si hubiera desaparecido y eso estaba volviéndome loco, día tras día hacía el intento por llamarla, nunca contestó, mi atención había estado centrada en encontrarla, en saber qué había sucedido.

Dejé de tocar la batería durante los tres meses que intenté contactarla, no había querido retomar las clases ¿para qué? Si de todas formas no era algo a lo que quisiera dedicarme; mi humor había empeorado, no salía de mi habitación, con dificultad comía y durante todo ese tiempo la única interesada en mí había sido mi madre.

—¿Puedo pasar? —se recargó en el marco de la puerta.

—Creo que mi padre fue claro cuando dijo: No quiero que consueles al idiota que arruinó su futuro —cité sus palabras.

—Menos mal que él no está —hice un espacio en la cama para que pudiera sentarse.

De cualquier forma, no estaba haciendo nada interesante, solo contemplando mi techo, pensando dónde podría estar ella.

—Ya ha pasado tiempo, hijo.

—Espero que no sea otra conversación dónde me dices que superarla es lo mejor, de ser así, agradeceré que te ahorres todo el sermón, me lo sé de memoria.

—Hoy vengo decidida a cambiar un par de palabras —le sonreí de lado.

—No puedo creer que se haya ido, no me dijo adiós, no me dio explicación alguna, solo lo hizo, se fue y yo que estaba dispuesto a meterme al fuego para que esto funcionara.

—A veces las personas no aprecian el cariño que uno está dispuesto a darles, se aferran a que ellos solos pueden enfrentar el problema y se alejan del resto, dejándonos a nosotros con una sola pregunta en mente: ¿Qué hice mal?

—Creo que nunca había escuchado palabras más ciertas.

Era justo cómo me sentía.

—Ella no quiere ser encontrada, hijo, creo que sus acciones lo han dejado en claro, pero algún día conocerás a otra chica.

—No quiero conocer a nadie más.

—Eso dices ahora, pero cuando estés frente a ella, la mires a los ojos, sientas que la respiración te ha sido arrebatada, y sepas que en ese momento todo lo que quieres hacer es besarla, entonces sabrás que ya has dejado ir el pasado, porque querrás que alguien más sea parte de tu presente y tu futuro. El pasado no es más que recuerdos, momentos llenos de alegría, instantes de dolor, situaciones que te hicieron crecer y cosas que te hicieron sentir perdido, el cúmulo de todo te dio experiencia, piensa en eso —besó mi frente—. Te amo, hijo.

—Te amo, mamá.

No quería rendirme, aunque tal vez mamá tenía razón y era hora de aceptar que ella no quería ser encontrada, que no me quería siendo parte de su vida y que para bien o para mal, tal vez nunca me amo. No, pero qué estoy diciendo, yo la amo, no puedo simplemente aceptar que ella ya no está a mi lado, me negaba a hacerlo, cuando una persona ama con tanta fuerza el sentimiento nubla tu juicio.

Todo cambió el treinta y uno de diciembre de 2035, mis padres estaban preparando la cena que tendríamos y yo no tenía ánimo de nada, pero ese día me atreví a salir de casa, tan solo a dar un paseo por la calle y cuando regresé un hombre con shorts y camisa negra estaba a punto de tocar a mi puerta, su cabello rubio me recordó al de Cindy.

—¿Puedo ayudarte? —pregunté antes de que tocara la puerta.

—Busco a Donovan Wilson.

—Estás hablando con él.

—Entrega especial —se acercó a mí, pero no veía ningún paquete, así que sacó un sobre de su mochila —es para ti—. Dejó el sobre en mi mano y comenzó a alejarse para subirse a un auto.

Sus ojos eran azules, solo conocía ese tono de azul en una persona.

Miré el sobre y me quedé helado cuando vi el nombre de la persona que lo enviaba: Cindy.

Me giré de inmediato y me acerqué al auto, él debía ser algún familiar de Cindy, el auto se puso en marcha y por más que intenté correr con todas mis fuerzas no logré detenerlo, me senté en una de las bancas que había debajo de un árbol con la respiración agitada, era 2035 ¿quién seguía enviando cartas? Abrí el sobre para encontrarme con un pedazo de baqueta rota y la carta, la leí temiendo lo que pudiera encontrar.

No sé cómo empezar, sé que ahora mismo debes estar confundido, seguramente te preguntarás ¿por qué una carta? Bueno, enviarte un mensaje, llamarte o ir a verte significaría tener contacto de nuevo y en estos momentos es justo lo que no necesitamos. No tienes idea de cuan doloroso fue para mí irme sin dar explicación alguna, no te merecías eso, menos después de todo lo que has hecho por mí, sé bien que estabas dispuesto a luchar para que esto funcionara, pero necesito que entiendas que era por el bien de ambos, hice lo que hice con un propósito, egoísta quizá, pero era lo mejor; dentro de algunas horas iniciaremos un nuevo año y me he propuesto ser diferente, para serlo tengo que dejar atrás mi pasado y eso lamentablemente te incluye, antes de hacerlo quise decirte la verdad, darte al menos la oportunidad de que tú eligieras qué hacer, solo espero que no te alteres demasiado, bueno, aquí voy.

Respiré profundamente.

Meses atrás, me encontraba gritándole a Gregor que te soltara, que dejara de golpearte, había perdido el control y tu rostro tenía sangre por todas partes, cuando te quedaste en el suelo inconsciente llamé a una ambulancia, tu padre pensó que en realidad podrías estar... muerto, la idea nos asustó, apenas llegamos al hospital te llevaron a urgencias, horas más tarde nos dijeron que estarías bien, tu madre no me dirigía la palabra, decía que todo esto había sido mi culpa, en cambió la opinión de tu padre había sido diferente.

No me gusta para nada a donde quería llegar con todo esto.

Me dijo que te amaba demasiado, que aún tenías muchas cosas que hacer, metas que cumplir y recalcó que mi futuro era prometedor, que no teníamos que perder todo lo que habíamos construido por un desliz, te juro que al principio me negué, pero después de pensarlo tanto acepté. Es mi futuro Donovan, te dije que siempre me había hecho ilusión ser madre, pero no ahora, no a mis diecinueve años, no cuando ni siquiera me he sentido realizada y tal vez no debí tomar la salida fácil, pero lo hice. Tu padre me ofreció el dinero para el aborto, para que lo hiciera en un lugar seguro y no hubiera complicaciones, pero dejó en claro que no me quería en tu vida de nuevo y eso fue lo que más me dolió, tener que alejarme de ti.

Me pidió que no me comunicara contigo, que te dejara pensando que ya no sabrías nada de mí, pienso cumplir con mi palabra, pero quería que supieras la verdad, después de todo, somos jóvenes, tú te harás famoso y conocerás a otras chicas, yo conoceré a alguien más y así tendremos que vivir nuestra vida, una relación a distancia no hubiera funcionado, lamento que haya tenido que ser de esta manera, pero piénsalo, salvé el futuro de ambos.

Un día en el que estabas practicando una canción rompiste tu baqueta, me quedé con ambos pedazos, ahora quiero que tú tengas uno, para que recuerdes que, aunque todo parezca perdido, siempre tendrás la música. Espero que con suerte algún día puedas perdonarme, no olvides que te amé como jamás lo había hecho con nadie. Mucho éxito en la vida —Cindy.

Esto tenía que ser una jodida broma, no pude contenerme y me solté a llorar, mi novia, la chica con la que veía un futuro brillante acababa de decirme que había abortado a nuestro bebé solo porque era lo mejor. ¿Qué tan enferma debe estar cómo para hacer eso?

Sí, somos jóvenes, pero eso no cambia el hecho de que la amé con todas mis fuerzas.

Sí, teníamos un gran futuro y aun con complicaciones podíamos crear nuevos planes.

Sí, claro que una relación a distancia hubiera funcionado, me hubiera esforzado porque así fuera.

Sí, rompió mi corazón sin remordimiento alguno.

No, jamás me amó de verdad, de haberlo hecho, se habría quedado.

Me sentí como una basura después de haber leído eso, ¿qué había hecho mal? Me dolía, en definitiva, pero después de analizarlo mi dolor se transformó en enojo, enojo hacía mi padre, hacía ella y hacía mí mismo.

Volví a casa y al cerrar la puerta con fuerza mis papás salieron de la cocina, fue él quien se acercó primero.

—Donovan, que estás —el puñetazo que le solté lo había tomado por sorpresa.

Logré que tambaleara un poco sobre su lugar, mamá vio el sobre que sostenía con fuerza en mi mano, no dijo nada, supuso que ya lo sabía.

—Creo que ya te enteraste —habló limpiándose la sangre de la boca.

—¡¿Le pagaste para que se alejara de mí?!

—Te hice un favor.

—Y una mierda, era mi hijo ¡Mi hijo! ¿Tienes una maldita idea de lo que has hecho?

—Esa cosa ni siquiera estaba desarrollada, no había vida, hijo —me molestaba más la tranquilidad con la que hablaba

—¡Me importa un carajo lo que pienses! No quiero volver a verte, y a ti —señalé a mi madre—. ¿Cómo pudiste estar de acuerdo en esto? ¿Por eso era tanta tu insistencia en que la superara?

—Deja en paz a tu madre —espetó —. Te darás cuenta que el dinero compra a las personas con facilidad o que algunos pueden ser tan fáciles de manipular que lo único que pueden hacer es irse, se alejó porque te quería, porque le dije que no debía arruinar tu futuro de esta manera ¿y qué crees? Se marchó.

—Eres un

—Hasta donde sé, mucho remordimiento no debe tener, no ahora que su carrera está a salvo, ella se preocupó por su futuro e hizo lo correcto, algo que tú no habrías logrado, mírate, fingiendo que en realidad querías tener una familia feliz, dime ¿en serio querías eso? Arruinar tu vida y frustrar tu sueño de ser un estúpido músico. ¿Hubieras soportado no cumplir tu sueño por una cosa que ni siquiera tenía forma?

Di un paso adelante listo para golpearlo de nuevo, pero me detuve, se habían encargado de joder a esta familia y destruir la que aún no empezaba.

—Eso creí.

—Yo no arruiné mi vida.

—Ah ¿no?

—No —negué—. Ustedes se encargaron de hacerlo.

Fui a mi habitación, quizá eso los calmó un poco, no contaban con que minutos después saldría de ahí, había guardado en una mochila un par de prendas y todo el dinero que tenía ahorrado, tomé las llaves de mi auto, porque sí, yo lo compré y mi padre me detuvo del brazo, me liberé con brusquedad de su agarre.

—¿Esto es lo que piensas hacer? ¿Huir como un cobarde?

—Estoy lo suficientemente grande como para arreglármelas solo.

—Cariño, por favor.

—No —le indicó a mi madre que guardara silencio—. El niño cree que tocar la batería le será suficiente como para mantener una buena vida, que se pudra afuera entonces.

¿Cómo un padre podía hablarle así a su propio hijo?

—Pero si sales por esa puerta, no pongas un pie de nuevo aquí —suspiré.

Tenía que estar loco como para irme realmente.

—Bien, lo último que quiero es volver a esta casa.

Crucé la puerta y después puse el auto en marcha, lo primero que hice fue sacar todo el dinero de mis tarjetas antes de que mi padre decidiera bloquearlas, estaba decidido, hoy había cortado de tajo cualquier relación que tuviera con mi familia, me quedaría en casa de un amigo, seguro no tendría problema, vivía solo, en cuanto todo se calmara le pediría que fuera por mi batería, no la dejaría con ellos, ahora la música era todo lo que me quedaba.

Hover, Bridgen 23 de Julio de 2036

¿Qué si fue sencillo? No, no lo fue. Invertí parte de mi dinero en acciones y obtuve uno que otro trabajo ¿la música? Creí que podría aferrarme a eso, pero cada vez que intentaba tomar las baquetas y tocar algo en el apartamento, no lo sé, se sentía diferente, como si no pudiera hacerlo así que ahora lo único que podía hacer era obtener dinero con las inversiones y con los trabajos que conseguía, Carlos, mi amigo, me dejó vivir con él durante medio año y fue hasta hace un mes que pude conseguir un apartamento, además de una oferta de trabajo en Hover, acepté sin pensar.

Bridgen, la ciudad de la música, ahí nacían las grandes estrellas, irónico pensar que yo estaba en esta ciudad y que no estaba triunfando como quisiera como un baterista importante. No había mucho que hacer, dejé mi último trabajo porque estaba obteniendo dinero con mis inversiones, quería tener un tiempo para mí, lo necesitaba, incluso había estado pidiendo una especie de señal para saber qué hacer con mi vida, las señales nunca llegaron.

Sé que quizá quieres saber qué fue de mis relaciones, bueno, no arreglé nada con mi familia eso es seguro, nada de amor, últimamente lo veía como una debilidad, el mundo no se detiene por un corazón roto, amistades creo que solo cuento con Carlos, un amigo sincero ya es ganancia.

No se trata de cantidad sino de calidad.

Conduje sin rumbo fijo, había estado tan distraído que ni siquiera noté que ya me había quedado sin gasolina, el auto se detuvo frente a una escuela «Área de contadores» se leía en la entrada. Genial, lidiar con cerebritos no era lo mío, pero quizá ellos podrían ser mi salvación con suerte alguien me ayudaría con el auto, bajé y empecé a caminar entre los pasillos de la escuela, creo que ya no eran horarios de clase porque todo se veía vacío.

Fui al siguiente edificio, al parecer era de administración o algo por el estilo al entrar lo primero que llamó mi atención fue una puerta negra a un lado de las escaleras y de lo que probablemente era la recepción, caminé hacía ella y la abrí sin problema alguno, me sorprendí gratamente cuando vi una batería, dos guitarras y un micrófono en el suelo.

—¿Hola? —hablé esperando respuesta de alguien.

Nadie contestó, me aseguré de que no hubiera nadie más ahí y me senté en el banco de la batería, no sé cómo explicar lo que sucedió en ese momento, es como si el ambiente estuviera lleno de música y nada más que eso ¿me explico? Sabías que las personas que estuvieran aquí tenían que amar lo que hacían.

Empecé a tocar sin importarme quién me escuchara, me centré tanto en lo que hacía que cuando terminé de tocar y levanté la mirada había dos chicos frente a mí.

—No puede ser —habló uno de ellos, piel morena y cabello chino, era un poco más bajo que la persona que estaba a su lado.

—Eso ha sido increíble —habló el chico rubio.

—Tienes talento, amigo.

—Y pasión por lo que haces, es justamente lo que necesitamos en la banda y que coincidencia que nos hace falta un baterista.

Por la ropa que llevaban me di cuenta que debían ser estudiantes de aquí, ¿contadores siendo músicos?

—¿Estudian aquí? —pregunté

—Es por obligación —respondieron al mismo tiempo.

—¿Cómo te llamas? —preguntó el moreno.

—Soy Donovan.

—Jonathan un gusto.

—Adam Stone, de seguro has escuchado sobre mí.

—No me suena el nombre lo siento.

—¿Qué dices? —se llevó su mano a su pecho haciéndose el ofendido—. ¿No me conoces? —le restó importancia—. Descuida, tendremos tiempo para eso.

Y agradecí eternamente haberme encontrado con ellos, en especial con Adam, no dejó de joderme hasta convencerme de que debía hacer lo que me apasionaba, compartimos experiencias, ideas de canciones y desde ese momento, esta banda se había convertido en mi familia.

Hover, Bridgen, mayo, 2038. Actualmente

—¿Tocas entonces todos los instrumentos de la banda? —asintió.

—Eso creo, supongo que cuando no te importa mucho la escuela y cuando mami y papi no están en casa tienes tiempo de sobra, aprendí a tocarlos, aunque siempre supe que mi pasión estaba en la guitarra, por algo soy el guitarrista ¿No crees?

Mamá y papá, olvidaba que no era el único con problemas familiares, hasta donde sé la más decente era Chloe y solo vivía con su papá, bueno, hasta antes de mudarse a Bridgen.

—Perdón, no sé porque reaccioné así.

—Todo olvidado —golpeó un poco mi hombro.

Chloe entró un tanto nerviosa y se dirigió a mí susurrando "Ya nos trajeron el regalo" observé que Trevor se tensó un poco.

—Se cancela nuestra celebración, lo siento, tengo cosas que hacer.

—¿Qué cosas? —enarqué una ceja.

—Cosas, nada que sea de su incumbencia

Jonathan y Adam intercambiaron miradas.

—Te llevaré —se ofreció mientras se colocaba su chaqueta.

—Descuida, Trevor, no tienes que hacerlo —tomó mi mano—. Donovan me llevará.

Fuimos directamente a su apartamento, en la puerta nos encontramos con un señor, él traía el paquete.

—Hola, creo que tiene algo para mí —se acercó Chloe con esa alegría que tanto la caracterizaba.

—¿Chloe Moreno?

—Esa sería yo —le entregó la pequeña caja.

—Seguro que al chico le gustara, al menos a mi hijo le hubiera gustado —agregó entre risas, pero su sonrisa se esfumó.

—¿Su hijo no está aquí? —me atreví a preguntar al notar que había dejado de reír.

—No, él está en otra ciudad en Forest —no terminó la frase—. Hace tiempo que no, eh, no lo veo.

—Ojalá pueda hacerlo pronto Señor —esperé su respuesta.

—Thompson. Espero que disfrute su compra señorita, Moreno.

Se alejó de nosotros y entramos a la casa, está de más decir que Chloe se emocionó demasiado al ver que el reloj que había mandado a hacer a la medida de Trevor estaba perfecto. ¿Qué tenía que ver yo en todo eso? De alguna rara forma descubrió que mi mano y la Trevor eran parecidas, así que tomó mis medidas para el regalo.

—¡Está perfecto tienes que probártelo!

No esperó ni dos segundos cuando ya lo estaba colocando en mi muñeca, lo observó un momento como si estuviera viendo algo perfecto.

—Va a flipar cuando lo vea, está muy guay.

Amaba su acento español, no sé cómo el idiota de Charlie le dijo tantas veces que era horrible.

—En serio te gusta ¿eh?

—Eso creo —no dejaba de sonreír.

No sé en qué momento se acercó para abrazarme, un abrazo cálido, reconfortante, como si eso hubiera sido lo que estaba esperando para que mi ánimo mejorara el día de hoy, hacía tiempo que no me sentía tan bien con una persona, Chloe lograba sacar lo mejor de mí, cuando se apartó y colocó sus manos en mis hombros solo pude notar el brillo en sus ojos.

—Gracias por la ayuda, significa mucho para mí —su tono de voz se había suavizado.

—Chloe.

—¿Sí?

Recordé las palabras de mamá.

«—... pero algún día conocerás a otra chica.

—No quiero conocer a nadie más.

—Eso dices ahora, pero cuando estés frente a ella, la mires a los ojos, sientas que la respiración te ha sido arrebatada, y sepas que en ese momento todo lo que quieres hacer es besarla, entonces sabrás que ya has dejado ir el pasado».

Hoy estoy dejando atrás mi pasado.

Estaba mal, sé que lo estaba, pero últimamente sentía que las cosas volvían a ser duras, había momentos en donde tenía ganas de mandar todo al carajo y ahí estaba ella sonriéndome y diciéndome que confiaba en mí, es por eso que sin pensarlo mucho me acerqué a ella y la besé.

Mi corazón estaba a nada de salirse de mi pecho y estaba aún más sorprendido porque ella no me había alejado, no era consciente de lo que hacía, solo sé que quería sentir algo bueno, alejar los pensamientos de mi familia, de Cindy, pero no todo lo bueno es para siempre. Se apartó de mí con su pecho subiendo y bajando.

—Creo que tienes que irte.

—Chloe yo —intenté formular una oración, pero mi cerebro estaba en blanco.

—Sin explicaciones, solo, te veré mañana.

—Cuídate.

Salí del apartamento sin saber cómo sentirme exactamente.

Al día siguiente las cosas entre nosotros estaban tensas, no me hablaba más que para decir «hola» y «adiós» fuimos a comprar los instrumentos como habíamos acordado, no podía dejar de ver como Adam y Juliette bromeaban entre ellos, se molestaban, reían y de vez en cuando uno de los dos se acercaba para besar al otro, me preguntaba si algún día podría tener algo real como lo de ellos, creo que está más que claro que Cindy no sentía mucho por mí.

El día transcurrió normal, no pude acercarme mucho a Chloe porque se alejaba de mí, los chicos notaban que algo pasaba, pero no hicieron preguntas, cuando finalmente llegó la noche lo único que pude hacer fue tocar por horas en la batería, ya estaba cansado, mis brazos dolían al igual que mis muñecas, había roto ya dos baquetas en menos de tres horas, pero fue el cúmulo de todas mis emociones los que me hicieron darme cuenta de que aquello último que toqué no sonaba tan mal, comencé a grabarme para no olvidar el ritmo, había creado algo bueno.

La mejor parte de que Adam fuera el líder es que aún con el gran ego que se cargaba siempre había tomado en cuenta la opinión de cada uno de nosotros, no actuaba como otros idiotas y engreídos, su pasión era la música, había nacido para eso lo supe desde el momento en que lo conocí, así que no tendría inconveniente cuando le dijera que tenía una idea para una nueva canción. 


Siempre he pensao que es triste que los padres muchas veces no apoyen a sus hijos para que sigan sus sueños y peor aún, que tomen decisiones por ellos.

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