Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

̶E̶P̶Í̶L̶O̶G̶O̶


Minseok suspiró mientras miraba la lluvia a través de la ventanilla del auto. A veces llegaba a preguntarse si Jongdae no habría sido más que un producto de su imaginación. A veces le parecía tan increíble que todo aquello en realidad hubiera ocurrido.

Cuando llegó a su destino pagó al conductor y bajó del auto. Abrió su paraguas y extendió su mano libre hacia la lluvia. Le encantaría dejar que esta lo empapara de la cabeza a los pies, pero luego nadie querría llevarlo de vuelta a casa, los zapatos tardarían días en secarse y podría adquirir un resfriado y definitivamente no podía faltar a su trabajo o lo reemplazarían en un abrir y cerrar de ojos. Hizo un gesto de inconformidad a la rigidez de la adultez y caminó hacia el edificio de techo abovedado frente a él.

Negándose a que aquella historia fuera producto de su imaginación, Minseok había adquirido la costumbre de visitar ese lugar en su ciudad. Tenía el presentimiento de que allí encontraría las pruebas que necesitaba.

Compró su boleto y la chica tras el mostrador le ofreció una sonrisa.

—La última visita guiada empezó hace poco, aún puedes incorporarte si lo deseas.

—Está bien, conozco el lugar.

Saludó a Mark, el chico de la limpieza y este correspondió con una gran sonrisa antes de continuar puliendo el piso en el vestíbulo.

Deambuló por el lugar, releyendo las placas con información y deteniéndose a observar las fotografías y representaciones de astros, hasta que alguien le habló.

—El planetario está por cerrarse para su última función, ¿no vienes?

Minseok se giró y se encontró con la mirada del hombre que guiaba al pequeño grupo de personas. Se preguntó en dónde estaría Junmyeon, el estudiante de astronomía que hasta hacía dos semanas se encargaba de guiar a los visitantes.

Asintió no queriendo mostrarse maleducado y siguió al grupo. Tomó asiento en la última fila, un poco alejado de los turistas entusiastas. Se recostó y observó las imágenes que se proyectaban sobre su cabeza, mientras escuchaba al nuevo guía dar su discurso con mucha más emoción de lo que Junmyeon lo hizo en su mejor día. Esta persona hablaba acerca de las estrellas con tanta pasión que de pronto Minseok se encontró sumergido en la historia como nunca antes. La leyenda de Andrómeda y Perseo nunca le había parecido tan romántica como en ese momento.

Cuando las luces se encendieron, Minseok tardó un momento más de lo usual en levantarse de su asiento, se rezagó tanto que de pronto solo quedaba él en la sala. Se levantó rápidamente al percatarse de ello y le ofreció una disculpa al guía que no parecía en absoluto molesto por su tardanza, a pesar de que seguro se encontraba ansioso por terminar con su jornada laboral.

—Pensé que te habías quedado dormido —el nuevo dijo sonando tranquilo.

Las mejillas de Minseok se colorearon por la vergüenza y el sujeto sonrió. De pronto, su rostro y su sonrisa se le hicieron familiares.

—Muchas personas se duermen, no te preocupes —el desconocido le dijo casi con dulzura.

—Lo sé... ¿eres nuevo aquí? Vengo con frecuencia y Nunca te había visto.

El hombre asintió.

—Empecé este lunes —dijo—. ¿Puedo preguntar por qué visitas este lugar con tanta frecuencia? ¿Eres algún fanático de las estrellas o...?

Minseok sonrió con nostalgia.

—Siento que... no puedo solo... dejarlo ir.

El nuevo guía frunció el ceño.

—¿Estás hablando de alguien?

Minseok suspiró.

—Olvídalo.

—De acuerdo.

Ambos caminaron hacia la salida y Minseok tuvo la impresión de estar siendo grosero.

—Me llamo Minseok —dijo, para compensarlo.

—Lo sé —el otro respondió suavemente.

Minseok lo miró con confusión.

—¿Cómo...?

El nuevo guía sonrió con incomodidad.

—Todos aquí te conocen. Cuando llegué me dijeron que pronto conocería a un tal Minseok, un chico lindo que parece buscar a alguien entre las estrellas.

Minseok apretó los labios, sin tener idea de cómo responder a aquello. Sus mejillas ardían y no estaba seguro de la razón.

—Si me preguntas, yo creo que la razón por la que aún no has podido encontrar a esa persona es porque tal vez esa persona aún no ha encontrado la forma de llegar a las estrellas.

Minseok lo miró de nuevo. Una chispa, algo diminuto, pero en extremo cálido, se encendió en lo más profundo de su corazón. Pero no podía ser...

—Eso de convertirse en astronauta es un sueño demasiado ambicioso, en realidad es mucho más difícil de lo que parece.

Minseok se detuvo y el otro lo imitó. Buscó el gafete en su pecho, en donde debería estar su nombre, pero no tenía uno.

—No me dijiste tu nombre.

—Jongdae —el guía dijo, mirándolo a los ojos—. Kim Jongdae.

—¿Siempre has llevado ese apellido?

Jongdae negó con un dejo de tristeza.

—Me lo regalaron mis padres adoptivos poco antes de cumplir dieciocho.

—¿Qué hay de ese color de ojos? —Minseok preguntó, dándole una mirada escrutadora a sus ojos oscuros—. ¿Siempre han sido así?

Jongdae sonrió.

—Existen unas pequeñas maravillas llamadas lentes de contacto, pero deben ser lo suficientemente oscuros como para cubrir el color original.

Minseok lo miró con ilusión.

—¿De verdad eres tú? —susurró con los labios temblorosos.

Jongdae se acercó un poco, alzó las manos y acunó su rostro. Limpió las lágrimas que corrían por las mejillas de Minseok y sus ojos se humedecieron también.

—Vamos a un lugar más privado.

Minseok asintió y se abrazó a su cintura. Jongdae correspondió al abrazo, con su cuerpo entero temblando, y le besó el cabello.


🧪


Minseok no parecía ser capaz de dejar de llorar. Jongdae le pasó otra toalla desechable y guardó silencio, esforzándose por no llorar.

—Pensé que podría llevarte a un café, pero tal vez no sea la mejor idea. ¿Quieres venir a mi casa?

Minseok asintió sin mirarlo.

—Perdóname, es solo que ha pasado tanto tiempo y yo temí que...

—Está bien, no tienes que disculparte —Jongdae aseguró y se inclinó sobre él para colocarle el cinturón de seguridad.

Minseok le dio una mirada anhelante.

Jongdae condujo en silencio, aún sin poder creer que después de siete años Minseok siguiera pensando en él. No podía dejar de darle miradas, no había cambiado casi nada en todo ese tiempo, su cabello estaba un poco más largo, pero seguía igual de hermoso como la última vez que lo vio.

Se sentía tan feliz de haberlo encontrado. Solo esperaba que fuera soltero.

—¿Y vives en esta ciudad? —preguntó suavemente.

Minseok asintió.

—Alquilo un departamento en el centro.

Jongdae asintió, aquello aún no respondía a sus verdaderas dudas.

—¿Vives solo?

Minseok asintió distraídamente.

De acuerdo, no estaba acompañado, ni casado. Sonrió sin poder evitarlo.


🧪


Minseok dejó el paraguas en la entrada y puso un pie dentro del departamento de Jongdae con una mezcla de temor y alegría. Su aspecto había cambiado mucho en los últimos años, pero esperaba que en el interior, siguiera siendo el mismo.

Jongdae lo llevó hasta un sofá en la sala y se sentó a su lado.

—Sé que tienes muchas preguntas.

—¿Por qué no regresaste? —Minseok preguntó de inmediato, sin poder ocultar el reproche en su voz—. Te busqué, te esperé... llegué a creer que habías muerto.

Minseok empezó a llorar de nuevo. Con un gesto lleno de culpabilidad, Jongdae le ofreció otro pañuelo. Por suerte, había considerado sensato bajarlos del auto.

—Hui cuando ese hombre dijo que yo había asesinado a la abuela, él parecía decidido a ir tras de mí. Me adentré en el pantano y me perdí. Pasé la noche ahí, rodeado de depredadores. Creí que moriría, pero al día siguiente, mientras deambulaba sin rumbo, unas personas me encontraron. Estaban muy sorprendidos, pero nunca intentaron atacarme. Ellos me trajeron a la ciudad.

—¿Por qué no les pediste que te llevaran al pueblo?

—Temía que tú también creyeras que yo era un monstruo.

—Por supuesto que yo jamás creí que tú hubieras lastimado a la señora Chen.

—Pero sí lo hice.

Minseok negó.

—Debió ser un accidente. Lo que haya sucedido, no fue culpa tuya. El forense dijo que su cáncer estaba en etapa terminal, fue eso lo que la mató —Minseok aseguró.

Jongdae lo miró luciendo perdido.

—Ella dijo algunas cosas y yo creí que tenía razón, me avergonzaba ser lo que era y temía que todos me dieran la espalda.

—¿Y cómo...? —Minseok empezó pero se interrumpió—. Luces muy diferente ahora.

—Las personas que me encontraron eran una pareja de esposos, ellos me adoptaron, y como tú habías planeado, buscaron ayuda y la encontraron. Muchos médicos me examinaron, dijeron que no podían revertir lo que ya estaba hecho, pero que intentarían volverme lo más normal posible. Me hicieron algunas... muchas cirugías y aquí estoy.

Minseok le dio una mirada llena de pena y curiosidad.

—Hicieron lo que pudieron, pero algunas cosas siguen ocultas bajo la ropa —Jongdae aclaró—. Espera, deja que me quite...

Jongdae sacó un pequeño estuche que llevaba en sus pantalones y se quitó los lentes de contacto para guardarlos ahí. Parpadeó repetidas veces y luego fijó su mirada en Minseok, quien sonrió al encontrarse de nuevo con aquella mirada desigual.

—Te ves mejor así —Minseok dijo, tomándole el rostro con ambas manos.

—¿Tú crees? —Jongdae murmuró con timidez.

Minseok asintió convencido de ello y le acarició las mejillas.

—Las escamas ya no están —murmuró.

—Solo las del rostro y los antebrazos —Jongdae aclaró y empezó a soltar los botones de su camisa.

Minseok observó las manchas en su pecho desnudo y frunció el entrecejo.

—Hay más de las que recordaba —dijo, llevando sus dedos a la piel cubierta por escamas para acariciarla lentamente.

Jongdae se estremeció visiblemente.

—Se multiplican con el paso del tiempo —explicó y torció el gesto—. La cola también... vuelve a crecer.

Minseok alzó las cejas sorprendido.

—¿En serio? Cortarla debió ser doloroso.

—Un poco, pero sin ella y sin los escudos, mi postura mejora.

—¿Los escudos también se fueron? —Minseok preguntó sorprendido. Siempre había tenido la impresión de que aquellos formaban parte de su columna vertebral.

—Sí, esos fueron los más difíciles de extraer —Jongdae explicó angustiado—. También dejaron algunas cicatrices que...

—¿Puedo ver?

Jongdae asintió tímidamente y se giró en el sofá para darle la espalda. De pronto se sintió como un adolescente otra vez.

Las escamas habían tomado más terreno en su espalda también, pintándola con distintos tonos de verde. Al centro de su espalda, cinco cicatrices semicirculares descendían sobre la espina dorsal.

Impulsivamente, Minseok le rodeó la cintura con los brazos y se pegó a su espalda.

—Quisiera haber estado ahí, cuidándote y apoyándote mientras pasabas por todo esto —dijo, sin poder evitar que las lágrimas empezaran a desbordarse de sus ojos una vez más.

Jongdae le apartó las manos para deshacer su abrazo y se puso de pie. Tomó sus manos de nuevo y tiró de él para envolverlo en un abrazo muy apretado.

—Yo también deseé que estuvieras ahí —susurró.

Había fantaseado con su compañía en innumerables ocasiones. Había anhelado sentir su calor, que ahora se le metía bajo la piel.

—Jongdae... —Minseok murmuró, aferrándose a él con la misma fuerza.

Compartieron ese abrazo por largo rato, como si temieran perderse el uno al otro de nuevo. Con el paso de los minutos, las lágrimas remitieron y el consuelo llenó sus corazones.

Jongdae retrocedió un poco, sin soltarlo, para poder mirarlo.

—Hoy, cuando te vi en el museo, tan hermoso y solitario, todo lo que quería era que me miraras. No sabía si ibas a lograr reconocerme, pero esperaba que el nuevo yo te gustara.

Un adorable sonrojo trepó por el rostro de Minseok.

—El nuevo tú es... bastante atractivo —murmuró con las mejillas encendidas—, pero definitivamente me gustas más así, sin ocultar cómo eres en realidad.

Jongdae sintió la calidez de sus palabras apoderándose de su pecho. Aunque tenía dudas, no podía esperar más. Se inclinó sobre él, negándose a posponer sus deseos por más tiempo, y juntó sus labios de la misma forma torpe en que lo hicieron la primera vez, hacía ya tanto tiempo.

La sensación fue incluso mejor. La calidez y suavidad de sus labios, su aliento y su cercanía lograron que una corriente despertara en la boca de su estómago y estallara en lo alto de su pecho, como fuegos artificiales. Las manos de Minseok se aferraron a su espalda y acercaron sus cuerpos todavía un poco más. Jongdae podía sentir el palpitar de su corazón, tan fuerte y acelerado como el suyo. Separó sus labios un poco más y profundizó el beso. Minseok hizo lo mismo y sus lenguas se rozaron ligeramente, casi con timidez. Los brazos de Minseok lo apretaron con más fuerza, como si temiera que fuera a desvanecerse, su boca se abrió más y sus alientos se mezclaron. Sus lenguas se deslizaron una sobre otra con plena confianza y una corriente eléctrica navegó por todo su cuerpo. Jongdae estrechó los brazos alrededor de su cuerpo y reclamó sus labios como tanto había deseado hacer, pero tenía algo importante que decir, así que interrumpió el beso de pronto, emitiendo un húmedo chasquido.

—Quédate esta noche —le pidió al oído con la respiración agitada.

Realmente quiso pedirle que se quedara para siempre, pero no sabía cómo funcionaba la vida de este Minseok adulto. No sabía si los sentimientos seguían ahí, intactos como los suyos, pero esperaba, con todo su corazón que así fuera.

Minseok se alejó un poco para mirarlo a los ojos. Finalmente asintió y cruzó los brazos sobre su nuca. Lo atrajo y volvió a besarlo con desbordante deseo. Después de unos minutos, sus besos descendieron hacia el cuello de Jongdae.

Jongdae se estremeció, exhaló pesadamente y lo apretó más contra su cuerpo. Minseok sintió su excitación y le alegró saber que no era solo su cuerpo el que se había vuelto loco con su cercanía. Continuó besando y mordiendo suavemente sus hombros hasta que Jongdae gruñó y le tomó el rostro, deteniendo sus besos.

—Vamos a mi habitación.

Minseok asintió de inmediato y se colgó de su cuello para besarlo una vez más. Impaciente por consumar sus deseos, Jongdae le tomó las piernas y lo alzó sobre su cuerpo. Minseok se aferró a sus brazos y sonrió de costado.

—Qué fuerte eres —comentó acariciándole los brazos. Jongdae no parecía tener problemas con cargarlo.

Jongdae sonrió. Puso un corto beso en sus brazos y lo llevó a su habitación. Lo depositó en el suelo junto a la cama y ambos compartieron una mirada cargada de deseo.

—No esperes que sea un experto en esto —Jongdae advirtió.

Minseok sonrió con calidez y le besó una mejilla.

—No necesito que lo seas —le dijo al oído—, solo necesito que seas tú.

Jongdae también le beso una mejilla y luego se atrevió a hacer un camino de besos por su mandíbula hasta su cuello.

Minseok suspiró y se aferró a su espalda.

—Desnúdame —le suplicó.

Jongdae asintió. Sus dedos temblaban, pero logró sacarle el suéter de encima y después la camiseta interior. Se detuvo un momento para mirarlo y acariciar su pecho como había fantaseado tantas veces. Se inclinó sobre él y puso un beso sobre uno de sus hombros. Deslizó su lengua por la piel y de pronto tuvo a Minseok haciendo lo mismo sobre su cuerpo.

Minseok soltó los pantalones de Jongdae y le bajó el cierre. Introdujo una mano y lo sintió temblar. Acarició su longitud y tragó. Su viejo amigo estaba muy bien dotado. Su imaginación empezó una lista de todo lo que podrían hacer juntos en la intimidad. Demonios, había pasado mucho tiempo sin sexo y ahora estaba caliente como nunca. Se sacó los zapatos y soltó sus propios pantalones para deshacerse de ellos de un tirón.

Jongdae lo observó boquiabierto. Minseok le rodeó el cuello con sus brazos y pegó sus cuerpos. Las manos de Jongdae temblaban cuando le tomó las caderas desnudas.

—Deja de reprimirte —Minseok le dijo sosteniendo su hambrienta mirada—. La cola y las escamas son la parte visible de lo que eres, pero debe haber algo más en ti.

Jongdae lo miró, preguntándose cómo y cuándo habría llegado a deducir aquello.

—Tal vez nadie quiera estar en tu camino cuando tus impulsos más bajos se apoderen de ti, pero yo sí, yo quiero estar ahí cuando seas realmente tú.

Jongdae lo miró fijamente, su cuerpo entero ardía en deseo. Terminó de desnudarse y lo empujó hacia la cama con suavidad. Se posicionó sobre él y saqueó su boca con un beso demandante. Minseok supo seguirle el ritmo mientras se aferraba a él con brazos y piernas. Carajo, Jongdae se sentía tan cerca de un límite al que jamás se había acercado. Deslizó sus manos por las piernas de Minseok y sintió su cuerpo vibrar. La punta de su miembro estaba rozando un lugar muy íntimo y de pronto las ganas empezaron a quemar.

Minseok sintió la hombría de Jongdae sobre su entrada y sonrió.

—Espera —le pidió. Se llevó tres dedos a la boca y empezó a chuparlos. Si permitía que lo penetrara sin preparación, iba a romperlo.

Jongdae lo miró con los ojos redondos.

—¿Qué...?

—Voy a abrirte camino —murmuró, introduciendo uno de sus dedos humedecidos lentamente.

Pronto introdujo también el segundo dedo y poco tiempo después el tercero. Siendo observado por Jongdae todo el tiempo. En ese momento agradeció haber comprado aquel consolador que con frecuencia lo acompañaba durante sus noches solitarias, de no haber estado usándolo la noche anterior, habría tardado más en abrirse para Jongdae y en ese momento estaba realmente impaciente.

Retiró sus dedos y se giró para pegar su pecho al colchón. Alzó su trasero y observó a Jongdae.

—Estoy listo —murmuró.

Jongdae asintió. Tenía las pupilas muy dilatadas y su respiración se había vuelto pesada. No tardó en posicionarse tras él para penetrarlo por fin.

Minseok contuvo el aliento al sentir cómo era llenado. Se empujó lentamente hacia Jongdae, quien instintivamente le rodeó la cintura con sus brazos y se echó sobre su cuerpo. Minseok sintió la fuerza de su pecho sobre la espalda y su respiración muy cerca del oído.

—Muévete —Minseok suplicó—. Sigue tu instinto, no tienes que ser amable.

Obediente como él era, Jongdae se dejó llevar por el calor de su cuerpo. Se empujó con fuerza hacia Minseok y continuó haciéndolo, mientras esparcía besos sobre sus hombros y mejillas.

Escuchaba sus murmullos, que le aseguraban que estaba disfrutándolo tanto como él y continuó embistiendo incansablemente una y otra vez, descubriendo el enloquecedor placer del sexo que había estado perdiéndose todos esos años.

Estaban haciendo mucho ruido, pero no importaba porque esta vez no estaban ocultándose de nadie, eran dos adultos libres que podían ir tan lejos como quisieran. Gruñó satisfecho y rozó su mejilla contra la de Minseok.

—Date vuelta —le pidió.

Minseok obedeció de inmediato. Se giró para acostarse en la cama y separó sus piernas para darle cabida entre ellas.

Jongdae volvió a penetrarlo de golpe y Minseok arqueó la espalda soltando una lujuriosa exclamación. Jongdae aprovechó aquel movimiento para rodearle la cintura de nuevo. Lo separó del colchón y lo atrajo hacia su cuerpo para sentarlo sobre su regazo. Por un instante se preguntó si Minseok era mucho menos pesado de lo que debería ser, realmente no le costaba trabajo sostenerlo.

—Esto se siente muy bien —comentó, inclinándose para besarle la base del cuello.

—Sí —Minseok murmuró sin aliento sosteniéndose de sus hombros para ayudarse a rebotar sobre él—. La tienes tan grande, me encanta.

Jongdae sonrió. Antes no hubo oportunidad para conocer esta faceta de Minseok, pero estaba maravillado con ella.

Le ayudó a moverse y se percató del miembro duro de Minseok atrapado entre sus cuerpos. Qué excitante era todo, sus jadeos, sus gemidos, el color de su piel como de porcelana, su cabello húmedo, el sudor que bajaba por sus sienes...

Lo depositó en el colchón y tiró de sus piernas para acomodarlas mejor. Minseok le dio una mirada expectante, Jongdae deseó saber qué pasaba por su cabeza. Volvió a penetrarlo sin apartar la mirada de sus preciosos ojos casi felinos. Minseok sonrió cuando estuvo lleno de nuevo y Jongdae se echó sobre él para besarle los labios.

—No te contengas —Minseok le pidió, rozando sus labios al hablarle—. Déjate llevar.

Jongdae lo miró, empezando a comprender de qué hablaba.

—Sigue gimiendo y lo haré —le dijo en un ronco susurro y mordió su cuello.

Minseok gimió fuerte en respuesta y Jongdae sintió un escalofrío recorriéndole la espina dorsal.

—Sí, así —lo animó—. Más fuerte —ordenó y lo mordió de nuevo.

—¡Ah! ¡Sí! —Minseok gritó.

Jongdae se empujó de nuevo contra su cuerpo, siguiendo su instinto. La intensidad se disparó. Su corazón latió más fuerte, más vivo que nunca. Podía escuchar el acelerado latir de Minseok también. Observó sus labios rosados, que esa noche le habían regalado los besos más ardientes de su vida, quería morderlos. Su delicioso aliento se desbordó de ellos y Jongdae se lo bebió como un adicto.

Minseok no dejaba de gemir, Jongdae no paraba sus embestidas.

Observó sus hombros, su cuello, su pecho y su palpitante erección atrapada entre sus cuerpos. Carajo. Se sentía tan fascinado con la vista. Con la fricción entre sus pieles, con el sonido de la humedad. Se aferró a las sábanas, sus brazos estaban tan tensos, era consciente de su fuerza, y a la vez de su debilidad. De su voluntad arrastrada por el deseo, por esas ganas de alcanzar eso que había al final.

Minseok gimió, pronunciando su nombre de la forma más sensual que hubiera hecho jamás. Lo observó mientras apretaba sus ojos y su boca se deformaba en una exclamación. Sintió su semen caliente esparciéndose entre sus cuerpos y algo nuevo surgió desde lo más profundo de su ser. Fue como si todas las corrientes que Minseok le hubiera provocado alguna vez hubieran decidido juntarse en su bajo vientre y estallar simultáneamente. Un gruñido extraño y poco humano brotó de su garganta mientras daba las últimas embestidas contra la estrechez de Minseok. Dejó de pensar, solo sabía que jamás había sentido algo tan bueno y quiso más, mucho más.

Sin embargo, luego de aquel pensamiento, el placer empezó a desvanecerse, dejando en su lugar solo un adormecedor letargo. Un par de brazos lo atrajeron hacia el lugar más perfectamente cálido sobre la faz de la tierra y él suspiro. Cuando volvió en sí estaba recostado sobre el pecho de Minseok, intentando recuperar el aliento.

Minseok sonreía como si fuera la persona más feliz del mundo y eso lo hizo sentirse completo.

—¿Cómo te sientes? —Minseok preguntó con su dulce voz. Le regaló una cariñosa mirada y continuó acariciándole la espalda.

—Diferente —Jongdae murmuró, percatándose de ello.

Minseok sonrió con calidez. ¿Por qué emitía tanta calidez? Jongdae observó los desordenados mechones de cabello húmedo sobre su frente, sus redondas y sonrosadas mejillas y sus ojos marrones. ¿Existía alguien más bello que él? Realmente lo dudaba.

Alzó una mano para acariciarle el rostro, pero se paralizó al notar que lo que acariciaba a Minseok era una garra. Intentó levantarse, pero Minseok lo retuvo con sus extremidades.

—Sí, estás un poco diferente —murmuró maravillado y le acarició los labios con su índice—. Y me encanta.

Jongdae suspiró rendido y asintió. Minseok lo atrajo para besar sus labios y no dudó en entregarse a sus eróticos roces.

Ya pensaría después qué carajos iba a hacer con los nuevos escudos, la cola, las garras, las escamas y todo aquello que había brotado durante su primer orgasmo. De momento, le parecía más importante ir tras el segundo.



FIN.


🧪

Gracias por haberle dado una oportunidad a esta pequeña historia. También gracias a @LuuMotherFuckers por invitarme a su fest, de no haber sido por ella, posiblemente esta historia habría permanecido en mis borradores por más años.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro