𝐭𝐰𝐞𝐧𝐭𝐲 𝐭𝐰𝐨
"La verdad duele"
El interior de la casa de Berenice Babbling era —sin otra palabra que sostuviese la misma esencia de la realidad— peculiar. Si alguna vez había sido una casa completamente normal de una señora mayor, efectivamente ya no lo era.
El lugar era un desastre. El suelo se encontraba acaparado de pinturas y hojas de diario —que habían fallado en su tarea de cubrir la madera—, también habían varios objetos desparramados; como almohadas, libros, pergaminos, plumas de gallina... como dicho antes, era un desastre. Por otra parte, había un aroma bastante fuerte a quemado, sahumerio y a pintura fresca, que hacía que el estómago de Ana se sintiese nauseabundo. Era como si un huracán hubiese pasado limpiamente por aquel hogar.
El tapizado de papel que decoraba las paredes se encontraba sofocado por diferentes planos extraños que iban de dibujos de las diferentes fases de la luna con algunas anotaciones de vez en cuando, hasta dibujos de criaturas espantosas. Eran los gráficos más tenebrosos que Ana había visto y le hacían recordar a aquel libro donde había descubierto su nombre escrito en runas. De hecho, si se concentraba lo suficiente, podía notar las similitudes que los dibujos tenían con los que rondaban en su memoria...
—Lo siento por el desorden, no estaba en mis planes recibir invitaciones en estas horas de la tarde —dijo la señora Babbling y mientras los tres se sentaban en un sofá de terciopelo bastante estropeado, tomó la varita que cruzaba su rodete e hizo un movimiento.
Rápidamente, el lugar comenzó a limpiarse por sí solo. Los objetos tirados en el suelo fueron levantados por la magia y colocados en sus respectivos lugares y enseguida cientos de pertenencias estaban volando de aquí para allá frente los ojos de los invitados. Ana sintió un tironeo bajo suyo y notó que había un pañuelo queriendo ser guardado, así que se levantó y este salió volando hacia su respectivo lugar.
—Los dibujos... —señaló Ana mientras que la mujer terminaba de ordenar—. ¿Los ha hecho usted?
La señora Babbling sonrió, se acercó hacia la cocina, donde ya estaba todo normal —aunque Ana aún podía sentir la persistente fragancia del humo— y asintió mientras tomaba algunas tazas.
—Así es. Son ilustraciones viejas pero las he dejado estar por la nostalgia, ¿sabes? Si solo no hubiese perdido ese libro...
Ana abrió la boca con asombro y rápidamente se sacó la mochila y la apoyó en su regazo para buscar lo que necesitaba. Una vez que tuvo el libro de ilustraciones espantosas que tenía su nombre escrito en algunas de sus páginas, se lo mostró a la mujer.
—¡¿Este?!
La señora Babbling levantó su cabeza, y su expresión fue de sorpresa pero satisfacción al mismo tiempo, mientras apoyaba la azucarera encima de una bandeja de porcelana.
—Ah, mi viejo amigo. Estoy algo sorprendida de que lo hayas encontrado, temí perderlo años atrás. ¿En dónde lo has encontrado?
Ana la observaba con incredulidad.
—Tengo tantas preguntas...
—Y yo las responderé a su debido tiempo... —le aseguró la mujer y apoyó la bandeja en la mesa ratona que estaba en frente del sillón—. ¿Té?
Luego de que todas las tazas de porcelana estuvieran llenas de té y sus respectivos agregados —Ana tuvo que servirse con leche y mucha azúcar para no sentir el sabor del líquido—, la señora Babbling se sentó en frente suyo, en uno de los sillones de terciopelo del otro lado. Nadie sabía exactamente cómo comenzar la conversación; Hermione se sentía una intrusa y se encontraba mirando la decoración, evitando hacer contacto visual con alguien. Luego, Remus, aunque Ana lo hubiese puesto al día unos días atrás, se encontraba confundido e incluso inquieto ante lo que la mujer tenía por decir. Y finalmente, Ana estaba completamente estupefacta. Luego de un año lleno de preguntas, ahora tenía la oportunidad de responder cada una de ellas... y eso la dejaba un poco agobiada.
Sin embargo, para cambiar el ambiente incómodo a uno más reconfortante, Hermione fue la primera en hablar.
—Qué decoración... original, señora Babbling —dijo ella y miró nerviosa a la mujer que ahora tenía sus ojos posados en ella.
—Muchas gracias, señorita...
—Hermione Granger —se presentó Hermione rápidamente y la mujer asintió lentamente, pensante.
—No reconozco tu apellido... —admitió la mujer y Hermione se irguió en su lugar, aclarándose la garganta.
—Mis padres son muggles, no los conocería...
—Ah, claro que eso tiene más sentido —asintió la mujer con una sonrisa y se giró a Remus encarando una ceja—. Deja salir lo que quieres decir, Remus. Sé que quieres decirme algo.
El hombre bajó la taza de sus labios y se aclaró la garganta, antes de gesticular con una mano al interior de la casa.
—Ha cambiado mucho desde la última vez que estuve aquí.
—Pues varias cosas han cambiado desde esa vez —confesó la señora Babbling—. Mi esposa ha fallecido años atrás, Bathsheda raramente me ha visitado desde que ha comenzado a trabajar en Hogwarts, el vendedor de leche no quiere dejar de venderme sus productos extraños y he estado tratando de revelar un misterio por los últimos diez años, sin éxito. El mundo ha cambiado, Remus, y yo no me quedé atrás —los ojos oscuros de la mujer se posaron esta vez en Ana—. Y por lo que veo, yo no fui la única. Querida, has estado terriblemente callada todo este tiempo. Pensé que hubieses estado más inquieta por escuchar todas las respuestas... Aunque entiendo que puede ser un poco... atosigante.
Ana sintió su boca secarse así que pasó la punta de su lengua por su labio inferior y miró a la mujer con una mueca.
—No sé... no sé por dónde comenzar.
—¿Qué tal desde el comienzo, querida?
Ana dejó la taza en su respectivo plato pequeño y se acomodó en su lugar antes de buscar dentro de su mochila y tenderle la carta que durante Navidad había recibido.
—Esta carta... usted me la mandó en Navidad, ¿no es así?
La señora Babbling acomodó sus anteojos y tomó el pergamino que Ana había leído incontables veces desde el día que la había recibido. Una vez que lo inspeccionó, asintió.
—Sí, aunque veo por qué hubo confusión —la mujer señaló donde debería estar su firma y suspiró—. Un poco críptico que no haya finalizado mi firma, veo porqué te tomó demasiado encontrarme...
—Sí... —Ana volvió a tomar el pergamino entre sus dedos y frunció el ceño—. Aquí mencionaste que conocías a mi madre... ¿cómo?
La mujer cruzó una pierna sobre la otra y se tocó el mentón con una mano.
—Bueno, Martha—la madre de Faith— y yo nos conocíamos desde pequeñas, nuestras familias se habían conocido al ser ambas inmigrantes en Inglaterra y todo era bastante nuevo para ambos lados. Martha era como una prima segunda para mí, era familia. Y consecuentemente, ambas terminamos vecinas en la misma calle —en Clifton— años después. Ella y Gregory eran nuevos padres, Faith recién había nacido y mi hija ya tenía sus cinco años, así que con mi esposa los ayudamos mientras ellos nos ayudaban a nosotros.
»Y para colmo, veinte años más tarde, la niña que había visto crecer me estaba atendiendo en el hospital San Mungo durante mi estadía allí. Las dos semanas en donde estuve bajo su cuidado fueron excelentes, era la mejor sanadora de toda ese bendito edificio. Estoy segura de que si no hubiese sido ella la que me atendiese, hubiese estado por lo menos un mes entero encerrada allí.
Ana sonrió ante aquel detalle de su madre. Así que había sido brillante...
Un suspiro dejó sus labios y amargamente recordó aquel agridulce sueño en que la había visto. Por mucho que quisiese saber todos los detalles agradables de su madre, necesitaba ir al gran lo más pronto posible porque había llegado hasta allí con una sola pregunta en su mente. Una pregunta que la envolvería por completo si no la respondía.
—Y... ¿y es por eso que estabas el día de mi nacimiento? —inquirió Ana lentamente y vio que la mujer se tensaba.
La expresión de Berenice Babbling había cambiado. En vez de expresar la suavidad de sus recuerdos con Faith Ward y su historia con ella, ahora había una lucha entre la comisura de sus labios y sus ojos. Había cansancio y heridas no cicatrizadas, y la curiosidad de Ana quiso saber porqué había pasado aquello. ¿Qué podría ser tan importante?
—Eso fue casualidad más que nada... una buena. —la señora Babbling le dio un largo sorbo a su té. Ana se volvió impaciente.
—¿Qué sabe de mi nacimiento? ¿Qué pasó ese día?
La señora Babbling miró hacia abajo, hipnotizada por el vapor de su té que se zarandeaba melancólicamente.
—Bueno... como advertencia les diré que es un tema pesado para que se preparen... Era una noche extraña, debo ser honesta. No he de conocer todos los detalles, me temo, pero sí sé lo suficiente para darte una idea: Era tarde, casi medianoche. Maeve —mi esposa—, estaba afuera en el pueblo que teníamos cerca así que naturalmente yo estaba sola aquí. Estaba lloviendo torrencialmente desde hacia semanas pero la luna llena se podía distinguir fácilmente en el cielo, en toda su gloria. Me estaba preparando para ir a dormir cuando lo escuché; un grito. Fui afuera lo más rápido que me fue posible para ver si alguien necesitaba ayuda, pero estaba en completa alerta ya que no teníamos vecinos por kilómetros. Los únicos que podrían ser eran los Ward, pues tenían su casa vacacional allí —la señora Babbling le dio otro sorbo a su té pero sus labios temblaron mientras su mirada seguía perdida—. Y allí estaba ella, las rodillas dentro del barro, sangrando y sosteniendo su estómago. Faith gritaba, gritaba que su bebé estaba en peligro... y había tanta sangre... demasiada para ser normal. Tomé acción de inmediato, la llevé adentro e hice lo mejor que pude. Estaba en mucho sufrimiento... físicamente y mentalmente. Yo no entendía qué estaba pasando exactamente pero sabía una cosa: Necesitábamos interrumpir el embarazo, tú necesitabas salir, Ana. Lo más pronto posible.
»Estaba preocupada. Luego del incidente, la salud de Faith había sufrido un golpe bajo que perduró por mucho tiempo y yo temía que tu nacimiento pudiese traer... pues consecuencias.
Ana se mordió la lengua para no preguntar acerca de aquel "incidente" pero no podía evitar sentir mil preguntas formularse en la punta de su lengua. Debía esperar a que la mujer terminara de hablar.
—... Pero ella era terca y solo quería que tú estuvieses bien, así que comencé a trabajar con todo el conocimiento que tenía acerca del tema. Fue exhaustivo, pero con la ayuda de la magia me tomó solamente una hora... pero algo estaba mal. Faith estaba bien, era fuerte... pero tú... tú solo eras una recién nacida. Tan pequeña y frágil...
Ni todo el color que resaltaba en la vestimenta de la mujer podía animar el aire que se había vuelto tan denso y deplorable.
—Fue una píldora difícil de tragar pero era la espantosa verdad... no estabas respirando. No lograste hacerlo.
Un escalofrío recorrió la espalda de Ana haciéndola temblar y sutilmente escuchó a su padre y a Hermione dejar de respirar por unos segundos. Ana hasta pudo escuchar un muy bajo susurro de parte de Remus y parecía tan sorprendido por aquellas noticias tanto como ella misma.
—... Había tanta sangre y Faith me estaba insistiendo en que te diese a ella. —una risa amarga dejó los labios de la señora Babbling antes de que terminase su té—. Me tomó una botella entera de Whiskey de Fuego luego para olvidar la mirada que me dio cuando se dio cuenta. Me demandó darte a ella así que lo hice... no podía decir que no.
»Gritó, lloró y le rogó al mundo que le diese a su bebé de vuelta... y lo hizo. No puedo recordar con exactitud lo que sucedió pero sentí esta fuerte sensación que recorrió todo mi cuerpo en un segundo. La habitación se comenzó a enfriar, la magia desbordaba hasta en los cajones y la plateada luz de la luna bailaba por la ventana. Y como llegó se fue. Sin embargo, algo había cambiado y de un momento a otro, escuchamos un sollozo —la mujer dejó la taza en la mesa para que no se le cayera y le sonrió a Ana, aunque no llegó a los ojos—. Estabas respirando y estabas muy viva con esas pequeñas rosadas mejillas tuyas. No me lo podía creer pero Faith no lo cuestionó y estaba radiante por ello... —apoyó su espalda en respaldo y desenredó sus piernas—. Eso es todo lo que hay. Tu nacimiento fue especial... hay algo dentro tuyo, Ana, un secreto escondido. Podría ser un precioso regalo... o un arma peligrosa. Pero una cosa es segura: necesitamos descubrirlo lo más pronto posible.
Ana quedó muda y sintió un pesado vacío en su pecho. Sus manos habían comenzado a sudar y podía sentir la taza deslizarse por sus dedos.
¡Clack!
La taza que Ana había estado sosteniendo se posó abruptamente en la mesa ratona por ella misma y enseguida se levantó de su lugar. Tres pares de ojos la observaban.
—Perdonen... necesito...
Ana, sin saber a dónde ir, se escurrió por la puerta principal en busca de aire. Se estaba ahogando.
Una vez que había cerrado la puerta detrás suyo, se sentó en la entrada y escondió su rostro entre sus piernas mientras las rodeaba con sus brazos. Se podía escuchar el viento golpear contra los pastizales que rodeaban los alrededores y a las gallinas picotear la tierra en busca de comida, y aun, Ana se sentía sola. Sin embargo, unos segundos más tarde, la puerta se volvió a abrir y cerrar, y unos suaves pasos caminaron hacia ella antes de detenerse para sentarse a su lado.
Hermione dejó salir un suspiro y apoyó su mejilla en el hombro de Ana.
—Odio esto... —murmuró Ana con la voz rota y los ojos aún enterrados en sus piernas—. ¿Por qué siempre que desentierro otro secreto me duele más?
Hermione le dio un apretón en el brazo y una mueca de pena posó sus labios.
—Lamentablemente, por alguna razón estaban enterrados...
Ana dejó salir a la luz su rostro pero siguió apoyado en sus piernas. Sus ojos estaban entristecidos pero a diferencia de varias veces, no se encontraban cristalizados. De tantas veces que había llorado esos cuatrimestres, su cuerpo se había hartado de tener la nariz paspada y la cara hinchada.
—Esto es mi culpa, me refiero a que mi mamá pasó por tanto... mi nacimiento, su muerte... todo por mí. Y no solamente ella pero papá también, toda esta nueva información debió de ser un golpe directo en la frente. Es un desastre y todo porque el mundo me eligió a mí para destrozarle la vida a los otros...
Hermione dejó de apoyar su mejilla contra el hombro de Ana y la miró con incredulidad. Abrió la boca para decir algo pero la cerró con rapidez, solamente dejando salir un suave '¿Qué?'.
—Oíste a la señora Babbling, algo sucedió aquella noche además de que mi madre sufrió a montones. Pettigrew tenía razón... o una idea al menos. E hizo lo que hizo por eso.
—Pero, ¿qué tienes que ver tú con eso...? —murmuró Hermione incrédula antes de aclararse la garganta y levantar una ceja hacia Ana—. Lo siento, Ana, pero las personas tienen sus propios pensamientos y acciones, y la gran mayoría de las veces no tiene nada que ver con la... culpa de otra persona. Pettigrew hizo algo mal por sí solo, no por tu culpa. Eras una bebé, por Dios. Así que, ¿qué te hace pensar que el mundo gira alrededor tuyo?
Ana la miró sin saber qué decir pero una mueca se posó en sus labios. Hermione pasó sus manos sobre su rostro y se frotó sus ojos, haciendo que luego viese pequeños destellos blancos en su visión.
—Necesitas un poco de amor duro, Ana... por mucho que moleste. Sé que la información que acabamos de escuchar es dura en sí, pero nada de lo que sucedió es tu culpa, como dije antes: eras una bebé —y aunque no lo fueses no puedes forzarte a tomar la culpa de las acciones de los otros—, eras la víctima de... de lo que sea que eso hubiese sido que pasó en tu nacimiento, así que no llores por algo en lo que no tenías control. No gastes tu energía culpándote todo el tiempo, el mundo a veces apesta pero no es la culpa de nadie.
Ana la miró por unos segundos antes de esconder su rostro entre sus manos.
—¿Por qué siempre tienes la razón...?
Ante aquel comentario, Hermione sonrió y se levantó de su lugar.
—No siempre, aunque me gustaría, pero si te hace sentir mejor, desde que te conocí me has hecho más... valiente —confesó Hermione y le tendió una mano—. Ahora vayamos adentro, sé que aún te quedan preguntar por hacer.
Ana levantó su cabeza hacia ella y una sonrisa se posó en sus labios mientras tomaba la mano de su amiga.
—Y que conste, desde que te conozco me haces sentir más feliz —admitió esta vez Ana.
Hermione sonrió avergonzada y abrió la puerta para que ambas entraran de nuevo en la casa.
Al entrar, ambas se dieron cuenta de que el aire seguía igual de tenso que cuando se habían ido. Remus estaba en el borde de su asiento, tratando de controlar sus manos que no sabía dónde apoyar, y la señora Babbling se había servido más té en su taza, como si hubiese tratado de calmar su inquietud con más cafeína. Era demasiado claro que habían estado discutiendo pero cuando ambas amigas entraron, los dos adultos se quedaron callados.
Las dos amigas se sentaron nuevamente en sus respectivos asientos y Ana rodeó con sus brazos la mochila que había llevado con toda la evidencia.
—Él tenía la razón entonces... —masculló Ana con una mueca, mirando fijamente su taza que aún humeaba en la mesa—, es muy posible que sea parte de una profecía.
La cabeza de la señora Babbling se irguió con velocidad y confusión mientras observaba a Ana detrás de aquellas gafas gatunas.
—¿Profecía? Jamás he escuchado de alguna profecía si mi memoria no me traiciona... ¿Quién te ha dicho aquello?
—Pettigrew. —Ana arrugó su frente al nombrar a aquel hombre—. Dijo algo acerca de "La elegida de la luna", saque o ponga algunas palabras... él dijo que era yo.
Esta vez fue Remus quien dejó salir un resoplido y Ana notó todo su cuerpo tensarse.
—No creamos todo lo que este... hombre tiene por decir. Aunque comprenda que tenemos que tomar aquella declaración en consideración, su palabra es la última en la que confío. Andemos con cuidado.
Como Ana no quería hacer que Remus se enojara por nombrar al hombre que había hecho de sus vidas un infierno, su vista se posó en la carta que la señora Babbling le había enviado en Navidad. La carta —aunque en esos momentos se encontrase arrugada y hasta sucia con algunas gotas de café o barro—, se encontraba en buen estado. Ana miró a la mujer.
—En la carta dijo algo acerca de sueños y pesadillas y escribió que usted sabría qué hacer en el caso de que yo las sufriera. O al menos me explicaría porqué veo lo que veo... entonces ¿qué es lo que sabe?
La mujer suspiró y asintió, ahora un poco más relajada.
—Es bueno que hayas traído ese tema. Verás, luego de tu nacimiento Faith comenzó a tener estos sueños extraños, los cuales a veces se olvidaba por la mañana. Y cuando comenzaron a ser más inusuales, dándole todas estas emociones y sentimientos, vino a mí para que la ayudara. Confiaba lo suficiente en mí, dado que yo era la única que sabía lo que había pasado aquel día, para venir a mi casa cada luna llena. —miró a Remus con simpatía—, y ahora sé porqué venía solamente junto a Ana esas noches.
El aire pareció atascarse en la garganta de Remus cuando la mujer lo miró pero parecía más preocupado por otra razón que por que la mujer supiese su secreto.
—Faith jamás me contó eso, siempre pensé que se quedaba en nuestra casa con Ana... nunca... nunca me dijo nada de sus pesadillas... ni de nada —Remus parecía derrotado y escondió su rostro entre las palmas de sus manos. Estaba exhausto—. ¿Por qué...?
—Faith tenía más secretos que verdades, Remus —suspiró la señora Babbling con una mueca en sus labios—. Y se los ha llevado todos con ella.
Ana miró a Remus que aún se veía decaído por las nuevas noticias y apoyó una mano sobre su brazo para que notase la pequeña sonrisa de ánimo en sus labios. Cuando Remus la miró, pareció que su energía volvió a él y asintió antes de mirar a la mujer con determinación.
—¿Qué más puedes decir de los sueños, Berenice?
La mujer se acomodó en su lugar y asintió mientras recordaba en dónde había dejado.
—Recuerdo que me dijo que se levantaba en un sudor frío, con el corazón en su garganta y se sentiría como si algo se le hubiese sido arrebatado de ella. Escuchaba esta voz la cual describía como... etérea y cargada en magia, y lo que aquella voz decía era:
—Un alma por otra —interrumpió Ana sintiendo ese familiar escalofrío recorrer su piel—. Sí, yo también lo escuché. Muy ominoso y raro... pero no creo que sea por casualidad. Creo... bueno, pienso que estos sueños son memorias. Solamente que no sé de cuándo.
La señora la miró con simpatía y apoyó sus manos en sus piernas mientras se doblaba hacia delante para acercarse a Ana.
—Querida, son de aquel día. Esas pesadillas... son lo que pasó desapercibido de nuestros ojos. Una entidad está tratando de decirnos algo, de decirte algo, solamente debes de escuchar.
Ana se quedó mirando distraída el libro que un tiempo atrás le había mostrado a la señora Babbling y después de unos segundos levantó su rostro hacia la mujer.
—Cuando se refiere a entidad... ¿podría estar refiriéndose a la luna? Es decir, después de todo lo que me tomó descifrar aquellas runas del alfabeto lunar... —Ana carraspeó no queriendo traer a Blaise Zabini a la conversación—, bueno, está relacionado con todo esto, ¿no? Por eso escribió eso en el libro. Para que yo lo relacionase...
La postura de la señora Babbling cambió a una de pura satisfacción y contento, y sus ojos brillaron por primera vez luego de toda esa charla.
—Inteligente como tus padres —dijo ella y sonrió suavemente—. ¿Ravenclaw como tu madre presumo?
A Ana le tomó unos segundos procesar aquella información, pero cuando lo hizo sus ojos se abrieron con sorpresa.
—¿Mamá era de Ravenclaw? Asumí por defecto que había sido de Gryffindor...
Esta vez, Remus rió suavemente. Su postura se había relajado y sus hombros habían bajado.
—Tu madre, por muy valiente que fuese, no hubiese quedado ni de casualidad en Gryffindor. Era o Ravenclaw o Slytherin, pero al final ya sabes lo que el Sombrero Seleccionador eligió.
—Sus prioridades estaban en otro lado —confirmó la señora Babbling y miró a Hermione y luego a Ana con nuevos ojos—. Elegiste estar en Gryffindor, ¿no es así?
Ana abrió la boca, estupefacta, y asintió.
—¿Cómo...?
La mujer no respondió pero sonrió complacida antes de seguir hablando.
—Volviendo al tema de antes... sí, todo lo que ha sucedido está conectado con la luna. Tú estás conectada con ella porque no hay otra forma de explicarlo... esa luna llena hizo algo contigo y no es la primera vez que se relaciona con nuestro mundo de esa forma. Su magia afecta —como ya sabes— a los hombre lobos y si nos referimos al mundo vegetal, el rocío de luna que solo crece durante la luna llena. La magia de la luna trabaja de formas misteriosas, y aunque la estuve estudiando por los últimos catorce años, poco sé de ella. Es... estresante.
—¿Pero cómo ha hecho para descubrir tanto del alfabeto lunar? Es decir, nos... eh yo no encontré demasiado. La información que sí encontré fue muy quisquillosa y limitada.
—Oh querida, a mí no me tomó un par de meses encontrar la información. Me tomó años y viajes por todo el mundo en busca de información. Sí, fue un dolor de cabeza, pero visitar los antiguos templos, las ruinas... todo eso me dio un empujón para encajar el rompecabezas. Tuve que aprender cinco idiomas más para poder llegar a una meta.
—¿Y cómo obtuvo la idea de escribir las runas en el libro...? —preguntó Ana abriendo el libro donde las hojas en donde había podido leer las runas ya no las mostraban, y un pergamino doblado se encontraba—. ¿Y por qué las escondió?
La señora Babbling tomó el pergamino que Ana le tendía y lo abrió, viendo la traducción de las runas y el nombre de Ana.
—Primero, no escondí las runas. El alfabeto lunar es tan difícil de descifrar porque solamente se muestra bajo la luz de la luna llena y solamente bajo ella. Ahora, no sé cómo has hecho tú para escribir estas runas y que quedaran a simple vista... ¿qué hechizo has usado?
Ana la miró con desconcierto. En ningún momento se le había ocurrido hacerle un hechizo a las runas para que quedaran a la vista, solo había supuesto que su método serviría.
—No usé ningún hechizo... solo quedaron visibles —confesó Ana, ganándose una mirada de curiosidad de la mujer. Pero antes de que pudiese hablar, Hermione interrumpió.
—¿Tal vez sea por lo que ha dicho antes...? —inquirió la niña, tratando de que su cabello no molestara el rostro de Ana—. Me refiero a lo de la luna... si hay una conexión entre ella y tú, Ana, entonces eso te dé más beneficios que las demás personas.
—Y más daños... —masculló Ana recostándose en el respaldo. Remus apoyó una mano sobre su hombro.
—Eso aún está por verse... puede ser que no haya ningún perjuicio.
—Y si lo hay, estarás preparada —afirmó la señora Babbling—. Yo te ayudaré en todo lo que necesites y te prometo que te daré toda la información, solo que siento que en una tarde no te puedo explicar todo. Entiendo que sería bastante abrumador si así lo hiciera... y para responder tu última pregunta, esta es mi respuesta:
»No fue intencional, antes de que todo esto sucediese había dejado mi carrera como experta en runas y me dediqué al estudio de criaturas mágicas como un hobby que se transformó en una pasión que consumió varios de mis años. Por ello, decidí escribir un libro, con mis propias ilustraciones, acerca de las criaturas mágicas. Lamentablemente, ninguna editorial quiso tomar mi libro porque decían que era "muy gráfico"...
Ana y Hermione se miraron y coincidieron que aquellas editoriales habían hecho bien. Las ilustraciones eran muy espantosas para estar libremente en las librerías.
—Luego de eso me resigné y nuevamente cambié de profesión por el aburrimiento, y me dediqué a la cocina. Me fue tan bien por dos años que hasta me comenzaron a llamar la "Chef de las Runas"...
—¡Por eso la llaman así! —señaló Ana un poco más alegre de saber la razón de aquel apodo tan extraño. Babbling asintió.
—Se ve que mi fama como experta en runas me sobrepasaba luego de años... —observó la mujer y negó con su cabeza—. Antes de desviarme... años luego de que nacieras, decidí comenzar a formar pistas para tu futuro por si no llegaras a conocerme. Decidí tomar el libro y borrar algunas páginas para que pasase como errores de impresión y allí escribir las runas. Recuerdo que lo había llevado al Caldero Chorreante una noche para dejarlo al otro día en Flourish y Blotts, pero para mi mala suerte una pelea se desató y el bar quedó patas arriba. Al final de la noche yo ya no tenía mi libro y pensé que nunca lo volvería a ver. Hasta hoy.
La mujer tomó el libro que Ana segundos atrás había vuelto a apoyar en la mesa ratona y pasó una mano sobre su solapaba, mirándolo con nostalgia. Sin embargo, Remus —con la mirada posada en uno de los dibujos que estaba en la pared—, interrumpió el momento.
—Perdón por interrumpir, pero esa criatura...
Los tres pares de ojos restantes dirigieron su mirada hacia el dibujo que Remus quemaba con la suya propia, y el estómago de Ana dio un vuelco al ver a la criatura.
—Los Lunimicus —explicó la señora Babbling con una mueca—. Desgraciadas criaturas en todos los aspectos. En la antigüedad eran los bastardos de la luna. Antes de convertirse en aquellas bestias eran criaturas normales, desde humanos a centauros, pero había algo en común que todos querían y aquello era la magia de la luna. Como he dicho antes, era una fuerza misteriosa pero poderosa y algunas mentes se alimentaban por la curiosidad y la ambición de portar su magia. Pero la luna no es una entidad con la que uno debe jugar.
»Luego de tratar de robarle la magia a distintos hijos de la luna —tales como hombre lobos u hadas nocturnas—, la magia se defendió y los maldijo. Los corrompió hasta la última gota de su alma y los convirtió en los seres más oscuros de todo el mundo. Y desde ese momento deambularon por el mundo en busca de tomar venganza por tener su corazón arrebatado —la señora Babbling suspiró y entrelazó sus dedos—. Pero esa es una historia antigua y olvidada, y no se ha visto a un lunimicus desde hacia siglos por lo cual se los cree extintos.
—Pero no lo están... —murmuró Ana, cada vez palideciendo más mientras sus ojos seguían observando aquella criatura. Desprendiéndose de su hipnotización, miró a Remus que se observaba igualmente de preocupado—. Papá, es la misma criatura que estaba en el árbol... dime que no estoy loca.
Remus negó lentamente mientras arrancaba su mirada del dibujo y la miraba a ella.
—Jamás me voy a olvidar de aquella criatura, era eso —Remus se giró a la mujer que aún los observaba—. Aquella criatura casi consumió a Ana durante un examen, se encontraba dentro de un árbol donde se debió de haber enfrentado a un boggart.
Berenice Babbling parecía preocupada por aquellas nuevas noticias y apoyó una mano sobre su boca, pensando con seriedad. Su ceño estaba fruncido y su mirada estaba fijada en un punto fijo.
—Si eso es cierto entonces esto es más preocupante de lo que tememos...
—¡Y no solo esa vez! —añadió Ana con una mueca al recordar el otro enfrentamiento—. Ya había visto un lu... esa criatura antes en Londres. Harry logró que pudiésemos escapar a tiempo pero estoy segura que era la misma criatura.
Babbling se levantó de su asiento y caminó con cautela hacia donde aquel dibujo del lunimicus seguía enfrentándolos con su aura oscura y lo tomó en sus manos de un tirón.
—Voy a hacer todo lo posible para encontrar la suficiente información acerca de ellos que pueda proveerte para que te defiendas por ti sola. Es crucial que el momento en que te cruces camino con un lunimicus nuevamente, que la fortuna esté de tu lado. Es necesario que conozcas la amenaza para tomar ventaja.
Ana asintió con determinación y tomó la mano de Hermione para darle un apretón, buscando confianza en sí misma para hacer la pregunta que estaba por caer de sus labios.
—¿Señora Babbling...?
—Puedes llamarme Berenice, querida. No hace falta ninguna formalidad. —le dijo ella y Ana aceptó.
—Berenice... ¿qué sucedía con las víctimas una vez que un lunimicus las atrapaba?
Berenice la observó con suavidad y lástima atrapada detrás de sus gafas.
—Un destino que no le desearía ni a mis peores enemigos, Ana —la mujer negó pero una pequeña sonrisa se posó en sus labios, proveyéndole a Ana un poco de confianza—. Pero no te preocupes querida, te ayudaré y además... —miró a Remus y a Hermione— dudo que en este trayecto te encuentres sola.
Ana les sonrió y por primera vez en la tarde, notó que las luces en la casa se habían encendido por sí solas, contrastándose contra la oscuridad que estaba comenzando a reinar en los alrededores de la casa. Ahora hasta podía escuchar a los grillos y ranas cantar en los prados de afuera. Y a diferencia de como había observado el interior de la casa cuando recién había llegado, ahora el lugar le estaba comenzando a transmitir cierta seguridad y calidez. Era un espacio tan familiar y cómodo que no se quejaría si es que quedase dormida en aquel sillón de terciopelo, por mucho que ahora las partes traseras de sus piernas se encontrasen pegadas por el calor al mueble. No era el peor de los destinos.
—¿Quieren quedarse a cenar? —inquirió la señora Babbling con una sonrisa materna que hizo que los tres invitados no pudiesen querer negarse. Remus se giró a Hermione.
—¿Qué piensan tus padres? ¿Quieres quedarte?
Hermione parecía avergonzada.
—En realidad les dije que me quedaría a dormir en la casa de Ana... —murmuró ella y miró a Ana que brillaba ante aquella noticia.
—¡Claro que sí! Nunca tuve una pijamada con nadie más que mi papá...
Hermione sonrió aliviada y asintió. Berenice pareció satisfecha ante aquella acción y juntó sus manos en un aplauso.
—Excelente, ¿qué les parece pastel inglés? Es una de mis mejores recetas...
—Eso suena estupendo, Berenice —aseguró Remus con una sonrisa—. Ayudaremos a organizar la mesa, ¿Dónde están los platos?
La cena transcurrió tranquilamente, con historias de Faith por parte de los dos adultos y preguntas a Hermione acerca de sus padres. El pastel inglés terminó siendo estupendo y delicioso, tanto que al final Ana terminó con la receta para dársela a su abuela una vez que volviese a su casa.
Y por mucho que hubiese entrado a la casa de Berenice Babbling sintiéndose más que perdida y asustada, cuando puso pie en la chimenea una vez que se despidió de la mujer para viajar a su propia casa todo hacia Londres, Ana sintió una inmensa calidez dentro de su pecho porque finalmente —aunque hubiese dolido— tenía toda y la completa verdad.
Así que era hora de trabajar.
• • •
¡buen viernes!
¿cómo están? yo aprobé todos mis exámenes finales así que estoy en las nubes ¡!
finalmente es el comienzo del segundo acto de Hidden, ¿qué les pareció? muchas gracias por los votos y comentarios que le están dedicando a la historia, lxs amo ♥♥
espero que Berenice les haya interesado y que sus preguntas se hayan resuelto porque ahora van a haber más preguntas en el futuro rip
los lunimicus son de mi creación lo digo para que no busquen en google y vean que no hay nada xdxd soy trilingüe vieron, español, inglés y latín del google traductor sajasj
por si querían saber junté las palabras luna y enemigo en latín datos curiosos con dolo !!
antes de que me vaya, ¿ven wandavision? bueno estoy deprimida no me hablen todavía no vi el capítulo así que igual no digan nada asjasj
¡nos vemos la próxima semana!
•chauuu•
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