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Capítulo III

Capítulo III - El reencuentro.

Virginia, Bristol

Tres de los hermanos Allen decidieron emprender el camino hacia donde se encontraban sus otros hermanos.

Mientras Eizan conducía con un rumbo fijo, Zoey se acordó de la forma en la que los separaron:

-Pero papá... Yo no quiero ir- Algunas lágrimas recorrían las mejillas de la mayor de los Allen.

El padre se puso enfrente de Zoey y le secó las lágrimas con el pulgar.

-Zoey esto ya lo hemos hablado, es por vuestro bien. Eizan, Cassidy y tú os debéis ir a vivir con la tía Adele, mientras que Jayden, Owen y Skye se deben de ir con vuestro abuelo George- La pequeña rubia asintió comprendiéndolo todo.

El padre se puso de pie y le ofreció la mano a su hija.

-Recuerda que no debéis mantener contacto alguno, de todas maneras, se lo diré a tu tia.

La hora de separarse llegó y Zoey sabía que era por el bien de todos.

Mientras el padre metía las cosas de los niños en el maletero, Eizan ayudaba a Cassidy a subirse al coche.
Zoey ya se había despedido de sus hermanos, a excepción de Owen que ni siquiera salió a despedirse.

Ya se disponían a emprender el camino, pero justo cuando Zoey se subía al coche apareció Owen corriendo hacia ella.

Cuando estuvo bastante cerca la rubia se dio cuenta de que, su hermano menor había estado llorando.

-Zoey... no quiero... -Owen hipó- que te vayas...

-Pequeño, esto es necesario. No te preocupes enseguida nos veremos- Depositó un suave beso sobre la frente de su hermano.

Zoey no se había dado cuenta de que una lagrima se le había soltado, hasta que Eizan se la limpió.

-Estarán bien-volvió a fijar su mirada a la desierta carretera - no debes preocuparte.

Virginia, Richmond

Skye seguía preocupada por Lexi, ya no iba ni a las clases.

Cuando la muchacha morena salió de su última asignatura del día, decidió ir a buscar a su amiga. Estaba cansada de que no diera señales de vida, ni tan solo un mensaje.

Entró a su cuarto apoderado por el silencio, dejó la mochila encima de su cama y salió en busca de su amiga.

Se chocó con su gemelo y ni siquiera se percató de que era él.

-Skye ¿Dónde vas? - Owen la cogió de brazo y ella se giró para mirarlo directamente.

-Voy a buscarla, ya me he cansado de que no dé señales de vida y eso me tiene preocupada- el mayor asintió para acto seguido decir.

-Pero no irás sola, no quiero que te pase nada.

-Está bien.

Ambos hermanos fueron en busca de su amiga. Primero fueron a casa de sus padres, en la que no hubo respuesta porque no abrieron la puerta. Segundo fueron al lugar favorito de Lexi donde tampoco la encontraron, así que decidieron ir a un motel no muy lejos de la residencia.

Entraron en recepción, el local estaba un poco descuidado, pero se podría haber alojado allí.

-Buenas tardes- habló la menor dirigiéndose al recepcionista situado detrás de un mostrador.

-¿En qué puedo ayudaros, pareja? -el hombre levantó repetidas veces las cejas.

Ambos hermanos se miraron y empezaron a reír.

-No somos novios- dijo Owen entre risas.

-Discúlpenme- el recepcionista sonó un poco avergonzado.

-No pasa nada- Skye se paró de reír para proceder a hacerle una simple pregunta-¿Se aloja aquí una muchacha cuyo nombre es Lexi Collins?

El hombre miró durante unos minutos una libreta en busca del nombre. Cuando terminó de ojear las hojas, miró a los gemelos y negó.

-Gracias de todos... -comenzó a decir Skye pero algo la interrupio haciendo que los tres se sobresaltaran.

Un gritó muy agudo se escuchó en toda la recepción, incluso podría decirse que en todo el motel. El gritó no cesaba, así que los tres salieron corriendo hacia el lugar de donde procedía el gritó.

Dejaron atrás recepción y fueron al aparcamiento, donde había una chica de cabello rubio de rodillas en suelo sin de dejar de gritar.

Skye fue la primera en acercase sin antes recibir unas palabras de su hermano.

-Lleva cuidado.

La muchacha asintió y se fue acercando lentamente hacia la chica rubia, a la cual no se le veia la cara.

Conforme se acercaba el fuerte grito iba cesando, hasta que por fin se quedó todo en un inmenso silencio.

Cuando Skye estaba a escasos pasos de ella se arrodillo a su lado, y le puso la mano en su hombro.

-¿Estás bien? ¿Por qué gritabas?

-La he visto...- esa voz a Skye se le hacía familiar.

-¿A quién? - la morena no terminaba de relacionar la voz con a quien pertenecía.

-¡A la muerte! -levantó la cabeza dejando ver su rostro.

-Lexi... -Skye se acercó y su amiga empezó a llorar.

El recepcionista se marchó y Owen se puso al otro lado de Lexi.

En el momento en el que la amiga de ambos hermanos dejo de llorar, se quedó callada y muy quieta.

Skye falló en un intento de levantarla y hacer que entrara en razón, así que Owen decidió llevarla en brazos hasta el coche.

Una vez en la residencia, el moreno la dejó en su cama. Esa noche Owen decidió dormir en la cama restante de la habitación de su hermana y amiga.

Ninguno de los tres pudo dormir, Lexi aún estaba en estado de shock y los gemelos se preguntaban cómo había llegado a ese motel, y que es lo que había podido ver para quedase en ese estado.

Zoey, Cassidy y Eizan hicieron parada en un motel, a la orilla de la carretera. Sabían que sus hermanos estaban en peligro y aunque su padre les dijo que no debían reuniese, deben de hacerlo, tienen que ayudar sus hermanos.

A la mañana siguiente los gemelos rubios y la pelirroja desayunaron, y emprendieron rumbo a su destino.

Los gemelos no sabían aún nada de su hermano Jayden desde el día que Owen estuvo con él.

Y Lexi aún no hablaba. Skye estuvo hablando con ella, preguntándole que es lo que vio la noche pasada pero solo repetía:

-La he visto...he visto a la muerte...

-Owen- La menor cogió del brazo a su hermano y lo alejo de las palabras que decía su amiga-tenemos que entrar en su cabeza y hacer que vuelva.

A Owen le pareció buena idea, así que se asintió y ambos se pusieron enfrente de Lexi.

Los gemelos se cogieron de la mano y empezaron a recitar:

-Intrare caput hominis, Intrare caput hominis...

Los hermanos intentaron entrar una y otra vez, pero no había manera o eran demasiado débiles para eso o en la cabeza de Lexi había algo que los impedía acceder a sus recuerdos.

-Estoy es inútil, nunca lo vamos a conseguir... - Skye ya no sabía que más hacer, estaba desesperada y Lexi seguía como al principio.

-¿Y si me canalizas? -sugirió el mayor.

-Jayden no me ha enseñado todavía. Canalízame tu a mí-Skye miró a su amiga y luego a su hermano.

Owen cogió las manos de su hermana y empezó a decir lo mismo que había dicho con su hermana, hace unos minutos.

-Lexi-el moreno la llamó, pero no recibió ninguna respuesta.

-Lexi... ¿Puedes oírme?

-Lexi no contesta, no sé qué hacer-dijo Owen al soltar las manos de Skye.

-Esto es muy frustrante-Skye se sentó en el borde de su cama y apoyo su cabeza en las palmas de su mano-. ¿Y si hago que se olvide de todo? - miró a su hermano pidiendo ayuda.

Los hermanos se quedaron en la habitación pensando en que podían hacer para ayudar a su amiga, entonces Jayden entró irrumpiendo el silencio que se había apoderado en ese momento.

-¡Tenemos que irnos! ¡Ahora! - gritó el hermano mayor.

-¿Qué pasa? - Skye se levantó de la cama de un salto.

-Vienen a por nosotros-Jayden dijo con la voz agitada.

-Pero... ¿Qué hay de Lexi? No pienso dejarla aquí, y más en ese estado. - Espetó la menor de los gemelos.

-Vale, yo la ayudaré, pero nos tenemos que ir cagando leches.

Owen se acercó a Lexi, junto con Skye y pusieron sus dedos índices en la sien de la rubia y esta calló
desplomada en la cama.

-Jay llévala tú, yo me adelanto y saco el coche. Os espero en la puerta principal. Llevad cuidado. - dijo el gemelo mayor.

-Tú también- le dijo Skye justo cuando salía por la puerta.

Mientras que Skye y Jayden se encargan de Lexi, los gemelos mayores y la pelirroja estaban llegando a donde su abuelo vivía.
Una persona se les puso delante de la furgoneta, y Eizan tuvo que frenar de golpe para no atropellarlo.

-Chicos, detrás hay otra persona- Cassidy señaló la parte trasera y ambos hermanos se giraron.

-¡Es una trampa! - gritó Eizan pero fue tarde porque el coche se contrajo de una manera como si se hubiesen estrellado contra un muro, tanto por la parte delantera como trasera.

Las dos personas que habían a ambos extremos del coche salieron corriendo a la velocidad de la luz.

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