3|Primer beso
Notas:
Historia ambientada en una época actual, en una ciudad ficticia.
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Astrid era una chica de dieciséis años, aficionada al deporte y una de las mejores jugadoras de su equipo de soccer. Tenía un buen promedio escolar, era disciplinada y tenía asistencia perfecta. Sus padres siempre se habían sentido orgullosos de cada logro de su pequeña hija, quien siempre contaba todo a su madre, pues era su mejor amiga.
Al menos, así era hasta ese momento. Astrid salía de clases y como cada día su madre esperaba por ella bajo la sombra de un frondoso árbol acompañada de su cachorra, quien movía su colita de manera animada al ver a su amiga.
—Mi niña, ¿cómo te fue hoy? —interrogó su madre al verla salir de la escuela
—Hola ma —saludó en bajo con media sonrisa y acarició a su pequeña Tormenta, quien se alzó en sus patas traseras para abrazar a la chica con entusiasmo
—¿Pasa algo mi niña? —cuestionó su madre con suavidad
—No, descuida. —le sonrió más —Sólo estoy cansada.
—De acuerdo linda. —le sonrió de vuelta y ambas caminaron juntas de regreso a casa
Cuando estaban por llegar a su hogar notaron que un camión de mudanzas estaba estacionado frente la casa junto a la de ellas y sacaban muebles para meterlos en la casa que durante meses había estado en venta.
La menor se dio cuenta de que había un hombre bastante alto guiando y ayudando a quienes metían los muebles, debía ser su nuevo vecino.
Los días siguientes fue recurrente ver al mismo hombre acomodando las cosas en la casa. Astrid no prestó demasiada atención a ello pues tenía en su cabeza otro tema que no salía de su cabeza.
Sus amigas no paraban de hablar sobre sus parejas, sobre cosas románticas y otras cosas que no lo eran tanto. Eso le molestaba de sobremanera, puesto que ella no estaba interesada para nada en los chicos. Siempre le daba vuelta a las preguntas recurrentes sobre quien le gustaba o quien le había dado su primer beso, y es que en realidad la respuesta a ambas preguntas era "nadie"..
No podía dejar de pensar en ¿Por qué eran tan importantes esos temas?
A ella no le importaba en lo más mínimo si una de sus amigas había tenido un novio o diez de ellos, le parecía totalmente innecesario hablar de eso.
Cuando regresaba de pasear con Tormenta, se dió cuenta que había un perro en el jardín de su nuevo vecino haciendo un hoyo en la tierra. Le pareció curioso y decidió acercarse para ver que pasaba. El perro levantó su mirada al escuchar a Tormenta ladrarle y movió su cola con emoción mientras le ladraba de manera animada a su posible nueva amiga.
—¿Qué pasa, Chimuelo? —la voz de un chico la hizo girar su vista a la entrada de la casa, un joven castaño se detenía del marco de la puerta aparentemente buscando al perro, el cual corrió hasta él y ladró ganando la atención del chico —¿Qué pasa amigo? —volvió a preguntar con suavidad agachándose para acariciar la cabeza de su mejor amigo, Astrid frunció su ceño ¿la estaba ignorando?
—Oh, hola. —le saludó una mujer llegando detrás del castaño —Tu debes ser nuestra vecina de al lado, ¿cierto? —El castaño se levantó dejando espacio para que su madre saliera de la casa y se acercara a la rubia
—Si, vivo justo al lado.—sonrió a medias sintiéndose disgustada por la actitud del castaño —Me llamo Astrid.
—Un gusto conocerte, Astrid. Me llamo Valka —le sonrió con amabilidad —y él es Hipo, mi hijo —señaló al castaño, quien avanzaba con cuidado siendo ayudado por un bastón y su perro, ahí fue que entendió que no la había ignorado, era ciego.
—Hola —Hipo sonrió apenado —perdona, no te escuché.
—Descuida, no es.. no es para tanto.. —bajó la mirada a su cachorra, quien la veía como pidiendo permiso de ir a jugar con su nuevo amigo
—Es muy bonita, ¿Cómo se llama? —cuestionó la mayor acercándose con cautela a la perrita para acariciarla
—Se llama Tormenta —la mencionada ladró como si se estuviese presentando, Hipo sonrió sintiendo que Chimuelo empujaba su pierna
—¿Crees que Tormenta pueda jugar con Chimuelo? —preguntó el castaño con suavidad
—Creo que le gustaría —sonrió la rubia, la cachorra corrió junto a Chimuelo por el jardín
—Parece que se llevan bien —comentó la mayor viéndolos correr —¿Te gustaría quedarte a merendar con nosotros? —la mayor señaló la mesa que tenían en el jardín
—Me gustaría, pero debo decirle a mi madre, no quiero preocuparla. —sonrió —¿Puedo dejar a Tormenta unos minutos mientras le digo a mi madre?
—Claro, linda. —Valka asintió
Astrid avanzó a su casa viendo a la mayor tomar el brazo del castaño para acercarlo a la mesa, vio a su cachorra jugar y sonrió, le alegraba que sus nuevos vecinos tuvieran un cachorro que pudiera hacerle compañía a su mejor amiga.
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Los días pasaron, Astrid convivía cada vez más con Hipo y habían comenzado una muy bonita amistad. Cada tarde, después de salir de clases, Astrid junto a Tormenta visitaban a sus nuevos amigos para comer una merienda y hablar de diversos temas.
—Entonces.. ¿todo está bien? —cuestionó el castaño con suavidad al notar que el usual tono de voz de la chica se notaba apagado
—No lo sé —murmuró y lo observó, él le prestaba total atención sonriendo a medias, detalló cada facción del rostro del castaño y se sonrojó cuando él tomó su mano
—¿Qué pasa Astrid? —ella bajó su mirada
—No es importante —murmuró nerviosa —Solo son cosas de chicas..
—Eso no hace que deje de ser importante, —su sonrisa no se iba y ella no sabía porqué se sentía tan nerviosa —sé que no soy una chica, pero si necesitas hablar de algo puedes contar conmigo.
—¿Ya diste tu primer beso? —susurró de repente sin quererlo, al darse cuenta del sonrojo del chico se dio cuenta de lo que había preguntado —Perdona, no tienes que responder si no te sientes cómodo
—No, no he besado a nadie.. —murmuró él con nerviosismo —¿Ese tema es el que te tiene rara? —preguntó
—¿Cómo es posible que no hayas besado a nadie? —interrogó ella frunciendo su ceño —Eres muy guapo, seguro alguna chica lo ha intentado.. ¿no?
—Eres muy amable —soltó una risa negando con suavidad —Pero no, nunca he besado a nadie. ¿Y tú? ¿Has besado a algún chico? —ella resopló
—No, a nadie. Y me frustra que mis amigas hablen de eso todo el tiempo. De lo único que hablan es de sus novios. Y es algo que seguro no tendré.. —murmuró haciendo una mueca
—¿Por qué dices eso? —interrogó
—No soy el tipo de chica que buscan los chicos.. —susurró desviando su mirada hacia los cachorros, quienes corrían detrás de un balón que era de Tormenta
—¿Puedo verte? —cuestionó el castaño en bajo después de unos segundos en silencio
—¿Cómo? —interrogó ella desconcertada
—Quiero decir.. ¿Puedo tocar tu rostro? —corrigió —Me gustaría saber cómo eres. —sonrió apenado
Ella entendió y se levantó de su lugar para acomodarse en la silla junto a él, tomó sus manos y él se giró hacia ella. Astrid colocó las manos del chico sobre su rostro con suavidad, vio la concentración del chico mientras detallaba cada facción de su rostro y se desconcertó al verlo sonreír con aparente cariño.
—Eres muy bonita —murmuró —¿Por qué crees que no se fijarían en ti?
—Yo no.. no sé.. —susurró sintiéndose apenada
—Eres preciosa, Astrid. Cualquiera que te vea seguramente quedará embelesado con tu belleza. —ella se sonrojó ante sus palabras y sintió las manos del chico acunando suavemente sus mejillas —Y quien logre tener tu cariño será muy afortunado de tenerte.
Ella sintió su corazón acelerarse y una extraña sensación se hizo presente en su vientre.
¿Era esto lo que sentían sus amigas? ¿Así se sentía cuando te interesaba alguien? ¿Qué sentiría si se atrevía a besarlo?
—¿Puedo besarte? —interrogó de repente haciendo sonrojar al chico —¿Me dejarías ser tu primer beso? —susurró agradeciendo que él no pudiera ver que muy probablemente ahora parecía un tomate
—¿Quieres que yo sea tu primer beso? —cuestionó el castaño sin creer lo que escuchaba
—No puedo imaginar a nadie mejor para ser mi primer beso —se sinceró, Hipo sonrió tímido y se acercó a ella rozando sus labios suavemente
—Antes de hacerlo.. necesito preguntarte.. ¿Te gustaría tener una cita conmigo?
Ella soltó una risita y lo acercó para poder besarlo de una vez por todas, ambos sonrieron en medio del beso y un suave suspiro se escuchó por parte del castaño una vez se separaron.
—Si, me gustaría tener una cita contigo —respondió ella riendo para después volver a atraerlo hacia si y besarlo con calma.
Después de todo, dar su primer beso no había sido tan malo.
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