29|Distante
Au entre la segunda y la tercera película.
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—Patapez, ¿Viste a dónde se fue Hipo? —preguntó Astrid con calma acercándose a su amigo rubio
Habían preparado desde una noche antes una misión de rescate para esa mañana, todo había salido a la perfección y habían regresado a Berk con nuevos dragones a los que debían acomodar en la isla. Sin embargo, una vez aterrizaron, la rubia perdió de vista al joven jefe.
—Creo que fue a su casa con Chimuelo. —dijo con duda mientras inspeccionaba a uno de los nuevos dragones en busca de posibles heridas, que por fortuna no eran graves —Parecía algo.. molesto. —agregó, dirigiendo la mirada a la rubia
—¿Molesto? —preguntó desconcertada
—Si.. No se veía feliz por alguna razón. —hizo una mueca
—De acuerdo, gracias. —avanzó con calma a la casa del castaño para ver si estaba bien
No lo encontró ahí, sin embargo, pudo ver a Chimuelo cerca de los establos, por lo cual avanzó hacia él. Pues donde el furia nocturna estaba, estaría su precioso Hipo.
Al llegar, sonrió al verlo ayudando a su madre con dos nadders recién llegados. El castaño la vio acercarse y le sonrió a medias antes de concentrarse nuevamente en los dragones nuevos. Chimuelo se acercó a la rubia para saludar, recibiendo una caricia por parte de la chica.
—¿Necesitan ayuda? —preguntó a ambos castaños, acercándose a ellos junto con el dragón
—Estamos, bien. Gracias, mi lady. —respondió el menor con calma
—Tal vez puedas ayudarnos un poco. —intervino la mayor, acercándose a ella mientras su hijo parecía querer tomar distancia de la rubia —Tormenta podría hacer que estos pequeños se adapten más rápido a la isla. —acarició a uno de los nadders
—La traeré enseguida entonces. —le sonrió a su suegra, notando la actitud distante de Hipo, más no dijo nada al respecto
Cuando volvió con su dragona para ayudar, ni el castaño ni Chimuelo estaban ahí. Valka le explicó que debían ayudar con el resto de dragones. Le dijo que no había tenido una buena noche y por eso actuaba distante y distraído, que no debía preocuparse por eso.
Pero claro que se preocupaba. Lo conocía, sabía que no solía comportarse de esa manera a menos que hubiera algo que lo molestara y estaba conciente que solía hacer tonterías cuando estaba así de frustrado. Por lo cual se dio la tarea de buscarlo para hablar con él.
—Chicos, ¿han visto a Hipo? —preguntó ahora a los gemelos, que estaban en el gran salón comiendo al igual que varios otros vikingos
—La última vez que lo vi estaba con Patapez en el puerto. —dijo el rubio, volviendo a su comida
—Uh.. ¿se te escapó? —preguntó Brutilda con burla
Astrid hizo una mueca y frunció su ceño, saliendo del gran salón para ir al puerto.
—¿Está todo bien? —preguntó Eret, acercándose a ella
—No encuentro a Hipo. —negó con la cabeza —¿Lo has visto? —preguntó al pelinegro, deteniendo su caminar y girando a verlo
—No lo he visto desde la mañana. —se encogió de hombros —Parecía molesto. —ella suspiró frustrada —¿Está molesto contigo? —la vio con curiosidad
—Estoy comenzando a creer que si. —hizo una mueca con molestia
—Tranquila, debe estar teniendo un mal día. —la abrazó por los hombros, ella suspiró mientras asentía con la cabeza —Te ayudaré a buscarlo. —la soltó avanzando con ella hacia el puerto
—Hipo.. —el castaño giró la mirada a su amigo rubio quien le señalaba de manera discreta hacia el pelinegro y la rubia, que reía con las ocurrencias del pelinegro —¿Irás con ella? —le preguntó en bajo, sabiendo que el jefe había querido hablar con ella desde hacía unas horas
—No.. está ocupada ahora. —negó con la cabeza, avanzando junto a Patapez hacia la casa de Bocón para dejarle las armas que habían logrado recolectar durante la redada de esa mañana
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Hipo volvió a su casa después de unas horas más de trabajo. Suspiró con cansancio cuando se recostó en la cama y escuchó a su dragón calentar su roca para poder acomodarse a dormir. Cerró sus ojos, dispuesto a poder descansar al fin, más una pesadilla se hizo presente y lo hizo abrir los ojos.
Al momento de acomodarse para tratar de volver a conciliar el sueño, se percató de que alguien entraba en silencio a su habitación, siendo cuidadosa para no ser vista por nadie desde fuera.
—¿Astrid? —preguntó desconcertado, sentándose en la cama
—Dioses. —dio un brinco y cerró la puerta una vez estaba por completo dentro —Perdona, ¿te desperté? —sonrió apenada
—No, no.. descuida. —le sonrió a medias, ambos giraron la mirada al furia nocturna, que se quejó y se reacomodó para seguir durmiendo —¿Qué haces aquí a esta hora? —volteó a verla nuevamente, hablando en bajo para no molestar a su dragón ni llamar la atención de su madre
—Quería.. —suspiró, acercándose a la cama —Necesitaba asegurarme que estuvieras bien. —admitió en bajo, él se acomodó mejor para dejarle un espacio donde sentarse
—¿Por qué no estaría bien? —cuestionó sin poder evitarlo
—Hoy has estado algo... distante.. —se sentó a su lado, viéndolo con atención —¿Está todo bien?
—Todo está bien. —le sonrió a medias
—Hipo...
—Todo está bien. —insistió, desviando la mirada de ella —Deberías ir a descansar.
—No me iré hasta que me digas qué pasa. —negó con la cabeza
—No pasa nada. —insistió
—Hablé con Bocón.. —dijo de manera tranquila, el castaño maldijo en bajo sin atreverse a verla —No quiso decirme qué está pasando contigo, pero me pidió que viniera a buscarte. —explicó —Parece ser un tema importante.. y parece estarte molestando mucho.
—Es... no es importante. —negó con la cabeza
—Babe.. —tomó su rostro con suavidad para hacer que la viera —Me preocupas. ¿Qué está pasando? —preguntó con tono dulce, él la observó en silencio unos segundos antes de acercarse a abrazarla, hundiendo su rostro en el cuello de la rubia, que le devolvió el abrazo
—¿Podrías quedarte conmigo esta noche? —murmuró apenas
—Por supuesto que si. —asintió con la cabeza suavemente, acariciando el cabello del chico
Hipo soltó el abrazo poco después, acomodándose junto a la rubia en la cama. Astrid lo abrazó contra su pecho y continuó acariciando su cabello para tratar de calmar los pensamientos de su novio.
—Perdona que estuviera distante. —se disculpó en bajo —Hoy vi algo que no me agradó y.. tal vez sea algo estúpido, pero.. —suspiró, abrazándola un poco más cerca
—¿Qué viste? —preguntó con curiosidad, él guardó silencio unos segundos antes de volver a hablar
—¿Me amas? —la rubia se desconcertó por la pregunta y el tono temerosos del castaño
—Te amo. Más que a nada en esta tierra. —aseguró enseguida, dejando un beso sobre la frente del castaño, que sonrió a medias
—Y... ¿y si conocieras a alguien mejor que yo? —ella soltó una risita sin poder evitarlo
—Babe, no existe en esta tierra alguien mejor que tú. —se separó un poco para tomar su rostro y se inclinó para llenar su rostro de besos —Eres perfecto como eres, Hipo. —le sonrió con cariño
—¿De verdad lo crees? —murmuró, sintiendo sus ojos llenarse de lágrimas
—Lo sé, mi amor. Eres perfecto para mi. —lo besó con dulzura, él correspondió el beso, sonriendo ante su respuesta
—Debí hablar contigo desde la mañana.
—¿Qué viste? —volvió a cuestionar —¿Qué fue lo que te hizo sentir mal?
—Eret. —admitió en bajo —Verte reír con él me... me molestó.. —se sonrojó ligeramente, sintiendo ahora que era una tontería
—Oh.. ¿de verdad? —lo observó con atención
—Si.. —la abrazó por la cintura —Nunca te había visto convivir así con otro vikingo. —admitió, haciendo una mueca —Usualmente solo los golpeas.
—Yo no hago eso —dejó un golpecito sobre su pecho, él sonrió
—¿Ves? Lo haces todo el tiempo —esto la hizo reír suavemente
—Bien, bien.. entiendo el punto. —volvió a besarlo con dulzura —Si te molesta que ría con él..
—No quiero que dejes de hacerlo. —le interrumpió, negando con la cabeza —Es obvio que te llevas bien con él y.. no quiero que pierdas eso.
—Pero te molesta que lo haga. —le recordó
—Es que.. solo reías así conmigo.. —murmuró, haciendo un pequeño puchero
—Oh.. babe. —acarició su mejilla —Jamás te cambiaría por nadie. —aseguró, besándolo con dulzura —No hay nada que temer, cariño.
—Me alegro de escuchar eso. —sonrió, acercándola para volver a besarla
—Tú tampoco me cambiarás por nadie, ¿verdad? —preguntó una vez se separaron del beso, frunciendo su ceño
—Por supuesto que no, mi lady. Nunca. —negó con la cabeza, acercándose a dejar un beso en su cuello —No hay nadie más con quien quisiera compartir mi vida. —aseguró
—Más te vale, Abadejo. —le advirtió, él soltó un risa suave
—Te amo, mi hermosa valkiria.
—Te amo, mi precioso.. —su frase quedó a la mitad debido a que el castaño la besó, sonrió y le devolvió el beso
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Fotito de inspiración:
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