
18| Pasado (parte 1)
-Segunda parte de "Sólo conocidos"(Continuación capitulo 8)
Advertencia: Mención de temas sensibles como bullying, depresión e intento de suicidio.
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—Mamá, ya estamos en casa. —comentó Hipo entrando a la casa con el pequeño Chimuelo, que maulló hacia la mujer al verla salir de la cocina
—¿Qué tal les fue en el trabajo, mis amores? —preguntó con una sonrisa
—Todo tranquilo. —el castaño sonrió con cansancio y dejó su mochila en el sofá cercano
—Anda, come algo para que puedas ir a ducharte y dormir. —la mayor tomó su brazo con suavidad y avanzaron juntos a la cocina para cenar
Hipo bajó a Chimuelo con cuidado y este caminó despacio y con algo de dificultad hacia su plato de comida. El castaño suspiró, tomando asiento mientras su madre servía su plato de comida.
—Compré estofado de cordero. —comentó la castaña con una sonrisa —Bocón tiene una nueva ayudante en el restaurante y cocina delicioso. Claro que... no iguala a los platillos de Bocón. —soltó una risita mientras ponía la comida en la mesa, notando que algo iba mal con su hijo, pues estaba inusualmente callado —¿Qué pasa, cariño? —se sentó a su lado y tomó su mano con delicadeza, sin dejar de verlo ni un solo instante
El chico suspiró y se acercó a abrazar a su madre, ella le devolvió el abrazo enseguida sin entender que sucedía.
—¿Recuerdas que te conté sobre Astrid? —preguntó en un murmullo
—Lo recuerdo. —asintió, acariciando el cabello del castaño para tratar de hacerlo sentir mejor
—Llevó a su perrita a la veterinaria, la atropellaron..
—Dioses.. ¿está bien? —preguntó suavemente
—Atali tuvo que operarla, le ayudé con lo que pude y esta estable. Al menos hasta que yo salí. —siguió contando con suavidad —Todo está mejor con ella. El problema es Astrid.. —admitió en tono bajo, apretando un poco el abrazo en su madre
—¿Te ha hecho algo? —preguntó enojándose con aquella rubia a quien ni siquiera recordaba
—No, no.. descuida. —se separó del abrazo y le sonrió a medias —Lo que pasa es que..removió el pasado.. es todo. —suspiró y se dispuso a comer en silencio
—Mi niño.. —Valka lo observó con cariño —Sabes que siempre estaré aquí para cuidarte, ¿verdad? —le preguntó con suavidad
—Lo sé ma. —le sonrió con cariño —¿Ya cenaste?
—Te estaba esperando. —se levantó con calma, dejó un beso en la frente de "su niño" y se acercó a servir su plato de comida
Cenaron en calma, la mayor lo observaba con detenimiento, sabiendo que algo estaba mal. El haberse encontrado con aquella chica parecía estarle afectando más de lo que le gustaría aceptar.
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Hipo corría por los pasillos de aquella escuela que había sido su mayor tormento. Quería alejarse de aquellas risas burlonas, los insultos, los empujones, los golpes. Los sentía cada vez más cerca, sentía que se quedaba sin aire y el pasillo se hacía más grande. Escuchó su voz, giró un poco para asegurarse que aquellas sombras de su pasado estuvieran lejos.. chocando con una pared, que le impedía seguir corriendo.
Y de pronto no podía moverse. Sintió su corazón acelerarse mientras aquellas sombras se acercaban más a él, riendo e insultándolo, obscureciendo su entorno y haciéndolo sentir cada vez más pequeño.
Las risas y palabras hicieron eco en su cabeza, él solo cerró los ojos, trató de controlar su corazón, su miedo y haciendo su mejor esfuerzo por respirar.
—Hipo, hijo.. está bien.. es un sueño.. todo está bien.. —el castaño abrió los ojos, respiraba agitado y había comenzado a sudar
—¿Mamá..? —murmuró, enfocando a su madre sentada a su lado, sintiendo la mano de esta en su pecho
—Aquí estoy, aquí estoy mi niño. —le sonrió a medias, sintiendo los rápidos latidos del corazón del castaño en su mano.
El menor, suspiró. Tomó la mano de su madre en su pecho y la apretó con algo de fuerza. Sintió a Chimuelo restregarse en su mejilla y lo acarició con su mano libre de manera suave.
—¿Te desperté? —preguntó hacia su madre una vez pudo calmarse un poco
—No, descuida. Tengo un rato despierta. —le sonrió con cariño y acarició suavemente su cabello —Chimuelo se encargó de avisarme que no estabas teniendo un sueño agradable. —explicó con calma, el minino ronroneó restregándose en la mejilla del castaño
—Es un buen gato. —sonrió a medias sintiendo al pequeño
La mayor asintió con la cabeza despacio y prestó atención a los latidos de su hijo, notando que estaba calmándose.
—¿Necesitas que te traiga algo? —preguntó con suavidad
—No, ma.. muchas gracias. —le sonrió —Dame un momento, ahora voy a hacer el desayuno.
—Descuida, pedí algo a domicilio. —acarició nuevamente el cabello castaño de su pequeño con su mano libre y le sonrió con cariño —Quería dejarte dormir un poco más. —le explicó al verlo desconcertado
—Está bien . —suspiró, cerrando sus ojos y disfrutando de la caricia de su madre en su cabello —Gracias, ma.
—Lo que sea por tí, mi niño. —se acercó a dejar un beso en su frente con dulzura —Anda a darte un baño, eso te ayudará a relajarte.
—Está bien. —le sonrió, abriendo sus ojos y volviendo a verla, ella se acercó para darle otro beso en la frente antes de levantarse
—Te espero en el comedor para desayunar.
—No tardaré. —le aseguró
La mayor salió de la habitación para dejarlo prepararse, él se dio una ducha, teniendo a Chimuelo como compañero, pues este lo esperó pacientemente en el lavabo.
—Eres demasiado consentido. —le acusó al minino, que maulló mientras lo veía atento desde su lugar —Y un tanto metiche. —soltó una risa al notar que se acomodaba mejor para estar más cómodo mientras lo esperaba
Cuando salió de la ducha, llevó al minino a la cama. El pequeño se acomodó para seguir observándolo mientras se cambiaba, cuidando de él. Chimuelo ronroneó una vez el castaño lo cargó y lo recargó en su pecho, avanzando a la cocina en busca de su madre, que estaba en la puerta recibiendo la comida. Se quedó quieto al escuchar la voz del repartidor que estaba fuera de su casa.
—Gracias por su compra, que tenga un lindo día. —aquella voz.. esa voz le había atormentado la infancia y parte de la adolescencia.. "—Oh, míralo.. un pequeño insecto por aplastar.."
El sonido de la puerta cerrándose lo regresó a su realidad, su madre sonrió al verlo y le mostró la comida.
—Ya está aquí el desayuno, podemos..
—¿Quién era? —preguntó en un murmullo, sin moverse de su lugar
—El repartidor. —contestó desconcertada por la actitud del castaño —Creo que su nombre era..
—Dagur.. —completó el castaño en bajo, volviendo a avanzar despacio hacia ella
—Si... ¿Cómo..? —lo observó, dándose cuenta de por qué actuaba de esa manera —¿Era uno de ellos? —preguntó angustiada
—Vamos a comer. —negó con la cabeza, queriendo restarle importancia, no queriendo preocupar a su madre, ella asintió con la cabeza, no queriendo empeorar la situación con preguntas que serían incómodas para él
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Hipo suspiró mientras entraba a la veterinaria, queriendo ignorar su malestar emocional y sus malos recuerdos. Saludó a las dos chicas que estaban en la recepción y preguntó por Atali.
—Está con una cachorra, la que llegó anoche. —le informó una de ellas, que estaba juntando sus cosas para ir a casa, pues era el final de su turno
—¿Tormenta? —preguntó desconcertado, acercándose a su escritorio para dejar sus cosas en el lugar designado
—Si. —asintió con la cabeza. —Anoche tuve que darle más medicamento y hace una media hora su herida comenzó a sangrar. —hizo una mueca
—¿Le llamaste a la dueña para informar? —preguntó en bajo
—Dijo que no tardaba en llegar. —asintió con la cabeza —Bueno, te dejo la información y.. Atali me pidió que atendieras de la chica dándole un resumen mientras Elina le ayuda con Tormenta. —le dio un par de carpetas y una agenda
—Yo me encargo, descansa Minden. —le sonrió, recibiendo las cosas
—Gracias, que tengan un buen día. —se despidió, saliendo del lugar
Hipo dejó a chimuelo sobre el escritorio, este se acurrucó junto a la computadora que él usaba para llenar los datos de los pacientes que debían atender esa semana y actualizando información de los que estuvieron esa noche internados. Unos minutos después, escuchó la puerta de entrada abrirse, al levantar la mirada la vio.. Astrid..
—Buenos días. —le sonrió, esa sonrisa que jamás pensó volver a ver
—Buenos días. —saludó con calma, regresando la mirada a su minino al escucharlo maullar y verlo avanzar con pasos tranquilos hacia la rubia
—Hola pequeño. —le habló con ternura al pequeño, el castaño sonrió un poco al verla interactuar con su cachorro —¿Hay noticias de mi pequeña? —preguntó con calma
—Oh, si.. claro.. —el castaño asintió con la cabeza, dándose cuenta que se había quedado solo viendo la interacción de ella y su gato, notando en ese momento al chico pelinegro que entraba con calma acercándose a ella —Aa.. déjame.. —suspiró nervioso buscando la carpeta de Tormenta
—¿Estás bien? —la rubia lo observó con atención al notarlo tan nervioso
—Si, si.. solo.. —volvió a suspirar, cerrando sus ojos un momento y dió un brinco al sentir la mano de ella en su mano
—Dioses.. tranquilo.. —murmuró, alejando su mano de él al verlo brincar
—¿Te sucede algo? —preguntó el chico con curiosidad, observándolo con atención al parecerle conocido
—¿Hipo? —Atali se acercó a ellos, desconcertada por su reacción —¿Estás bien? —se colocó a su lado, el castaño la observó, negó con la cabeza y dejó la carpeta en manos de la pelirroja antes de avanzar hacia el baño para tratar de despejarse
Se encerró en aquella habitación, se recargó en la puerta haciéndose ovillo y trató de respirar con normalidad. Sentía nuevamente el miedo que había sentido por años a manos de aquellos chicos, los recuerdos volvieron a su mente como una tormenta que estaba destruyendo sus años de terapia y todo el trabajo que había hecho para mejorar se estaba yendo a la basura por verlos.
No sabía cuánto tiempo había estado ahí encerrado o lo que había pasado afuera durante ese tiempo. No le importaba en realidad. Primero debía calmarse para después poder afrontar lo que pudiera pasar afuera.
Hipo escuchó que llamaban a la puerta con suavidad y escuchó los maullidos de Chimuelo, seguidos por la voz de su madre.
—Hijo, abre.. por favor. —le pidió en voz baja, no queriendo sonar preocupada
El castaño se levantó un momento después, limpiando su rostro y suspirando mientras se animaba a sí mismo. Él podía con eso.. ya no era un niño indefenso, él podría con eso..
—Ay, gracias a Thor.. —lo primero que vio al salir fue a su madre, quien se acercó angustiada y lo abrazó en cuanto lo tuvo enfrente —Estaba planeando tirar esa puerta. —admitió en un murmullo, el castaño le devolvió el abrazo
—Lo siento, necesitaba un momento a solas. —se disculpó en bajo y dejó un beso en la frente de su madre —Te hice una promesa, ma. No lo volveré a intentar. —murmuró, sabiendo el por qué su madre estaba tan angustiada de que se hubiera encerrado y no le contestara a nadie
—Mi niño.. no quiero verte de nuevo en el hospital. —murmuró la mayor
—No lo harás. —le aseguró, levantando la mirada hacia Atali al escucharla acercarse
—Me alegro que estés bien. —le sonrió la pelirroja con cariño, detrás de ella apareció la pareja que le había ocasionado aquel ataque nervioso, el chico llevaba cargando a Tormenta mientras Astrid llevaba los medicamentos y la receta
—Lamento si hicimos algo que te incomodó. —se disculpó la rubia con calma, el castaño se separó un poco del abrazo de su madre para verlo
—Descuida, solo..
—¿Eres Hipo Abadejo? —preguntó el pelinegro con calma, la rubia lo vio, para después observar al castaño con curiosidad
—¿Algún problema con eso? —preguntó Valka con enojo
—Ma. —le sonrió a medias, queriendo calmarle y vio al chico —Si, soy yo. —asintió con la cabeza despacio
—Dioses, cambiaste mucho. —murmuró la rubia, sonriendo hacia él con alegría
—No, sigue siendo el mismo niño raro. —sonrió el pelinegro
—¿Cómo le dijiste? —cuestionó Valka con enojo
—Y tú sigues siendo un abusador, por lo que veo. —murmuró el castaño
—¿Abusador? —preguntó Astrid desconcertada y observó a su acompañante
—Solo le hacíamos bromas. Está exagerando. —explicó el pelinegro negando con la cabeza suavemente
Valka estaba por protestar, pero el castaño le pidió en silencio que no lo hiciera. No valía la pena después de todo.
—Espero que Tormenta se recupere pronto. —dijo hacia la rubia con calma y tomó la mano de su madre para hacerse a un lado, dejándoles el pasillo libre
—Gracias. —murmuró la rubia, aún confundida por la situación
Avanzó junto al pelinegro hacia fuera de la clínica, siendo seguidos por Atali, que les daba unas últimas indicaciones.
—Ve a casa, ma. Estaré bien. —comentó el castaño una vez la pareja había salido del lugar
—Llamame si algo pasa, ¿Está bien? —ella no estaba convencida de dejarlo, más entendía que él era capaz de resolver esa situaciones solo. Al menos la mayoría de las veces..
—Te llamaré, lo prometo. —asintió con la cabeza y dejó un beso en su frente
Su madre le entregó una pequeña bolsa que el castaño había dejado en casa, donde estaban los juguetes de Chimuelo. Y que, de hecho, era la razón por la cual su madre había llegado a la clínica. Se despidió de él y del minino, que estaba aferrado al castaño mientras ronroneaba.
Atali le agradeció por llegar en el momento más oportuno y le prometió cuidar de Hipo.
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—Deberías ir a casa, ya es hora. —dijo la pelirroja con calma mientras se acercaba al escritorio del castaño
—Lo sé. —le sonrió —Solo termino este expediente.
Atali suspiró y negó con la cabeza suavemente mientras sonreía. Le alegraba ver qué había vuelto a la normalidad después de aquel incidente de la mañana. Había vuelto a ser el sonriente Hipo que adoraba ayudar a los animales y eso le alegraba.
—De acuerdo, entonces te espero. —se encogió de hombros y dejó sus cosas nuevamente sobre el escritorio para esperarlo
—No tienes que..
—Claro que si, me quedo contigo. —le interrumpió y se acercó a mimar al pequeño Chimuelo, que no se molestó por el contacto
—De acuerdo, tú eres la jefa. —soltó una risita y se concentró en terminar el expediente
Unos minutos después, salió de la clínica junto con Atali, quién le hablaba de manera melosa al minino en brazos del chico. Él sonrió con cariño al ver la interacción de su amigo con la doctora y sentirlo ronronear por los halagos que ella le hacía.
—Hipo.. —levantó la mirada a quien le llamaba, encontrando a Astrid frente a él —¿Crees que.. podamos hablar un momento? —preguntó con voz suave mientras jalaba las mangas de su suéter en un gesto nervioso, un gesto que él conocía
—Aa... Supongo que.. —vio a la pelirroja a su lado, que seguía concentrada en Chimuelo, no queriendo intervenir en su conversación
—No te quitaré mucho tiempo. —insistió la rubia, sonriendo apenada
—Claro. —asintió después de un momento, unos segundos que para la rubia parecieron eternos —¿Nos vemos mañana? —preguntó hacia Atali con suavidad, ella asintió con la cabeza
—Te veo mañana. —se despidió de ambos y avanzó con pasos tranquilos lejos de ellos
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