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15| Regalo de aniversario (II)

Au moderno

Parte 2 de 3

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Hipo preparaba la cena con calma, había aprendido a preparar algunas cosas desde que se había comprometido con Astrid. Claro que.. ella no lo sabía, al menos no aún.

—Huele realmente bien, Hipo. —comentó Heather con una sonrisa

—Gracias, creo que están funcionando las clases que me has dado. —sonrió a medias, sintiendo a Chimuelo recargarse en su cadera mientras olfateaba la comida —¿Te gusta como huele, amigo? —le preguntó con una sonrisa, recibiendo un suave ladrido de parte de su cachorro

—Parece que pasa la prueba de calidad. —dijo la pelinegra con gracia, acercándose a acariciar al pequeño, que enseguida se acercó a ella para dejarse consentir

—Eso es bueno. —sonrió ampliamente, apagando la estufa y tapando las ollas con cuidado para mantener su comida caliente

—¿A qué hora dijiste que vuelve? —preguntó Heather con curiosidad

—Vuelve a las seis y media. Dijo que pasaría a casa de su madre por algunas cosas después del trabajo. —sonrió, viendo el reloj en su muñeca

—No debe tardar entonces. Debería irme antes que llegue. —comentó su amiga, agachándose para despedirse de Chimuelo con mimos

—No creo que se enoje si te ve aquí. —le dijo desconcertado por su comentario

—Seguro que no se molesta. Pero no quiero ser un mal tercio o una visita incómoda. Créeme, sé de eso. —soltó una risa suave, recordando las veces que estuvo en una cita de Mala y su hermano

—No eres un mal tercio, Heather. —le respondió el castaño con una sonrisa

—Bueno, bueno.. —sonrió, enderezandose y sacudiéndose un poco para no tener pelos de Chimuelo en su ropa —Aún así. Debo ir por Dagur al trabajo. —le sonrió, acercándose a abrazarlo con suavidad —Nos vemos después Hipo. Y felicidades.

—¿Felicidades? —preguntó desconcertado mientras le devolvía el abrazo

—Por tu aniversario, Hipo.—le dijo con gracia y soltó una risa suave, separándose de él con calma —No me digas que lo olvidaste. —lo observó con gracia, notando que se sonrojaba ligeramente y rascaba su nuca nervioso

—No, no.. claro que no.. ¿cómo podría olvidarlo? —contestó apenado, ella no pudo evitar volver a reír

—De acuerdo, supongo que te voy a creer. —dijo divertida

—No, no.. realmente no lo olvidé. De hecho... por eso pedí tu ayuda. —admitió, sonriendo nervioso —No pensé que lo recordaras. —admitió

—Oh.. No podría olvidar la fecha, le ayudé a Astrid a planear meticulosamente cómo te pediría ser novios y llegaste con un plan completamente opuesto para proponérselo tú. —sonrió con gracia, haciéndolo reír suavemente ante el recuerdo —Es un lindo gesto que hagas de comer para ella. —le sonrió con ternura

—No lo habría logrado sin ti. —le agradeció nuevamente y Heather le dijo que no era necesario agradecer, después de un par de minutos la pelinegra se fue del apartamento del castaño.

Hipo acomodó la mesa con calma, siendo ayudado por su cachorro, que estaba feliz por poder vivir al fin junto a Astrid y Tormenta. Tenían ya un par de semanas viviendo juntos en aquel departamento que el castaño había conseguido un año y medio antes.

Habían acordado vivir ahí un tiempo antes de la boda, la cual sería en un mes, por lo cual la rubia se mudó casi por completo en ese tiempo. Aún faltaba traer cosas de la casa de Astrid y lo estaban mudando de a poco para acomodarlo de mejor manera.

La puerta del apartamento se abrió, dejando ver a Tormenta, que corrió al interior del lugar con emoción, jalando un pequeño carrito donde estaba una maleta llena de ropa, sus juguetes y premios. Chimuelo corrió a ella para recibirla e inspeccionó con curiosidad lo que llevaba.

—Babe, ayudame con esto. —la voz de Astrid se hizo presente en la puerta, el castaño se acercó enseguida, acariciando a los cachorros al pasar junto a ellos

—¿Qué trajiste hoy, babe? —preguntó con curiosidad mientras tomaba la mochila y una caja que la rubia le dio

—El resto de mi ropa y.. Mamá nos compró algo. Viene en la caja. —sonrió, tomando otra maleta y la metió al departamento, cerrando la puerta tras ella

—Oh.. —la observó y se acercó a dejar un beso en su frente una vez la tuvo cerca —Bienvenida a casa, my lady. —le dijo con cariño

—Me encanta como suena eso. —sonrió, acercándose a darle un beso suave en los labios —¿Pasaste a comprar comida? —preguntó con dulzura

—Algo así.. —dijo nervioso, adentrándose al apartamento para dejar la caja en una orilla de la mesa

—¿Algo así? —preguntó con curiosidad

—¿Qué compró tu madre? —le preguntó de regreso mientras avanzaba a dejar la mochila al sofá cercano

—¿Por qué me cambias el tema? —cuestionó con una sonrisa, dejando la maleta a un lado y acercándose a su cachorra para quitarle su pechera y que pudiera correr libremente con Chimuelo por el apartamento

—Bueno.. ¿Te ayudo a guardar esto? —sonrió nervioso, ella asintió con la cabeza mientras reía suavemente

—Anda, dime que estás tramando. —se acercó a abrazarlo por la cintura

—No, no.. Espera un poco.. —negó con la cabeza y la abrazó de regreso, dejando otro beso sobre su frente —Es una sorpresa.

—Bien, bien. —sonrió y lo abrazó un poco más, escondiendo su mirada en el pecho del chico, quien la abrazó de vuelta con cariño —Mi madre nos compró una vajilla. —dijo con calma —No la he visto, quise esperar a estar juntos.

—Oh.. ¿Quieres que la usemos hoy? —preguntó con curiosidad, viendo a sus cachorros correr, muy probablemente para ir jugar en la habitación que habían acoplado para ellos

—Y... ¿Qué vamos a comer? —se separó un poco y levantó la mirada para verlo

—Veamos la vajilla, después podré sorprenderte con la comida. —le sonrió, nervioso por la reacción que podría tener su prometida ante su sorpresa

—De acuerdo. —sonrió y dejó un beso en su mejilla antes de separarse para ir a la caja que le había dado su madre —También hay tazas, son negras. Dijo que con el agua caliente se revelaba el diseño. —le mostró las tazas y las puso en la mesa, el castaño tomó una y sonrió al verla

—No sé por qué siento que es una foto de nosotros. —soltó una risa suave, volviendo a dejar las tazas juntas

—Probablemente. —la rubia asintió con la cabeza mientras sacaba una bolsita de tela donde estaban los cubiertos —Oh, mira.. —sonrió al ver cubiertos dorados y negros

—Muy elegantes. —el castaño observó uno de los tenedores dorados con curiosidad

—¿Crees que esto sea nuestro regalo de bodas? —preguntó la rubia de repente mientras destapaba los platos más pequeños

—Creí que eso era. —respondió Hipo, encogiéndose de hombros y volviendo a guardar los cubiertos en su bolsa de tela

—Pues no lo dijo como tal, pero podría ser que.. ¡Oh, Thor! —sonrió ampliamente al ver los platos, negros con dorado —¡Mira! —se los mostró a Hipo con una sonrisa, dejando los pequeños platos en sus manos para sacar los medianos y los más grandes (como la imagen de abajo, pero sin la taza)

—Vaya.. Son muy bonitos.. —sonrió ampliamente al ver los platos —¿Son como los que querías? —preguntó a la rubia, recordando que le había hablado de una vajilla similar unos días antes

—Son justo los que quería. —sonrió ampliamente al ver los platos

—Vaya.. son preciosos. —tomó uno de los platos grandes y lo observó un momento, antes de girar a ver a su novia, sonriendo con cariño al verla tan emocionada con aquella vajilla —¿usamos los otros platos hoy? —preguntó con una sonrisa, al verla tan feliz con aquel regalo

—No lo sé.. es que son tan bonitos y.. ¿Qué vamos a comer? —volvió a preguntar mientras "abrazaba" uno de los platos

—No se mancharán mucho, descuida. —le aseguró con calma

—De acuerdo, entonces usemos estos. —asintió, dándole los platos con mucho cuidado

—Iré a servir la comida, mientras tanto...

—Llevaré las maletas a la habitación. —completó la rubia, sonriendo alegre hacia su novio

—Bueno, entonces hagamos eso. —sonrió, inclinándose para dejar un beso en su frente

Hipo avanzó a la cocina con la vajilla, dispuesto a servir la cena para ambos. Acomodó la comida con cuidado para que luzca y sonrió ampliamente mientras llevaba los platos a la mesa.

—Ya está la cena, babe. —le avisó al darse cuenta que no estaba en el comedor

—Voy en un momento. —le dijo con voz tranquila desde el cuarto

El castaño acomodó la comida y suspiró, mientras esperaba a la rubia. Ella llegó un momento después, sonriendo de manera tímida y mostrando una caja pequeña, de color naranja y con un pequeño lazo rojo.

—Feliz aniversario, babe. —le acercó la caja

—Oh, cariño. —se acercó para tomar el regalo —Eres muy dulce. —iba a abrir el regalo, pero ella lo detuvo de manera nerviosa

—Espera, espera. Abrelo después de comer. —sonrió con timidez

—Bien, lo abriré después. —aceptó con una sonrisa —No tenías que regalarme nada, lo sabes, ¿verdad?

—Quería darte un regalo de aniversario. — se encogió de hombros —No suelo hacerlo, pero esta vez... Quería darte algo especial...

—Bueno, yo también quería hacer algo especial por ti. —señaló hacia la mesa —Heather me ayudó, espero que te guste.

—Oh.. ¿enserio? —se acercó a la mesa y sonrió ampliamente al ver la comida —Se ve delicioso.

—Anda, comamos. —comentó sonrojándose apenado

—Comamos, babe. —asintió, tomando asiento para iniciar a comer con calma, disfrutando del sabor que tenía —Esto está delicioso. —comentó viendo con ternura a su prometido, que volvió a sonrojarse

—Me alegra que te guste, my lady. —le sonrió —Heather me ofreció unas clases para aprender a cocinar y.. me pareció una buena idea.. así que...

—Por eso has estado desapareciendo estos días. —dedujo, recordando las veces que el castaño salía del apartamento con alguna excusa

—Si.. —admitió con una sonrisa nerviosa

—Pues recuérdame agradecerle, las clases están funcionando. —le aseguró con cariño

—Gracias a los Dioses, de verdad, no sabes como me alegra que sus clases funcionen. Así no tendremos que comer comida chatarra todos los días. —suspiró aliviado

—¿Tan mal cocino? —preguntó la rubia haciendo un puchero

—¿Qué? No, no.. —negó el castaño enseguida, sabiendo que era una pregunta peligrosa de responder —No me refería... Quiero decir... No tendremos que comprar tanta comida. —explicó, sonriendo nervioso

—Está bien. Tienes razón. —hizo una mueca y asintió con la cabeza —Tantas hamburguesas nos van a cobrar factura tarde o temprano. —soltó una risa suave, desviando su mirada al regalo sobre la mesa, sonriendo de manera apenada

Hipo notó esa mirada y le sonrió. Tomó el regalo con una mano mientras que con la otra apartaba el plato para no manchar lo que fuera su regalo. Astrid tomó el plato del castaño y se levantó para llevarlos a la cocina.

—Espera, déjame limpiar aquí. —dijo con una sonrisa, avanzando rápidamente a dejar sus platos en el lavavajillas. El castaño la observó con curiosidad y la esperó, estaba realmente intrigado por lo que pudiera haber en aquella cajita. —Ya está, perdona. —se disculpó apenada, volviendo a sentarse frente a él

—Estas muy misteriosa, mi lady. —le acusó con una sonrisa

—Es que.. quiero estar contigo cuando veas la sorpresa. —se encogió de hombros, sonrojándose ligeramente, él soltó una risa suave mientras quitaba el lazo con cuidado

—Ahora pienso que se trata de una broma explosiva de los gemelos o algo parecido. —bromeó, haciéndola reír también

—No, no.. no es ninguna broma. Te lo juro. —le aseguró con una sonrisa

—De acuerdo, voy a creerte. —le sonrió con cariño y quitó la tapa de la caja, sorprendiéndose al ver el interior

Astrid le sonrió con ternura el ver su confusión, él sacó las pequeñas botas para verlas.

—Babe, creo que son muy pequeñas. —le sonrió a medias

—Yo creo que son de tamaño adecuado —le aseguró y soltó una risa cuando el castaño giró a ver a los cachorros, muy probablemente creyendo que era para ellos —Hipo..

—¿Crees que les queden? Siento que son muy pequeñas. —insistió, ella no pudo evitar dejar salir una carcajada y se levantó para acercarse a su lado, el castaño la vio sin entender de qué se reía

—Hipo.. Escúchame. —tomó su mano con cuidado y dejó de reír con calma —No son para los cachorros. —negó con la cabeza y lo vio con dulzura mientras ponía la mano del chico sobre su vientre, ahí es cuando el chico pareció entender

—Oh, Thor.. —murmuró, abriendo sus ojos con sorpresa —¡Oh, Thor! —sonrió, levantándose enseguida —¿Quieres decir..? ¿Estás...?

—Si. —asintió la rubia de manera alegre —Estoy embarazada.

—Por todos lo Dioses, Astrid.. —la abrazó, cargándola ligeramente unos segundos para después soltarla despacio y llenar su rostro de besos cariñosos —Es el mejor regalo de todos, mi lady. —le dijo con cariño, sintiendo sus ojos llenarse de lágrimas

—Feliz aniversario, cariño. —murmuró la rubia, también al borde del llanto

—Oh, mi vida. —volvió a abrazarlo con cariño y se permitió llorar por la enorme felicidad que sentía —Es el mejor regalo de todos. Un bebé... Tendremos un bebé... —soltó una risa y la abrazó con cariño mientras dejaba correr sus lágrimas por sus mejillas —Te amo, te amo mucho. —murmuró, dejando un beso en su frente

—Yo te amo a ti. Mucho. —respondió ella, abrazandolo con un poco más de fuerza y comenzó a llorar igualmente, con felicidad

El castaño se separó unos minutos después, limpió las lágrimas de la rubia y la cargó para llevarla a la habitación con la intención de mimarla y llenarla de cariño. Sus cachorros se unieron un rato antes de ir a sus camas a dormir.

Aquella noche fue una de las más felices en mucho tiempo, compartiendo mimos y palabras dulces entre ellos. Se sentían realmente felices por esa nueva vida que llegaría en unos meses a darles mucha más felicidad de la que ya tenían. Su pequeño pedacito de cielo.













✨ ✨ Bonus ✨ ✨

Astrid acariciaba el cabello del castaño, que la abrazaba por la cintura y acariciaba su vientre con evidente felicidad. Él comenzó a quedarse dormido, por lo cual la abrazó sin perder su sonrisa y tarareó suavemente hasta que logró conciliar el sueño.

La rubia suspiró al darse cuenta que Hipo no iba a soltarla en toda la noche y muy probablemente así sería a partir de ahora.

—"Este va a ser un embarazo laaargo" —murmuró, imaginando lo mucho que él la querría sobreproteger, sin embargo, sonrió. Sabía que lo hacía con todo su amor y no se quejaría de eso. Simplemente disfrutaría de sus mimos todo lo que pudiera.

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